Partida Rol por web

Las tres aeronaves continúan su baile mortal, encabalgandose con las nubes y el viento, alejándose cada vez más de la oscura sombra de La Mano del Pesar. Los Wesspen de escolta realizan un grácil giro, regresando a su nave nodriza.

Todos menos uno.

No mirar abajo, no mirar abajo. Casi parece una letanía, pero la realidad es que tan sólo es un recordatorio de que no tengo que hacerlo, mientras camino paso a paso, extendiendo los brazos para equilibrarme. Me centro en la cara de Naomi, preocupada. Escucho el viento silbar, siento el movimiento de las dos naves, incluso creo oir palabras, pero sólo estoy pendiente de dos cosas, caminar paso a paso, y la mano de mi guardaespaldas que se extiende para sujetarme.

Tres pasos, dos pasos, un paso, mi mano es sujetada con la fuerza de Naomi. Sonrío mientras tira de mí hacia el interior del Búho.

Deberías saber que contigo siempre me siento a salvo, Naomi.

Paso las manos por mi falda, para dejarla presentable y que no se me vean los botines. Subo mis manos a la cabeza, para comprobar cómo ha quedado mi recogido, efectivamente, está horrible.

Debería arreglarme un poco, ¿no crees?

Miro un momento hacia atrás, el señor Kale sigue en el caza, no se cómo lo hará para mantener el rumbo y a la vez pasar al Búho.

La nave se zarandea ligeramente, eso parecen disparos, ¿aún nos siguen?

La Condesa cae limpiamente en los brazos de su protectora. El viento ruge fuera de la aeronave, agitando los vestidos como alas de cuervo. El metal bruñido del Caza refulge bajo la acerada luz de Ether, la estrella lejana y fría que ilumina El Azul.

Y entonces, en la lejanía, se escucha un furioso tronar, una explosión titánica que por un momento hace palidecer las estrellas. Al momento, la onda de choque, violenta y ardiente, comienza a recorrer las nubes, barriéndolas a su paso, hasta golpear a El Búho como un puño ciclopeo y vengador.

Y tras la sacudida, una nube negra comienza a formarse a popa del carguero, cerca del horizonte. Hasta que el último Wesspen emerge de nuevo de entre las nubes barridas por el viento, con El Buho centrado en su retícula.

Sonrío fugazmente cuando veo que la dama ya está practicamente a salvo. Bien, ahora solo falta salvar mi culo.

Un agudo dolor me recorre el brazo, recordándome que no estoy para muchas florituras, pero el dolor tendrá que esperar, por que...

*TONK*

Una fuerte sacudida agita el caza y me abalanzo sobre los mandos, haciendo que el caza intente elevarse y generando un ruido tremendo en el ala que está apoyada contra el Búho

*SCREEECK*

¡Ah mierda! Todavía un poco atontado intento volver a estabilizar el aparato como me ha indicado el goblin. Parece que El Pesar ha pasado a mejor vida, y con él  la mayoría de los Wesspen, aunque todavía queda esa loca...

Miro a mi alrededor en busca de algo con lo que pueda bloquear la direción... por desgracia esos cazas son bastante austeros... maldita sea.

Sin pensarlo más me quito una de las botas y la coloco entre la dirección y el panel de control, para bloquearla.

Así, medio manco y descalzo de un pie salgo del caza, donde el viento me golpea con fuerza.

Encima del Búho Lady Blackbird y Naomi se están recomponiendo tras la sacudida de la onda expansiva.

-¡Eh Naomi! ¿A mi también vas a cogerme al vuelo?- grito desde el caza.

Después respiro hondo, preparándome para el salto.

"Hasta siempre, Hollas".

Se preguntó qué pensaría ahora mismo Snargle, si concebiría de alguna manera la posibilidad de haberse equivocado, o si deduciría inmediatamente su intervención para corregir sus escrúpulos de conciencia. Pero ahora no había tiempo para eso.

Cyrus soltó los mandos de la torreta con un ruido neumático y bajó la escalerilla en dirección a la cabina. Por el camino fue registrando mentalmente el número de miembros de su tripulación que estaban a bordo. Y sólo faltaba Kale. Junto a la escotilla, Naomi y Lady Blackbird se retiraban después de un salto certero. Pero faltaba Kale.

