Bajais por las escaleras a la bodega de carga, en ella os encontrais que las luces de las linternas han cambiado por esa onirica luz azul, que ilumina las cajas y enseres que dejaron los marineros, quizás para no volverlos a recoger jamás. Escuchais voces, pero no gritando o pidiendo clemencia, sino discutiendo en susurros que reverberan por el casco, evidentemente vienen de una pequeña habitación que esta al fondo de la bodega, donde guardan las mercancias más caras. Al acercaros más, podeis ver que la puerta es de metal, a lo que Shinjo dice:- Vaya el capitan de este barco ha tenido que tener tratos con los gaijin(extranjeros), había oido hablar de este tipo de puertas, pero nunca había visto una... - Las voces provienen del otro lado, pero cuando os acercais más terminan callando. El guerrero enmascarado gruñe al oir eso:- Vaya una panda de cobardes, nosotros batiendonos con las cosas de la niebla y ellos aqui escondidos como ratas...- Shinjo se encoge de hombros y le contesta:- Es normal que se sientan asustados, sino hubiese conocido a Nariko, ahora mismo estaría muerto o acurrucado detrás de lo que pareciese más solido, como están haciendo ellos-
Una voz sale de la habitación cerrada con cierto aire de duda a pesar de que intenta ser intimidatoria:- Marchos demonios, hemos hecho una barrera y ninguno de vosotros podra entrar aqui, como yo me llamo Yan de Haneda- La voz es de alguien ya mayor que tose al terminar su pequeño discurso.
El enmascarado no se andaba con tonterías eso desde luego, ya que lo primero que pensaba era lo primero que decía, aunque en este caso el que tenía razón era el muchacho. No todo el mundo sabía como afrontar una situación así, y ver como todo estaba plagadod e cadáveres, sabiendo que ellos podrían ser los siguientes era un motivo más que suficiente como para que les diera miedo hasta respirar.
- Shinjo tiene razón. Mira cuantas personas han muerto y las pocas soluciones que tenemos para arreglar estar situación.. Creo que hasta nosotros deberíamos estar tremendamente asustados.
En verdad así era, al menos por mi parte tenía miedo, pero ya había aprendido a convivir con él y a no dejar que nublara mi juicio y que mis manos no temblaran a la hora de empuñar un arma.
- No somos demonios ni criaturas de mal.. - Respondí a las palabras de aquel hombre mayor que hablaba tras la puerta. - Somos pasajeros de este barco, que al igual que vosotros, nos hemos visto envueltos en esta desvastación.. De todas formas, una puerta de metal no creo que sea suficiente para detener a los espíritus, ya que los hay que pueden atravesar hasta la pared de la fortaleza más sólida..
Tirada: 1d20(+5)
Motivo: Diplomacia? xDDD para eso no puedo usar el hacha no? jajaja
Resultado: 18(+5)=23
Tirada de diplomacia( el hombre esta muy asustado)
Si te abre la puerta entonces podras utilizar el hacha :P XDDDDDD
Shotoku descendía los peldaños mirando la oscuridad. No tenía miedo a la muerte y era eso lo que hacía que el viejo samurai no dudara ni un sólo paso. Siempre había pensado que el trabajo en grupo era mucho mejor que la gloria individual. Sin embargo, en éste caso sentía un sentimiento diferente. Esa mujer, el guerrero y el otro hombre, que parecía un samurai, desde luego estaban demostrando mucho valor. En cuanto tuvieran un momento de descanso se juró que se presentaría como era debido.
Pero había algo en ellos que no acababa de gustarle. Seguramente era el hecho de que se habían conocido en extrañas circunstancias y de una manera muy forzada. Pero el no-respeto a las tradiciones, y las ansias de gloria individual que parecían poseer a alguno de ellos, podían hacerles presas fáciles. Él no quería dejar morir a nadie, quizás eso le había llevado a ser más reservado. A lo mejor, él también parecía tener ansias de gloria individual. Nunca se sabe que es lo que esconde por dentro una persona.
