Me llevo las manos sobre la cabeza cuando los guardias me apuntan desde el inferior de la plataforma, lo que me faltaba, un par de idiotas apuntando a un explosivo. Mientras camino descendiendo les miro algo inquieto.
¡Ey colegas! Calma.. Nosotros somos los buenos. Acabo de desmontar un explosivo y lo llevo en mi mochila, no es peligroso ya pero cuidado con el gatillo..
Voy a dejarla muy lentamente en el suelo ¿vale?
Joder.. no, si al final me matan dos pringaos
Cuando llego a una distancia prudencial dejo la mochila en el suelo y junto a ella mi pistola blaster. Después me alejo para permitir que uno de los guardias se acerque y lo recoja.
- Puede soltarlos, sargento Munten - oís que dice una voz autoritaria.
Acercándose desde la entrada principal a la torre del canciller está el mismísimo canciller supremo, Finis Valorum, acompañado por un par de guardias senatoriales de atuendo azul.
- Yo les he invitado.
- Lo siento señor, - tartamudea Munten - no lo sabía.
- No pasa nada - le dice Valorum a Munten, dándole unas amables palmaditas en el hombro - Por mi parte, agradezco su vigilancia. Bien - dice volviéndose hacia vosotros - siento llegar tarde a la reunión que yo he mismo he convocado. Si ninguno necesita atención médica, subamos a mis oficinas y empecemos ésta reunión.
Eeth saludó al Canciller con una breve inclinación de cabeza. Daba la impresión de querer decir varias cosas, pero se contuvo en todos los casos, y siguió en silencio el camino que proponía el máximo mandatario de la República. Parecía un hombre seguro de sí mismo, acostumbrado a regir destinos, y sin embargo también parecía cansado, como si el peso de sus ropas fuera, en realidad, el peso de la Galaxia. Mucha responsabilidad entre dos hombros. Por más que fuera un hombre excepcional, que sin duda lo era, podría suponer demasiado para cualquiera tamaños deberes. Y para colmo un grupo terrorista lo amenazaba de muerte.
Al pasar junto a Munten, el zabrak saludó también con la cabeza, respetuoso con el trabajo del guardia. Al fin y al cabo, había hecho lo más prudente. Anotó, eso sí, que incluso allí un jedi no era sinónimo de guardián del orden, y se obligó a engullir el concepto para que nunca volviera a presuponerlo erróneamente.
Durante el camino observó a sus nuevos compañeros. Verdaderamente tenía aún mucho que aprender, porque no se asemejaban en absoluto a los mercenarios con los que se había topado en el pasado.
Suspiro aliviado cuando aparece el mandamás para salvarnos el culo de una noche en el calabozo. Por primera vez nuestra suerte comenzaba a cambiar , el canciller supremo nos había visto y sabía de nuestras acciones, eso nos daría un buen número de créditos para empezar. Sonrió y recojo de nuevo mi mochila y mi arma, para luego colocarme el último de la comitiva, junto a Nakor. Le señalo con el dedo con la intención de reprocharle algo pero pienso que no es el mejor momento, asi que camino guardando silencio.
-Diga mejor que no escuchó- respondo al comentario de Munten, que con un superior delante demuestra lo cobardemente idiota que es. Ni siquiera es capaz de hablar con propiedad.
Bajo las manos y recupero mi escaso equipaje y mi arma, arqueando las cejas hacia el sargento con una sonrisa burlona que disfruto de lo lindo, del mismo modo que él lo hizo cuando se creía victorioso al apuntarnos... acompañado de muchos soldados, por supuesto.
Acaricio mi hombro dolorido y lo miro de reojo ante la mención médica, pero decido que no vale la pena perder el tiempo con ese detalle así que opto por seguir a los demás.
-Has estado bien, podría haberte estallado en toda la cara, ¿eh?- remarco la peligrosidad de la desactivación de la bomba de Quaad y froto su gorro dejándoselo totalmente descolocado. Sé que odia eso, pero llevo haciéndolo desde que éramos críos y seguiré con ello.
*¿La Vitalidad se cura con el tiempo o como va? XD