Partida Rol por web

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Despiertas, te duele la cabeza, abres los ojos, estás en un hospital, eso lo sabes, y por alguna razón sabes que no es el primero en el que estás, sabes leer, escribir, pero…

No recuerdas quien eres, ni tu nombre, ni tu edad, ni donde vives… Nada del pasado.

Notas algo en la cabeza tienes una venda que rodea tu frente, más allá estás en una cama, en una habitación en la que sólo estás tu, no se escucha nada, tienes un gotero conectado a tu muñeca, de la pared cuelga un botoncito de esos de llamar a la enfermera.

Se escuchan voces a lo lejos, posiblemente de otra habitación del hospital, si tratas de recordar algo lo único que consigue es dolor de cabeza.

Abro los ojos. El techo se aparece ante mí como primera visión lo que me hace saber que estoy acostada. Giro la cabeza y veo un tubito saliendo de mi muñeca.

"¿Suero? Es eso?"

Miro que hay un botón a mi lado.

"Eso es para llamar a la enfermera... sí. ¿Es un hospital? ¿Qué hago en un hospital si yo...?

Noto la venda que está sobre mi frente, la toco apenas pero nada más. Tengo miedo de hacerme daño. Se oyen voces cercanas.

"...yo..."

La desesperación me llega rauda como un tren.

"...¿Quién soy? ¿Cómo me llamo? ¿Qué hago aquí?"

-Ayu...da.

Murmuro y la voz me sale tan baja que parece un susurro de fantasma. Entonces estiro mi mano para tomar el aparatito con el botón y presionarlo. Todo el tiempo me obligo a respirar pausadamente, a controlar el aire, porque... a esta altura es lo único que puedo controlar.

Aunque hubiese herida justo donde tocaste, el contacto con la venda es tan fugaz que apenas te da el tacto como para comprobar la rugosidad del material.

Pulsaste el botón y se encendió una lucecita sobre tu cama, probablemente le salió el avisa a la enfermera de planta ¿Dónde estabas? ¿Cómo habías llegado hasta aquí? Te sentías un poco agarrotada físicamente, pero a poco te ibas desentumeciendo.

En ese lapsus viste que una cortina que apenas dejaba pasar la luz te indicaba que era de día, aunque imposible saber la hora, escuchaste unos pasos y la puerta se abrió, apareció una mujer, si, debía de ser la enfermera – Vaya, pero que tenemos aquí, la bella durmiente se ha despertado...

La enfermera sonrió y se acercó, te tomó de la muñeca para controlarte el pulso y mira su propio reloj de pulsera – ¿Cómo se encuentra? Su marido se va a alegrar mucho, se pasa las noches aquí a su lado... Ahora mismo le llamaré
¿Marido? No... No recordabas ni que estuvieses casada...

La enfermera me habló con una voz tranquila. Era una joven de cara amable, y que tenía esa mirada de aquellos que saben que en el peor momento lo mejor es conservar la calma. La poca luz que entraba desde las cortinas me indicaba que era de día pero no tenía más información.

Sonreí ante el comentario de bella durmiente.

-Es bueno saber que al menos soy linda, digo... no recuerdo tampoco como soy.

Entonces caí en la cuenta de que me dijo algo de mi esposo. No sabía nada de mí, en este momento me podría haber dicho que era una mujer médico de la OMS que sería tan cierto o falso como lo otro.

-¿Esposo? ¿Tengo esposo? No... no sé nada de mí.

Me llevé las manos a las sienes, aunque no me animé a tocarlas.

-No recuerdo nada de mí, enfermera... No, nada. Ni mi nombre, mucho menos que estoy casada...

No pude evitar sollozar aunque no quería hacerlo, pero me estaba desesperando. Cuando desperté pensé que quizá con el correr de los segundos me vinieran cosas a la mente, pero ahora estaba igual que hace unos momentos.

-¿Cómo me llamo? 

- Si, claro que es linda, que tonterías dice... – Pero cuando proseguiste hablando lo entendió, ladeó la cabeza y frunció levemente el ceño tras tu evidente falta de recuerdos – Vaya, parece que tiene amnesia, pero no se preocupe, es normal, ocurre en muchas ocasiones en las que hay traumatismo craneal, recuperará la memoria, tan sólo intente estar relajada – Aunque por su cara no sabías si lo de "es normal" lo dijo de verdad o sólo para tranquilizarte.