Cuando les hubo absorvido la oscuridad por completo, Shotoku se dió cuenta de que se hayaban ante una gran puerta. Pero no era de madera, era de metal. Le sorprendió ver tánto material de armaduras y de armas desperdiciado en una puerta. Si alguien quería pasarla, lo haría, tarde o temprano. El guerrero les explicó que provenía de tierras lejanas. El maldito virus que había corrompido a Nipón y sus gentes.
Por unos segundos sintió ganas de tirarlo abajo, después, respiró profundamente, y se tranquilizó. Parecía que los de dentro no querían dejarles entrar, pero la monje parecía muy persuasiva en sus intentos de que les abrieran la puerta. Shotoku se hizo a un lado y le dejó a ella manejar la situación, quizás dentro, con el resto de supervivientes, sería un buen momento para presentarse y empezar a trabajar juntos,... para sobrevivir.
La puerta se abre con miedo, mientrás una voz grita:- Maldito idiota, porque la abres¡¡¡- la reconoceis como la del samurai que casi mata al campesino en la cubierta... Y pensar que eso fue hace unas horas como maximo, entre la niebla, no se puede seguir demasiado el tiempo que ha acaecido, aunque por lo cansados que estais podriais descansar una semana y no os quejariais. En cuanto termina de abrirse veis a un hombre calvo con ropa de campesino, (aunque la tonsura evidencia que sigue alguna orden ascetica) que os mira algo desconfiado, pero os permite entrar. El guerrero enmascarado deja que los dos samurais y la monje junto a su pupilo Shinjo(porque asi lo parece siguiendole a todos lados) cuando pasais al interior echa un vistazo y cierra.
El hombre sin todavia decir nada cierra, de los diferentes candados, que hay en el interior, al parecer está sala es una fortaleza, podeis ver que las maderas están reforzadas con poderosos barrotes de acero, además de la puerta de metal por la que habeis pasado. Alrededor de varias linternas se encuentran varios hombres y una mujer, que estaban escondidos detrás de los diferentes arcones y toneles que hay en la sala y poco a poco se sientan, en total hacen 5 , si contais al monje, por lo que dentro de la habitación estais 10 personas. El monje os comenta mientrás abre la marcha hasta el resto de supervivientes-Antes en el barco habia por lo menos 80 personas, ahora solo quedamos nosotros- unos cuantos rostros angustiados que os miran calibrandoos, algunos con miedo como un campesino el mismo que visteis siendo golpeado por el samurai, otros calculan de que madera estais hechos, como un hombre grande y nervudo, que reconoceis como el capitan del barco y otros con odio sin disimular, como el samurai violento. El monje os dice:- LLevamos ya casi 5 horas, según hemos calibrado según se acaban las linternas, espero que nos perdoneis si no nos presentamos primero...- Entonces un crujido horrible en el techo, y la gente se agacha un momento, horrorizadas. Pero todo pasa y el monje sigue:- No ha sido nada, supongo que lo que está afuera nos esta tanteando- El samurai que está sentando al lado de las lamparas dice:- Como si hubieses hecho algo más que pintar cosas alrededor y cantar esos malditos sutras ... Al menos ahora tenemos otra mujer ahora, que está maldita, aunque es puta, no se deja- señalando a una mujer hermosa que gruñe y le grita:- Como si ahora se te levantase, maldito cabrón- El samurai va a sacar su espada, pero el monje le toca el hombro y le increpa:- La última vez que alzastes tu espada, apunto revientan una de las paredes... ¿Recuerdas?- Y el samurai calla y vuelve a gruñir entre dientes mientras que se queda mirando las lamparas.
Todo se queda en silencio expectante, al parecer quieren que os presenteis, Shinjo dice algo nervioso:- Soy shinjo, el aprendiz de mercader y la verdad no se ni como he sobrevivido... bueno si lo se, gracias a Nariko-san- El guerrero enmascarado espera que hableis los demás antes de presentarse.
