Partida Rol por web

Una multitud de recuerdos nostálgicos recorrian su mente, por un momento sintió que no era el mismo al observar aquel pedestal sagrado, sabía que podría llegar el momento en el que tuviera que volver a blandir aquella hoja sagrada, sin embargo se había resignado a que esos días de paz se mantendrían hasta el día de su muerte.

Se acerca a  tomar la espada con mucho cuidado mientras acaricia el mango - hola vieja amiga, el destino nos a unido de nuevo, gracias por esperar - sin duda la razón por la cual estaba ahí era preocupante, pero el momento era un poco emotivo para link, al momento sostiene el mango con fuerza y toma la espada con fuerza, con su fiel escudo estaba listo para lo peor. 

Los reyes de Hyrule recogieron sus armas, símbolos de las luchas del pasado y de la búsqueda de paz.

Era extraño volver a sentir dichas herramientas otra vez bajo su mando, pero era más extraño saber incluso que ahora el objetivo no era simplemente traer la paz, sino poder recuperar un pedazo del alma de cada uno.

Fue inevitable pensar de nuevo en la princesa Zelda... ¿Cómo estará?¿Estará a salvo?¿Estará herida?¿Estará pasando miedo?¿Cuánto tiempo disponen para salvarla?¿Lo lograrán?

La incertidumbre se arremolinaba en sus cabezas, pero no podían permitirse el lujo de dudar... había que salir ya; el objetivo estaba claro.

Cambió su ropa de reina por una más adecuada para atravesar los pantanos, y se reunió con Link en el establo, donde montarían los caballos que harían el viaje más rápido a través de las tierras de Hyrule. Cruzada a su espalda se encontraban arco y carcaj, y su largo cabello estaba atado en una cola alta. Seguía siendo la Reina de Hyrule, pero su aspecto mostraba que era también una guerrera y que estaba dispuesta a cualquier cosa por recuperar a su hija.

Quería creer en que estaba bien. Quizás asustada, al igual que se había sentido ella en el pasado. Pero era su hija, y la hija de Link. Sabía que en ella estaba la valentía de su padre y la sabiduría que la reina misma le había impartido desde su niñez. Espéranos, mi amor. Ya vamos en camino.

-Estoy lista.- Le anunció a Link, y junto a él partieron en la dirección que la anciana Impa había indicado.

Armado ya, dejo sus ropajes reales en sus aposentos y se vistió con una ropa más adecuada para sus aventuras, incluso unos dirian que es algo peculiar, más de alguno lo habrá visto antes con el, excepto porque ahora llevaba alguno que otro encaje o placa real, sabía que debia vestir algo que le permitiera moverse con libertad, y a pesar de su humildad le insistieron que un rey no podia ir por ahí vestido con ropas tan simples, es el porque de esos detalles.

Una vez vestido se dirijio al establo real con zelda, no había olvidado siquiera como domar a un caballo, para el no era problema estar en terreno salvaje, en cambio se preocupaba por su pequeña, sin duda la encontraremos.

Al escuchar a zelda asiente con la cabeza y parte junto a ella a la dirección indicada en búsqueda de aquella bruja. 

Dos días han pasado desde que los Reyes de Hyrule regresaron victoriosos al castillo.

Hoy, ante todos sus súbditos, la realeza dará un triunfal discurso para declarar que la paz ha vuelto a sus tierras, a sus hogares.

Hoy, se celebra el día en el que Ganon ha sido finalmente derrotado, donde la Trifuerza ha vuelto a su santuario y sobre todo la importancia de la unidad de cada habitante, sea pequeño o grande, de la nobleza o campesino.

El balcón real mostraba unas vistas espectaculares. Miles de ciudadanos se arremolinaban esperando con ansias ver a sus héroes.

Ahora Hyrule es un lugar seguro, ya no hay ninguna amenaza real del pasado o del presente que pueda hacer sombra a la luz de la Trifuerza y a sus guardianes.

Hoy, el pueblo aclama a Link y a Zelda, reyes legítimos, guardianes de la Trifuerza, salvadores de Hyrule.

Padres de una nación y responsables del nuevo legado del mañana.

¡Hablad valerosos reyes, vuestro pueblo os espera!

Habían pasado seis meses de paz desde que todo había comenzado a sumirse en la oscuridad. Aún así la reina despertaba algunas noches, sintiendo la vida escapar de su cuerpo, un recuerdo del sacrificio que había realizado para que la bruja les ayudara.

Sin embargo, Zelda ya no temía a la muerte. Tetra estaba a salvo,y a sus ojos la había visto crecer y madurar desde aquella última batalla contra Ganon. Y Hyrule ya no tendría que temer las temibles garras de la oscuridad.

La reina ahora vivía cada día como si fuera el último, entregándose a pasar cuanto tiempo podía con Link y su hija; ellos eran su prioridad.

Frente a los ciudadanos que celebraban bajo el balcón, Zelda se acercó al frente del balcón y alzó sus brazos. Dedicó una amplia sonrisa a su esposo y a la princesa, y luego se dirigió al reino a sus pies.

-Pueblo de Hyrule. Es esta una era de regocijo y felicidad, pues la oscuridad no volverá a llenar de temor los hogares del reino. Es una era para recordar a aquellos que se fueron, y para dar lo mejor de nosotros en hacer a Hyrule cada día más próspero. Sus reyes cuidaremos de vosotros cada día de nuestras vidas, y sus herederos cumplirán con igual valor y lealtad. ¡Que no haya más temor ni duda en vuestros corazones! Es vuestra confianza en nosotros los que nos hace más fuerte contra cualquier amenaza. ¡Celebrad, no sólo en nuestro nombre, sino también el vuestro!-

Al terminar sus palabras, se apartó para dar paso a su esposo, y que él diera sus palabras al reino que esperaba.