Partida Rol por web

Llegó a la mesa con una sonrisa y dejando vasos. Había pillado un whisky. Era Dyc pero de los más añejos. Comenzó a servir mientras se reía.

-Que haya alegría coño. Pa una vez que la Guardia Civil va soplá y no nos va a hacer soplá...

La Yaiza ya caminaba de puta madre. Estaba echando cuerpo de mujer. Aunque ahora mismo estaba en ese delicioso POP en el que empezaba a echar cadera, a tener el pecho más grande y todo eso. La edad justa y precisa para que los abuelos que se esconden tras los setos del parque echen todo el lefazo sobre los gerianos a punto de perder el conocimiento.

-Ay mi vidaaaaa -dijo, tirándosele encima.

Le comió a besos. Los primeros cariñosos. Después con lengua y todo.

El negro se limpió el vaso de whisky del primer trago. Ya llevaba unas cerves encima y media botella de vino.

-Dejad algo para la noche, cabrones -dijo al ver a la pareja.

La Naty se acercó a la barra donde Jose Luis estaba cortando el jamón. Le miraba a los ojos, y él sujetaba el cuchillo, sin apartarle la mirada. El cuchillo posado en la pata de jamón. Ella se quitó el gorro de lana y se acercó con un ligero contoneo, acariciando un dedo la pierna grasienta del cerdo, para luego chuparse ese dedo.

La coña sexual le murió cuando iba a darle un beso, entonces le robó un trozo de jamón y se lo metió en la boca, masticando mientras hacía un mohín gracioso y se alejaba. Era su forma de decir: "felicidades, campeón" y "ahora no te puedo dar el premio pero todo se andará". El Cagaprisas estuvo a punto de cortarse con el cuchillo jamonero.

El legionario tomó el vaso de whisky y se sacó un montón de puros de la guerrera con la mano izquierda, dejándolos en la mesa.

-A celebrarlo, a celebrarlo.

Sonrió, mirando a su churri. Le metió la lengua en la boca de tal modo que se la llenó entera. Luego sonrió por que ella casi se atraganta, estaba intentando comerse un poco de ensaladilla.

-Te vamos a pillar el vestido de boda más cojonudo que veamos. El convite en el castillo, y la luna de miel, a Ronda en cuanto podamos. Y te la enseño.

El papa se rió comiéndose una aceituna rellena de anchoa.

-Aquí no se enseña nada hasta que no se pase por el altar.

Hubo risas.

Aquello era el puto paraíso culinario. Pero yo me estaba poniendo ciego a jamón serrano y a vinacho facha. Un pitido de coche fuera y llega una sorpresa que no esperaba. Muy a propósito de jamón, entra la Yaiza, jamona como ella sola. Que potranca había pillao. ¿Que tenía que envidiarle a la Naty, a las Kardashian, a Angelina Jolie en Lara Crof o a la Pataki?

- Ha llegao la reina mora - contento, y después viene la enajenación. Ya no veo puros, ni viandas, ni chorizo...Más que el que amenazaba con despertar al sur de mi anatomía con tanto beso y tanta lengua, y cuerpo pal pecado.- La víhen, Yaisa...Que temprotaba aqui mihmo como si no hubiera un mañana...- en tono menos público, pero aquello parecia un puto capítulo de desayuno en Los Serrano, y la privacidad estaba en el culo. Mi miraba tanteó estratégicamente la ubicación de los baños.

Vílchez estaba arremangado en la cocina, preparándole unos lomos de bonito al pil pil. Entonces la vió entrar y curiosear lo que cocinaba. Se la quedó mirando con una pequeña sonrisa.

-Estás medio piripi -le dijo, gracioso

Como estaban solos, añadió.

-No te vayas a emborrachar tanto ahora, y no me rindas luego.

