Tras secar al cachorrito Amanda vuelve de la terraza encontrándose a Elena montando guardia ante la puerta del dormitorio. Con una tensión palpable entre ellas se preparan para acostarse con Sofía ya profundamente dormida abrazada a Lucy, su muñeca favorita. Crispy corretea de un lado a otro buscando un rincón adecuado para echarse con la furibunda mirada de Amanda siguiendo sus pasos hasta que finalmente se escabulle de la habitación por la puerta entreabierta. Un buen rato después de que su hermana se haya dormido Elena aún puede escuchar las patitas del perrito golpeando el suelo en dirección a la cocina y vuelta al pasillo una y otra vez, casi como un soldado montando guardia.
Es una noche larga y fría. Madre e hija duermen plácidamente abrazadas, pero Elena no puede dormir. Cada vez que cierra los ojos vuelve a su mente la imagen de “esa cosa” y no importa las veces que tratando de ser racional se diga que fue todo cosa de su imaginación, porque algo en su interior le dice que no están solas en esa casa. Cuando casi ha llegado el alba se queda dormida sujetando la diminuta manita de su sobrina.
El día llega tras la larga noche. Amanda como de costumbre es la primera en despertarse y al salir de la habitación desperezándose descubre una mañana soleada. La tormenta del día anterior ya parece solo un mal recuerdo. Se encuentra a Crispy en la cocina empujando con el hocico una de las zapatillas de Sofía para esconderla tras el sofá. El perrito la mira un instante y se aleja olisqueando el suelo de forma disimulada. Mientras en el dormitorio empiezan a escucharse los bostezos de Elena que aunque adormilada ya ha abierto los ojos.
Miro a mi alrededor. Amanda ya se ha levantado, no podia ser de otra forma.
A pesar de la situación, eso me arranca una sonrisa. Ya desde niñas siempre tuvo facilidad para despertarse, y saltar de la cama, mientras yo me tenia que estirar un rato.
Los sucesos de la noche vuelven a mi, borrándome la sonrisa, y haciéndome arrugar el ceño. Beso a Sofi, mirando el reloj... podemos dejarla 10 minutos más.
Salgo de la cama, envolviéndome en una bata, y deslizándome hacia la cocina.
- ¿Qué tal la noche? ¿Has oido algo extraño?- Me situo a su lado ayudándola a preparar el desayuno para las tres. A pesar de todo, en breve me tocará saltar a la ducha, y salir pitando de casa.... No me apetece que Amanda se quede sóla aquí....
Me levanto, cansadísima. El día anterior me había dejado literalmente agonizando, y por la noche no llegué a dormir todo lo plácidamente que debería, así que me encuentro ante una de esas mañanas en las que uno se levanta más cansado de como se acuesta.
Aún así, soy la primera en abandonar la cama. Voy a la cocina, y por el camino le doy un par de palmaditas en la cabeza al pequeño cachorro, que parece haber estado inquieto toda la noche.
Tras lavarme las manos, comienzo a preparar desayunos. Quizás unas tostadas con mermelada sea una buena forma de comenzar el día. Extraigo el paquete de pan de molde del armario, y el tostador, y voy metiendo rebanadas una tras otra, mientras voy esparciendo mermelada de fresa y de melocotón de las que ya han salido calientes.
Una vez termino con las tostadas, paso a calentar tazas de leche. Parece que aún las dos marmotillas no se han puesto en pie. Supongo que tendré que ir a despertarlas. Me gustaría desayunar en familia, quizás sea una buena forma de comenzar el día, para compensar el de ayer, en el que lo pasé tan mal. Sí, quizás un buen comienzo lo haga todo más sencillo, y logre ponerme de mejor humor.
Aunque siento a mami y a tía Ele moverse, decido que seguir abrazada a Lucy un ratito más es bastante más importante que ir a hacer el desayuno, por lo que sin dudarlo un momento me doy media vuelta en la cama, estirando ahora que tengo sitio brazos y piernas y me vuelvo a dormir hasta que una de las dos "tiranas" venga a despertarme.
Mientras Amanda prepara el desayuno algo atrae su atención en el pequeño escondrijo de Crispy tras el sofá. Parece que hueco tras el sofá esconde algo más que la zapatilla de Sofía. Preguntandose que mas cosas puede haber birlado el cachorrillo deja de huntar mermelada y se acerca hasta allí. Al mirar mejor se encuentra con el pelo descolorido de una muñeca cochambrosa. No es de Sofía, está claro, aunque la pequeña sea un poco trasto cuida mejor sus cosas, quizá perteneciese a alguna niña que viviera allí antes. La recoge pensativa preguntándose de donde habrá salido. Durante la limpieza del piso no encontraron nada parecido.
Tan pronto como su hermana recoge del suelo la muñeca, Elena, sentada a la mesa frente a las tostadas puede ver como el perrito lanza un alegre ladrido y sale corriendo escopetado por el pasillo hasta la puerta y se pone a arañarla con las patitas con insistencia como si estuviera deseando que le abrieran.
