Partida Rol por web

-No podré ponérmelo en mi pie, pero nadie dice que no a un crepe.-Sin duda ya era un anfitrión excelente en aquel tiempo, pensó el Doctor complacido con su yo del pasado.

Inmediatamente, se centró en las preguntas sobre lo que había ocurrido con respecto a la brecha espacio-temporal.
-Pues el caso es que se produjo un leve temblor, dentro de la propia TARDIS, que fue donde encontramos la brecha, unos instantes antes de que apareciera. Y luego, cuando la estábamos examinando con detenimiento, recibimos hasta tres chorros de agua. Bueno, más bien los recibí yo, como si fuera una especie de ataque personal. No sé si estas cosas te dicen algo.

Medité ante el testimonio de lo sucedido por mi versión futura a la vez que intentaba ayudar a Jo para traer los Crepes a nuestros queridos huéspedes.

- Lo que me perturba es que hayan sido tres chorros de agua, ni dos ni cuatro, solamente tres. Eso debe tener un significado - aclaré.

- Pero es evidente que el epicentro de todo es la Tardis, aunque sigo sin entender si alguien o algo ha querido provocarlo con fines poco honorables. De verdad, no creo en las casualidades - a cada nueva información que obtenía más me preocupaba...

- ¿Tenéis algún enemigo reciente o añejo que haya querido sabotear vuestra Tardis? -

Que la versión más mejor del doctor se quedara pillada por su propia versión hippie fue un golpe duro, tanto que el décimo doctor pareció quedarse como sin habla... lo que ya era extraordinario en él.

- ¿Color...? ¿Te refieres a la impresión que producen en la retina el reflejo de los rayos de luz sobre un cuerpo? Porque de ser así podríamos entrar en un dilema, puesto que la percepción de dicho fenómeno es bastante subjetivo ya que el- colocó ambas manos delante suya con el símbolo de la victoria para después abrir y cerrar dichos dedos- "color" varía según la cantidad de luz del ambiente y la distancia en la que se encuentra... 

Dijo todo aquel rollo para hacer memoria mientra repasaba el tipo de fenómeno que había precedido a la aparición de "Don Bufanda" poniendo cara de interesante

Hast que finalmente, tras un silencio de unos segundos...

- ¡AMARILLO!- exclamó dando un salto

Cuando Jo se había acercado a los "nuevos" junto con el doctor con sendos crepes de chocolate, una fuerte sacudida hizo que... los crepes salieran volando con destino desconocido para caer donde ellos creyeron conveniente con todo su chocolate nutella incluido... mientras que los dos doctores y las dos mujeres volaron unos centímetros para caer y rodar cual Neymar en el mundial. Por un momento la TARDIS se convirtió en festival de pies, melenas y manos rodando sin desconcierto hasta que la nave pareció detenerse pero sin dejar de vibrar.

Jo, fue de las primeras en levantarse quejándose de la espalda.

- Creo que me he roto la cucusilla del pompis- se masajeó la espalda- Doctor ¿no dijo que había arreglado el amortiguador cuántico?

El amortiguador si que lo había instalado... pero quizás el doctor si que se tenía que haber acordado de haber puesto una alarma nosequé, muy eficaz para avisar de cualquier distorsión que acecha a las TARDIS cinco minutos antes de que lo que sea ataque. Que era precisamente lo que parecía estar pasando, puesto que tras la vibración la TARDIS se volvió a poner en movimiento ¡Con la marcha de correr mucho, puesta! aunque... por la forma de planear parecía que habían atravesado un tunel para enfilar otro... 

Y en el momento en que parecía que habían entrado en el túnel todo se iluminó de un único color... morado, para unos segundos después volver a la tonalidad normal de la TARDIS del tercer doctor.

- Amarillo...- susurró el cuarto doctor metiéndose las manos en los bolsillos mientras se disponía a filosofar o teorizar sobre lo que podía significar.

A su lado Sarah, viendo venir el discurso suspiró tratando de ignorar la tarta, tantas semana comiendo lechuga para poder el vikini se podían ir al traste en apenas unos minutos por culpa de aquella delicia...

Sin embargo antes de que el doctor de la bufanda dijera mucho más una fuerte sacudida hizo que... la tarta y el té salieran volando con destino desconocido para caer donde ellos creyeron conveniente con todos sus exóticos ingredientes incluidos haciendo las delicias de la limpiadora de la TARDIS... en caso de haberla tenido... mientras, que los dos doctores y las mujer volaron unos centímetros para caer y rodar cual Neymar en el mundial. Por un momento la TARDIS se convirtió en un festival de pies, tupes rizos, melenas y manos rodando sin desconcierto hasta que la nave pareció detenerse pero sin dejar de vibrar.

