Los Rocks estaban demorando mucho la espera. Decían que lo bueno siempre se hacía esperar, y aquella fiesta no había hecho más que empezar. Todo aquél que había querido tenía ya una copa en la mano y disfrutaba de la conversación que estaba manteniendo, o escuchaba a otros hablar entre ellos. Pero los Rocks seguían sin hacer aparición...
De pronto, una nueva pareja de camareros, parecían casi idénticos a los dos primeros que habían salido, traían en bandejas ahora de color negro, una gran variedad de canapés. Había pasado media hora desde que habían empezado a servir la bebida, y tomar alcohol con el estómago vacío no era nada sano. Así que había llegado el momento de llenar los estómagos y disfrutar de un numeroso y variado cóctel.
La espera se estaba haciendo eterna, pero había que reconocer que el despliegue de medios para tenerlos a todos contentos estaba siendo excelente. No había ni un solo canapé que no estuviera a la altura del lujo que les rodeaba.
La chica sonreía mientras divagaba sobre la respuesta- Bueno señora Escobero, si le soy sincera una persona por internet la ofrecía, supongo que sería una reventa, y como parecía un evento interesante decidí comprarla.- Se terminó el zumo a la vez que le echaba un ojo a la nueva bandeja que entraba de parte de los Rocks.
Mientras que elegía sobre qué tomar escuchaba las respuestas a la pregunta de Faustina y decidió realizar su aportación a la conversación -Por lo que leí resulta que los Rocks poseen gran variedad de artículos distinguidos y exclusivos. Vine porque me llamó la atención la sección de antigüedades sobretodo, dicen tener reliquias del pasado bastante increíbles, quiero ver que poseen.- Se decidió entonces por un canapé que, a su juicio, parecía tener muy buena pinta. Espero que esté tan bueno como parece. Pensó llevándoselo a la boca de manera sosegada y cortando la conversación.
¿Qué objeto quería adquirir? Eso preguntó Faustina. Anna decidió no contestar, más aún cuando la propia Faustina no decía qué le había traído allí.
-No voy a negarlo. Me encanta curiosear. He oído grandes cosas de estas subastas y no podía perderme la oportunidad de verla por mí mismo. A saber qué objetos subastan... pero ahí estaré yo para presenciarlos por mí mismo. Y quien sabe si pujar por alguno si me llama la atención.
Estar bien posicionado es lo que tenía, ser invitado a todo tipo de eventos lujosos. Y quien sabe, cuando llegara a Presidente igual descubría una subasta aún más selecta en la que Presidentes y ricos, y ningún pueblerino ni inmigrante, eran invitados.
-Y ahora si me disculpan, voy a deleitar mi paladar con un canapé de caviar.
Estos camareros no dejan de ir y venir trayéndonos comida y alcohol, quizá para intentar embriagarnos. Obviamente esto último son meras conjeturas, pero lo que sí es cierto es que llevamos aquí esperando casi una hora, y estoy comenzando a aburrirme- comentó. Luego, se dirigió a uno de los camareros-. ¿Sabe usted si los Rocks van a tardar mucho en hacer acto de presencia? La presencia de usted y el resto de compañeros nos importa más bien nada, no se ofenda. Estamos aquí para ver a los dueños de la casa así que, por favor, avíseles de que comenzamos a impacientarnos.
Anna se mantenía en silencio, escuchando las respuestas que daban algunos sobre qué los había llevado a aceptar aquella curiosa invitación. Los minutos iban pasando, sin embargo, y no parecía haber señales de que fueran a empezar pronto la subasta. Nuevos camareros pasaban para ofrecer más bebidas y también comida, y la rusa encontró curioso que hubiera tal despliegue de elegancia y buen servicio para sólo seis invitados, puesto que el tiempo pasaba y no parecía que nadie más se fuera a unir a la reunión.
Comenzó a cambiar el peso de su pie de una lado a otro. Sus zapatos eran preciosos, pero no precisamente cómodos. ¿Cuanto más tendrían que esperar allí en el jardín? ¿No podían ofrecerles al menos unas sillas si se iban a tomar tanto tiempo? El investigador inglés parecía aburrido, pero Anna se contuvo de replicarle. Lo menos que le interesaba era llamar la atención de aquel hombre... O de ninguno de los presentes. Sólo quería ver si realmente todo su viaje había valido la pena.
El camarero no dijo absolutamente nada a Roland. Estaba claro que los señores les habían prohibido hablar con cualquiera de los invitados.
Faustina no paraba, era una máquina de consumir canapés y cerveza. De lo segundo parecía que estuviera ya acabando con todas las disponibles en la bandeja, de lo primero engullía a manos llenas y hablando mientras algunos tropezones salían de su boca llena a dos carrillos.
