Partida Rol por web

El cuarto doctor agitó el sombrero a modo de saludo y le ofreció un puñado de sus gominolas. Puede que a otros doctores les resultase exasperante, pero desde luego, era lo mejor que podía hacerse cuando uno se presentaba en situaciones incómodas. Y es que, por muy hermosa que fuese la mujer chorreaba sangre. Y no por los sitios correctos, que hubiese sido igual de sorprendente pero menos inquietante, aunque no parecía manifestar ningún dolor. De no ser por las ropas descuidadas, Tom hubiese pensado que acababa de alimentarse, pero aquel aspecto desaliñado podía apuntar a otra cosa.

—Buenas noches, señorita, espero que no le molestemos en este lugar tan hermoso ¿Se encuentra bien? Parece algo cansada y también ensangrentada, si me permite. 

Aquello sí que era raro, que todos los destornilladores se sincronizaran. Era como si de pronto todos fuésemos uno... aunque afortunadamente no lo éramos, porque lo último que me apetecía era fundirme con Peter y Missy. Argggg. Solo en pensarlo se me retorcían los dos corazones.

Pero no venía mal que eso ocurriera porque así pudimos obtener una dirección, un lugar al que dirigirnos para recuperar lo que por derecho nos pertenecía.

-Bueeeeno, yo creo que siempre es mejor hacer acercamientos directos. Al menos tardas poco -le dije a Erasmo, que parecía no tener claro por dónde ir. 

Al final, seguimos al pobre hombre como si fuésemos los siete enanitos del cuento, que en realidad no eran siete sino bastantes más, aunque el cuento lo redujo porque el cerebro de un niño no es capaz de gestionar a millones de personas hablando al mismo tiempo y diciendo cosas demasiado diferentes. Pero en fin, fuimos todos detrás de él hasta llegar a un extraño y fantástico lugar que parecía sacado de alguna clase de sueño completamente irreal.

-No está nada mal el lugar -dije, haciendo un análisis con el destornillador, a mi alrededor.

Seguimos las instrucciones al pie de la letra y cuando llegó aquella mujer, resultó difícil permanecer con la boca cerrada. Era verdaderamente hermosa, pero no solo de una manera física, sino más allá del tiempo y el espacio físico. 

La mujer se percató de nuestra presencia y saludó a Erasmo. Yo buceé en sus ojos, adentrándome en algo más que lo que podía verse, buscando cualquier elemento fascinante que hubiese en su interior. Sin apartar la vista de ella, permanecí en silencio, esperando lo que pudiera decirnos.

El tercero sonrió impotente cuando observó a su amigo doctor dar gominolas. Al principio iba a juzgarle ¡pero que demonios! había demostrado con creces que sus dotes persuasivas con ese veneno azucarado había sido más que efectivo.

Entró en escena un nuevo personaje, bastante radiante en cuanto a belleza y con un aura de sosiego que apaciguó el temple del grupo. Erasmo fue cortés y el resto no debía ser menos.

—Un placer estar en vuestra ciudad, venimos a ayudaros con la noble de nuestras intenciones con el beneplácito del Sr. Erasmo —dijo cordialmente mientras hacía una reverencia y manteniendo las distancias para que el verdadero portavoz del grupo tomase las riendas.

Esta misión se había convertido claramente en una relación mutualista: ambos nos necesitábamos, ellos para resolver su problema con las vibraciones y nosotros para usar ese artefacto como herramienta para solventar los nuestros.

No, no entendía a las mujeres y menos a Missy y eso que siempre había sido un hombre. Si lo pensaba fríamente... no, mejor no pensarlo o no volvería a tocarla en mi vida. Y es que tras lograr que todos los destornilladores tomasen la frecuencia correcta, Missy volvió a mi lado y entrelazó sus dedos con los míos después de aquel feo gesto que me dejó descolocado.

No dije nada, no hice nada salvo caminar de su mano. No quería abrir la boca y estropear nada, porque estaba claro que había habido algún problema de comunicación entre ambos, uno que me llevó a enojarme demasiado.

