Partida Rol por web

Barristan pone toda la energía que le queda en asestar eficazmente el golpe de gracia a la sombra que está a su lado. La otra vuela velozmente hacia Dulant, pero por el camino recibe dos flechazos de Freiya, el primero de ellos especialmente terrible. Si hubiera sido una criatura con cuerpo físico, sin duda habría caído fulminada. Aun así, está bastante dañada.

Dulant da un paso hacia atrás y lanza otro par de misiles mágicos a la nueva sombra. Ésta se difumina en el viento.

Barristan da un par de pasos atrás y apoya la espalda en un árbol. Baja el alfanje clavando la punta en la tierra. Respira pesadamente y comenta - gracias Sarenrae - suspira de nuevo - eso ha estado cerca. Buen trabajo. Ahora si no os importa podríais echarme una mano para quitarme esta armadura... pesa demasiado. - la última frase la dice con voz agotada.

Freiya se llevó el dorso de la mano a la frente en un gesto exageradamente dramático, con un amistoso tono de burla.- ¡Oh Barristan! ¡Qué indecencia! ¡Hay doncellas mirando! ¡Rápido, Khara, tápale los ojos a Dulant! - Bajó de su caballo y se acercó al paladín.- Thörill, ¿tienes algo preparado para que Barristan recupere el aliento? Parece que esas... sombras le han drenado las fuerzas o algo así.- pidió al enano, al tiempo que empezaba a desatar las correas de la parte posterior de la armadura del paladín.

- Disculpad Freiya no sabía que quedarme en jubón os pudiera afectar tanto, lo tendré presente en adelante. Nuevamente mis disculpas - comenta avergonzado el paladín.

   -Freiya, no seas cruel; como si no fuera poco lo que ha pasado Barristan, ahora tú lo avergüenzas, ¡jum! - dice Khara sin poder dejar de reirse ante tal incidencia. Tal vez si no fuera por la tensión que había vivido momentos antes, dicha incidencia y los comentarios que suscitó no le harían reír tanto, pero era el alivio de seguir vivos todos tras lo ocurrido.

Riendo por lo bajo, más ante la vergüenza del paladín que nada que hubiera dicho ella, Freiya ayudó a Barristan con la parte metálica de la armadura, quedando el gambesón acolchado que estas piezas disponían para evitar roces. - Barristan, antes has comentado que estas sombras no han sido las causantes de la muerte del sujeto anónimo. ¿Tienes alguna idea de qué ha podido hacerle esa clase de herida?

El enano, aún refunfuñando por la poca efectividad de su Esfera Flameante, sigue al grupo con su acostumbrado silencio y su mirada seria. Observa. Siempre observa como le habían enseñado. Los silencios enseñaban más que las palabras. Eso le decía el que fuera su maestro y así lo sigue él a rajatabla.

- Algún tipo de necromancia, pero como podéis ver las sombras se dedican a absorver la fuerza de sus víctimas y no dejan ese tipo de heridas. De todas formas me ha dado la impresión que sería mala idea tocarle - dicho esto empieza a oberservar la herida de cerca ahora que están tranquilos. - Quizás pueda determinar si es una herida de un mordisco, garra, o alguna otra cosa...

Te resulta evidente, por sus demacradas facciones, que la víctima ha sufrido durante varios días una terrible enfermedad. El reventón parece haberse producido desde dentro, como si lo que se hubo estado incubando haya eclosionado.

- La herida parece haberse producido de dentro a fuera, casi diría que ha estado enfermo o incubando algo, pero solo Sarenrae sabe que - se santigua - mis conocimientos no dan para más.

¿Algo que ha salido de dentro a fuera? Esto es peor de lo que me esperaba. De ser así, ¿qué clase de criatura haría eso? El enano no puede evitar sentir que sus músculos se tensan y que su mano se va instintivamente hacia su arma. No era un guerrero, pero sabía defenderse y no iba a permitir que una criatura así le hiriese a él o a sus compañeros.

   -Yo creo que aquí ya no tenemos nada que hacer, o eso espero, -añade mirando con recelo hacia los árboles-. Por mí, podemos seguir hasta Karpad y comer y dormir en una posada, que ya se me está olvidando lo que es dormir en una cama.

El grupo de aventureros, indeciso pero esperanzado con la idea de volver a un lugar medianamente civilizado -hasta el druida parecía sentirse incómodo en aquellos sombríos parajes- partió de inmediato.

Una hora después, llegaron a Karpad.