Partida Rol por web

-Shyaman... estas siendo muy descuidado con tus juguetes...-al llegar a la sala de los tanques, que sospechas que es un laboratorio, un hombre encapuchado, vestido completamente de negro, surge de entre las sombras. En una mano, traia arrastrado a Ueman, en la otra, un pequeño saco que arroja a los pies de la ancina... a la que se dirije de forma masculina...

La anciana de genero incierto te suelta por un momento y abre el saco, del que salen todos tus homunculos. Sorprendida, la mujer... u hombre lanza varias descargas de energia, que destruyen a tus criaturas. Luego mira al encapuchado. Parece mas palida que antes...

-Ha sido un despiste, mi señor...-hace una exagerada reverencia-Pero esta chica...-te agarra del cuello de nuevo y te arroja a sus pies-esta chica es especial, estoy seguro que podra ser un mejor sujeto que el anterior desecho. No se como lo hizo, pero la vi en la superficie, pero no salio de su celda para nada, estoy seguro que el experimento funcionara bien con ella-se rie de forma nerviosa, cualquiera diria que esta ofreciendo tu vida para salvar la suya

-No me interesan tus excusas-con desgana, arroja el cuerpo de Ueman contra ti y ambos os veis arrastrados varios metros. Al estar en contacto con él, puedes escuchar sus latidos, pero el pobre esta inconsciente-Sabes perfectamente lo importante que es este proyecto, asi que deja de jugar y trabaja, no quieras acabar como la dueña de ese... "disfraz"

Y, sin dirigirte una sola mirada durante toda la conversacion, como si no fueras nada importante, el misterioso encapuchado se da la vuelta y se marcha por una de las puertas de la sala, dejandoos solos con la nigromante

-Grrr...-el nigromante escupe en el suelo y suelta un par de maldiciones-Maldigo mil veces el dia que te presentaste aqui...-te agrarra del brazo y te coloca en la mesa donde antes viste a Espada-Pues bien, vamos a jugar un poco-dice mientras acerca un bisturi a tu rostro...

Un poco de sutileza, por el amor de dios.- Comento mientras suelto un suspiro al ver como empieza a destrozar todo.- Acaso vas a ir gritando todo el camino !VOY A POR VOSOTROS CABRONEEEEES!- grito sonoramente en la dirección en la que Mune está convencida que está la trampilla.- o prefieres cogerlos por sorpresa y hacerlos sufrir?.- me acerco a la zona, buscando algo que destape la trampilla y abrirla con calma.- Además, los únicos que estamos actualmente a vista de ki somos tu y yo, así que he de suponer que el resto se encuentra en esta zona, o debajo del mar, ahí hay otro punto ciego. Vamos a buscarlos, pero ve con calma, no te excedas que no quiero que me caiga el edificio encima

Encontrais la famosa trampilla debajo de los escombros que produce Mune. Esta cerrada con una llave, pero eso poco le importa a la chica, pues, con una sutileza muy singular, destruye la puerta. Al mirar el interior, se descubre una penumbra bastante molesta, es como descender a un pozo de oscuridad

-No necesito cogerlos por sorpresa para hacerlos sufrir.

-Ben͏im ͟in͞s̛an̕ĺar͟ım içi̸n҉ büy̵ük ̧t͝e̕hdi͜t ̀òluş҉tu̡r͡u̴y͏o̴r̶su̢n!̵ ́ Murmuro cosas en que deberían ser censuradas y el suelo se empieza a iluminar. -Seni ͢y͘o̧k̶ et͢m͘eliy̵i҉ḿ!- Y se forma un círculo luminoso cargado de runas del que aparece una criatura amorfa con apariencia de sombra.

-No sé lo que es, me lo acabo de inventar. Dale un nombre si te place, Shio.- Con otra descarga reviento la trampilla.

