Partida Rol por web

La misión quedaba interrumpida. Ésas eran las ordenes que Hammond había dado al mayor Whiteface hacía unos minutos. El ranger apenas acababa de volver del stargate con suministros consumibles reabastecidos cuando llegó la comunicación. Debían de abandonar su cometido en el acto. El equipo había pasado los últimos cuatro días explorando y registrando el único edificio y signo de civilización que habían constatado en P4A-581. Se hallaba a un kilómetro aproximadamente del stargate, en un valle cubierto por un exuberante bosque mixto; en el pasado, un río discurría por allí pero alguien, los constructores del edificio tal vez, lo habían embalsado y desviado su curso hacia una garganta próxima.

La construcción en concreto era una pirámida escalonada, más cercana en su diseño a los zigurats babilonios que a los templos mesoamericanos. Sin embargo, no había acceso exterior por escaleras. Como en una pirámide egipcia, una abertura en la base del edificio (a la que se llegaba por una cañada estrecha) daba paso a una impresionante sala de columnas de algo más de veinte metros de longitud y casi diez de ancho). Los pilares eran cilindrícos, de roca lisa y sin base ni capitel. Más allá de aquella sala, se abría un pasillo a izquierda y derecha que recorría, por el interior, el perímetro de la pirámida. A sus lados se abrían estancias de distintos tamaños, desnudas y de propósito desconocido. Sólo unas pocas podían cerrarse con una pesada losa deslizante de piedra, mediante un mecanismo situado fuera de la habitación. A lo largo de las paredes se habían grabado una serie de motivos pictóricos que representaban a figuras humanoides que se acercaban a la pirámida, que veneraban a la pirámide, que dejaban ofrendas a la pirámide. O que se postraban junto a la pirámide cuando ésta proyectaba algún rayo o haz hacia un sol sobre ella.

La parte más intrigante era el "segundo piso". En el punto opuesto a la entrada por la sala de columnas, unas escaleras permitían ascender a un nivel más elevado, con una distribución de pasillos y estancias similar a la de la "planta baja". Pero en el centro de aquel nivel se abría un sancta sanctorum, una sala cuadrada, perfecta e igual en todas las medidas de su suelo, techo y paredes. El centro de aquella estancia lo dominaba un altar al que se accedía por unos pocos escalones de piedra. Pero el altar, a diferencia del resto, era de un metal desconocido, cálido al tacto y del que se desprendía algún tipo de carga energética que erizaba el vello corporal al tocarlo. Lo que parecía el lugar del altar desde el que un sacerdote oficiaría algún rito tenía una serie de paneles, también metálicos, que parecían poder abrirse (aunque ningún intento de los tau'ri había tenido éxito a ese respecto).

Pero todo aquello ya no importaba. Unos representantes del cómite de gastos del Senado iban a auditar tanto al Mando Stargate como al Programa. Y mientras tanto, todas las operaciones quedaban suspendidas y el stargate desactivado. Al SG-4 sólo le quedaba recoger los bartulos más ligeros de su equipo antes de estar listos para partir y volver a casa.

Misión cancelada.

Esas dos palabras contenían más de lo que pudiera parecer porque no eran solo consecuencia de que algo importante hubiese sucedido, que requiriese su intervención en otro lugar, sino un nuevo intento por parte de los políticos de Washington de hacerse con el control del programa.

Aunque intentaba decirme a mí misma que todo aquello no me afectaba, que era un soldado e iba allá donde me pedían, la verdad es que no me gustaba jugarme la vida por algo que perdiera su sentido. No solo era excitante explorar nuevos mundos, más de lo que me hubiese imaginado, sino que había alcanzado un grado de camaradería con el resto del equipo que en pocas ocasiones se conseguía, y tampoco deseaba que desapareciese.

La misión de exploración en P4A-581 nos había permitido encontrar una pirámide que aún guardaba muchos secretos en su interior, pero con aquel mensaje habían hecho que tuviésemos que dejarlo todo y regresar... para hacer nada.

Irritada, me dediqué a recoger el equipo y prepararme para regresar, no sin expresar en voz alta mis impresiones.

