Una acampada. Genial. Como en las maniobras. O en la instrucción. O en las puñeteras ops. Pero con la presión de los Peones, era la mejor alternativa que tenían hasta que el calor en Seattle se disipara y pudieran volver. Ettin ayudó a Primpot a sacar los paquetes más grandes para montar el campamento que seguramente usarían durante los próximos días.
- ¿Los SS no enviarán patrullas para buscar "ese aerodeslizador que se nos coló"? Quiero decir, si ya has hecho esto a menudo, es probable que la guardia fronteriza pudiera tenerte fichado y situados los más probables puntos en que te ocultarías.
La opción que les ofrecía, el pueblo cercano, se le antojaba poco acertada. Los lugareños posiblemente les identificarían como forasteros... y los representantes de la autoridad podían dar parte de ellos. Especialmente si la secuencia temporal les cuadraba. Forasteros que aparecían poco después de que un vehículo de contrabando se cuele en espacio aéreo Salish. Sospechoso cuanto menos. Por eso el troll no tenía prisa por apurar su estancia o hacer turismo. En la espesura sólo tendrían que preocuparse de posibles patrullas rastreando la zona, en su busca. Y de la parafauna.
- ¿Sabes si hay wendigos por la zona?
Si bien había científicos que apuntaban a la relación de esas criaturas con los metahumanos conocidos como trolls (él mismo), a Ettin no le apetecía realizar aquella comprobación, por la noche y mientras descansaban.
-Mmm....- el pelirrojo meditó un momento antes de contestar. -He llegado a la conclusión de que antes nos pillan las patrullas que los wendigos. Y como siempre hago caso de la regla de los tres treses,- se encogió de hombros -no pasará nada-.
Arena se sujetó con fuerza mientras el vehículo se ve envuelto en un caos de disparos y maniobras desesperadas. Cuando Primpot soltó un "¡Agarraos bien fuerte!" y activó un mecanismo desconocido, la enana se preparó para lo peor. El repentino aumento de velocidad y la intensidad de las vibraciones la dejaron sin aliento, y por un momento se sintió como si estuviera en un viaje espacial.
Cuando Primpot anunció que han llegado a un lugar seguro, Arena exhaló un suspiro de alivio. La adrenalina comenzó a disminuir lentamente mientras observó el entorno que los rodea. Escuchó las palabras del piloto sobre quedarse en el lugar y no pudo evitar sonreír ante la idea de pasar unos días en la naturaleza.
-Mmm... no es el Ritz, pero definitivamente tiene su encanto- comenta con una sonrisa, mirando al cielo estrellado sobre ellos.
Diésel bajó del vehículo de un salto. Estiró los miembros para quitarse la tensión del viajecito y dió un par de palmadas en el costado del Av. – Te has portao, colega. – Después, con la incertidumbre de ser localizados por las patrullas o los wendigos o cualquier otro jodido critter, ayudó a hacer de aquel lugar su hogar temporal.
– ¡Eh, Primpot, dime que tienes una guitarra por ahí; sería un puntazo. ¿Alguien sabe alguna canción? Ehhh… ¿Cómo era?
“Ging gang goolie goolie goolie goolie watcha,
Ging gang goo, ging gang goo.
Ging gang goolie goolie goolie goolie watcha,
Ging gang goo, ging gang goo…” – el rigger soltó una carcajada y de uno de los bolsillos del pantalón sacó una bolsita zip; dentro se podía ver un cogollo resinoso. Guiñó un ojo a los compas, volvió a soltar una risotada y miró satisfecho al cielo nocturno.
Sin la polución ni la contaminación lumínica de la Plex, era una visión espectacular. Ni siquiera la Matrix, con todo su poder de renderizado hiperrealista, se acercaba un ápice a aquella visión de grandeza infinita. En ese preciso momento, una estrella fugaz cruzó el firmamento; una señal de los Ancestros. O quizás fuera uno de esos cabronazos con escamas. ¡Bah! Qué más daba. Seguían vivos y eso era bueno.
La noche discurría tranquila y sin contratiempos destacables, salvo algunos ruidos procedentes de animales, plantas o el propio bosque que eran ignotos en las zonas urbanas de la metroplex. Lo mas parecido eran los parques ajardinados de los distritos residenciales, pero allí, a estas horas, solo hacían ruido los borrachos y los atracadores.
La naturaleza salvaje era distinta, era...salvaje. Una fuerza incontrolable que en el último siglo había demostrado que el acero, el hormigón y el hombre no estaban a la altura de su magia.
El sonido lejano de unos motores hizo vibrar el aire. Echasteis mano a las armas, aunque Primpot os calmó recordándoos que estaban bajo soborno, aunque trabajaran para el gobierno de las naciones indias, y si tenían que buscar un transporte a la fuga lo hacían, pero por otro lado.
Una nueva vibración llegó apenas terminó la explicación, pero provenía del com de K, el cual había estado bastante callado hasta el momento. Un videomensaje despertó el interés de todos.
-Ey K, menuda fiesta os montasteis en el Seaworld. Joder chummer, tenéis a los peones levantando asfalto en todos los distritos-. Una orca guapísima y de aspecto moderno hablaba a la cámara directamente. Parecía que se llevaban bien. Sus expresiones corporales eran sensualidad y pura energía. -No exagerabas cuando digiste que saldriais en las noticias, y de eso quería hablarte. Mi jefe quiere contrataros para un trabajo de hacer ruido, mucho ruido, en Tokyo. Y como ahora la cosa no está para levantar cabeza en la plex, no os vendría nada mal ganaros unos nuyens mientras se enfrían las cosas por aquí. ¿Que me dices? Cuando veas este mensaje llámame, y quedamos otra vez para cenar. Un beso.-
K dejó el comm en el suelo, se tumbó y miró las estrellas sin decir una palabra, pero con una sonrisa en el rostro.
Podéis comentar si queréis. Y otra cosa más...
Próximamente,
Tokyo Tales; Shogun
Para Shadowrun 6ª edición
Un pequeño anticipo para quien le interese :)
Arena escucha atentamente el mensaje de la orca, sus ojos centelleando con interés mientras imagina las posibilidades que se le abren. La idea de viajar a Tokyo para un trabajo emocionante y lucrativo hace que su corazón lata más rápido -Bueno, un coyote no cierra una puerta sin abrir una ventana, ¿No es cierto?- rio la enana.
La idea de dejar atrás los problemas e ir a una nueva misión en tierras lejanas le da un impulso de energía renovada. Se recostó, imaginando como será Tokyo, pero un observador avispado podrá ver preocupación en los ojos de Arena.
El rigger exhaló unos gruesos anillos de humo que se perdieron en la noche en pos de la aeronave invisible. La Ares Predator volvió a su funda y Diésel dio otra buena calada. Mientras se recreaba en el aroma y sabor dulce y afrutado, que recordaba a los caramelos Skittles, e incluso con toques de carburante en la exhalación, cazó al vuelo algunas palabras de la llamada recibida por K: ¿Mucho ruido, Tokyo y nuyens? Todo eso sonaba muy bien, cojonudamente bien.
– Cierto, hermanita, muy cierto. Pero sin olvidar hackear el sistema de seguridad primero. Juejjejuje. – respondió sumándose a las risas de Arena y rulando el peta por si alguien más se animaba a la fumada nocturna. – ¡El país del Sol Naciente nos espera, chummers! –
Un placer rolear con ustedes, caballeros.
Y recordar: vigila tu espalda, conserva la munición y nunca hagas un trato con un dragón.
¡Un saludo!