Dijo mientras engullía despiadadamente otro canapé.
-A la una me voy si no nos hacen caso- dijo a regañadientes al cuello de su cara camisa.
-Dicen que lo bueno se hace esperar- dijo esta vez en voz alta- claro, que, ya puede ser bueno. Menos mal que al menos estamos bien provistos.
Señaló a los canapés y el champán. De la cual se sirvió una copa hasta el borde. Tenía pinta de ser del bueno. Por ahí se libraban, aunque el estirado inglés le había fastidiado la oportunidad de acercarse a la rusa con actitudes poco honestas. Tendría que currárselo más de ahora en adelante.
La señora Escobero ya se estaba cansando de tanto canapé con mil y un sabores, y de ese champange caro tan burbugeante, así que frunciendo el ceño y de brazos cruzados se dirigió al resto de invitados.
Señores, en mi opinión esto más que una subasta es una estafa, creo que nos están poniendo a prueba o algo así, así que habrá que hacer algo. Yo por lo pronto voy a ir al baño.
Se dirigió ahora a los camareros
Oigan, hagan el favor de llevarme a los aseos, o toiletes como quieran llamarlos.
Después de varios minutos de conversaciones banales y uno que otro canapé el ambiente empezaba a tensarse, tanto por la aparente espera inacabable como por las nuevas relaciones con los presentes. Ciertamente, Aryn también se estaba empezando a impacientar pero conociendo como eran las familias ricas lo achacó a eso. -Quizá podemos jugar a algo, creo que tengo...- sugirió mientras rebuscaba en su bolso -a las cartas- enseñó la baraja que acababa de encontrar mientras sonreía. -¿Qué os parece?-
-Ooooohhhh! ¡Qué buena idea unas cartas! – chilló de alegría - Pues yo si me apunto, que siempre juego con las mismas dos en el pueblo y ya me conozco todas sus trampas. ¿Una brisca? ¿Un cinquillo? ¿A qué quieres jugar maja?
Dijo sin esconder su gran entusiasmo, había comido y bebido como para aguantar hasta el día siguiente. Justo en ese momento se dio cuenta de que ella también necesitaba un baño.
Y sin mediar palabra se encaminó hacia los setos para mear. Si los camareros no habían dicho nada hasta el momento, no creía que ahora fueran a romper su regla solo para evitar que ella meara.
Los miró un segundo por si acaso hacían un ademán de indicarle donde podía haber un cuarto de baño, a modo de ultima oportunidad antes de encaminarse a los setos.
Finalmente habían dado más de la una. Los camareros llevaban un buen rato sin pasar más bebida, y la comida ya se estaba terminando. Los invitados fueron dejando sus copas vacías y tirando sus servilletas de papel al mismo tiempo que otros empleados se encargaban de recogerlo todo.
De pronto, la puerta de la mansión se abrió y un hombre, o más bien un anciano, hizo su aparición. A juzgar por su aspecto no debía de tratarse de ningún miembro de la familia Rock, sino más bien de otro de sus empleados. Miró atónito a Faustina que parecía haber terminado de hacer sus necesidades detrás de un seto, pero no dijo nada más.
El mayordomo estaba con una sonrisa de oreja a oreja y junto a él había dejado varias cajas de madera de colores oscuros.
Los señores Rocks me han pedido que les de la bienvenida a todos ustedes y que les agradezca su visita. Es un placer para ellos que estén aquí y como aún andan liados con asuntos de la subasta me han pedido que les vaya indicando dónde tienen que dirigirse.
Por favor, acérquense. Dejen sus objetos personales en esas cajas. Dijo señalándolas. Como podéis ver hay una para cada uno, debéis dejar tanto teléfonos móviles, como cámaras de fotos y cualquier tipo de dispositivo electrónico. Cualquier uso indebido de cualquier objeto no permitido implicará la expulsión inmediata de la subasta. Dejó una pausa para que aquella información calase en los invitados.
Después procederéis a cruzar el detector de metales que hay en la entrada, así que os recomiendo que dejéis relojes y cualquier objeto que pueda alterar al detector, por ejemplo vuestros cinturones. Cuanto antes acabemos con este mero trámite, antes podremos empezar con la subasta. Dijo haciendo un hueco para dejarles paso a los presentes invitándoles así a entrar en el interior de la mansión de los Rocks.
Junto al mayordomo había seis cajas negras de madera, cada una tenía una llave y un número asignado.