- Lleva una semana inconsciente y si, está casada - La enfermera apuntó algunos datos en su portafolios – Se llama Susan, Susan Stern, lo ponía en su documentación y así pudimos localizar a su marido, voy a llamar al médico, mientras le atiende telefonearé a su marido

-Susan...

No me sonaba. No me sonaba el nombre, ni tener marido, ni haber tenido un accidente porque seguramente eso me había pasado. 

Intenté sentarme sobre la cama.

-Ay... me duele un poco el cuerpo.

Dije, pero podría ser por estar tanto tiempo recostada. No sabía, estaba nerviosa, y tenía miedo. 

-Yo... yo... 

"Yo no puedo creer que no recuerde nada. Yo me siento como un papel en blanco. Yo no me siento una Susan, no me siento una esposa... no entiendo nada."

-Yo... ¿puedo beber algo de agua?

Era mejor no decirle todo lo anterior a la pobre enfermera que solo intentaba ayudarme.

La enfermera se marchó con paso apresurado – Ahora se la traigo, voy a avisar al doctor… - Escuchaste como se marchaba por el pasillo, pasados pocos pero inquietantes minutos entró un doctor, por su apariencia no había duda, él mismo te traía un vaso de agua.

Negó ligeramente con la cabeza – Susan… Es pronto como para incorporarse… Tome puede beber, me ha comentado la enfermera sus problemas de memoria, déjeme que la examine un momento – Acercó una linternita a tus ojos y los examino de diversas formas.

- Bien, le haremos unas pruebas, pero lo que le sucede es normal en los traumatismos craneales, la mayoría de pacientes recupera la memoria en pocas horas, lo más importante es que permanezca relajada ¿Me ha comprendido?

Pronto vino un doctor con un vaso de agua que bebí de a sorbitos. Me explicó sobre mi falta de memoria, como que era algo que podía pasar en un traumatismo craneal. "Eso, es... bueno. Normal, es algo que esperar, lo,que quiere decir que no debería tener miedo".

Me acercó un aparatito a mis ojos, de este salía una luz que me en cegó por unos momentos, pero era un ojo a la vez y parte del proceso, de mi ayuda.

-Gracias por el... el vaso con agua. No creo recordar un agua tan refrescante, claro que tampoco recuerdo lo demás. -Quise hacer un chiste, algo que me quitara ese vahído en el estómago, me sentía como perdida. Mucho.

-Yo... Susan, así me llamo dijo la enfermera. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Cómo es el tratamiento?

"¿Dónde vivo? ¿Quién soy?"

-Me dijeron que mi esposo, que teng...

Llevé mis manos a la frente, bajé la cabeza y me quedé callada. No podía empezar a expresarle a mi doctor lo desesperante de ser una hoja en blanco. Pero él me había hecho una pregunta y yo quería cooperar.

-Lo he entendido, sí... Relajada...

- No se esfuerce por recordar, los recuerdos vendrán solos – Te dijo el doctor, pero claro, era más fácil para él decirlo, la sensación de no recordar era más bien angustiosa.

- Le fue practicada una operación hace unos días y todo fue aparentemente bien, pero ahora que está consciente le voy a realizar un TAC para confirmarlo, si lo vemos todo correcto creo que le podemos dar el alta en veinticuatro horas ¿Cree que puede caminar o llamo a un celador para que la lleve en camilla? – Te preguntó, no estabas mareada, solo te dolía un poco la cabeza, y por lo demás seguías sin recordar nada de tu identidad, ninguno de los tres nombres que te dijo que podían ser de tu marido te sonaba.

El doctor me dijo de una operación, y luego un Tac. Lo primero ya estaba y no me sentía realmente mal. No tenía aún el menor atisbo de memoria, ni siquiera de mínimos fragmentos... No. Pero no era bueno pensar, todo vendría sólo.

-Creo que puedo caminar, prefiero tratar.