Me quedé primero mirando y observando a todas las personas que había allí refugiadas, lo que sin duda no era demasiada ayuda para lo que teníamos encima y escuché tranquilamente las palabras de todo el mundo, incluso las palabras de aquel samurai, al que como se le ocurriera tan sólo acercarse a mí le cortaría una mano y me encargaría personalmente de que no pudiera utilizar más lo que tenía entre las piernas, pero no le respondí, tan sólo le eché una mirada reprovatoria por sus palabras, ya que tras haber visto su comportamiento, tan sólo le podía preguntar que qué era lo que hacía un valiente samurai escondido como las ratas cuando una espada sería útil ahí fuera, pero eso, claramente lo consideraría una ofensa y no era un buen momento para buscar más problemas, aunque no me faltaran ganas, ya que me sobraban los que íbamos acumulando.
No me pasaron desapercibidas las amables palabras de Shinjo, al que al final iba a acabar cogiendo cariño debido a que era capaz de hacerme sonreir, aunque mi rostro no lo mostrase, incluso en esos momentos. Todos necesitábamos palabras agradables o ánimos aunque no lo demostráramos.
- Fuera las cosas no pintan nada bien, pero me parece que quedarse aquí encerrado es tan sólo esperar plácidamente a la muerte sin pelear.. - Dije tratando de buscar algo de valentía donde seguramente no quedaba ni un ápice de ella.
Shotoku entra con lentitud. Mira a su alrededor. Le recuerda una vez, tratando de salvar a varias familias de refugiados durante un enfrentamiento de samurais que les había cogido en medio. A final la historia fue triste, porque no consiguieron salvarles a todos. Pero ésta vez tendría que intentar que acabara de manera distinta.
Quizás el único que le daría un poco más igual era el samurai estúpido. Todos los que estaban en el barco, estaban marcados de algun modo.
- Soy Shotoku. - Hace una inclinación perfecta hacia adelante, después hacia sus compañeros - Siento mucho no haberme presentado antes. Eran momentos complicados.
Mira a todos, mientras se levanta.
- Están siendo juzgados. Si se comportan de una manera adecuada, quizás serán perdonados. Si no se comportan como deben - mira al samurai - entonces no podremos hacer nada por salvarles. Pues, aunque salieran vivos de éste barco, su alma estaría condenada.
Después se fija. Son hombres asustados, ancianos,... Son débiles. No pueden protegerse.
- Yo creo que es una buena idea que se queden aqui. Sin embargo, todo aquel que se vea a sí mismo en posición de defenderse, debería de tratar de ayudar a los demás.
Perdón por la tardanza, es que pasé por la partida en un momento en que no podía postear, y después se me había olvidado.
Todos se quedan mirando a Shotoku y el suspicaz capitan del barco comenta:-¿ Y tú como sabes todo eso?- Quizás decir lo que está pasando, que ya de por si parece bastante irreal a unas personas que están de los nervios, no haya sido muy buena idea, pero el monje que parece tener la confianza de casi todos los demás pega un pisoton y dice:- Después hablaremos más claramente, pero primero las formas, si el mundo está loco, y nos volvemos como animales, solo empeorara- Los demás del pequeño grupo de supervivientes suspiran y a pesar de un "como si sirviera de algo" en susurros del samurai, todos los demás acatan la opinion del monje y esperan a que se presente el resto de vosotros. El joven espadachin se presenta, sin hacer ninguna reverencia ni esperandola-Me llamo Jubei, y soy bueno con la espada, poco más interesa en está situación, no os parece, si no somos capaces de defendernos, de poco serviran estas presentaciones...- A lo que el enmascarado asiente con la cabeza, y dice después del samurais:- Yo no me presento, quiero ganar el olvido, pero no sera en la muerte ni en este barco donde los alcanzare, ¿Necesitas algo más monje?- El monje frunce el ceño y os dice sin demasiados miramientos:- Parece que tambien habeis sobrevivido un grupo muy variopinto como el nuestro...-
La mujer se levanta la primera, es una mujer bella, aunque os dais cuenta de que está sin maquillar y su rostro tiene evidencias de haber estado llorando mucho tiempo, os hace una pequeña reverencia:- Si tengo que morir, al menos que sea entre gente conocida, me llamo Hitomi y soy una prostituta, pero en viaje por los templos para pedir por el descanso de mi familia. Por lo que no me abro de piernas por dinero a nadie- Los demás no pueden dejar de mirar algo divertidos al samurai, que la mira con odio, pero viendo la situación no podría manejar la espada del miedo que tiene. El samurai os dice:- Pasad, no necesito presentarme entre ronins, y heimin, puede que este en esta situación pero tengo mi orgullo, algo que no podeis decir lo mismo- y sonrie con maldad.