-Mientras este programa siga permitiendo la intervención de los políticos, estará siempre en entre dicho y colocándonos en situaciones vulnerables. Aunque no lo entiendan, somos la última línea de defensa, pero supongo que nada de eso es importante comparado con poder disponer de poder para hacer las cosas que les apetezcan.

Mientras hablaba y guardaba las cosas, me fijé en la actitud de los demás. No dudaba que todos debíamos pensar lo mismo o al menos, algo parecido, al respecto.

Habíamos encontrado una misión ideal, un planeta con restos de civilizaciones, una gran oportunidad para estudiar lo que dejaron y la posible tecnología que tenían, así como los recursos que poseían con la posibilidad de mantenimiento de un asentamiento permanente o un lugar para la ubicación de refugiados o para ampliar los planetas habitados. Un lugar tranquilo, interesante y de gran potencial. Los únicos que no estaban tan agusto eran los militares, había que buscarles algo que hacer que no les distrajese mucho de su función principal pero lo suficiente para apagar su aburrimiento. Pero un día que vamos a continuar recibimos la peor noticia, se suspende la misión, temas políticos. Guerrero expresa su opinión, que también comparto, estaba acostumbrado a buscar financiación entre los particulares adinerados y las fundaciones afines, pero los políticos tenían poco de eso y mucho de problemas. - Los políticos sólo buscan su beneficio propio, no les importa nada más aunque nos dejen a todos con el culo al aire, deberían hacer el control de este programa con personal técnico y no político. Sabemos que se tienen que conseguir beneficios, pero no todo se mide como a ellos les gustaría. Sí Guerrero, si a ellos les gusta una cosa lo hacen avanzar y si les disgusta aunque sea fenomenal lo dejarán abandonado. Es una mierda. Esperemos que se vayan pronto de aquí

La misión estaba siendo tranquila. Era todo lo que Alan podía pedir cada vez que cruzaban el Stargate. Si no había problemas, su trabajo era mucho más fácil y estaba a un día menos de poder jubilarse tranquilamente. Pero aún quedaba mucho para eso.

Recibió las novedades del mando con cierta ilusión, pues volver a casa nunca era una mala noticia. Escuchó animado cómo Guerrero opinaba sobre el tema, y cómo Andrews le daba la razón. Cada vez conocía más y mejor a sus compañeros. Era obvio que pensaban así sobre los políticos. Y a él, aunque no pudiera admitirlo abiertamente, tampoco es que le cayesen especialmente bien.

- Bueno. Tenemos que lidiar con estas cosas mientras el proyecto Stargate no sea de dominio público. Si alguna vez deciden contárselo al mundo estaríamos supeditados a aún un mayor nivel de burocracia. Es un pequeño precio a pagar, aunque no nos guste. - Admitió.

Se incorporó y empezó a recoger su equipo, aunque apenas había tenido que sacar y descolocar nada. - Vamos recogiendo chicos. Volvemos a casa. -

Parecía, a ojos de Aldo, que el equipo se ponía de acuerdo en algo, la política parecía estar enmerdándolo todo.

- Igual que cuando te retiran una beca para una investigación - hizo notar el lingüista casi más dirigiéndose a Fern que al resto acompañando aquel comentario de un suspiro -. Por lo menos podrían dejar que acabásemos nuestro trabajo aquí, nos tienen como marionetas de un lado para otro - se quejó -. Aunque si van a meter mucha más presión en cuanto esto se haga público - bufó -, yo ya no se que prefiero - y se rió.

Tocaba recoger lo más ligero que habían llevado hasta Paasbi. Hacia un tiempo que Evans, para simplificar, renombraba los planetas a los que se dirigían usando lectura leet. De alguna manera "deseaba" que aquella costumbre se extendiera entre los miembros del SG-4, sobre todo porque a la larga sería mucho más sencillo hablar de los planetas por su "nombre" en vez de por su código y sería mucho más sencillo de recordar.

Comenzó a recoger algunas cosas que había sacado de su bolsa.

Andrews escuchaba los comentarios de los demás, todos estaban de acuerdo que no les gustaban las intromisiones de los políticos. - Estoy contigo Evans, podían haber dejado que las misiones como la nuestra acabaran sus tareas antes de suspenderlas. Sí que es cierto que parece que nos hayan retirado una beca o que la tengan en revisión con nuestro director de proyecto tratando de vender a los inversores las bondades de nuestro proyecto. Pobre Hammond, no le envidio tener que lidiar con esos burócratas. El equipo estaba algo nervioso porque no sabían lo que acabaría sucediendo ¿volverían al planeta para completar la investigación o se acabaría y les encomendarían otra misión? ¿tendrían otra misión?