Cyrus se acomodó en la puerta de la escotilla y casi le derriba el fuerte viento. El espectáculo, con La mano del Pesar hundiéndose lentamente en el horizonte, cuajada de llamas y explosiones, era definitivamente turbador.

Pero ahora no había tiempo para eso.

-Señorita Bishop, no se aleje demasiado. Necesitaré que me ayude a recoger a Kale.

A través del azul profundo, clavó sus ojos en los de su segundo, como aquella vez, en Nightport. Sabía cómo derribar la duda que se adivinaba en sus movimientos titubeantes.

-¡Kale! ¡Escúchame bien! ¡¡Tenemos una entrega que realizar y ya hemos perdido demasiado tiempo con esto!! ¡Salta ahora mismo con todas las fuerzas que tengas! ¡Me da igual que creas que no puedes: no es tu tarea creer! ¡Tu tarea es hacer, maldita sea! Deja que sea yo quién crea, así que toma aire... -Una ráfaga cuajada de destellos metálicos se llevó sus palabras- ...toma aire, coge carrerilla y salta, maldita sea. ¡¡SALTA!!

No me da tiempo a terminar de arreglarme el cabello cuando Vance aparece por uno de los pasillos interiores para ¿ayudar a su primer oficial? Niego ligeramente con la cabeza mientras habla a través de la escotilla.

He escuchado cómo estallaba encima nuestro la gran nave, debería sentirme mal, pero no es así, ellos se lo han buscado, no deberían habernos detenido. A estas alturas me da igual que nos persiga toda la flota imperial para hacerme volver a casa. No lo voy a hacer.

Arrugo el entrecejo y me acerco a la escotilla.

Señor Vance, déjeme intentar ayudar a Kale.

El viento vuelve a mover mi cabello, desordenándolo más, pero eso va a durar poco.

Kale, escúchame atentamente, voy a intentar parar el viento, para que no se te lleve cuando saltes. ¿Entendido? No podré mantenerlo mucho rato, así que en cuanto no sientas el aire a tu alrededor salta. Y salta bien.

Respiro hondo, se que el Búho necesita a toda su tripulación, Vance no puede permitirse perder a nadie, y yo necesito su ayuda para llegar hasta Uriah.

Siento el fluir de la energía canalizadora en mi cuerpo,, mi mano se extiende hacia fuera, olvido que a mi lado está el Capitán, incluso olvido que un poco más allá está Naomi. Tengo que hacerlo, tengo que hacerlo.

De repente los mechones que se movían delante de mis ojos dejan de hacerlo, cayendo suavemente a ambos lados de mi cabeza. El silbar del viento se apaga. Sonrío ligeramente.

¡Ahora!

La Mano del Pesar explotó en un millón de fragmentos de metralla y engranajes en llamas, que se hundieron en Las Profundidades mientras El Búho se tambaleaba. Pero no era por el alcance de la onda expansiva, sino más bien por la incredulidad de su piloto, que se quedó paralizado durante un par de segundos, con los ojos fijos primero en el Azul y luego en la nube carmesí que había quedado atrás.

Tratando de buscar una explicación, giró su rostro buscando al resto de la tripulación, a la par que reestabilizaba el aeronavío con la misma rutinaria facilidad con la que uno se ata los cordones.  Fue entonces cuando Cyrus pasó corriendo hacia la escotilla, lo que hizo estirarse como un látigo al menudo goblin, cuya tez pasó de su verde habitual a un rojo marcado.

- Grrñgrñfgrfff maldito sádico... -masculló entre sus colmillos, aprovechando que su capitán estaba soltando una de sus verborreas en la escotilla- ¡¡SALVAJE!!

Tras el agudo grito, fijo de nuevo la mirada en sus mandos, timones y sensores, recordando que de Kristina todavía no se habían librado. Sin embargo, en la revisión del sistema de retrovisión lo que más le preocupó no fue el wesspen, sino encontrarse con que Kale se había sumado a la moda de los saltos sobre las nubes. ¿No se daban cuenta de que ellos no podían hacerse más grandes o más pequeños para poder acertar en la escotilla o agarrarse a ella? Y aquella vez le llamaron kamikaze...