El campesino, un tipo flaco con un traje pobre, pero nuevo, que ahora esta manchado de sangre. Se levanta con algo de esfuerzo, y finalmente os hace una reverencia:- Os recuerdo señores, por haberme protegido a pesar de ser un simple campesino- dedicandoosla a Shotoku y a Sung-Me llamo Henta, y ... iba con mis compañeros a la feria a vender las sedas que fabricamos, cuando paso todo esto, ahora todos...- Se muerde los labios y se sienta pero de lado aunque podeis ver que sus ojos estan rojos, del esfuerzo de no llorar. La mujer le pone la mano en el hombro y le consuela:- Tranquila Henta, asi no haras que vuelvan...- El samurai se rie a carcajadas, pero no dice nada, hasta volver a mirar la lampara del centro, como pasando de todo lo de su alrededor.
El capitan se levanta, es un hombre con muchas cicatrices y bastante musculoso, que lleva con cierto orgullo, se apoya en un tetsubo para levantarse y os dice:- A vosotros ya os conoci al principio del viaje, aunque no creia que tendriamos que hablar de tu a tu, soy Toshiro, y soy el dueño de este barco y su capitan... Aunque ahora os lo venderia por un zeni.- Ahora dirige una mirada penetrante a Shotoku y le pregunta:- ¿Y bien, que demonios es eso del juicio? si se puede saber.-
- Yo sólo digo que si os estais protegiendo, es de algo. Ese algo no es una persona o un pulpo gigante. - Shotoku mira a su alrededor. No era fácil decir la verdad, pero al fin y al cabo, tenían que saber tarde o temprano a qué se enfrentaban. - Son huellas de los dioses. Es una prueba. Aquí no hay rangos, ni diferencias,... todos somos personas, todos somos iguales,... y todos somos juzgados. Solo aquellos que se arrepienten, solo aquellos que saben porqué razón están siendo juzgados, encontrarán el camino para salvarse.
Shotoku mira al resto, con especial atención a la prostituta.
- Llegarás al final de tu viaje. - mira al resto - al igual que vosotros. Si entendeis mis palabras, sólo habrá que defenderse de un "animal" - dice ésto con cierto tono, para que se sepa perfectamente de que habla - Si no lo haceis, la pelea será mucho más dura, y posiblemente con peores consecuencias. Pues no hay nada peor que enfrentarse a las sombras de uno mismo.
Volvíamos a estar con todas las tonterías de los formalismos, y todo, para que alguien pudiera decir que era más que alguien o que tenía el ombligo mejor puesto. Me repateaba en el alma que intentaran ser más que alguien por el mero hecho de haber nacido en una familia que lo único para lo que tendrían que doblar la espalda era para aprender a usar un arma, y así, decir que ellos eran más, simplemente por el hecho de no haber tenido ninguna otra necesidad que no fuera la de tener todo el tiempo del mundo para aprender.
No hice ningún comentario, ya que decir lo que pasaba por mi mente en aquel momento hubiera sido considerado un insulto y de los que no se pasan por alto, así que me mantuve en silencio mientras se producían las presentaciones. No iba a darles el gusto de comportarme como debía hacerlo, a fin de cuentas, me importaba una mierda como acabase aquel samurai que desde que se había montado en este barco estaba pidiendo a gritos que alguien acabara con su vida.