- Siendo tu, esperaba que creases algo un poco más... menos feo, vamos.- Ando tranquilamente hacia la trampilla y me quedo observando para esta, buscando ver el fondo "Si han salido por aquí, supongo que tendrá una salida..."

- Un poco de luz, por favor.- le sonrió a Mune.- Eso o hazme ver en la oscuridad, lo que prefieras en un principio

-Meh.- Con un chasquido de los dedos, la próxima vez que Ikki parpadea es capaz de ver en la penumbra de esta sala y en la oscuridad de la trampilla como si estuviera en plena luz del día. -La belleza está en los ojos del que mira.

Una vez que ambos poseeis vision en la oscuridad, Ikki decide adelantarse e inspeccionar el terreno. Usando una escalera de mano, desciende, accediento al principio de una red de tuneles subterraneos. Dado que esta parece ser una entrada/salida, solo hay camino en una direccion, lo que facilita la ruta.

A medida que recorreis el pasillo, la "cosa" de Mune empieza a volverse mas y mas agresiva, como si la energia negativa que envuelve todo este complejo estuviera corrompiendola

- Controla a tu criatura Mune.- comento mientras continúo por el pasillo esperando llegar al final. No me gustan los pasillos tan estrechos y largos. Además, la sensación de poder palpar la oscuridad que nos rodea, la oscura criatura de Mune a mi espalda y poniéndose cada vez más inquieta y, sobre todo, el hecho de que mi compañera esté  de mal humor me están poniendo de los nervios. Esta mujer sería capaz de destruir todo el tunel si se despista, por lo que será mejor salir de aquí cuanto antes para quitarse el peligro de encima.- Como esa cosa se vuelva loca va a ser un problema en un sitio tan pequeño...

-Donde llegue a desobedecer será borrada del conjunto de lo que existe.- La criatura se desliza por el suelo y las paredes, pasando a Ikki y adelantándose. -Y deberías preocuparte más por lo que pueda llegar a hacer yo cuando vuelva a ver a ese que osó derribarme y huir como si nada.

- Creeme, ya me preocupo bastante en cuanto a ti. Intenta no sepultarnos si nos lo encontramos bajo tierra, no tengo ganas de cavar un agujero para salir a la superficie de vuelta... Ahora centrémosnos en lo que tenemos delante, podemos encontrar cualquier cosa en este lugar

Quien acuñó la expresión “Más vale maña que fuerza” desconocía las puertas que ésta es capaz de abrir… o tumbar.

Con esta particular moraleja, Edvard asciende por la pared hasta alcanzar la posición de sus compañeros. Siendo capaz de arrojar hombres adultos a metros de distancia, no sería descabellado que pudiera ser capaz de partir rocas a golpes, pero en ésta ocasión parece tratarse de algo un tanto diferente, pues los agujeros en la piedra no son resultado de golpes poderosos sino de toques sutiles que agrietan el muro hasta formar esos salientes con los que se impulsa sin esfuerzo.

Una vez arriba, se mantiene al borde del precipicio observando  a la maraña ósea que se agolpa tratando de alcanzarles, más que dispuesto a desencadenar un desprendimiento sobre ellos. Finalmente, arquea una ceja al verlos retroceder ordenadamente hasta volver a las profundidades del lago, encogiéndose de hombros y volviéndose hacia sus compañeros, a los que dedica un escaso pero sonoro aplauso.

Buen trabajo con el aterrizaje, aunque encontrar la salida no ha estado mal. –dirige la mirada a la claridad que se cuela por la abertura al final del túnel.-  ¿Os apetece salir de aquí… o enteraros de por qué hemos acabado en este agujero? –vuelve ahora la vista hacia la entrada del pasillo por la que accedieron hace unos minutos, sabiendo que si vuelven sobre sus pasos puede que encuentren la verdadera salida y a los responsables de su contratiempo.

Finalmente llegamos todos arriba. El último de ellos, nuestro lanzador improvisado, quien, a su indiferencia que tanto lo caracterizaba, nos hace dos preguntas.

