Partida Rol por web

Así que no te es suficiente con el poder que yo te otorgo - a Ew'ah se le nota aún resentido por haber sido temporalmente silenciado por las guardias de Dendera - Y para conseguir más estás dispuesta a rebajarte a aceptar la caridad de un blanco. Muy bien, que así sea - termina con un graznido amenazador...

Yo te proporciono la base, pero eres tú la que decide el uso que vas a darle y cómo va a funcionar - explica Uli - Por eso el usuario debe estar presente cuando fabrico un artefacto mágico - Sus labios se curvan en una sonrisa - Cariño, si quieres luz sexual sólo necesitas quitarte la ropa y una linterna. Anda, prepara tu Mojo y vamos al lío que me parece que vais con algo de prisa...

Al escuchar al traje de carne, el enviado negó entre risas.

- No quiero un alma específica -¿O sí? en cualquier caso sería cosa suya- Quiero una tarjeta de "quedas libre de la cárcel", al portador y de un sólo uso. Quiero tener la espalda cubierta. Ya me encargaré yo de lo demás. ¿Puedes?

Escuchó su respuesta, fuese la que fuese, y terminó por estirarse. Independientemente de si le concedía o no su capricho, tenía claro que iría a ver cómo dirigir todo aquello: ardía en deseos de vérselas con un desafío real. Además, ahora si se encontraba con Muerte podría preguntarle por su época como Anubis, los egipcios gozaron según su mitología de muchos regalos para escaparse de sus garras, al menos temporalmente, y quizá fue un experimento o apuesta. Se encogió de hombros.

- Si finalmente juntas el mundo material y el físico, no es que importe demasiado ¿no? -miró hacia la salida- Voy. Si tienes hechizos protectores, desactívalos: yo me encargaré de ser custodio. Y venga, el tiempo se te acaba.

- ¡Oh, cállate Uli! -Max negó con el rostro ante la insinuación a Tayen.

No porque Tayern no estuviera buena, pero imaginar a su hermano en algo así... puajjjjj... no dejaba de ser su hermano. Además si la chica se follaba a su hermano, jamás podría volver a verla de la misma manera y eso fastidiaría muchas noches de diversión. Aunque tal vez ya lo estaban... se sorprendió mirando de nuevo a Harry. Sacudió el rostro para despejarse.

- Vamos, al lío, sí. Venga nena, hazte esos pendientes supersónicos y vámonos a dar hostias, que este martillo me quema en las manos. Énone, cuando todo acabe iremos al museo para ver si podemos conseguir algo de polvo meteórico que darle a Dendera. Esta preciosidad -besó el martillo- no merece acabar en sus manos. Y esa vieja ya ha tomado muchas cosas valiosas que no se merece -le guiñó un ojo a Harry y apuró su cerveza.

Por ella estaba todo en orden, hacían el arma de Tayen y salían echando hostias a rescatar a la chica; no pensaba volver a fallarle a Énone, no una segunda vez. Se levantó para dejar la cerveza en la mesa del jardín y al llegar hasta Harry guardó silencio un momento mirándole a los ojos.

- La propuesta iba en serio -se refería a la conversación que cortaron en la cocina- te quedarás conmigo hasta que estés a salvo.

Dejó el botellín vacío sobre la mesa y entró en la casa para coger lo que necesitara de casa de Uli, otras armas, protecciones, sal... el kit de supervivencia básica del cazador.

- !!Yuhuuu, voy a tener pendientes meteóricos¡¡- Grité alegre sin tener ni puta idea de lo que significaría eso en realidad.- Vamos Uli, si lo haces bien, quizá no necesites ni la linterna.

Y lo hizo. Los pendientes, digo. Eran pendientes, no un arma imponente, así que no necesito demasiado tiempo para hacerlos. Aunque me imaginaba como si fuera una de los Gipsy Kings, con los aros así, enormes y dorados... No. En realidad estos eran negros, toscos y, definitivamente, no un artículo de joyería que le regalarías a tu chica por el aniversario.

- Menudo bajón, tío...- Dije al verlos- Y encima le tengo que poner "algo de mi" para que funcionen.- Me quejé tomándolos entre las manos. 

Oí la advertencia de Ew´ah, dentro de mi cabeza, justo en el momento en el que toqué los pendientes, y decidí obviarla. Me sentía extraña, la verdad, pero pensé que sería la cerveza. Acto seguido me los puse y miré a Enone, mientras que le preguntaba con una sonrisa y cara de idiota.

- Que tal me... me... quedan... que- Me empecé a marear de verdad.- ...los... los pendi...- Joder... joder, joder, joder... !NO¡ ¡Ahora no! -...ent...- Caí al suelo de rodillas.- ...esss.