- ¿ Saber por qué estamos siento juzgados? Me parece que todo tiene que ser más complicado que eso, pero bueno, si ellos se lo creen es eso que tenemos ganado, quizás se tranquilicen un poco y puedan ser de alguna utilidad.
Mirando de reojo con la cabeza agachada dejo que mis compañeros mas dicharacheros se dirijan a los superviventes, no parece que tenga opcion de quedarme con ellos, y la verdad vista la situación casi prefiero enfrentarme a las autoridades, estas personas aqui encerradas en una habitación con una unica salida... es como comida dentro de la despensa, quizas por eso siguen vivos, moriran cuando tengan hambre.
Miro de nuevo al grupo, somos pocos y disgregados, pero al menos no morire en un baño de sangre sin saber que tripas son mias y sin poder luchar por la falta de espacio y el caos de la gente.
Sin decir ni una palabra relajo por fin mi mano sobre la empuñadura de mi katana y alzo mis gafas empujandoles con el dedo por la union del centro, ahora me vendria bien un poco de meditación, pienso para mi mientras suspiro y rememoro el combate arriba en la niebla, viendo en que falle tecnicamente y como podria mejorarlo.
El monje se sienta en una parte del circulo de luz que han creado con las lamparas, y abre un pequeño zurron- Descansar un momento, quien sabe si tendremos otro momento para hacerlo- Shinjo se sienta de buenas ganas dejando un espacio para la monje, os dejan espacio para que os senteis. El samurai refunfuña y se levanta:- Me ire a dormir a un rincon, hacer como querias...- Y se interna en la oscuridad, con lo que la gran mayoria suspira como si se alejase una tormenta, vosotros os sentis seguros, pero en esta habitacion tuvo que haber una buena por culpa de ese hombre, pues es el unico que estaba armado. Los crujidos cesan, ya nada presiona la habitación reforzada. Hitomi que esta mirando una de las lamparas que empieza a titilar, con lo que terminara apagandose dentro de poco comenta:- Si los dioses nos estan juzgando... ¿Porque a nosotros?- Esta pregunta resuena en el silencio y a excepcion de unos ligeros ronquidos provenientes del samurai.
De repente, unos pasos suenan en el exterior, corriendo y tropezandose, una voz suena afuera desesperada la de una chica joven:- Que alguien me ayude por favor... no quiero morir... Buda no quiero morir sola...- Henta el campesino levanta su cabeza y dice:- Es Kaoru... es su voz, pero no puede ser, yo la vi morir devorada...- y se tapa la cabeza mientrás que los gritos de la chica aumentan en intensidad, tal parece que alguien estuviera destripandola viva afuera de la habitación. Henta termina gritando fuerte la cancion que estuvo cantando para todos sus amigos en la cubierta del barco, a tal intensidad que resuena por toda la habitación. Pronto todo termina. Y el monje os mira sombrio y dice mientrás agarra su collar de cuentas con el que lleva el numero de rezos:- Otra cosa que no os había dicho es que ademas de los demonios, los muertos nos visitan para que salgamos afuera... Pero si seguimos aqui tambien moriremos, de una forma u otra terminaremos perdidos si no hacemos algo- Hitomi coge entre sus brazos a Henta que cabecea todavia por el shock. Con uno de sus espasmos una de las lamparas se cae y su aceite segun se derrama arde. El capitan se levanta para aplastarlo con sus chanclas antes de que el fuego se arraiga cuando ve que el aceite se queda formado una sola palabra que lee en voz alta...
Katachi... la forma o la apariencia de algo.
Shotoku toma asiento.
Mira a cada uno de los presentes, sin vacilar en su expresión. Nadie puede saber qué piensa realmente el ronin. Independientemente de que lo que estaba diciendo fuera a sus ojos verdad o una simple estratagema, no era lo importante. Él quería entenderlo asi, por ahora. Era lo único que conseguía traer esperanza, y si sobrevivían, quizás sirviera para que la gente se comportara de otro modo.