Eso sí, no olvidéis vuestro dinero. No sé si os avisaron, pero sólo se permite pagos en metálico, así que por favor, dejad vuestras carteras también en las cajas y sacad los fajos de billetes. Os entregaré una llave a cada uno de vosotros según vayáis guardando vuestros objetos personales en la caja. Después debéis firmar aquí, indicando vuestro nombre, apellidos, profesión, así como la edad, el teléfono de contacto, dirección de email y sobre todo el objeto deseado por el que estáis dispuestos a pujar más. Dijo sacando una carpetilla con un papel con varios cuadros. Parecía más una azafata que un mayordomo, pues no hacía más que indicar los pasos a seguir y el camino a tomar, le faltaba indicar la salida de emergencia. Recordad que podréis pujar por cualquier objeto que deseeis, independientemente de que sea el que habéis escrito. Esto es un mero trámite para que quizá en el futuro, los Rocks puedan encargarse de buscar esos objetos que deseais y subastarlos el año que viene.
Finalmente cruzad la puerta, donde está el detector de metales y en el hall esperad al resto, yo os acompañaré a todos hacia la sala donde se realizará la subasta. ¿Entendido?
Tenéis hasta el 6 para entrar en el hall. El que no postee se quedará fuera y no será invitado a la subasta.
Es una partida dinámica y que se busca interactuación entre los personajes. Yo simplemente narro los acontecimientos que van sucediendo, si vosotros no ponéis de vuestra parte, no lograremos llevarla a su fin.
Por eso hasta aquí va la primera criba, quien no haya posteado antes del 3 directamente le sacaré.
Y como ya sabéis que me gusta que leais bien los post, al final de vuestro mensaje, en notas de juego deberéis indicar "Entro", así sabré que habéis pasado a la mansión y sabré también si el detector de metales suena o no con lo que llevais entre vuestros objetos.
Así que indicad también (en notas de juego) qué objetos dejais en la caja y cuáles os quedais.
En vuestro post, no vale solo con rolear que firmais la hoja, quiero que lo posteeis tal cuál, para que quede constancia. Eso sí, podéis mentir en los datos. Es más bien una especie de información para una futura subasta.
Maligna no podia retener más la orina, y no iba a ser tan ordinaria como Faustina, así decidida fue la primera en intentar entrar en la mansión.
Se acercó a las cajas negras no con buena cara y se detuvo para sacar de su enorme bolso un fajo de billetes y una caja blanca. El resto de cosas que tenia dentro del bolso las deja.
Rellenó rapidamente el formulario
Nombre Maligna Ecobero
Edad 87
Profesion Funcionaria
Telefono 600 345854
Objeto : pipa de la paz
Se acerco a la entrada y dijo
Bueno venga, rápido que tengo urgencia fisiológica y soy educada, no como otras.
Entro
dejo todo menos mi dinero y el kit medico
Entre una sensación de alivio y tristeza Aryn guardó las cartas de nuevo en su bolso. -Me temo Faustina que no vamos a poder disfrutar de una partida a la Brisca o al Tute.-
Escuchó atenta las indicaciones del mayordomo y se decidió a entrar después de la señora Escobero, suficiente tiempo habían esperado ya fuera como para no querer entrar. -Entendido caballero- Dijo a la vez que tomaba uno de los formularios y comenzaba a rellenarlo.
Nombre: Aryn Fraser McKenzie
Profesión: Estudiante universitaria.
Edad: 19 años
Teléfono de contacto: +33 697 842 654
Dirección de email: ArynFMc46@gmail.com
Objeto deseado: Corona de Herodes I
Cuando terminó dejó sus cosas, atravesó el detector de metales y se quedó esperando a recibir su correspondiente llave.
Entro.
Cojo los fajos de billetes, una libreta pequeña con el boli en el muelle y la lupa, dejo los demás objetos.
Anna soltó un suspiro de alivio al ver como la puerta de la entrada se abría por fin para darles paso. Dejó la copa que apenas había bebido en la bandeja y se acercó hasta la escalinata y escuchó junto al resto las instrucciones que el mayordomo les daba. Le sorprendió lo intrincado del proceso, sin embargo tenía bastante sentido que una familia con tanto poder tomara medidas, que para algunos podrían resultar excéntricas, para mantener la seguridad y el secretismo de su hogar.
La joven rusa subió después de la señorita Fraser, sonriendo al mayordomo un instante antes de tomar la carpeta y empezar a llenar los datos.
Cita:
Profesión: Independiente
Edad: 27 años
Teléfono de contacto: +7 834 622 19 56
Dirección de email: AnnaIvanovaVosca@gmail.com
Objeto deseado: Medallón del Corazón
Completada aquella formalidad, dejó el resto de sus cosas sobre la bandeja indicada, llevando sólo la maleta donde se encontraba el dinero que había traído para la subasta, y se acercó al detector de metales a la espera de su turno.