Entró con chapetas y una sonrisilla sintomática, quiso pararse en la jamba pero la bisagra era de muelles y le golpeó en el culo, trastabilló unos pasos hacia adelante. Danzó al rederor de Jorge mirando lo que hacía, se ponía muy mono cuando estaba a los fogones (o eso le parecía a ella). Otra faceta de su complementariedad, con lo melindrosa que era para la comida siempre acababa picoteando las mismas mierdas, pero todo lo que hacía su Jorge le olía y le sabía a gloria. Apoyó la barbilla sobre uno de sus hombros mirando por encima lo que había en la sarten -Mmmmmmmmmmmmm que rico...- el siguió a lo suyo haciendo como que la ignoraba, entonces Mari Cruz le hincó el diente -mmm puez zhi queztá bueno- dijo sin soltar el bocado de camisa.
-Estás medio piripi -
-Hmmsí- respondió tontuela
-No te vayas a emborrachar tanto ahora, y no me rindas luego-
-¿Luego? ¿Y porqué esperar? Están todos entretenidos comiendo- por la espalda empezó a sobeteralo con intenciones deshonestas, a lo Ghost pero versión Pedro Almodovar -y tengo tanta hambre... que no se si me voy a poder esperar...- sí, estaba muy muy tontorrona

Sonrió por lo que hacía. En realidad no solo sonreía. Se estaba empalmando. Así que apagó el fogón, miró en dirección al almacén y la empujó allí con una mano, cerrando la puerta tras de si. Con el pestillo. Entonces la puso contra la pared y le comió la boca con mucha lengua y recorriendo su cuerpo con las manos.

-En el castillo mandas pero ahora eres mía... -siseó, con un puntillo cabroncete.

Dicho eso le desabrochó los pantalones, mientras le chupaba el cuello. Apenas se descuidara la iba a penetrar. Todo iba rápido, como un torbellino en el que da gusto salir volando. Al chaval le había gustado eso de hacerlo sin condón. Ahora pedía más.

¡Cristo como le gustaba que le hiciera eso! Le ayudó bajándose ella misma la ropa mientras meneaba las caderas, ahí estaban esas bragas de Wonder Woman que tantos recuerdos les traían, dejaron de estar, se giró y le rozó la entrepierna con su redondito y terso trasero. Estaría pirirpi pero sabía lo que estaban haciendo, eran de los que construían la casa por el tejado. En fin… hasta ahora no les había ido tan mal ¿No? Le pareció una buena idea el día de antes, hoy le parecía mejor aún. Dios santo estaba cachondísima, nunca lo reconocería en público, menos delante del Cagaprisas, pero le volvía loca que su hombre se la follara como a una perra en celo. Le cogió una mano y se la deslizó entre los muslos, húmedos e incandescentes –hazme tuya… por favor…- suplicó con la respiración pesada dirigiéndole una mirada ansiosa. No podía esperar o se derretiría. 

Dicho y hecho. Encaró el pene, y con un par de golpes de cadera, lo introdujo hasta el fondo. Normalmente lo hacía con cuidado, pero aquella vez no. Aquella vez tampoco paró ni se tomó un respiro. Fue algo muy español. Un aquí te pillo, aquí te mato de manual. Los golpes de cadera se escucharían fuera, de no ser por la puerta y por que en el salón estaban de cachondeo y jarana.

Tenían que hacer esfuerzos ímprobos por no jadear en voz alta. Él la mantenía agarrada por la cintura y ella no podía hacer otra cosa que sujetarse en la pared. Ni moverse podía, por que aquel chaparrón a ver como lo aguantaba uno si no. Chaparrón, buen adjetivo. Solo tuvo como concesión poder bajar una de sus manos, para frotarse el clítoris. El martilleo era tal y tan placentero que no le costó mucho correrse, a pesar de estar de pie. Las piernas temblonas, y la cara contra una caja de cartón llena de latas de paté de perdiz, y Jorge que venía detrás con su chaparrón, corriéndose sin cortarse un pelo.

Se quedaron jadeando un rato, recuperando la respiración. Él salió de ella, y como era inevitable, parte del esperma se salió de donde estaba, resbalando pierna abajo. Comenzaron a reirse, se besaron.

-Te quiero -le espetó, así de repente.

Pocas veces se lo decía tan claro y meridiano. Estaban cruzando la frontera entre el rollo y la relación. Si es que no la habían cruzado hace tiempo. Pero ahora la habían cruzado del todo.

-Y te voy a querer hasta que seamos viejos y no hagamos más que discutir sobre gilipolleces.

Sonrió.