El paseo me calmó al menos y finalmente cedí ante lo que sentía por Missy y con mi pulgar acaricié el suyo al tiempo que llegábamos a nuestro destino. El lugar era verdaderamente hermoso. Pocos sitios había conocido con aquella hermosura y más con la mujer que salió a recibirnos.

Sus ojos me hicieron mirarla casi hiponotizado durante unos instantes. Aquello le dio tiempo a Erasmo y a los demás doctores para hablar con ella, mientras en mi cabeza solo estaba la idea de saber que había pasado con Missy en esos pocos segundos, quizás minutos.

Por su edad la menstruación no era, así que lo hormonal quedaba descartado... ¿acaso aún sentía esas ganas de matarme como anteriores reencarnaciones y fue precisamente esa parte la que salió en aquel momento, olvidándose de lo que sentía por mí?

- Déjalo Peter y mejor atiende a la mujer que tienes delante y a lo que digan los demás...

Julia mostró una amable sonrisa cuando Tom le ofreció gominolas, ella con modales exquisitos tomó una para examinarla, no sabía que era, pero la aceptó inclinando la cabeza en gesto de agradecimiento para después olisquearla.

- Es una especie de dulce ¿verdad? nunca había visto una cosa así... gracias- le dijo educada evitando comerla para después guardarla en su cinturón por cortesía y no desairar un obsequio.

A continuación devolvió la mirada a David y Peter durante unos segundos para después escuchar con atención a Jon.

- Sé que vuestras intenciones son nobles, por vuestros corazones... laten de la misma manera y vuestros pensamientos son tantos que no podéis evitar dejarlos escapar, eso indica que pocas son las cosas que ocultáis y vuestra intención está clara, ayudarnos para ayudaros a vosotros... como bien ha dicho mi rey... es mejor atravesar la ciudad sin llamar la atención, el infame duque cuenta con un gran número de adeptos que lo mantiene informado y que muestran tan pocos escrúpulos como su señor. Siendo como sois... llamaréis rápidamente la atención... será mejor dividirnos... Yo iré con vosotros- dijo señalando a Jon, Tom, David, Peter y Missy- los demás iréis con mi señor Erasmo... Mi rey, podemos vernos en el templo de la luna, utilizad el paseo real, aunque os vean, no es extraño que os hagáis acompañar por una pequeña corte, el joven Mondragon ha sido bien entrenado, Fizban es un viejo lobo y este joven parece el más mayor de todos, sabrá ocultar lo que piensa... yo avanzaré por el cementerio, bordeando la ciudad, es el camino menos frecuentado y el que mejor conozco.

- Déjalo Peter y mejor atiende a la mujer que tienes delante y a lo que digan los demás...

La voz de Julia irrumpió en su cabeza, tan clara y cristalina como el agua de aquel manantial, sin duda le había leído la mente y le hablaba directamente a él, con voz pausada, como si quisiera ayudarlo.

- La mujer que tenéis a vuestro lado os ama... ¿por qué no atenderla a ella? se debate en una lucha interna que la paraliza de miedo... tiene miedo de ser ella y perderos, pero si deja de ser ella... también teme perderos... ¿no lo veis? su alma llora lágrimas de sangre por vos.

Los ojos color esmeralda de Julia se posaron sobre los de David, el décimo doctor deseaba bucear en ellos y la mujer le abrió la puerta dejando que atisbara parte de su interior... puesto que ella ya había penetrado en la mente del doctor... de todos ellos y le pareció justo dejarlo mirar.

Lo que David vio fue parte de la vida de aquella vampira, sobre su cabeza había una corona, la que distinguía a un marqués, estaba sentada en un trono, su corte y plebeyos le rendían pleitesía... después se encontró caminando por un poblado humano, de una época anterior a aquella... o quizás de varias... los niños jugaban alegremente a su lado, mientras ella reía tan alto como ellos, participando en sus juegos, era una mujer justa, bella y querida, tanto por vampiros como por humanos... había también un hombre... un conde, el amor de su vida, un joven guerrero vampiro, apuesto, tan querido como ella... una bella historia de amor correspondido... que termina desgarrando un corazón... pues aquel joven apuesto ha terminado convertido en una bella estatua de piedra... una estatua sobre la que Julia se recuesta cada día esperando a que despierte... mientras su cabeza no para de repetir... Apolo... mi dulce Apolo...

