Después de una agitada travesía, Zenram arriba en Freeport.
Después de una larga travesía (centenares de millas a buen seguro) de viaje a bordo de un barco mercante habiendo pagado una buena cantidad para que te cedieran un camarote y te llevaran a Freeport atraído, cómo no, por ser un lugar desconocido en la que existía una mínima posibilidad de encontrar al anciano perdido pero, por lo que habías oído antes y durante la travesía, un lugar donde la bondad hacía mucha falta.
Es un día despejado y soleado en la ciudad de Freeport. La ciudad rezuma actividad pues hoy, como has logrado enterarte a tu llegada tras preguntar a uno de tantos viandantes, es la Fiesta del Refugio, una de las festividades más importantes. Celebrando la Gran Incursión de los Señores del Mar Drac y Francisco (fundadores de la ciudad), en la cual la flota de Freeport aterrorizó las naciones marítimas durante tres meses y volvió cargada de tesoros y monedas, la Fiesta del Refugio es una fiesta de un día de duración que encierra a la ciudad en una juerga sin igual.
A tu llegada, tras abandonar por siempre el barco en un largo muelle de embarque, encuentras que sino todos sí la mayor parte de los habitantes de la ciudad están esperando en el muelle. Según te informas un reconocido pirata de mar que pretende conseguir un asiento en el Consejo de Capitantes, un tal Capitán Lydon, ha preparado el inicio de la festividad para las 9 am pasadas. Te abres paso a través de la multitud hasta llegar a tener buena visión del Capitán. Él y sus camaradas esperan sobre una plataforma de madera cerca de donde has tomado tierra. El sol dice que son cerca de las nueve en punto; apenas quedarán algunos instantes para el comienzo de la fiesta.
Mensajes visibles. Te dejo para que interpretes, si quieres, hasta el inicio de la fiesta.
El clerigo agradece a los dioses en cuanto pisa tierra firme, los viajes eran su mas grande amor, pero el mantenerse encerrado en el barco durante tanto tiempo casi le volvia loco. Por tal motivo pocas veces se embarcaba en travesías marítimas tan prolongadas, sin embargo esta vez parecía que valía la pena, la ciudad de Freeport había tomado cierto renombre en los últimos tiempos y visitarla había sido uno de los objetivos del humano. En cuanto puso un pie en el muelle le sorprendió la cantidad de gente reunida en el lugar, aun que luego de enterarse del motivo para tal muchedumbre su corazón se lleno de alegría, le habían pintado la ciudad como un lugar de muerte, maldad y decadencia, mas aquí estaba, en medio del comienzo de un festival...
Con la luz del sol en el rostro y todo un nuevo día para aprender costumbres desconocidas y excéntricas, el bonachón de Zenram espera ansioso junto al resto de habitantes la llegada del famoso pirata... Sera realmente para tanto?
Después de una corta espera, un joven sobre la plataforma sopla una trompeta acallando a la masa. El Capitán Lydon, un gran tipo con pelo hasta el cuelo, da un paso adelanta. Elevando sus manos, saluda a la gente:
- Arrrgggghhhhh, compañeros, y bienvenidos a la Fiesta del Refugio. Es para mí un honor dar comienzo a las festividades de este año. Como todos sabéis, Drac el Señor del Mar está ocupado con un faro, por lo tanto recae en vuestro humilde capitán realizar el encargo. ¿Estáis preparados para la juerga y el pillaje?
La masa de gente ruge con aprobación.
Tirada de avistar.
El clerigo se sorprende tremendamente al escuchar hablar de juerga y Pillaje?, pero en que clase de lugar he venido a parar?, Por algunos segundos el clerigo se imagina que se trata solo de un nombre rimbombante para darle mas animo a la festividad, mas en sus viajes ha aprendido que mas vale estar preparado para todo, por lo que desenfunda su maza pesada y la mantiene inerte a su costado, atento a lo que le rodea...
Prefiero que la hagas tú, por eso de no saber si fue buena o mala :)
- Hace doscientos años- grita el Capitán Lydon-, la flota de Freeport surcó por primera vez las olas. Dos poderosos capitanes teníamos, y los marineros de agua dulce se estremecieron en tanto los capitanes les daban el fuego y el acero de Freeport.
Tirada oculta
Tirada: 1d20
Motivo: Avistar
Resultado: 10
Tirada oculta
Tirada: 1d20
Motivo: Avistar
Resultado: 10
Tirada oculta
Tirada: 1d20(+12)
Motivo: Esconderse asesina
Resultado: 19(+12)=31
En ese mismo momento, un encapuchado sale de la masa y sube como una centella a la plataforma. La daga que tiene en la mano se hunde en el pecho del capitán, que sangra abundantemente. Tras el estupor general, la multitud enloquece y corre de un lado a otro.
Reglas del combate:
- En caso de no estar sobre la plataforma: velocidad a la mitad y -4 a todas las pruebas y ataques debido a los choques con la multitud. No se puede cargar ni correr.
- Respectad iniciativas (están todas puestas en el tablero).
De entre la multitud se eleva un grito que insta a la gente a apartarse:
- ¡Apartaos! he de salvar al capitán.- grita alguien al otro lado del muelle. Es obvio que Lydon, después de la cuchillada necesita ayuda urgentemente.
TU TURNO
El clérigo deambula por el lugar algo alerta ante los comentarios del capitán, aun que siempre con la esperanza de que fuese solo una forma de decir "vayámonos de fiesta", luego de algunos minutos de discurso el grito generalizado mezcla de asombro, indignación y pánico de la muchedumbre le advierten que algo a pasado, su mirada encuentra en un segundo el objeto de tanto alboroto, el capitán ha sido acuchillado por un extraño y se desangra en cubierta...
Oh no, que ataque tan vil, por Fharlanghn debo hacer algo por uno de sus protegidos!!!
Un instante después el clérigo ya se encuentra moviéndose en dirección al capitán, en algunos segundos atraviesa la distancia que le separa del templete al cual no duda en subir en seguida, quedando justo a un lado del vil asesino...
Alto allí!!! Ser vil y traicionero!!!
Doble movimiento...
-Ahhhhgr- grita el capitán al descubrir la profunda herida en su costado; bastante profunda a decir verdad. Echándose hacia atrás deja que sus camaradas le defiendan y se deshagan del asaltante.
Los bucaneros desenvainan sus dagas con rapidez y, con precisión, atraviesan la armadura del encapuchado que gime de dolor.
Te he retrocedido un poco; la velocidad se reduce a la mitad por el gentío.