-¡Vaya pedazo de mierda!- exclamo, muñeca en mano, y sin poder evitar el poner una mueca de asco- Creo que ya sé dónde va a acabar- me aproximo a la papelera, le doy al pedal, y en cuanto se abre la tapa, tiro la muñeca dentro, yendo después a lavarme las manos- Os prometo que en cuanto acabemos de desayunar, me pongo un chándal y saco al perro a pasear. Parece que está apurado hoy, y no quiero que se mee en casa.
Aún silenciosa, me acerco a Sofi.
- Vamos remolona. Levántate. Miro lo que tira Amanda. Parece un juguete viejo. ¿Habría niños antes aqui?
-Pues no tengo ni idea de su habría niños, pero esto debe de tener como mil años. Seguro que más que de un niño, era el recuerdo de la infancia de algún abuelete- me lavo las manos y me siento a la mesa, impaciente- ¡Venga, Sofi, no jodas! ¡A desayunar pero ya, que esto se enfría!
Harta de esperar, me dispongo a comenzar a tomarme la primera comida del día. Tengo hambre, y ya que lo he preparado, me daría rabia que se quedase frío e incomestible.
- Voooooooooooooooy mami. - Digo con la voz aún adormilada y desperezándome en la cama. Cojo mi muñeca por una de las piernas y saco tímidamente una pierna de la cama, sin pensar en nada más que en mi cacao mañanero. Oigo hablar de un juguete, pero no soy capaz de centrarlo, así que tras asomar por la cocina y darles un beso a mami y tía Ele, les pregunto:
- ¿De qué muñeca estáis hablando? Lucy está aquí.- Pregunto mientras poso a Lucy sobre la mesa y cojo con las dos manos el tazón de cacao de encima de la mesa. Busco con la mirada a Crispy pero no lo veo de primeras.
- No cariño, no es de la tuya. Es de una mi vieja y fea que ha encontrado tu madre por aqui. Es curioso que nadie la haya tirado aún.
Paso con mi taza ya vacía hacia el fregadero y le susurro a Amanda:
- Oye, relájate un poco, vaya cómo le has hablado a la niña.
- Pobre muñeca. Jo. ¿No puedo quedármela y darle una amiguita a Lucy?- Pregunto mientras sigo tomando mi tazón de chocolate. Cojo los cereales y echo unos cuantos en el bol, tratando de posar algunos, disimuladamente, junto a la mesa del desayuno y atraer de esta manera a Crispy cerca mío.
- Tía Ele, ¿has visto a Crispy? ¿Y tu, mami? - Pregunto de nuevo al ver que no acude a su reclamo.
-Crispy está esperando que lo saquen- digo, ignorando las palabras de mi hermana. Me he levantado de mal humor, para qué negarlo. Sólo de pensar en que ayer, a esas horas, estaba pasando uno de los momentos más humillantes de mi vida no hace que me sienta con ganas de sonreírle a nadie- Así que comamos rápido, que tengo que llevarlo a la calle antes de que se haga pis en casa- el café parece que me reconforta un poco. Me ha salido especialmente bueno- La muñeca está en la basura. Si le echas un vistazo, verás que es un horror. Está sucia y mediopodrida. No merece la pena ni tratar de limpiarla.
<<Sacar al perro, salir a comprar, y pillarme dos o tres periódicos. Tengo que volver a mirar la sección de trabajo, a ver si ofertan algo... Necesito trabajo... No quiero vivir en una casa tan vieja. Si por lo menos pudiera pagar la remodelación... ¡Pero qué digo! Si es de alquiler... Es que reformada y nuevecita, sería tan bonita...>>
Estoy ajena a lo que ambas dicen, sumida en mis pensamientos y preocupaciones. Creo que hasta se me tiene que notar que estoy lejos de allí, inquieta, preocupada. No lo puedo evitar...
Mirando a mami no dejo de pensar en que parece estar cansada y de mal humor. Pero no importa. Me levanto de mi asiento, poso mi cuenco en el fregadero y me dirijo a la basura a inspeccionar la muñeca de la que tanto hablan. Levanto la tapa y, aunque me encanten las muñecas y normalmente no haga distinciones, esta vez no puedo menos que darle la razón a mi mami. Ya no se puede jugar con ella. Así que poso de nuevo la tapa y digo:
- Tienes razón mami. Lucy es mucho más bonita, no quiero esa muñeca fea y rota. - Unos instantes después, me doy cuenta de que mamá no me está ni escuchando. Perdida en sus pensamientos ni siquiera me ha contestado, así que doy un suspiro, miro a la tía Ele y le digo:
- Voy a buscar a Crispy.
Inmediatamente me dirijo a la puerta y camino por el pasillo gritando:
- ¡¡CRISPY!! ¿DÓNDE ESTÁS?