- El cementerio olvidado... es una buena elección... eres quien mejor lo conoce y es el lugar menos frecuentado de Nocturia... así lo haremos Julia... - le dijo con una sonrisa mientras besaba su mano, sin miedo a mancharse de sangre en un acto tan cortes como de confianza, saltaba a la vista que se conocían y respetaban desde hacía años... o quizás siglos.

- Caballeros, no he podido encontraros mejor compañía... haced lo que os pida, nos encontraremos en unas horas en el templo lunar.

Tras la despedida de Erasmo, Julia condujo a los cuatro doctores por la zona menos habitada de Nocturia un conjunto de barriadas y edificios abandonados que se situaban al este de la ciudad, colindante con la muralla, hasta que llegaron a una puerta custodiada por una especie de ángeles de la muerte con alas, que velaban por una puerta enrejada, aquello olía a muerte, siglos de oscuridad y abandono.

- Esta es la entrada al cementerio de la ciudad... es el lugar más seguro, pues aquellos que lo habitan ya no os pueden hacer daño... - les dijo la mujer ofreciéndoles un par de antorchas y adentrándose la primera en el cementerio tras abrir con la mente la puerta, que tras el paso del último de los doctores volvió a cerrarse tras de sí.

Después de bajar unas empinadas y desgastadas escaleras, los doctores llegaron a una especie de camposanto, con tumbas y panteones por doquier, además de aquellos árboles tan particulares que sólo crecían en Nocturia, las antorchas en aquel lugar no eran necesarias por lo que las dejaron en el interior del pasillo y se adentraron en el cementerio guiados por Julia, que les pidió que la aguardaran en una especie de plazoleta donde había dispuestos varios ángeles llorando y unos bancos. La mujer caminó unos pasos hacia la izquierda, no sería complicado el seguirla... pero tampoco perderse si se dirigían hacia otro lado.

Aquella tal Julia se metió no solo en mi cabeza, sino que también en la de Missy para saber todo aquello que me dijo en tan breves palabras. Mis ojos se quedaron fijos de nuevo en ella. - ¿Podéis leerme la mente? - Que pregunta más estúpida por mi parte, claro que podía. Por eso había respondido a mis pensamientos.

- Si podéis hacerlo sabréis que yo también la amo y que el camino entre ambos ha sido duro hasta llegar aquí. Si sigue siendo ella, tal y como es, dejaré de amarla, porque su única obsesión es la de matarme. En cada reencarnación ha sido así hasta que algo cambió en esta. Aún logrando que deje eso de lado, su vocación es el mal y yo estoy aquí para parar sus intentos de hacer daño a este hermoso planeta y a sus habitantes. Solo debe cambiar eso. El resto... es simplemente perfecto... su mirada, su sonrisa, como me hace sentir cuando me susurra al oído y lo que no debo contar a una desconocida, pero que veo que si indaga en mi mente o en la suya no tardará en encontrar, pues creo que ambos anhelamos lo mismo ahora.

Volver a estar a solas y disfrutar el uno del otro, con sinceridad, sin prisas y sin reproche alguno.

- Pero es su lucha. Quiero decir... si me busca y necesita mi apoyo lo tendrá y sabe que la espero al final de la meta... o la esperaba, porque después de la reacción de rechazo de hace unos momentos, me ha dejado tan desconcertado que... no sé ni que pensar. Le agradezco sus palabras, pero al final son los hechos los que hablan y para mí no es nada fácil esto tampoco. Tenga en cuenta que fue mi mejor amigo, sí másculino, para convertirse en mi mayor enemigo y ahora, reencarnarse en mujer y acabar enamorado de ella. Es... complicado para ambos y con todos delante tampoco podemos hablar y si lo intento me soltará uno de sus cortes, el cual dolerá y empeorará más las cosas.

Le expliqué a la mujer vampiro, quizás buscando desahogarme con alguien que pudiese comprender algo y no reírse o escandalizarse como el resto de los doctores.

Aquella tal Julia se metió no solo en mi cabeza, sino que también en la de Missy para saber todo aquello que me dijo en tan breves palabras. Mis ojos se quedaron fijos de nuevo en ella. - ¿Podéis leerme la mente? - Que pregunta más estúpida por mi parte, claro que podía. Por eso había respondido a mis pensamientos y ahora me iba a tocar hablar con ella por telepatía.