Con el equipo recogido y cargado a sus espaldas, el SG-4 se dispuso a hacer el trabajoso camino de vuelta al stargate. Abandonaron el zigurat cruzando el círculo de vegetación que lo rodeaba con un espesor de varios metros, un anillo de arbustos que crecían altos como árboles, fuertes y túpidos de modo que dificultaban increiblemente el paso que no fuera por el sendero que lo atravesaba desde la puerta de la estructura. El viento que bajaba de las montañas mecía las hojas de color verde intenso de aquella maleza y creaba un sonido similar al de un oleaje suave.

Más allá de los arbustos, el sendero torcía repentinamente hacia la derecha y comenzaba a ascender por la ladera de una estribación hasta una cañada, una suerte de garganta hendida en una pared de roca por un pequeño curso de agua que, en algún momento del pasado, descendió desde las alturas para alimentar el río que fluía por el valle, ahora embalsado y desviado cauce arriba. El pasaje era estrecho, los tau'ri podían tocar las paredes pulidas por los elementos a ambos lados con extender un poco los brazos. A su alrededor, sólo el viento en la vegetación y el sonido de sus voces al intercambiar ocasionales comentarios sobre la misión o el motivo de la cancelación o alguna broma ocasional perturbaban la serena paz del lugar.

Cerca de la cúspide de la estribación, la garganta se abría más y el nivel de la roca circundante bajaba conforme el terreno a su alrededor igualaba la cota de altura. Era una ruta que ya les era familiar tras varios días yendo y viendo del stargate para reabastecerse y dar los informes periódicos al Comando. Tan pronto salieran de la cañada, el camino les permitiría torcer de nuevo a la izquierda y descender suavemente hasta el prado verde con flores de hojas blancas, similares a la edelweis de la Tierra pero más grandes, fragantes y a menor altura, donde el portal alienígena les llevaría a casa y al fin de su misión.

- ¡Kree!

Aquella voz retumbó por encima de los demás ruidos de la naturaleza cuando el SG-4 se disponía a emerger del último tramo de la garganta. Casi al mismo tiempo, media docena de jaffas apareció a su alrededor, en formación de semicírculo, con cuatro de ellos en lo alto de la roca hendida por la garganta, dos a cada lado. Frente a los tau'ri había otros dos jaffas más, uno de ellos con el ma'tok listo para disparar mientras que los restantes portaban armas más pequeñas, no más grandes que la pistola que llevaba Fern, similares a un goa'uld enhiesto, o a una criatura serpentina. Sin embargo, lo chocante de todo aquel despliegue era que los tatuajes de aquellos jaffas eran distintos: había tres pertenecientes a diferentes Señores del Sistema y el jaffa armado con el ma'tok estaba marcado con uno que ningún tau'ri reconocía.

Bien, el equipo regresaba a la puerta para acabar con la misión en el planeta, aplazada en el mejor de los casos hasta que se solucionase la visita política al centro del comando. El regreso era un poco decepcionante para el grupo, a ninguno le gustaban las interferencias de ese tipo y aunque había alguna broma al respecto, el trayecto fue algo sombrío. Por suerte no estaban tan lejos del portal, saliendo en breve de la garganta en la que se encontraban.
En el momento de salir les cerraron el paso varios jaffas, una posición de emboscada muy bien elegida. Observándolos parecían de diferentes señores por lo poco que sabían de ellos.

Andrews al ver sus armas y situación pensó en que quizás no eran soldados regulares y quizás sí renegados o abandonados a su suerte en el planeta. Pero las armas eran reales y no era cuestión que los tomasen a la ligera.

Balbuceando como pudo dado su escaso conocimiento del idioma, el científico se dirigió a ellos:

- Un saludo, vosotros de diferentes sitios, podemos ser amigos, podemos ayudarnos. Era probable que les quitasen los objetos de valor y los matasen allí mismo si eran bandidos, de todas formas, eran cuatro con las armas no preparadas contra seis que viesen y que les estaban esperando, el SG4 no tenía mucho a su favor, lo único que pasó por la cabeza de Fern era que los viesen como algo bueno dejarlos vivos en una forma de conseguir botín.