La primera era bastante tentadora. - Creo que sería lo más sensato. - Le miro a los ojos.

Hago una pausa para incorporarme para estar a su altura. - Sin embargo. - Me asomo para mirar como van retrocediendo aquellos seres esqueléticos. - Me intriga el saber cómo hemos llegado hasta aquí y qué los ha hecho retroceder. Pero... - De nuevo, hice otra pausa.

- No estamos solos. - Miro a Arryken. Le doy a entender que tenemos a un alumno y perder a otro sería malo. - Si salimos de aquí es posible que no sepamos más lo que nos ha pasado. También me inquieta el saber dónde están Ikki y la señorita Al´Mune. No es que piense que estén muertos, de hecho, si lo estuvieran, me preocuparía más quién ha podido hacer semejante desafío. - Doy media vuelta para mirarlos.

Paso la palma de mi mano por la diestra de pierna, intentando en una vano intento eliminar las manchas. - Otro traje a la basura... - Pienso en alto.

Espero a que Arryken decida si seguir explorando el terreno con su alumno... o no.

---Quizas saliendo del lugar podremos averiguar donde nos encontramos y de ahí partir ¿no creeis?-digo mirando a los profesores-Ademas, he echado un vistazo mientras subiais y no he visto nada, es una cueva natural, simple y llanamente.

Comienzo a avanzar hacia la salida.

---Vamos a echar un vistazo-digo tratando de mantenerme firme ante la situación.

-Salgamos de aqui dijo Arryken, decididamente de mal humor mientras se daba golpes en el elegante abrigo de terciopelo azul lleno de lodo y polvo Volvamos al pueblo asi podemos interrogar a esa vieja de mierda de la posada y encontrar mis armas. Luego reagrupemonos con el grupo, que espero lo haya pasado mejor que nosotros. Todavia tenemos una mision.

Ninguno de ellos realmente entendia como se sentia en aquel momento. Tenia esos revolveres desde hacia mas de 5 años, y la idea de enfrentarse al mundo sin ellos era aterradora. Se sentia solo y desnudo, y a pesar de estar haciendo un esfuerzo para no encularse en ellos, estaba desesperado por encontrarlos.

Avanzais por el estrecho tunel, siguiendo esa tenua luz, hasta topar con la salida. Sin embargo, para vuestra desgracia, no es el exterior, sino otra camara dentro del complejo. Esta, a diferencia del resto, esta bastante mas iluminada, ademas de que su singular decorado os indicar que es un lugar bastante importante dentro del subterraneo, por no decir su mismo corazon

Diversos tanques contenian una substancia verde, en cuyo interior habia diversos cuerpos en descomposicion, o mas bien se podria decir que dicha substancia era la que los estaba "limpiando" hasta dejar los huesos completamente blancos

Algo aterrados por el espectaculo, avanzais, aunque una conversacion os pone en alerta. Cuando encontrais su origen, veis a Lihl atada a una mesa de operaciones y a la "posadera" con un bisturi en su mano, acercandoselo lentamente a la cara, claramente disfrutando de la sensacion de cortar un cuerpo vivo y consciente. A pocos metros, habia un chico muy similar al que encontrasteis cuando llegasteis al pueblo y digo similar por no decir identico. Tiene un rostro algo triste, como si no le gustara lo que viene ahora, pero no hace ni dice nada, simplemente observa en silencio

Haciendo caso al joven muchacho con una sonrisa cómplice para todos, lo sigo en silencio hasta llegar a la "salida".

- Por fin la sali... - No terminé la frase.

- ¿Una sala de operaciones? ¿Y qué será eso verde? - Pensé.

Una pesquisa visual más profunda hicieron que mis ojos se abrieran como platos al ver a la joven pupila de mi compañero. - menos mal que Ikki no está aquí... si no ya estaría todo destrozado... - Dije en voz muy baja para los que me acompañaban.