Eso me hizo distraerme de todo lo demás, de la división del grupo, del camino que íbamos a tomar, hasta que vi a donde nos conducía aquella mujer tras soltar mi pequeño discurso mental.

También me di cuenta de que Missy seguía a mi lado y apreté su mano con suavidad, para mirarla y sonreírla unos instantes, queriéndola transmitir algo de paz. Y me acerqué a su oído a susurrarle unas palabras. - Si no me lo pones difícil, estaré a tu lado el tiempo que se nos haya dado en esta reencarnación, de eso puedes estar segura. - Y besé su mejilla antes de cruzar aquellas puertas y acabar en la plazoleta custodiada por varios ángeles llorando y algunos bancos.

Vi a la vampiresa alejarse y miré hacia los bancos. - Creo que tendríamos que hacerla caso, a fin de cuentas es nuestra guía. - Les dije a todos los presentes y miré a Missy. - Así de paso quizás nos podríamos sentar en uno de esos bancos y hablar, tengo la sensación que desde lo que ocurrió con el Coloso, algo tenemos que decirnos el uno al otro con cierta intimidad. - Le dije a la mujer que hacía que mis dos corazones latiesen con animales salvajes galopando libres en una pradera.

- Y cuando digo intimidad es que nos dejéis espacio. - Dije mirando sobre todo a David, a quien le encantaba meter la oreja donde no debía. Al menos solo era la oreja y no otra cosa, porque sin duda se la terminaría cortando si buscaba tocar a Missy. Y miré a la dama que sostenía mi mano, esperando su respuesta también, pues no era solo decisión de los doctores, sino que ella misma debía hablar por sí misma.

Y quizás eso era lo que más temía... su respuesta.

El doctor aceptó todas las indicaciones y el plan a seguir, le parecía una decisión sabia y coherente con la situación.

—Sería descortés por nuestra parte si considerásemos que existe una alternativa mejor sobre como proceder —después le dirigió una mirada a Erasmo.

—Tened cuidado, espero que nos reunamos todos de nuevo pronto —tras aquello, se quedó cerca del resto de su grupo, siempre observando a Julia con interés. El potencial que había demostrado cautivaba al tercer doctor y la idea de atravesar un cementerio también le resultaba tremendamente exótica.

—Los terrícolas siempre dicen que hay que temer a los vivos y no a los muertos —comentó mientra buscaba un lugar donde sentarse y esperar, manteniendo las distancias con el resto y tamborileando con los dedos en sus propias piernas.

Jon echaba de menos llevar la antorcha, le daba una sensación de "poder de aventurero" pero era evidente que allí no hacía falta esa iluminación adicional, se podía contemplar la tez de aquellas estatuas tan variopintas y lúgubres cuyo recuerdo atesoraría en su álbum de fotos mental.

Bonito nombre, Julia, y encantadora mujer, no solo por su aspecto sino por sus elegantes maneras y la forma en la cual aceptaba lo desconocido con entereza, porque cogerle una gominola a Tom era de las cosas más arriesgadas que conocía, y a pesar de todo, lo hizo, lo que decantó la balanza en su favor.

Después nos miró a Peter y a mí y accedió a acompañarnos.

La verdad era que las cosas no podían ir saliendo mejor.

Pero lo que dijo acerca de que nuestros pensamientos escapaban con facilidad no era solo algo que había comentado por casualidad, sino que ella lo había hecho ya... al menos en los míos, y no dudaba de que también en la de los demás. Al mismo tiempo, al contemplar sus hermosos ojos que me recordaban a un mar en calma bañado por los rayos del sol, vi como era, sus alegrías y sufrimientos, su pasado y a la vez, el futuro que le esperaba.

No dije anda pero la seguí a donde nos dirigía, hasta llegar a aquella puerta protegida por el desasosiego y las sombras.

-Sin duda, sin duda. Aunque... siempre habrá manos que intenten arrastrar a los vivos con ellos -comenté, mirando de reojo a Julia.