Un estallido psíquico salió de mi interior, y tiro de culo a todos los de mi alrededor al suelo. Un grito ahogado, silencioso, se mostró en mis ojos mientras miraba... mientras mis ojos se volvían blancos, más bien... al cielo. El poder me dominaba, el exceso era inmenso y él lo aprovechó para hacerse con mi cuerpo mientras yo quedaba reducida a un interior, dentro de mi propia mente en el que apenas podía ser yo misma. 

Ahora Ew´ah estaba fuera. La suma de los dos en realidad.

- Hola... bocaditos de carne.- Mi voz era ligeramente distinta. Igual tono, distinta malignidad intrínseca.- He decidido poner a Tayen a dormir un poco, ahora que he ganado algo más de poder y control sobre su cuerpo.- Mi sonrisa parecía más cruel que de costumbre y mis ojos... más extraños. - Pero tranquilos, ahora soy más que solo ella. Soy mas que solo él. Somos la suma de los dos. Queremos divertirnos un poco y acabar con ese nigromante de pacotilla. Y después de que esto acabe... quizá soltemos a vuestra amiga.

Mi risa... nuestra risa, más bien, resonó dentro de mi caja torácica de una forma distinta. Ahora, retumbaba en mi interior como en una cueva con mucho eco. 

No sabía ni entendía el juego que se traían entre Max y Tayen o puede que sí lo entendiese y no quisiera verlo por lo que me hacía sentir: celos. Y eso no era bueno. Me repetí una y otra vez en mi cabeza que lo ocurrido la noche anterior solo había sido un juego más, pero no lo sentí así realmente y menos aún lo viví. Me entregué en cuerpo y alma, más en cuerpo que en alma, a Max y ahora estaba pagando aquellas consecuencias de mi error, a pesar de que sirviese para librarme del influjo de Dendera.

El guiño que me regaló Max tras sus palabras, debería haber mitigado aquella sensación tan mala que tenía  por como se trataban entre ellas, pero sentí que yo solo era otro juguete más en aquel momento. Tras acercarse a mí instantes después y mirarme en silencio durante unos instantes, dudé en que hacer o no hacer, hasta que habló, matizando esta vez que me quedaría con ella en su casa.

En ese momento desvié mi mirada hacia Tayen antes de responderla.

- ¿Estás segura? Yo... no quisiera ser una molestia. - Respondí mientras volvía a mirarla a ella.

Encima Tayen no se centraba y ya quería convertirse en un gusiluz usando una linterna. Hacía mucho que no la veía y no la recordaba así, con esa personalidad tan... desagradable. No me extrañaba que Énone no se quisiera acercar a ella pero sí me sorprendía que Max sí y esa parte sí dolía.

- Yo... necesito que nos marchemos ya. - O más bien era que necesitaba que me diese el aire y dejar salir todo lo que sentía de alguna manera, hablando con Bob si era necesario. Alguien que curiosamente no salió al oír a Tayen como estaba, dado que esa faceta también la tenía él y era bastante desagradable para mí también.

Pero al ver que nadie se movía para presenciar la forja de los pendientes de Tayen, me tuve que quedar allí, puesto que aquel lugar no era para que pasease solo por sus calles. No por sus habitantes comunes, sino por los que no eran tan comunes y más peligrosos que los humanos normales y para algunos, la sangre de un mago era una bendición y no sabía si había alguna de esas criaturas por la zona. Pero a juzgar por el barrio, posiblemente sí pudiese encontrar a una familia entera allí viviendo.

- Venga Tayen, no te andes con remilgos y póntelos ya, que tenemos cosas que hacer. - Mi tono de voz sonó hastiado como nunca se me había escuchado entre ellos y carraspeé. - Es la vida de la hermana de Énone la que corre peligro, no podemos perder el tiempo con chorradas. - Añadí buscando una excusa coherente por mi forma de hablarle a Tayen.

Y entonces se los puso y vi como se iba desvaneciendo desde el mismo jardín. Eso supuso que aquella explosión de energía no me alcanzase de lleno y solo me empujase un poco hacia atrás. Al escuchar sus palabras, su forma de hablar, torcí el gesto. Conocía a quien se ocultaba dentro de ella y no pude evitar lanzar aquella pregunta preocupado.

- ¿Ew'ah? Por tus palabras entiendo que estás de nuestro lado y, espero que cumplas y Tayen vuelva después de esto. No me gustaría tener que enfrentarme de nuevo a alguien de mi sangre. - Y menos aún tener que usar magia negra para derrotarte.

Uli terminó los pendientes y se los ofreció a Tayen, está se los probó y la explosión de poder que le siguió borró la sonrisa bobalicona de Énone que había asomado en su rostro mientras ella y Max flirteaban descaradamente. 

Saltó a su lado en cuanto notó que se desvanecía para intentar sostenerla, pero la onda expansiva le dió de lleno y le hizo caer hacia atrás sin poder alcanzarla. Se quedó ahí en el suelo viendo cómo Harry encaraba a lo que fuera que fuese Ew’Ah y en lo que se había convertido ahora con Tayen.

