Partida Rol por web

Está oscuro. Hace mucho tiempo que no sentías tanta oscuridad, tanta nada a tu alrededor. La última vez que un sentimiento así te abrazó fue en un campo de batalla de Goldar y pensaste que iba a ser la última vez que verías la luz. Sin embargo, aquí estás de nuevo, en la oscuridad, como si fuese un gran recinto en el que aguardar algo aunque no sabés qué.

Extraños sonidos parecen salir de ningún lugar: la madera de una persiana que golpea contra la pared, sometida ante el capricho del viento; el apagado cantar de un pájaro que dura instantes antes de poder percibirse las alas moviéndose a prisa mientras alza el vuelo; el chirrido de la madera que cambia su forma gracias a la humedad del ambiente, la que empezás a notar ahora en tu piel.

Abrís los ojos con una extraña tranquilidad. Tu respiración se entrecorta más por la inseguridad que te genera el no poder determinar dónde estás que por alguna suerte de dolencia o miedo. Empezás a rebuscar en tu cabeza, intentando acomodar los eventos del zepelín: el enfrentamiento en el comedor y el paso por el puente hacia el cuerpo central de la nave, las marcas que encontraron y el cuerpo ensangrentado de uno de los guardias renegados, la sala de máquinas. Y finalmente recordás... a tu mente viene la figura abotargada del noble que preocupaba a Momoka, su perturbadora sonrisa en lo oscuro de la habitación, sus ojos enrojecidos y llenos de muerte. Recordás el inicio de la pelea, luego la oscuridad y ahora este lugar.

Tus ojos todavía parecen estar acostumbránose pues te resulta difícil enfocar la vista. Estás en un cuarto no muy grande, con una cama contra una de las paredes y que tiene tanto la puerta (en la cabezera) como la ventana (a los pies) a su derecha, una banqueta y una pequeña palangana en el suelo con algo de agua y un trapo adentro, y un mueble tipo cómoda al otro lado de la habitación. La puerta está cerrada y por la ventana podés notar la gris claridad del día que se cuela a través de la persiana.

Llevás una mano al pecho para sentir la herida que te hicieron y, para tu sorpresa, lo único que encontrás es una cicatriz, una bastante grande que cruza desde la altura de tu hombro izquierdo hacia la parte derecha de tu cintura. También llama tu atención no tener prenda alguna encima y que al parecer te encontrás solo en todo lugar debido a la ausencia de sonido fuera de la habitación.

    Teniendo en cuenta lo que observo desde mi lecho, alguien ha estado cuidando de mí y la nueva cicatriz que me surca el cuerpo me indican algo ha sucedido con ese maldito barco volador, aunque en el fondo no me extraña que haya terminado mal ¿a quién se le ocurre alejar un barco del agua?

    Me incorporo y me giro para salir de la cama, los músculos me duelen un poco, por lo que deduzco que llevo algunos dias tumbado. En cuanto me incorporo noto mi desnudez y en principio me encojo de hombros -Quién me haya estado cuidando, ya ha visto todo. ¿Habrá sido Momoka?... ¿o Sfenos? Este último pensamiento me moviliza para encontrar algo de ropa.

    Me dirijo al pequeño armario con la esperanza de no tener que fabricarme una túnica con la cama. Lo abro ¿Qué hay adentro?

    Intento observar a través de la ventana. ¿Que hay fuera?

Te levantás de la cama en dirección hacia el mueble y al abrirlo encontrás las ropas que llevabas en el zepelín, limpias y tan remendadas como fue posible dejarlas. Junto a éstas, hallás una vieja camisa también limpia y que pareciera ser de tu talla. Al lado de la cómoda podés ver ahora también las botas que complementaban el traje que llevabas.

Mientras te vas cambiando, notás que la camisa desgarrada ha quedado imposible de usar y preferís emplear la otra que había en el mueble. También aprovechás para pasar los dedos por el saco de vestir, en la zona en la que manos hábiles manos han zurcido un gran desgarro en la tela. Da un poco de impresión ver el ataque que sufriste traducido en las prendas.

Una vez terminás de vestirte, mirás por la ventana y notás un bosquecillo que parece formarse alrededor de la cabaña. Afuera ves una pequeña pila de madera bajo un techo y unos palos unidos con una cuerda, que si bien ahora no tienen nada claramente permitirían colgar las ropas para que se sequen.

De un momento a otro el ruido de una puerta llama tu atención, ruido que es seguido por el tarareo de una voz femenina. El sonido, tanto de la voz como de la melodía, te resulta relajante, y pasados breves momentos notás que la fuente de éste parece acercarse hacia donde estás.

La puerta se abre y vez tras ésta a una muchacha que aparenta tener apenas unos veinte años. Su hermoso cabello así como sus ojos azul claro, son tan llamativos como su belleza. Sin embargo, su rostro parece teñido de una melancolía que opaca un poco su semblante.

"- Buen día- te dice la mujer mientras entra en la habitación con una bandeja con algo de pan y agua-. No sabía si iba a estar despierto o no. Supuse que tendría algo de hambre pues lleva inconsciente por lo menos desde ayer- expresa dejando la bandeja en el mueble, para luego mirarte y señalar hacia tu pecho-. La herida parecía grave. Pensé que eso le afectaba pero ya estaba cicatrizada cuando le encontré... creo que sólo necesitaba descanso. Mi nombre es Catherine, por cierto".

    -Muchas gracias por la atención, Catherine- la educación nunca fué mi fuerte pero intenté corregirme- Señorita Catherine.- Tomé la bandeja para servirme- Muy amable por la comida, conmigo el hambre es una constante! -entonces le pregunté- ¿Sabe algo de el zeppelin? Es una especie de barco grande, que vuela, imposible de perderlo.