Respondió a Hitomi sin vacilar:
- Nosotros siempre hemos adorado a los Dioses, Hitomi. El pueblo siempre ha sabido guiarse por su senda gracias a las enseñanzas que nos dejaron en el pasado. Ahora, todos o casi todos les estamos dando la espalda. Estamos renunciando a nuestras tradiciones, abriendonos a las comodidades que ofrece el mundo occidental. No nos estamos dándo cuenta de que nos estamos condenando a nosotros mismos. Ésto es sólo un ejemplo. El bien y el mal están en todos lados. Siempre, a nuestra diestra y siniestra, por ello, debemos saber escoger. Hay que visualizar la senda de nuevo. No debeis temer de "eso" que está ahi fuera. Eso se puede derrotar, el problema está en saber usar el arma adecuada. Si no estas limpio por dentro, si no sabes realmente por qué estas siendo juzgado y no te arrepientes de ello, serás la primera víctima de "esa cosa".
Cogio aire. Su postura de medio loto le ayudaba a concentrarse. Escuchó los gritos de Kaoru, pero creía las palabras de Henta. Sólo aquel que se sinitera culpable de la muerte de Kaoru, correría a abrir la puerta. Si estaba muerta, lo estaba. Y no merecía la pena poner en riesgo la vida de todas aquellas personas sólo por un supuesto.
Las señales se hacían cada vez más claras. Shotoku se internaba en sus meditaciones buscando algo que le orientara a lo que debía de hacer a continuación. Quería salvar a todas aquellas personas, pero no había ningún indicio que le dijera qué tenía que hacer.
Depie y de espaldas al grupo sentado intento permanecer alejado de la luz lo mas posible sin renunciar a la protección del grupo, no se si existe o no un dios, esas cosas no me interesan. Pero esta claro que hay demonios en el barco.
La unica opción que tenemos es abrirnos paso hasta el timon e intentar poner rumbo a tierra firme, cualquier destino es mejor que morir aqui en el mar rodeado de demonios.
- Esperar a que pase la tormenta nunca ha sido mi estilo. - Digo de forma cortante, aun mirando a la nada de espaldas al grupo.
- Debemos tomar de nuevo el control del navio y poner rumbo a tierra firme, aqui solo retrasamos lo inevitable... Morir de hambre o morir devorado.
Giro sobre mi mismo permaneciendo en las sombras mirando al grupo.
- Los demonios se abren paso atraves del barco y no solo por las puertas, tambien es cuestion de tiempo que penetren aqui por alguna abertura, debemos actuar.
Quizas estaba un poco impaciente, más de lo que habia estado hasta ahora, o quizas las palabras del ronin habian hecho mella en mi.
Aquella situación no iba a ser sostenible demasiado tiempo, más que nada porque o acabábamos locos o muertos, o primero una cosa y después la otra. Por otro lado, Shinjo también había dicho algo con bastante sentido y era que si queríamos hacer algo o intentarlo, debíamos descansar e intentar estar en las mejores condiciones posibles, pero la dificultad residía en poder pegar ojo..
- Pues o salimos de aquí y vamos ya a averiguar donde encontrarlo y deshacernos de él antes de que el se deshaga de nosotros o pensamos en ponernos a descansar, pues cansados seremos aún presas más vulnerables..
No creí necesario decir nada más, ni tratar de convencer a aquella gente de lo que ya no se les podía convencer, pues me parecía que menos ayuda de ellos íbamos a poder obtener cualquier cosa, como que fueran ellos mismos los que se alzaran contra nosotros si se les iba lo suficiente la cabeza..