Finalmente llegamos a un lugar que rebosaba calma, en donde debíamos esperar. Se suponía que debíamos esperarla, así que eso fue lo que hice, aunque Peter me dedicó una de sus miradas y frases porque estaba loco por echarse un ratito con Missy.

-Oh, vale, vale. No te preocupes por mí. Puedes irte con Missy detrás de una de esas lápidas y hacer todo lo que queráis. Os prometo no mirar.

Después me volví y seguí con la mirada la figura de Julia, hasta que desapareció, acercándome un poco en la dirección hacia donde se había marchado... pero sin seguirla.

Tom no pudo evitarlo. Estaba más allá de sus capacidades el "simplemente obedecer" y la curiosidad era intensa. De modo que decidió seguirla "tan solo unos metros" El alocado doctor tuvo la idea de ir dejando caer gominolas, como aquel humano de cuento que en realidad había sido un humano real y que él mismo había conocido. Tenía curiosidad, pero no quería perderse. También tuvo cuidado de avanzar con discrección. Era de mal gusto dejar que una dama te viese mirandola el trasero, aunque esto no era la intención del Cuarto Doctor. O no solo tenía esa intención.

Los tres doctores siguieron a una prudente distancia a Julia, quien decidida y confiada andaba entre las tumbas y los panteones como si estuviese en su casa, en un momento determinado la mujer cogió una botella que había guardado en un árbol, el líquido que se apreciaba era denso y oscuro... no había que pensar mucho para sospechar de que podía tratarse, ni tampoco tuvieron que alejarse demasiado hasta llegar ante la estatua de un ángel masculino, que ocupaba una especie altar rodeado de columnas y vegetación.

Dicho ángel era una estatua realmente hermosa, ataviada con ropas grecorromana, de musculatura bien definida y una mirada extraña, de determinación... seriedad... aceptación... no se podia saber con exactitud, pero lo que sin duda llamaba más la atención es que en vez de estar lamentando la muerte parecía estar protegiendo a algo que debía situarse a su espalda, aunque allí no había nada...

Entonces Julia, hizo algo aún más extraño, destapó la botella, dió un trato se acercó al ángel y lo besó con pasión, dejando que el líquido carmesí pasase de su boca a la del bello rostro de piedra, como si lo estuviera alimentando...

La sangre comenzó a resbalar por el cuello y el pecho del ángel, destacando su color carmesí, mientras Julia lo acariciaba y le dedicada palabras tiernas de amor eterno.

- Si podéis hacerlo sabréis que yo también la amo y que el camino entre ambos ha sido duro hasta llegar aquí. Si sigue siendo ella, tal y como es, dejaré de amarla, porque su única obsesión es la de matarme. En cada reencarnación ha sido así hasta que algo cambió en esta. Aún logrando que deje eso de lado, su vocación es el mal y yo estoy aquí para parar sus intentos de hacer daño a este hermoso planeta y a sus habitantes. Solo debe cambiar eso. El resto... es simplemente perfecto... su mirada, su sonrisa, como me hace sentir cuando me susurra al oído y lo que no debo contar a una desconocida, pero que veo que si indaga en mi mente o en la suya no tardará en encontrar, pues creo que ambos anhelamos lo mismo ahora.

- He visto que os lleváis enfrentando desde hace muchos años... en cada encarnación vuestra os habéis buscado y enfrentado, pero también he visto que fuisteis los mejores amigos y que cuando os separásteis quedó un hondo vacío en su corazón,  por eso siempre os ha buscado y... creo que es bueno que sepáis que nunca ha querido acabar con vuestra vida, os ha enfrentado, os ha puesto en situaciones límites pero siempre sabiendo o asegurándose de que no íbais a morir,  no lo soportaría... ha sido siempre vuestro enemigo sin serlo, pues os ha salvado la vida en otras tantas ocasiones y vos lo sabéis. Missy os ama... y... creo que los conflictos que tengáis será mejor que los resolváis entre vosotros, su cabeza ahora es un caos... voy a encargarme de un asunto, os daré un tiempo para que habléis.

Peter condujo a Missy a un lugar apartado pero sin salirse del perímetro que les había indicado Julia, por lo que ese lugar les ofrecía intimidad pero sin llegar a salirse del camino ni con riesgo a perderse por aquel laberinto de tumbas, estatuas y vegetación...