- ¡Deja de agacharte como un aguilucho asustado y salta! -gritó por los comunicadores interiores y externos, mientras ajustaba la velocidad para tratar de equipararla a la del caza de su camarada- ¡Y más te vale caer fuera, porque como entres aquí alguien va a tener que morir por esos rayones!

- ¡Venga, a la de tres! -chilla una vez más a las megafonías multi-banda el goblin- ¡Uuuunoo...! ¡TRES!

Y súbitamente, tira del timón de dirección virando bruscamente el aeronavío hacia el mecánico, que observa como el ala apoyada en el Búho funciona como punto de apoyo para hacer palanca y girar su caza 180º sobre el transporte, con un poco de suerte hacia la escotilla...

Asiento a lo que me dice Lady Blackbird. Perfecto, sin el viento empujándome hacia una muerte segura el salto debería ser bastante más sencillo... o al menos eso me gustaría creer.

Instintivamente me paso las manos por mis ropas, todo parece estar bien asegurado, no me gustaría perder alguna herramienta en el camino.

El caza vibra fuertemente y yo me agacho agarrándome al fuselaje.

-Está bien es ahora o nunca...- murmuro

 Natasha:

 ¿Si lo dice una dama quien soy yo para negarme?

Cojo toda la carrerilla que me permite el pequeño caza y me dispongo a saltar... en el mismo instante en el que la nave se zarandea por alguna razón que desconozco (por ahora..) y me veo catapultado hacia arriba.

-¡Aaaaah!

Mientras grito y muevo mis brazos en el aire para intentar equilibrar mi vuelo paso por encima de las dos mujeres y veo que mi trayectoria me lleva inexorablemente a la escotilla, donde se encuentra Cyrus.

-¡Cuidado que voooy!

El salto fue grácil, imposible, perfecto. Tantos años saltando de tejado a tejado habían tenido su fruto en este momento, y la figura de Kale se recortó sobre las explosiones y el azul infinito mientras el tiempo parecía ralentizarse y el caza, ya sin piloto, se perdía en la lejanía sin destino cierto.

La mano de Cyrus aferró el brazo de su segundo y sus ojos sólo se permitieron tres segundos de alivio antes de volver a chispear de frenética actividad. Cerró la escotilla de un portazo y empujó al tembloroso y frío Kale al interior de la nave, casi avasallándole.

-Bien, bien, ya basta por hoy de ejercicios gimnásticos, tenemos un contrato que cumplir. Kale, tienes dos minutos para ponerte bien las gafas; después quiero un informe de daños y estado del Búho, incluyendo nuestras reservas de armas y combustible, así como las posibilidades de repararla durante el trayecto.

Avanzó hacia la cabina a pasos apresurados, dejando que sus palabras colgasen en la chapa metálica de los mamparos y las puertas de la nave.

-Snargluzzo, necesito que nos saques de peligro cuanto antes. Deshazte de quien nos siga y hazlo rápido. Tenemos que ponernos tú y yo a recalcular el rumbo y diseñar una nueva hoja de ruta.

Con un rugir del vapor en las turbinas, El Búho dio un salto adelante, sobrevolando el azul. El caza que aun les seguía no apretó el acelerador, a pesar de que su Motor Esencial era muy superior en eficiencia al Tri-Válvula del carguero. Las luces de alarma parpadeaban en el panel de mando, y El Búho se iba convirtiendo en una mancha, lejos, en el centro de la retícula.

Tirados a un lado de la carlinga, los auriculares continuaban lanzando mensajes apagados a la piloto, que simplemente los ignoraba.

- Hasta la próximas vez, Snargle. Aunque te escondas en la última de las Órbitas de esta estrella, nos encontraremos de nuevo.

Con un suave giro, el caza volvió hacia la negra nube de humo donde estaba La Mano del Pesar. A su espalda, El Búho perdió altura de repente, se estabilizó, y continuó su viaje hacia el Azul Infinito.