Quién sabía lo que pasaría, pero pronto lo sabrían.

Cargando con el equipo y protestando en silencio por la intervención de los políticos en una misión de índole militar, caminé sin titubear en dirección hacia el stargate. Moverse entre la espesura no resultaba precisamente sencillo, pero no iba a ser yo quien me quejase, si no lo había hecho hasta ahora.

Caminaba cerrando el grupo, pendiente de cualquier sonido o movimiento extraños, a cierta distancia del resto del grupo para darle la posibilidad de tener ventaja en el caso de caer. Era lo esperado y también lo habitual en aquellos casos, pues aunque no habíamos tenido problemas hasta ese momento, sabíamos que todo podía torcerse en cuestión de minuetos.

El sendero no tardó en ascender y volverse estrecho. La idea de regresar, por muy reacios que fuésemos, se hacía cada vez más atractiva, pues supondría al menos un descanso que sin duda merecíamos.

Cuando finalmente teníamos ya a la vista el stargate, oímos una voz que nos hizo detenernos. Sin darnos cuenta, aquella garganta había cumplido su función estratégica al servir de trampa para sorprendernos y dejarnos sin opciones de huir o contraatacar.

Tenía que haber retrasado mi posición y haber cubierto esa posibilidad.

No bajé mi arma, pero sabía que era una batalla perdida. Si alguien disparaba, aunque fuese por puro instinto, podían darse por muertos. 

Me fijé entonces en los diferentes tatuajes que tenían alguno de los cuales no llegaba a reconocer. Eso me hizo pensar en una posibilidad que no me correspondía a mí valorar pero que quizás supusiera nuestra salvación. Fern habló para intentar hacerles ver que no éramos una amenaza y el hecho de que pudiera hacerlo en lugar de dispararnos directamente ya parecía decirnos que no eran jaffas corrientes.

-Señor, creo que podrían ser rebeldes -le susurré al Mayor, mirándoles de reojo e intentando no hacer movimientos bruscos. La única opción que veía era bajar nuestras armas, pero de pronto estaba más confiada en que podíamos salvarnos.

- Bajen las armas. - Ordenó Alan al comando, aunque su orden iba específica para Guerrero, pues sabía que sería la primera en querer reaccionar con violencia si había problemas. Un instinto protector muy útil en muchas circunstancias pero ahí en ese momento, rodeados y superados en número... era una locura. Quizá pudiera vencer, pero alguno de ellos caería, y Alan no iba a jugarse la vida de nadie de su equipo al azar y la suerte.

Él mismo bajó su arma y la dejó apuntando al suelo mientras mostraba la palma de la otra mano en un gesto claro de que no pretendían ofrecer resistencia. 3 jaffas con símbolos de diversos señores del sistema, y otro jaffa con un símbolo diferente.

Whiteface dio un pequeño espacio al frente. Se señaló el pecho.

- Soy el Mayor Whiteface. - Dijo lentamente. - Formamos un grupo de exploración de la Tierra. - Luego negó con la cabeza. - Venimos en paz. - Estuvo a punto de mencionar que eran enemigos de los Goa'uld, pero quizá la mera mención de la palabra Goa'uld les podía poner en problemas así que esperó para ver la reacción de esos jaffa a sus primeras palabras.

Aldo no había recibido la orden y ya había bajado el arma, aunque en realidad ni tan siquiera la había desenfundado, la aparición de los Jaffa le pilló por sorpresa, pero el resto del SG4 pensaba que podrían dialogar con los asaltantes.

- Eeeeh, ah sí ¿Cómo era? - dijo pensando, para luego comenzar a hablar en lengua Jaffa enumerando a cada uno de los miembros del equipo con su rango y su nombre y/o apellidos señalando a cada uno -. Luego os reís de mi al haberme tirado en la biblioteca aprendiendo su idioma.

Aunque sonaba a chiste, lo que Aldo había dicho en último lugar lo aderezó con un trago de saliva, esperando que dirigirse en el idioma que manejaban los Jaffa los calmase.