     Me senté en el borde de la cama mientras me zampaba un pan, sin dejar de mirarla con ojos atentos. Parecía preocupada.

    -¿Le preocupa algo?

La mujer te mira mientras le agradecés y responde mediante un saludo cortés. Al verla saludarte, si bien no tan formales, los modos que emplea te hacen acordar ligeramente a la manera en que se expresaban las mujeres que iban sobre el zepelín.

"- No, no escuché nada sobre un barco volador- te contesta mirándote extrañada y levemente sonriente-. Supongo que no es algo que pueda esquivar la vista. Tampoco me imagino cómo podría mantenerse en el aire una nave semejante- continúa diciendo aún sonriente".

Catherine vuelve a tomar la bandeja y se te acerca a la cama, dejándola ahora a tu lado para que puedas tomar más cómodamente las cosas. En ese instante le hacés la última pregunta y por su rostro pareciera no entender el porqué de ésta, hasta que en determinado momento abre apenas un poco tanto su boca como sus ojos, como si se hubiese dado cuenta del motivo.

"- No es nada. Creo que los días nublados no me brindan goce... son días tristes y el problema es que días como este abundan aquí- te contesta observando por la ventana y acercándose luego a la puerta".

La mujer sale de la habitación y de un momento a otro comenzás a sentir el ruido de utensilios de cocina chocar entre ellos, así como el ruido de algunas maderas siendo acomodadas.

"- Por cierto, no me ha dicho su nombre- te grita la joven desde la otra habitación-. Quizás le interese saber que hace no mucho tiempo vi a dos personas, unos forasteros, rondando por la playa. Supongo que también habrán venido en el barco volador con usted pues estoy segura que no viven en la aldea- agrega y luego, mientras sigue haciendo sus cosas, comienza a cantar en un idioma que no conocés pero que te resulta tan extrañamente musical como la misma melodía".

     -Penas... mi nombre es Penas- contesto a la muchacha, absorto en su canción.

    Ha dicho que dos personas en la playa, que no son de la aldea... esos deben, o podrían ser Momoka y Sfenos. Debo averiguarlo... pero... ¿Cómo que no ha visto al zeppelin?

     -Podrían ser del zeppelin, esas dos personas, si... ¿cómo eran?- pregunto mientras forcejeo con mis enormes dedos con la corbata, haciendo y deshaciendo el maldito nudo hasta por fin dar con algo decente... el resultado podría haber mantenido un drakkar contra el muelle en una feroz tormenta costera y nnnnnnno se veía tan mal, así que me di por satisfecho.

     Aunque me sentía extrañamente seguro y calmado por el canto de la mujer, recorrí la habitación buscando algun arma con la que pudiera acompañarme.

     -¿Dónde me ha encontrado?- pregunté, y luego solté una risita al pensar en la amable damisela tratando de arrastrar mi corpachón a travez del terreno, lo más lógico era que yo me hubiera arrastrado hasta las cercanías- ¿O cómo me ha encontrado?

"- Penas... es un nombre extraño- te dice luego de dejar de cantar la hermosa melodía".

En su rostro notás ahora una sonrisa relajada y un semblante distinto al de hace un momento, como si repentinamente se sintiese contenta. Tal vez haber cantado un momento le sirviere para relajarse un poco, tal vez fuere la hermosa melodía, lo cierto es que no sólo vez el repentino cambio en ella sino que igualmente comenzás a darte cuenta que vos también te sentís más cómodo, más relajado y contento, más feliz.

Mientras le hablás, la muchacha toma una manzana y la corta a la mitad, dándote uno de los pedazos y quedándose con el otro, que empieza a comer de inmediato.

"- No sabría decirle exactamente cómo eran ya que me encontraba bastante lejos, aunque le aseguro que por las ropas no era nadie de la aldea- te contesta dando algunas mordidas a la fruta-. No se vestían con ropas tan elegantes y finas como esas, aunque vale destacar que me llamó la atención uno de ellos, de pelo blanquecino y algo similar a una máscara en su rostro- agrega señalándose la cara y haciendo una mueca de desagrado".

La mujer revisa el fuego en un pequeño hornillo de barro, echando algunos leños para que se mantenga, y luego mete unas carnes que comienzan a lanzar un silbido característico al tocar la superficie caliente. Notás que el fuego está bastante bajo, por lo que suponés que no tiene prisa en cocinar.

"- Dejaré la carne ahí para que se haga lento... en unas horas oscurecerá y podremos cenar algo caliente, si quiere- te dice y luego rasca su cabeza y sonríe un instante antes de contestar tu pregunta-. En la semana suelo ir varias veces hacia la costa este en donde se hallan unos arrecifes y los restos de un navío... le aseguro que ese no volaba- comenta riendo brevemente y luego vuelve a ponerse seria-. Ayer mientras caminaba por ahí le encontré. Al principio no sabía si estaba vivo, sobre todo por la horrible herida en su pecho, pero tras verle un momento me di cuenta que con ayuda se pondría mejor. Vine hasta casa para buscar mi carro, uno que utilizo para traer cosas desde la aldea, y volví a la playa a buscarle. Puedo asegurarle que no fue un viaje fácil, pero después de un buen tiempo pude regresar aquí- te cuenta la muchacha terminando de comer-. El resto fue llevarlo hasta la cama, ponerle unas cataplasmas y encomendarlo a Cristo".

Ni bien la mujer termina de hablar, unos ruidos comienzan a sentirse desde afuera, sonidos de pasos y cuchicheos. Catherine se acerca a una ventana justo antes de que ambos sientan una voz familiar que viene de afuera...

"- Hola, disculpen mucho la molestia pero somos un par de visitantes y queríamos hacerles unas preguntas- percibís del otro lado de la puerta, notando enseguida que esa voz pertenece a Demian".