Esperando que el médico me dejara hacer el intento, con lentitud saqué la pierna derecha e intenté apoyarla contra el suelo. No podía darme el lujo de no tratar. Y si mi cuerpo aún no poseía el control o coordinación necesarios, pues pediría que me lleven.

"Creo que no soy orgullosa, puedo aceptar una mano. Vamos, te han dicho tres nombres y ninguno te suena. No evadas la pelota".

-No... No reconozco los nombres que me ha dicho. Lo siento. No me suena ninguno... no....

"Nada, ¿estarán seguros de que estoy casada? Tendré que... ¿tendré hijos? ¿Quien es él? O peor aún, que tal si nunca recuerdo."

Sabiendo que pensar más sería peor, me enfoqué en tratar de levantarme de esa cama.

Si algo hizo que al levantarte y caminar titubeases un poco, fue la confianza para hacerlo, pero en cuanto viste que no había mayor problema poco a poco te fuiste afianzando. Además podías usar la barra metálica con ruedas que sostenía el gotero a modo de bastón.

Lo acompañaste hasta la sala donde estaba el TAC, te acostaste en el enorme aparato y te dio las instrucciones pertinentes hasta que finalizó todo el proceso, en poco volvió el doctor junto a ti.

- Los resultados estarán en unos minutos, la acompaño a la habitación de nuevo.

Al entrar esta vez viste que allí había alguien, estaba la enfermera con él, por suerte debía de haberlo preparado un poco con lo que te pasaba.

- Susan… - Susurró – Susan, soy Jack ¿Te acuerdas de mi? Soy tu marido… - Su voz parecía a punto de quebrarse, se acercó a ti y te tomó de la mano mientras sus ojos se humedecían.

Tanto la enfermera como el doctor os dejaron a solas, os dijeron que si necesitabais algo llamarais con el botoncillo.

Me acompañó el doctor a hacer el Tac. Me recosté y cerré los ojos mientras el proceso se llevaba a cabo: quise pensar, pero no venían imágenes. Seguía siendo todo como una pizarra blanca. Así que me enfoqué en serenarme y respirar acompasadamente. Pronto el estudio finalizó y volvimos al cuarto. El palo metálico del soporte de mi aparato de suero me servía de andador.

Fue allí que mis ojos de almendra se posaron en los suyos que eran azules, y grandes y estaban llenos de dolor. Me saludó, era mi esposo. Eso decía él y mi cabeza no conectaba su rostro con un nombre o, peor aún, con una memoria.

-No... lo siento. No...- el doctor había salido para darnos privacidad así que no podía pedirle una mano con esto. - No puedo recordar nada. No te conozco.

"Lo estoy hiriendo, no quiero herir a nadie. Es sólo que no puedo mentir. Él es sólo un rostro, guapo sí, pero no más."

Había tomado mi mano y su tristeza era genuina, me obligué a hablar más, a aclararme.

-No quiero lastimarte, quizás si me dices más...lo siento.

Jack te sonrió tímidamente, o mejor dicho, pues viste que tragaba salva, buen indicador de que le estaba costando – No… No tienes que disculparte – A continuación un tenso momento, él se había quedado rígido como una piedra.

Dio un par de pasos para acercarse a la cama y se sentó allí, miró un momento al suelo y frotó con rapidez el pelo de su coronilla pasando luego su mano hasta la nuca y luego volvió a sonreír – Lo recordarás, lo importante es que estás bien, te ayudaré, quizás cuando veas donde vivimos o… a nuestros hijos… - ¡Tenías hijos!

De pronto te vino un Flash, pero solo fue auditivo, un bebé lloraba, pero fue muy lejano, pronto desapareció esa sensación.

Vi sus gestos nerviosos, pero en su mirada había cariño. Me dijo que no me preocupara, que todo llegaría. Luego mencionó nuestra casa y a los hijos.

"¿Soy mamá?"

Me quedé mirando la nada porque en ese momento por mi mente cruzó un sonido, uno lejano. Junto con éste vino una imagen: la de un bebé llorando. El llanto era sonoro porque mi mente juntó "el audio" con "la imagen" y se me hizo un recuerdo. Pero duró apenas instantes.