Entro.
Llevo sólo la maleta con dinero.
Cuando el hombre salió a anunciar que ya podían pasar Faustina estaba saliendo de los setos y acaban de subir el refajo.
Vio como las mujeres eran las primeras en ir entrando y miró la hoja con gran apuro. Escribir y leer no eran actividades habituales en ella y no se sentía nada cómoda. Además, no sabía ni siquiera que era eso de correo electrónico.
Nombre: Faustina Ardina
Profesión: Maestra quesera, agricultora y ganadera.
Edad: Mas de 50 años
Teléfono de contacto: 984 724 624 Preguntad por la Faustina, es el teléfono del bar del pueblo ya que es el usamos todos los vecinos.
Dirección de email: No tengo el Hinternes ese.
Objeto deseado: El puchero de oro de los duendes al final del arcoíris.
Tras lo cual cogió el bolso, pegó un ultimo corte a su preciado queso para comerlo con pena. Una vez hubo desaparecido el queso de sus manos abrió el monedero del bolso y metió todos los billetes que había, dentro de su sujetador junto con lo demás.
Con una última mirada a la caja donde había dejado todas sus pertenencias y un último suspiro de nerviosismo (menos mal que ya había meado porque le venía de nuevo la gana) se dispuso a entrar.
Entro.
Llevo solo los fajos de billetes repartidos por toda la ropa a buen recaudo.
Cuando estaba a punto de darse el dos, el mayordomo entró. Quizá los Rocks lo hicieron a propósito para ver si aguantaban. Avascal estuvo a punto de fallar, pero se alegró pues parece que no se habían dado cuenta.
Siguió al mayordomo y a los demás donde les esperaba un formulario. En fin, hasta en los sitios más exclusivos debían rellenar papeles. Con lo que a él le gustaban las cosas secretas y los sobres con dinero negro que no constan en ningún registro.
Nombre: Iago Avascal Duque
Profesión: Diputado
Edad: 43
Telefono de contacto: 646232156
Dirección de email: ArribaEspaña@populiespana.es
Objeto: El unificador de países
Dicho lo cual tocaba dejar los objetos en la caja. Cogió su reloj y lo dejó en la caja.
- ¿Seguro que tengo que dejar el reloj? Vale casi 800 euros, hay que tener cuidado con él. Y supongo, que también queréis que guarde ésto- descubrió su traje y sacó una pistola grande, dejándola bien a la vista de todos- me voy a sentir desnudo sin ti- dijo hablando con su pistola.
Tras lo cual, entró.
Entro
Dejo: Pistola, reloj, balas y pistolera
Cojo: Dinero en efectivo
Por fin, tras una charla insustancial que no conducía a ningún lado, llegó el mayordomo, el cual indicó, con toda clase de detalles, los procedimientos a seguir por lo invitados, Roland incluido, para poder entrar en la subasta.
El detective entró el último, fijándose en todos los datos que habían escrito el resto de peculiares personajes que había allí reunidos. Finalmente, y yendo detrás del político, Roland se acercó a donde había que depositar las pertenencias y dejó su móvil, el cargador y un mechero sin decir ni una palabra.
Tras eso, el británico estampó sus datos y se acercó al detector de metales, donde dejó el maletín con su violín para que pasase por los rayos X, mientras guardaba el dinero en su bolsillo.
Nombre: Roland Griffith
Profesión: Detective asesor
Edad: 28 años
Teléfono de contacto: +44 728967251
Dirección de email: rgriffith@police.uk
Objeto deseado: "El Mesías"
Entro.
Suelto movil/cargador y mechero
Me quedo con el tabaco, el violín y el dinero.
Maligna fue la primera en pasar y el Kit de médico hizo que sonara el detector de metales. Será mejor que deje eso fuera en la taquilla. Le dijo el mayordomo con educación. Sabía que los kits podían contener algún tipo de arma blanca, y sería mejor que pasara sin nada de eso.
El mayordomo miró a la señorita Fraser, si no le importa, me gustaría que dejara también el boli, solicitó, no queremos que se tome nota de nada lo que se vea aquí, por favor.
Finalmente el resto pudieron pasar sin problema alguno.
Adelante, pasen a la subasta, por favor, no toquen nada hasta que los Rocks no lleguen. Ahora mismo vienen. Dijo con el rostro ligeramente preocupado.
ESTOS SON LOS OBJETOS CON LOS QUE LOS PERSONAJES ENTRAN A LA SUBASTA:
Maligna: Solo el dinero.
Aryn: Dinero, libreta y lupa.
Anna: Maletín con dinero.
Faustina: Dinero
Iago: Dinero
Roland: Tabaco, dinero y violín con su maletín.