La risa de aquella entidad resonó en su interior. Por Ra… nunca debió haberla metido en esto. Nunca debió haber metido a ninguno de ellos en esto.

Se puso de pie con dificultad y, cabizbajo, se acercó a Ulises y le pidió amablemente espacio para actuar mientras le hacía una seña a Max, Tayen y Harry para que se acercaran. Mientras lo hacían el bullicio alrededor de ellos fue poco a poco apagándose hasta que solo quedó el eco de sus voces y el ruido de su respiración.

Énone sacó su espada de su bolsa y la puso sobre la mesa de trabajo donde hace unos instantes el herrero había convertido al hierro meteórico en las reliquias que sus compañeros ahora portaban, el metal resonó contra la superficie rompiendo por un instante el silencio impuesto por el momento.

Énone tomó aire, para darse seguridad. ¿Acaso sabía qué es lo que estaba haciendo? ¿Tenía derecho a imponer esta carga sobre sus amigos, sobre su familia? Puso la mano sobre la Ra-Iakhu-bia, la kophesh de hierro meteórico bendecida por Ra que le había sido legada para combatir a las sombras de Set y sintió que un ligero calor subía por sus dedos y anidaba en su corazón. No, la espada no le había sido legada, lo había elegido. 

Levantó la mirada y volvió a mirarlos uno por uno… y sonrió. Juntos saldrían de esta y si no, habrían muerto con orgullo.  Bajó su mano, la kophesh se elevó un palmo en el aire y comenzó a brillar. 

—Oh, Ra, majestad del Neteru, Señor del Disco Solar que navega por las aguas celestes, a quien ni las sombras pueden tocar…

La voz de Énone se alzó clamorosa alrededor del grupo, y aunque sus palabras estaban en un idioma antiguo y olvidado, en sus mentes su significado se revelaba claramente.

—Tú, que cada día resucitas en el horizonte oriental como Khepri, y cruzas el cielo en tu barca de millones de años, escucha mi súplica. Ante ti me inclino, Énone, el iuun em nenou en hedjou, tu siervo y el elegido por Ra-Iakhu-bia para cumplir tus designios, buscando tu favor para que mis hermanos de armas lleven el peso de tu luz en sus manos.

Bajó la cabeza con humildad. Ya no tenía dudas. Ellos podrían soportarlo, la fuerza de Max, la energía de Tayen y la sabiduría de Harry harían la diferencia y serían merecedores de la gracia de Ra, así se lo había hecho saber Ra-Iakhu-bia, ellos eran merecedores de su luz, porque él mismo era merecedor de ellos. Ahora lo entendía. 

—Otorga, oh Glorioso Ra, que tus rayos se filtren en el acero de estas reliquias como el brillo de Atón ilumina los templos sagrados. Que cada filo, borde y brillo resuene con el poder de tu Heka, y cada golpe contra los hijos de Set destelle como un rayo de Maat, la verdad y el orden que tú custodias y que aquellos que moran en las sombras sientan el ardor del Ojo de Horus en cada herida.

La Kophesh se elevó en el aire hasta quedar vertical y Énone abrió la mano hasta que su empuñadura se apoyó gentilmente en su mano. Cerró los dedos y, mientras lo hacía, cerró también los ojos. 

—Así lo ruego, Ra, imbuyenos con tu luz y guía nuestras manos para que la oscuridad retroceda ante la furia de tu resplandor eterno.

Un rayo de sol atravesó todo desde el cenit hasta la espada sin importar que hubiese en el camino y, cuál si de un prisma se tratase, se dividió al tocarla en un abanico de rayos luminosos que bañó todo a su alrededor en una poderosa energía divina. El mazo, los pendientes, la varita de Harry y todo el hierro meteórico que aún quedaba en el suelo en forma de esquirlas se iluminó por un segundo y comenzó a brillar con una cálida luz ambarina. 

Énone bajó su arma y la luz se fue como si nunca hubiese estado ahí mientras el ruido del mundo real llenaba de golpe aquel espacio del cual había sido excluido. Por un momento el joven se quedó observando la espada curva en su mano con reverencia. 

—Está hecho… gracias Ulises, Ra está satisfecho de tu trabajo —caminó hacia afuera a paso rápido, en dirección al Fantasma, el carro de Tayen, y nada más llegar afuera volteó a mirarlos a todos otra vez, la confianza brillando nuevamente en los ojos de Énone—, vamos. Arwa nos espera. 

Sólo de la parte que me interesa - admite el traje de carne de Menep-Tah - Pero cuando todo esté completado cumpliré mi parte y te enseñaré a buscar entre los distintos reinos espirituales. Podrás sacar el alma que quieras, incluida la tuya - Risita siseante - No te arrepentirás de este trato, mensajero de los Eternos...