El lugar en cuestión albergaba una especie de panteón, con un semicírculo de arcos de estilo dórico y una estatua central de una dama griega, que bien podría representar a una diosa, sólo que sin atributos divinos visibles, por lo que no se podía saber si era una mujer divina o una entidad menor, lo que si denostaba era la belleza típica clásica y un gran realismo en el detalle de sus ropajes, la delicadeza de su esculpido y la nostalgia que se atisbaba en su rostro. 

En uno de los laterales de la construcción había unas escalerillas de mármol blanco que conducían al mismo centro de aquella especie de panteón donde ambos señores del tiempo encontraron un asiento fabricado en piedra en el que poder sentarse.

Missy tomó asiento y esperó a que Peter lo hiciera, en su rostro se podía observar cierto nerviosismo al igual que en sus manos, que las tenía entrelazadas en sí y tirantes, se podía perfectamente constatar que la mujer estaba esperando que el doctor comenzase a hablar.

- Bueno... parece que hemos conseguido un momento de intimidad, querido- comentó frotándose las manos... era un manojo de nervios

El lugar, a pesar de estar en medio de un cementerio, me parecía mágico y lo suficientemente especial como para que Missy y yo estuviésemos a solas y pudiésemos hablar. La verdad era que no sabía que decirle realmente pues ya se lo había dicho todo y dependía de ella, no de mí, el que aquello avanzase o se fuese al garete.

Las palabras de la vampiresa seguían en mi cabeza cuando Missy rompió el silencio y por sus gestos vi su nerviosismo al tiempo que sabía lo que había en su cabeza. Puse mis manos sobre las suyas, buscando darle esa calma que parecía no tener, conteniendo en mí los nervios de tenerla a mi lado a solas, frenando ese impulso que mi cuerpo me pedía que la atrapase con mis brazos y nos besásemos hasta que nos recogiesen...

Pero Julia me lo dejó claro. Debía hablar con ella y centrarla.

- Missy... sé que esto está siendo complicado para los dos... - Comencé a decirle, buscando como meterme en todo aquel fregado que sabía que no debía eludir, por ella y por mí, pues lo último que quería era perderla y quizás cargarle a ella con toda la responsabilidad no fue mi decisión más acertada, aunque en aquel momento considerase que si yo era su meta, ella debía esforzarse por cambiar aquella parte que nos dividía.

- ... no solo por la situación actual, sino por nuestro pasado. Fuiste mi mejor amigo y ahora la cosas han cambiado tanto que... no puedo ignorar el hecho de que te amo. - Le dije buscando las palabras más adecuadas para aquello. Era difícil y más aún cuando ella misma no había acudido a mí en busca de ayuda o consejo.

- Si logré derrotar al Coloso, si pasé aquella prueba, fue por tus lágrimas. Jamás pensé que te vería llorar por mí, por mi sufrimiento y mi agonía y eso fue lo que me dio fuerzas para alzarme y derrotarle: tú. Poder ver que lo que sentías, lo que sientes por mí es real fue... no sé como expresarlo con palabras... solo puedo decirte que te necesito, porque si no llegas a estar delante cuando todo el dolor de todos los doctores presentes se enfocaron en mí, no hubiese sobrevivido a aquello. - Y acaricié su rostro con suavidad en silencio, mirándola a los ojos. Quizás si le daba la seguridad que necesitaba, dejaría de complicarse y comerse la cabeza.

- Sabes que voy a estar aquí siempre que me necesites y si no lo sabías, ahora ya lo sabes. Porque no hubo mayor prueba de lo que sentimos el uno por el otro tras el enfrentamiento con esa enorme estatua. Lo demás... simplemente es limar asperezas... porque si me he enamorado de ti es por como eres. Ha sido tu personalidad, tus juegos, tus coqueteos lo que han logrado hacerme caer en tus redes. Fue aquel primer beso que me diste en la TARDIS por sorpresa el que me hizo comprender que sentía algo por ti... fueron los celos al verte tontear y coquetear con los otros doctores lo que hizo que me enfadase contigo y verte casi muerta con aquella estaca en tu pecho... David puede contarte mejor que yo lo que pasó, porque simplemente actué para salvarte. Porque no podía dejar que la mujer que amaba muriese de aquella manera y menos aún sin saber lo que sentía por ella.