“Mujer prevenida vale por dos”, siempre llevaba Kleenex. Se le había bajado el puntillo pero le dio la risa floja, intercambiaron miraditas “Ay Mari, tanto criticar a la Kimber y acabas de hacer lo mismo que cuando conoció al Tatu” hasta opositaba a que le hicieran un bombo... algo que pasaría más pronto que tarde con semejantes corridas, parecía que llevaba un mes reservándose y no que se hubieran acostado la noche anterior. La escena era de un erotismo crudo-castizo y sin embargo aún después de todo se azoró con el “te quiero”. No le había dado tiempo de subirse los pantalones cuando escuchó LA FRASE. Vaya momento, con la mano entre las piernas rodeados de latas de conserva. Pensandolo bien… era su estilo, ya que se le declaró en una armería junto a un colchón en el suelo, detalles gloriosos para una biografía, más que Almodóvar parecía una peli de Bigas Luna ¿Seguiría vivo?
Como en tantas cosas personales en los asuntos del corazón era torpe de narices, estaba dando por hechas cosas que aparentemente necesitaban confirmación. Vivían juntos, jugaban a la ruleta juntos… abrumada se recompuso, la ropa, haciendo tiempo para responder. Apoyó la espalda contra la pared, le temblaban las piernas, la frase era lo que era , también acababan de hacer lo que acababan de hacer… se llevó una mano a la cara en una mezcla de sorpresa, rubor y alegría –Hoy en la batalla… hubo un momento en que estuvimos perdidos. Supe que iba a morir y pensé… “que pena”, pensé en la vida que me perdía… contigo…- alzó la cara, parpadeó un par de veces como solía hacer e hizo un breve encogimiento de hombros. Que curioso que resultara más fácil irse a la cama que hablar, también es que en el fondo era muy clásica y… esas cosas las decía el chico. Aunque fuera en una peli de Bigas Luna.

Sonrió por lo que decía, mirándola a los ojos. Había reflexionado sobre el tema, largo y tendido. Él no era chico de relaciones esporádicas, y si las tenía no se engañaba a si mismo. No cruzaba con esas chicas la frontera de la vida en pareja. Pero con Mari Cruz todo salió natural como la vida misma. Eso quería decir algo.

Su padre, que en gloria esté, le había dado un buen consejo cuando cumplió los 20 y no sabía si seguir o dejarlo con una compañera del instituto. "Cuando sientas que una relación empieza a no funcionar hazte ésta pregunta: ¿Ésta es la mujer con la que estaría dispuesto a compartir el resto de mi vida?". Con aquella sencilla criba había tenido claro que no había que forzarlo. Que ya llegaría la apropiada. Y ahora sentía que ella lo era.

-Ya no te la tienes que perder -dijo, acariciando su mejilla- No te vas a librar de mi tan fácilmente.

Le sacó la lengua, bromista. Luego la miró, y finalmente le dió un beso. Iban a salir de nuevo a la cocina cuando la puerta hacía que iba para alante y para atrás, empujado por alguien. Finalmente la abrieron y detrás estaba el Zeky cogiendo de la mano a la Yaiza. Con cara de venir a lo mismo que ellos antes.

Modo explorador. La típica de "voy a mear" y él detrás al cabo de un rato. Pero los servicios no molaban. Estaban sucios, olían a meado rancio sin lavar, y en uno todavía flotaba un tordo de proporciones descomunales. Por eso buscaron un lugar mejor, mientras se iban besando, urgentes. Más calientes que los huevos de un fogonero, a punto de caramelo, dieron con la despensa de la cocina.

Trató de abrirla pero algo detrás tiraba del picaporte, y así estuvieron 5 segundos muy chorras, tirando para un lado y para el otro. Al final él soltó el picaporte y la puerta se abrió. Era el Vílchez con la Mari Cruz, algo despeinada, con un cleenex mojado hecho un gurruño en la mano. Vaya pillada.

Pero ya se iban, o eso parecía.

S'estaban hinchando tos a whiskys y cervezas y ella más que mirar con cierta pena el cogorcio que se iban a pillar. Ahora se arrepentía de haberle dao un cacho de su hígado a la yaya, y se arrepentiría más veces durante los meses siguientes. Se tuvo que conformar con inflarse a ensaladilla, mientras veía como el Paco cogía una cogorza de la alegría. Tan alegre que le comió la boca casi ahogándose ella, que acabo tosiendo y to cuando pudo respirar.

-La hostia Paco...- le dijo riéndose cuando retomó el aliento, pero luego le empezó a decir esas cosas tan bonicas. Lo del vestío y ¡que tendrían luna de miel! Y entonces fue ella la que le comió la boca de vuelta.

