¿Cómo se atreve? Arrugo ligeramente el entrecejo, apoyo las manos en mis caderas, pero antes de que pueda abrir la boca se está alejando. ¡Alejando de mí! Recojo la falda con mi mano derecha y le sigo.
Parece que no me ha terminado de entender. ¿Dos meses? ¡En dos meses podría haber caído un Imperio! O peor, encontrarme mi familia.
Niego con la cabeza. Puede pensar lo que quiera de esta nave. A mí me parece una bañera.
¿Bucaneros? ¡Eso eran piratas! Lo he visto por el ojo de buey, no se crea que soy una pobre dama indefensa, Capitán, no lo soy, conozco lo que hay ahí fuera, yo también he viajado, no en una bañera como esta, por supuesto.
Empieza a subir la escalerilla, espero abajo a que termine de subir, no deja de hablar de las maravillas de esta nave, de lo que necesita, bla bla bla, termina mirándome, entrecierro los ojos.
¿Quien se ha creído que es? Tan sólo un capitán falto de fondos que necesita mi dinero, sólo eso.
Empiezo a subir la escalerilla, con cuidado de no pisarme la falda, o la enagua, o ambas.
Que no crea que lo se, necesitaba salir del planeta y la casualidad hizo que estuviera en el espaciopuerto, ni más, ni menos. No es el único que puede llevarme hasta mi destino...
Termino de subir la escalerilla y le sigo, pasando entre medias de mi guardaespaldas y el goblin, sin mirarles.
...podría haber contratado a cualquiera... ¡no vuelva a referirse a mí como querida, capitán Vance! Eso es una falta absoluta de respeto hacia mi persona.
Levanto más la cabeza, entrecierro más los ojos, niego con la cabeza y me giro, recogiendo la falda de nuevo.
Habráse visto tamaña desfachatez.
Vuelvo a pasar entre Naomi y el goblin para volver a mi camarote.
Avíseme cuando decidan con cuantos meses de retraso vamos a llegar.
Cyrus alzó las cejas y después dejó muy despacio el libro sobre la consola de mandos. Pulsó un botón, y con un chasquido mecánico una voz metálica empezó a susurrar palabras que provenían de cilindros de cera cuidadosamente pregrabados. Cuando tuvo toda la información que necesitaba, apagó la consola apretando un nuevo botón.
En la sala todavía se podía oler aún la indignacion de Lady Blackwood, lo cual aún no sabía si le gustaba o le enervaba.
Como la maldita mujer, en definitiva.
Así que fue a hacer lo único que un hombre adulto puede hacer después de haber sido abroncado por una mujer. Revisar sus armas. El desvencijado armarito donde guardaban parte de los fusiles y el armamento más pesado se abrió con inquietante facilidad, y Cyrus pasó revista al material desaprobadoramente. Si lo que decían sus cilindros sobre Mecaira era cierto -y tenía que serlo, al fin y al cabo los cilindros no mentían-, iban a necesitar mucho más que la aristocrática arrogancia de Lady Blackwood y la benevolencia del amigo de Snargle para salir vivos.
A quien de veras necesitaba era a Kale. Si era cierto que en Mecaira seguía existiendo un centro de entrenamiento avanzado para los Feldjaeger imperiales, sólo Kale estaría capacitado para contrarrestar las habilidades de rastreo, infiltración y caza de uno de los más crueles cuerpos militares del imperio. Si eso fallaba, claro, el plan de Cyrus era volarles a todos por los aires y mandar un saludo afectuoso a la familia imperial.
-¿Tendrán postales bonitas en Mecaira? -Preguntó hacia el micrófono.