Partida Rol por web

Mirando de frente a la monstruosa abominación a la que acababa de golpear, Saladino sintió que algo le cubrió entero desde la espalda. Cuando se giró se vió envuelto de polvo dorado, evitando por los pelos que se le metieran en los ojos. Justo antes de empezar a quejarse, empezó a escupir pues el polvo se le colaba en la boca.

Footsteps se movió totalmente cegado y desorientado, cual animal salvaje, cabe decir que lo intento pero con un resultado nefasto, lo había intentado, pensó que sus sentidos de animal salvaje serían suficiente para paliar la falta de vista pero los pensamientos no llevaban nunca a buen puerto sin su consiguiente acción.

Sedrik se disponía a levantar su arma en el momento que Zaashakar levantó sus manos y una nube de polvo le envolvió dejándolo completamente ciego, descargó su arma pero solo pudo alcanzar el cuerpo sin vida de la figura que antes estaba atacando

Sedrik se acerca tambaleándose en la dirección donde estaba la bruja blandiendo su espada de un lado para otro con la esperanza de poder asestarle algún golpe certero. Aunque por culpa de su cegera es incapaz de ser certero en sus intentos

Su hechizo sirvió para ganar unos pocos segundos pese a la resistencia de alguno de sus adversarios, mayor a la que había juzgado en un principio. Tenía que aguantar un poco más.

Como lo había hecho el festrog, que de un brinco, como si hubiera sido propulsado, se precipitó sobre Saladino. Sus intenciones no se equipararon a los resultados. 

Viendose incapaz de llegar pronto a la bruja, Saladino descargó su furia contra la criatura frente a él. Primero lanzó un puñetazo con la intención de hacer perder el equilibrio a la criatura, para acto seguido lanzar una patada contra su cabeza cargando toda su fuerza.

Faysal libre del efecto del polvo se desplazo buscando una posición de ventaja, atacando con su lanza y los colmillos de Anochecer los mismo terminan ya con la hechicera.

Footsteps aún algo desorientado por el efecto del polvo avanzó aprovechando la posición de Sedrik y los restos del polvo para que no se le viese.

Tras dejar que la confusión fuese expulsada de su mente poco a poco por la ira habitual, se deslizó para atacar. Con un ligero gruñido de ataque y blandiendo las dos armas, lanzó los filos con la mayor precisión que pudo, uno con mas certeza que otro, esperando que la antigua humana convertida ahora en abominación recibiese un poquito de su medicina.

Nuestro pequeño salvaje estaba bastante más cabreado de la cuenta, lo cual no dejaba fluir sus pensamientos de manera habitual, cosa que no le parecía demasiado importante, aún sabiendo que no debía de subestimar a ninguno de sus oponentes.

No... No... Esto no puede estar pasando.. El ritu...

El destello de las dagas de Footsteps fue lo último que pudo ver. Su miraba, centrada en la nada, había perdido aquel fulgor dorado que momentos antes era capaz de iluminar toda la estancia. Estaba sumida en la oscuridad, lugar del que, verdad sea dicha, nunca había podido escapar. 

Cayó de rodillas. Con gran esfuerzo trataba de mantener la cabeza erguida. Un imposible. Por un pequeño instante volvió en sí y observó a su muñeca, al Guardian de la Cámara, como le había llamado años atrás, reposando sobre el altar y dirigiendo unos botones que actuaban como ojos hacia ella. Su mirada la atravesó. La heridas anteriormente sufridas por sus enemigos se olvidaron en un instante, no dolían, pero el fracaso y la culpa comenzaron a desgarrarla de tal manera que su cuerpo no pudo resistirlo. Pese a haber abandonado su humanidad años atrás, su sed de venganza y los actos cometidos, por algún motivo, ahora comenzaban a pesar. Se habían transformado en una masa negra, pegajosa y repugnante de la que jamás podría liberarse. Miró hacia abajo, se tambaleó de nuevo y se precipitó contra el suelo golpeándolo con la frente emitiendo un sonido seco. Sus cabellos blancos la siguieron como la cola de un cometa en la noche, apagándose al toparse con las losas Jamás había perdido un juego, no obstante, apostarlo todo puede ser arriesgado. Su final fue un susurro.

Lo siento

Los tetraedros en lo alto de las columnas zumbaban aun con más intensidad y sobre el altar pequeñas nubes de color negro comenzaban a formarse. El suelo comenzó a temblar, provocando ligeros derrumbes en la habitación. Tras la caída de Zaashakar ninguno de sus sirvientes continuaba con vida, pero lo que aún quedaba con algún tipo de conciencia sobre el mármol era el montón de trapos al que la bruja tenía tanto aprecio. La estremecedora voz aniñada volvió a surgir.