El padre de la picoleta decía de no enseñar na antes de casáse y allí tuvo que saltar. -Pos lo mismo tu chica tamién tié que casáse ya y to...- soltó y se quedó más ancha que larga. Que no entendía ella como podía gustarle un bragas a la bollera, pero claro, era bollera, no sabía bien cómo iban esas cosas...

Aún con truño flotando y todo, que nuestros "aquí te pillo" siempre se cruzaban con mierda, no me desenganche de la Yaisa tal que me hubieran pegao con superglu. La mejor opción parecía la despensa de la cocina,  pero me enzarze en una puta guerra con la puerta hasta que me harté, hasta los cojones. Al soltar la puerta vino la sorpresa. Esto había sido una pilladaa mutua. Abrí, de primeras, mucho los ojos pero luego les dirigí una mirada significativa. Ay que ver la MariCru, quien lo hubiera dicho...

- Ea, a lah buenah, capitana - la mirada seguía siendo de "aquí no nos hemos visto naide". Lejos de ser incómodo, tenía cierta gracia la situación

La víhen la que estaban montando en Casa Pepe a lo tonto. Cuando vio a la Naty y al Deibi entrar él se puso en alarma. Se habían arriesgado mucho yendo hasta allí. Era, además, la primera salida del pueblo de niño desde que empezó a llover mierda sobre todos. Apollardaos siempre había a mano, solitarios o en pequeños grupos... pero lo peor sería encontrarse con alguna banda de criminales, restos del ejército enemigo en desbandada o patrulla. Gentuza que harían de la Naty y del Deibi puto picadillo después de violarlos durante días. Pero el susto se le pasó en un segundo. Quizá fuera la impresión de misión cumplida después de la batalla, el ambiente festivo en el mesón, el vinillo que entraba que daba gusto... Una vez más solo con verla ya se le empezaron a poner los huevos en ebullición. ...te pillaba ahora y te rompía tó... iaputa cómo táh...

Acabó con la paletilla y envolvió los huesos en papel de aluminio ...pa casa pa unoh güenoh caldicoh Selui... Luego buscó unas monedas para la máquina de bolas de juguetes. Joder... monedas. No recordaba ya cuánto tiempo hacía que no necesitaba ni pensaba en dinero. To era trueque, economía de guerra, y saqueo. No intentó abrir la caja registradora. Fue directo a un cacharro con monedas de bote. Sacó una bola con un cochecito dentro. Luego le dio los euros al Deibi para que sacara todo lo que quisiera. Estaba el patio como para ponerse gilipollitas con lo de tener al niño consentío. ...tu niño se merese tóh loh juguetico que qiera, Selui... lo recomienda 9 de cada 10 pegadogo quehtán fiambre ahora mihmitico...

Total, que al final se improviso un buen rollete de puta madre. Quizá faltara buen pan pa acompañar a las viandas, algunas bolsas de picos que no estuvieran enmohecíéndose, electricidad... y hielo pal trinqui. Pero estaban tan a gusto dándole al comercio y al bebercio que el Jose Luis se vio trasladado a tiempos mejores. Le pegaba chupetones al puro como un puto magnate, con el niño a ratos jugando debajo de la mesa, a ratos sentado en sus rodillas. Parloteaban a voces de lo que fuera, lo típico. Y se sintió realmente bien. Bien de verdad. Durante una pausa miró a la peña echándose patrás en el asiento y colocándose en el paquete con la mano libre. ...buena hente toa, Selui... casi toa... parese que al finá lo hemo conseguío, qué pollah... toavía quea muncho por delante, Selui... sí, pero lo peó ta pasando... Recordó el pánico inicial y las primeras semanas en las que parecía que todo lo que no se escapaba era lo que agarrabas con tus propias manos. ...de puta madre Selui... Acarició la cabecita del niño ...al finá va habé ehperansa... Se estaba reconciliando con todo sin darse cuenta.

Miró a la capitana. Luego miró a su Naty y recordó las palabras que le había susurrado el rey Juan Carlos y la visita a Segovia. Palmeó los muslos de ella, se levantó y cogió su mochila. Les habían dicho que no cargaran morralla pero a Jose Luis Carmona no se le dicen polladas porque él hace lo que le sale de las pelotas. Sacó un trapo, fue a la pared en la que había colgada una bandera con el aguilucho, se subió a una silla y la arrancó de un tirón.