Todo se sume en silencio como si fuera una tumba ante lo que ha comentado el samurai shotoku y lo que ha pasado en el piso, pues evidentemente ningún aceite termina cayendo de una forma tan peculiar para formar una palabra sino hay un influjo extraño en ella. Las posiciones están divididas entre descansar un momento para que podais estar preparados a cualquier peligro después como sugiere la bella monje o el samurai Shotoku, o en su defecto salir ahora y prepararos para vuestro destino como ha sugerido el impulsivo samurai Juhei. Al respecto dice Hitomi mirando Juhei: -Yo no soy una guerrera y no creo que los que lo son de esta habitación vayan a querer hacer algo más que esconderse entre las sombras- El samurai que duerme en la distancia gruñe en sueños como si lo hubiese oido, pero se remueve para volver a dormirse. El capitan dice:- Yo he combatido con criaturas del mar y piratas... pero esto... me supera en mucho-
El monje que esta examinando las palabras le dice a la monje:- Nariko-sama, tengo que preguntarle algo, ¿Ha traido ingredientes para exorcismos o protecciones? Pues los embites de los seres de ahi afuera están deshaciendo las que he impuesto a esta habitación, pronto estaremos desprovistos de todo... Si al menos tuvieramos más sal, al menos podriamos hacer más circulos de protección alrededor de la habitación- El capitan se pone ceñudo y dice ante la propuesta del monje:- No se como nos podra defender un poco de sal, pero tengo unas cuantas tinajas llenas de sal para si tenemos que salar alguna captura de pescado. Esta en esta misma planta detrás de la puerta de la izquierda que lleva a donde conservamos los alimentos.- Entonces algo cruje y caen las maderas sobre la habitación armada, y algo empieza a andar sobre ella, como si tubiera varias patas y anda alrededor de vosotros como si estuviera sopesando la fortaleza de la sala. Antes de que vuelva no oirse nada...
Sal la verdad es que no tenía y bueno, yo tampoco es que fuera la más dada a rituales. Además, la mitad de lo que conocía tampoco es que me fuera de mucha utilidad ya que en un barco así, siempre sabíamos por dónde vendrían a atacar, porque se escuchaba todo, el único problema es que nunca sabíamos a lo que podíamos atenernos.
Pensé por unos instantes y luego le tendí una de mis bolsas aunque no sabía si le serviría al menos por el momento, y eso, que aún no me fiaba de aquel hombre.
- Tengo ceniza de leña de cerezo, espero que al menos sirva de algo por el momento. Iré a buscar la sal.. ¿ alguien me acompaña?
Me quedé observando a los allí presentes, quienes como yo, estaban escuchando como algo comenzaba a pasearse sobre sus cabezas.. cosa no demasiado agradable.
- Traeremos la sal y al menos podremos descansar un raro.. Una cabeza descansada funciona mejor..
Shotoku no dudó un instante en dar un paso adelante. Suponía que todo resistiría, pero siempre era más fácil para ellos descansar, si pensaban que estaban protegidos mediante alguna clase de sortilegio. Él creía en los dioses, y consideraba que su alma ya estaba salvada, y que lo peor que le podía pasar era la muerte, que en realidad no era tan mala. Asi que él iba a dormir igual. Sin embargo, entendía que tenía un motivo en la vida, y se negaba a rendirse sin más. Ayudaría a esa gente, y les haría ver el gran error que estaba cometiendo su país.
- Yo te acompaño Nariko. Por mi honor y por mi fuerza que daré todo lo que sea necesario para ayudar a ésta gente. Lo juro. - Un juramento no se hacía a la ligera, pero ahora era un motivo para Shotoku de seguir adelante. Quien dudara de sus palabras, pues allá él. Sólo sabía que el juramento era una cuestión para con uno mismo, y para él... era suficiente.
Jin apoya su mano firme sobre su empuñadura forzando a la espada ha hacer algo de ruido, la hoja permanece dentro de la vaina y el samurai da un paso al frente. Decidido.
- No sere el covarde que alienta salir y luchar para luego quedarse atras, contad con mis habilidades para esta tarea, juntos tendremos más oportunidades.
Recordando el juicio que se avecina Jin camino junto a Nariko y Shotoku, si le estaban juzgando queria enfrentarse a su destino lo antes posible.