-Yo... ¿es un bebé?

Bajé la cabeza, tomé asiento a su lado y sonreí, aunque no era una sonrisa alegre; porque junto a la alegría de ese pequeño fragmento, ínfimo, estaba el dolor de saberme perdida. Aún no recordaba nada.

-Nada... mejor que... coopere. El doctor dijo que todo podría ir volviendo. Dijo eso, hace un rato.

"Dijo ´hijos', habló en plural. No sé cómo voy a lidiar con esto... no sé cómo él lo hace..."

-Entonces... se... sí. No sé cuándo tengo el alta, pero... debo sí... ir a casa.

"Casa... dónde sea eso... lo que sea eso. Debo intentarlo, sí".

Un atisbo de sonrisa floreció en su rostro - ¿Recuerdas algo?

Cuando te sentaste el se puso de cuclillas a tu lado y se aclaró la voz - Bueno, están ya creciditos… Noa y Ricky de 7 y 3 años – Por el momento no recordabas más al respecto, pero sin duda y pese a la frustración, el primer recuerdo era una buena señal.

Estabas llevando todo al menos con bastante tranquilidad lo que ayudaba a suavizar bastante el ambiente - ¿Quieres que busque al doctor y le pregunte cuando te dan al alta? – Se mostró dispuesto a ayudar

Su expresión cambio cuando nombré lo del bebé, se distendió un poco. Me habló sobre ellos, me dijo que estaban creciditos, que ya tenían 7 uno y 3 el otro.

Me dieron ganas de llorar, porque ¿qué pasaba si nunca me acordaba  de antes, de cuando los tuve? Me aterraba no poder recordar mi vida anterior: y no sólo sobre mis hijos...

-Dile, sí, pregúntale al doctor si me da el alta, por favor. Gracias...

"¿Tengo padres? Y si los tengo, ¿no deberían venir a verme?".

No dije nada, no pregunté a mi esposo por ellos. Me parecía demasiado. Prefería esperar tener el alta e ir a casa, con la esperanza de que todo fuese volviendo o de no perder la cordura de camino.

Tu marido fue a buscar al médico y te quedaste a solas, te diste cuenta que te resultaba muy incómodo estar sola, como si algo malo te pudiese suceder, necesitabas tener a alguien cerca, alguien que supiera quien eras.

Por fortuna no tardó demasiado – Dice que como acabas de recuperar la conciencia que quieren que estés veinticuatro horas en observación, y si las pruebas que te hicieron salen bien mañana te darían el alta.

Suspiró y se sentó contigo en la cama – Te haré compañía esta noche si lo deseas

Lo deseaba mucho porque me daba miedo estar sola. Era al menos alguien que me conocía, y quería, y yo necesitaba eso. Porque no tenía nada, no era nadie, sólo lo era a sus ojos pero a los míos... Aún nadie.

-Sí, por favor, quédate. No quiero estar sola y me gustaría saber más de mí, de nosotros.

Tomé su mano un momento pero la retiré rápidamente porque me sentía incómoda. No por su persona, sino porque yo no tenía una relación aún en mi cabeza. Era como darle la mano a un extraño.

-Perdona, es difícil... dime algo más. ¿Yo tengo padres? Y si tengo, ¿por qué no han venido a verme

Me pasé la mano por el espeso cabello negro que tenía, y comenté.

-Espero que no sea debido a que he sido una mala hija. 

Jack asintió dando a entender que no le suponía un esfuerzo quedarse, aunque lo de dormir en un butacón no debía de ser lo más cómodo del mundo.

- Antes de que te vayas tendré que pasar por casa para conseguirte algo de ropa, pero lo puedo dejar para mañana, no hay prisa

Notaste como suspiraba cuando apartaste tu mano de la suya, pero no hizo ningún comentario al respecto – Lo siento, tus padres fallecieron hace tiempo – Vaya, seguramente ellos habrían podido aportar muchos detalles de tu infancia…

Se levantó de nuevo de la cama para buscar su sitio donde pasaría la noche – Será mejor que descanses, trata de dormir un poco, yo estaré aquí, quizás mañana recuerdes más cosas.