-A la mierda ya. Ehto éh el pasao... era del pasao ya en nuehtro pasao. No sé si mesplico -miró a Maricrú y la llamo con cara solemne-. Capitana... ayúdeme a hasé loh honore pa colgá éhto. Éh hora de mirá palante.

Desplegó el trapo que se abrió como una gran sábana roja. Era la puta bandera de España.

Salió de la mano de Vílchez mirando complice al Zeki y Yaiza, se rieron y cada pareja fue a lo suyo, que imaginaba ellos iban con prisa.
El bonito prácticamente lo habían dejado hecho, de modo que entre miraditas y besos furtivos Vílchez se lo sirvió en un plato. Antes de salir de la cocina se miraron a los ojos y volvieron a besarse -Te quiero mi vida-.
Que estampa tan agradable, ese ambiente recogido, distendido, familiar. Observó como si tuviera un milagro ante sí, de hecho lo era, perfectamente podían haber estado todos muertos, tirándose los trastos a la cabeza o hechos una mierda vete tu a saber donde, pero estaban allí al calor de la lumbre, de cháchara, picoteando, haciendo planes de futuro, felices… entonces Jose Luis hizo aquello, un gesto tan… tan sencillo y significativo. Se puso colorada de emoción, le dio el plato a Vílchez y se subió a una caja para llegar a la misma altura que el camionero, juntos prendieron la bandera de unas puntillas. Miró a Jose Luis con las lágrimas saltadas, al final lo había conseguido, que creyera. Le tendió la mano para estrechársela y al mirar al resto fue inevitable que se le cayeran las lágrimas.
Le pareció como si antes del estallido hubiera estado dormida, que todo ese pasado no fuera más que un sueño extraño y no hubiera sido realmente consciente de si hasta ahora. Se enjugó las lágrimas y sonrió, algo que no hacía demasiado antes.
“Esto sí que es vida Mari, esto sí que es vida...”

La puta sábana roja.

Desde entonces, hondearía en la casa de Jose Luis, como si fuera un patriota americano del medio oeste. España existía, y a decir verdad, resurgía. Para pasmo del mundo, España tomaba la delantera, se convertía en una de las nuevas grandes esperanzas de la Humanidad.

Los bañuscos volvieron a sus quehaceres, apuntalaron su vida, disfrutaron de su felicidad. La boda de Kimberly y el Tatu fue un acontecimiento. El pueblo unido, colmado de alegría, les enterró en regalos. Ella, vestida de impresionante blanco, él, con el uniforme de gala de la Legión. Hubo tarta, convite, y hasta la abuela Fulgencia bailó. Estaba como unas castañuelas. La Kimber tiró el ramo, y el ramo cayó entre los brazos de la Yaiza. Al Zeky le entró la risa tonta, por que sabía que sería el siguiente. Dos días más tarde, la pareja iba a Ronda, a disfrutar de su luna de miel. Se despidieron con la mano mientras el globo se alejaba, llevándolos lejos de Baños, recorriendo un mar de olivos nevados.

Tras un invierno duro, vino una fresca y apacible primavera. Los bañuscos recuperaron su pueblo, forticándolo, y el pueblo creció hasta cotas insospechadas. Nació Yeison, el segundo hijo del Cagaprisas, del vientre de la Naty, y Vanesa, la hija de Kimberly. Mari Cruz se quedó preñada, y tuvo un precioso niño en 2007, al que llamaron Isidoro, como su difunto abuelo.

España salió poco a poco de las tinieblas, recuperando el terreno valle a valle, sendero a sendero, barranco a barranco. La gente comenzó a salir de sus escondites, sin olvidar el peligro que podía reaparecer en las costas, y siguieron trabajando. Los campos se cultivaron, las fábricas se levantaron, la electricidad se recuperó en todo el país. Un pais tan solo habitado ahora por diez millones de personas. ¡Pero qué diez millones!

El castillo de Burgalimar seguiría protegiendo con su sombra a Baños durante los siguientes mil años. Un testigo, que sería convertido en museo, de la heroica resistencia de aquellos que se atrevieron a soñar, cuando los demás estaban atenazados por el miedo.

Ahora si. ¡Viva España, viva Andalucía, viva Baños!. Baños, para si, para España y para la Humanidad.