Si la Dulce Reina ha fracasado yo ocuparé su lugar. 

Los temblores se incrementaron, acompañados de rayos que brotaban desde las nubes hacia las figuras.

Tras ver a su al rededor como todos los enemigos habían caído, Saladino se quedó mirando a la muñeca con una expresión confusa. Se acercó a la muñeca y la levantó por las axilas. -Estoooo... ¿La muñeca está hablando?¿Los objetos inteligentes cuentan como persona?¿La atamos con cuerdas y la entregamos a las autoridades o va con los objetos mágicos recuperados?-

Era fácil ver como el confuso monje no sabía cómo tratar el asunto. Por si acaso sacó una cuerda de su morral y miró al grupo buscando opinión, impasible ante el imponente ritual en marcha o las palabras de la muñeca.

-¿Y ella? Ha cometido varios crímenes por supuesto, pero habría que aplicarla primeros auxilios para interrogarla, si no nosotros las autoridades.-

- Esta muerta Saladino, y al menos yo no tengo ganas de que vuelva a la vida, esté donde esté, es mejor para todos. Sobre la muñeca mejor que opinen los que saben de magia, yo ya he tenido bastantes maldiciones en mi vida.

Con la primera había terminado como Wayang, ahora mismo no le apetecía acercarse a esa muñeca parlante, al menos el ritual de la vengadora estaba ya deshecho.

No podían perder más tiempo, si no se daban prisa quien sabe lo que podría ocurrir. 

Había mantenido la boca cerrada durante la incursión a la cripta y, a decir verdad, no estaba muy contenta con su actuación durante los ataques. Aquella arma no era para ella, iría de vuelta al árbol donde la encontró. O la basura directamente.

Pero antes tenían que acabar con aquello. 

La muñeca debe de ser algún tipo de catalizador. Quizá podamos entregarla a la Sociedad junto con el fragmento del escudo, es un tesoro bastante interesante. Sí, también macabro, pero si la destruimos, como ha dicho Faysal puede que la solución sea peor que el problema... Hay que retirarla del altar.... Saladino, abre bien el morral porque creo que será su nueva casita durante un tiempo. Que... Que no toque muchas cosas ahí dentro...
 

Con un movimiento rápido, Saldino recogió la muñeca prácticamente sin tocarla dentro de su bolsa. Más le valía a la Sociedad que se encargara de darle una nueva al monje, pues sus bocadillos aún estaban dentro y sus expresiones no parecían de satisfacción.

El fragmento estaba bajo una de las losas en la parte inferior del altar. Al retirar tanto la muñeca como éste de su posición, las vibraciones y los rayos cesaron. Por unos instantes. Fuera de control, la intensidad de los temblores se incrementó de manera exponencial, los rayos sacudían ahora más violentamente y el zumbido de los tetraedros se volvió tan agudo que los oídos parecían estar sometidos a una presión abrumadora.

Aquel lugar tenía los segundos contados.

Volvieron sobre sus pasos, veloces. Atrás quedaron los actos de un ser nublado por el odio y la venganza, capaz de hacer uso de la memoria de su familia, destruyéndola y mancillándola, para obtener un poder detestable.

El amanecer, teñido de malva, les recibió cuando alcanzaron la superficie. Escasos segundos pasaron cuando la estructura comenzó a retorcerse y plegarse como si de una hoja de papel se tratase. Los ladrillos flotaban, los herrajes se comprimían, el suelo se levantaba. En lo alto comenzó a formarse un remolino que absorbía todo lo que se encontraba debajo y que no tenía piedad. El espectáculo duro apenas unos instantes. Hubo un estruendo, luego silencio y al final una explosión que terminó por destruir cualquier resquicio de la familia Mendalari para siempre. La onda se extendió por todo el cementerio, asolando árboles y arbustos, tierra y rocas sueltas, lápidas y construcciones. Estaban ya lo suficientemente lejos como para sentir tan solo la fuerza del viento a sus espaldas.

De vuelta en Azir, acordaron con Kazima que se les facilitase la vuelta junto con el capitán Obo con ayuda de la Legión Pura. Éste les recibió los brazos abiertos, sorprendido por la gran cantidad de sucesos que pueden suceder cuando uno acude a una subasta. Incluso que ni esta suceda.