- Escuchad, no podemos esperar ver qué le hacen a esa joven... Tengo un plan. - Los miré a todos mientras seguíamos ocultos. - Touda, harás de señuelo, aparentarás estar débil pidiendo ayuda, tu aparición dejará ver si hay alguien más con ellos o si están solos. Seguramente te amarren como a Lihl. Si te preguntan por nosotros diles que hemos caído en combate por ayudarte a escapar. Pregúntales que qué te van a hacer, qué es todo esto y para qué, con suerte al pensar ellos que es tu final te concedan dicha información. Una vez te conteste a las preguntas atacaremos por sorpresa y luego lo harás tú cuando ella centre su atención en nosotros, no dejaremos que os pase nada... - Hice una pausa. - Como ya sabéis no soy bueno en combate, así que yo me encargaré de liberar a Lihl mientras vosotros lidias con los posibles enemigos. - Terminé de decir el plan.

Dejé que los presentes asimilaran lo que acababa de decir.

- ¿Estáis de acuerdo? Si tenéis otra idea hacedla rápido. - Miré a todos, sobretodo a Touda, quien era el que tenía el papel principal. - Si no te ves capaz no pasa nada, yo ocuparé tu lugar. - Sonreí amablemente.

Mientras perdeis el tiempo, la anciana empieza a "jugar" con el rostro de Lihl. Un cortecito, otro aca... La pequeña no grita, pero se nota que esta sufriendo bastante, las lagrimas recorren su rostro de forma continua.

El chico, por su lado, no se movio para nada, parece como si estuviera atado al sitio, lo unico que hacia era derramas timidas lagrimas mientras cerraba los ojos con fuerza.

Lo peculiar de la estancia invita a investigar los tanques y su finalidad, pero lo que descubren conforme avanzan hace que las perversas maravillas del laboratorio pasen a un segundo plano. La alumna del bueno de Ikki se encuentra tendida en una camilla, inmovilizada, a merced del par de individuos que la observan. Una de las figuras se muestra más dispuesta a proseguir con el experimento y, por suerte o por desgracia, su rostro no les es desconocido. Esa vieja ya tiene méritos de sobra para ganarse un serio intercambio de palabras, y jugar con el sufrimiento de otro de los alumnos no mejora en nada su situación.

Solomon comienza a exponer el plan de actuación con quizá demasiada calma, dada la urgencia actual. Edvard, sin oponerse al intento de distracción, continúa caminando en silencio con la vista clavada en el filo del bisturí. Sus métodos, como los del maestro de Lihl, no se caracterizan por ser sutiles o cuidadosos, en ocasiones su arrojo es un punto a favor mientras que en otras tantas puede acabar complicando las cosas. Solo queda rezar porque en esta ocasión su individualismo sea positivo, la expresión de terror de la chica merece ese riesgo y más, esperemos que sus compañeros puedan comprenderlo.

En un par de largas y sonoras zancadas, Edvard avanza hasta la mesa de operaciones, situándose a espaldas de la ensimismada anciana, que puede notar el temblor en el suelo cuando este se planta tras ella. Antes de dejarle tiempo para volverse, el gigante lanza su diestra para tomar la mano que sujeta el bisturí con total carencia de delicadeza.

Es suficiente. –exclama con seriedad, mientras aparta la cuchilla del rostro de la chica y tira de la mano de la anciana hacia arriba, hasta el punto en que los pies de esta se elevan por encima del suelo.

El puño de Edvard comienza a cerrarse poco a poco, estrujando la raquítica mano de la vieja. En su interior puede escucharse el crujir de huesos que, junto con el quebrado acero del bisturí, se clavan en la carne, liberando pequeños regueros de sangre que comienzan a descender por el arrugado brazo.

Pese a todo, no se olvida del chico que parece ejercer como ayudante, en el que clava su severa mirada, en una muda advertencia extremadamente sencilla de entender.