Y mis ojos quedaron pendientes de los suyos y de sus labios, esperando una respuesta a todo aquello que le había dicho en un momento. Quizás le había sido demasiado sincero y... esperaba que no lo usase en mi contra. Pero sus lágrimas y verse impotente frente al daño que me hacía el Coloso, creo que fueron la mejor prueba de amor que pude tener y jamás tendría otra igual a esa.

Missy escuchó todo lo que le decía Peter... conforme más hablaba el doctor, más congoja sentía. De hecho no pudo evitar que sus se empañaran con las traicioneros lágrimas que desataron lo que sentía.

- Yo... sé que en el pasado te he hecho daño, no sé como seré en el futuro... sé que no soy una buena persona... más bien soy lo peor... es que siempre que hay un botón rojo que aniquila cosas, no puedo evitar apretarlo... lo del filtreo... es que nunca antes habia sido mujer y en el fondo es divertido, aunque en realidad he filtreado exclusivamente contigo, los otros doctores, eres tú pero más joven... - aprovecho el inciso para sanarse los mocos y quitarse algo de tensión, lo que más le costaba y nunca habia hecho, era abrirse a otra persona...- yo... yo sólo sé que no me gusta mostrarme como soy y contigo me he abierto en canal, porque... porque no puedo vivir sin tí... porque a pesar de ser yo, una criminal en potencia, estoy dispuesta a cambiar por ti, te he buscado, te busco y te buscaré hasta el final de los tiempos, no sé hacia nos puede conducir esto, sólo sé que como cobarde que soy, me dá miedo... pero... - le acarició el rostro mientras se ponía una mano es su pecho- cuando estás cerca, laten tan fuerte que duele... y cuando te alejas el dolor simplemente se me hace insoportable... la estaca que recibí no me dolió tanto como la mera idea de perderte... o de no estar a tu lado.

Para mostrarle que lo que decía era cierto, tomó las manos del doctor y las colocó sobre su pecho, los dos corazones de Missy parecía que se le iban a salir, mientras miraba a los ojos de Peter, mostrándole su alma.

 Sabes que voy a estar aquí siempre que me necesites y si no lo sabías, ahora ya lo sabes. Porque no hubo mayor prueba de lo que sentimos el uno por el otro tras el enfrentamiento con esa enorme estatua. Lo demás... simplemente es limar asperezas... porque si me he enamorado de ti es por como eres. Ha sido tu personalidad, tus juegos, tus coqueteos lo que han logrado hacerme caer en tus redes. Fue aquel primer beso que me diste en la TARDIS por sorpresa el que me hizo comprender que sentía algo por ti... fueron los celos al verte tontear y coquetear con los otros doctores lo que hizo que me enfadase contigo y verte casi muerta con aquella estaca en tu pecho... David puede contarte mejor que yo lo que pasó, porque simplemente actué para salvarte. Porque no podía dejar que la mujer que amaba muriese de aquella manera y menos aún sin saber lo que sentía por ella.

- Lo sé... tu eres así... pero necesito que me ayudes a ser una buena persona... temo que si no lo intento mi peor yo me distancie de tí, es lo que más me aflije... ayúdame a merecerte, no quiero volver a hacer daño.

Añadió con los labios entreabiertos y temblorosos al igual que el resto de su cuerpo, aquello confesión habia sido mucho para ella y lo habia hecho por amor, en realidad sólo quería ser buena por el doctor, para poder merecer su cariño, para poder merecer estar a su lado, que era lo único que anhelaba.

Mientras los tres doctores asistían a la escena sin saber muy bien que pensar o hacer, un pensamiento que no era de ellos les vino a la mente... era como una especie de música triste que venía y que iba pero que de concentrarse lo suficiente podrían captarlo y... los tres estuvieron seguros de saber de quien procedía... la vampira trataba con devoción a la estatua una estatua que por su perfección podría haberse tratado de una persona de verdad... y que al recibir la sangre se antojó por un momento... viva...