Entonces, la bomba no es de ETA. Eso fue lo primero que pensé después del golpe, cuando ese hijo de perra se agacha a hablarme. Le sonrío un poco, cómplice. No me queda más alternativa, pero yo también tengo mis armas.
-Siempre es un placer ayudar a la banda, aunque últimamente le hayáis tomado el gusto a reventar empresarios dentro de sus coches.
Me levanto, despacio, lo más dignamente que puedo. El tal Josetxu parece un gorila estúpido y sin cultura. Un peón más de ETA, carne de presidio o muerte fortuíta por una bala de la guardia civil.
-Tu mandas -le digo al de treinta y pocos, grave- Veamos esa bomba.