Mientras trataban de recomponerse el décimo doctor, desde su posición, repasó mentalmente si había hecho alguna reparación en la TARDIS últimamente... y la respuesta fue no, odbiamente... se maldijo... tenía que haberse acordado de haber puesto una alarma nosequé, muy eficaz para avisar de cualquier distorsión que acecha a las TARDIS cinco minutos antes de que lo que sea ataque. Que era precisamente lo que parecía estar pasando, puesto que tras la vibración la TARDIS se volvió a poner en movimiento ¡Con la marcha de correr mucho, puesta! aunque... por la forma de planear parecía que habían atravesado un tunel para enfilar otro... 

Durante aquellos segundos de confusión, donde nuevamente salieron rodando por el suelo de la nave resonó con fuerza una voz.

- ¿Tenéis algún enemigo reciente o añejo que haya querido sabotear vuestra Tardis? -

Los tres, se quedaron paralizados... esa voz era terriblemente conocida e inconfundible, tanto como las chorreras de sus camisas. Los tres miraron de manera sincronizada a la grieta como si esperasen ver salir al dueño de aquella aterciopelada voz, que no podía ser otro que el doctor de la cabeza gris.

Sin embargo lo único que vieron fue como la TARDIS se iluminaba de rojo durante unos segundos para después volver al color natural de la TARDIS del décimo doctor.

Viejo... quizás la respuesta a todo era que el doctor se estaba volviendo viejo, puesto que por mucho que tratara de concentrarse en conocer la procedencia de aquel zapato, lo único que se le ocurría es que alguien debía de necesitarlo ya que el tacto estaba ligeramente caliente, lo que daba a entender que en el momento de aparecer a través de la TARDIS su dueño lo estaba usando en su correspondiente pie... lo bueno, que al menos era limpio, no olía demasiado a alimento de maduración cuajada procedente de la leche...

Y mientras teorizaba una enorme sacudida hizo que doctor y zapato incluido cayeran al suelo mientras salían rodando cual Neymar en el mundial de futbol durante unos segundos, los suficientes para hacerse un chichón en algún lado pero todo eso sin soltar el zapato... hasta que la TARDIS se detuvo pero sin dejar de vibrar.

Mientras trataba de recomponerse el duodécimo doctor, desde su posición, repasó mentalmente si había hecho alguna reparación en la TARDIS últimamente... y la respuesta fue no, odbiamente... se maldijo... tenía que haberse acordado de haber puesto una alarma nosequé, muy eficaz para avisar de cualquier distorsión que acecha a las TARDIS cinco minutos antes de que lo que sea ataque. Que era precisamente lo que parecía estar pasando, puesto que tras la vibración la TARDIS se volvió a poner en movimiento ¡Con la marcha de correr mucho, puesta! aunque... por la forma de planear parecía que habían atravesado un tunel para enfilar otro... 

Cuando pareció que por fin "el meneito" se había detenido el señor del tiempo se arrastró hacia la consola de mando para ver que demonios estaba pasando y entonces al ver nuevamente al bota aferrada a su mano y fue cuando una voz resonó con fuerza en toda la TARDIS.

-No podré ponérmelo en mi pie, pero nadie dice que no a un crepe.

Una imagen acudió a su mente... la de un joven espigado con tupé y pajarita... su anterior yo. La voz y bota... eran suyas ¿Cómo no se había dado cuenta antes?

Mientras llegaba a esa conclusión la TARDIS se iluminó de verde durante unos instantes para después volver a adquirir su tonalidad normal... y fue cuando lo tuvo medianamente claro, como si un golpe de inspiración le hubiese sobrevenido. Tenía que seguir el hilo y las coordenadas de aquella voz... el ordenador de la consola debía de ser capaz de seguirlas. Al teclear y mirar la pantalla, comprobó varias cosas más... su TARDIS se estaba conectando con otra... o más bien su TARDIS o ¿Sus TARDIS? Había cuatro junto con la suya vibrando a la vez, danzando entre el espacio y el tiempo tratando de sincronizarse con la última TARDIS, la suya... eso quería decir que todo estaba conectado con su pasado no había yos del futuro y él era quien tenía la última palabra. Reconducir la nave y ayudar a la sincronización para aligerar el proceso estaba en su mano.

–¿Fe ga pafado?

Clara había tenido tan mala suerte que había caído bajo los dos doctores y tenía distintas partes del cuerpo clavándose en distintas zonas del suyo. Una de las piernas, por ejemplo, había acabado en su boca, y no podía hablar con normalidad. Al hablar, de hecho, acabó dando un bocado a la pierna del desgraciado. 

–Fo siento...

La muchacha reptó para conseguir librarse de aquella pierna, y de la cabeza que había golpeado su estómago. Había sido una caída muy dolorosa, pero no tardó en emerger de aquella maraña de viajeros del tiempo, despeinada como un león tras una tormenta de arena y empleó unos segundos en recuperar el aliento.

- ¡Cuanto desperdicio de tarta! - advierte el Doctor al incorporarse como le es posible pese al zarandeo de la nave. La situación es poco mas que extraña, entre la grieta interdimensional, el “décimo” doctor y ahora otro más. Aparte de esto la falta de pilotaje en la TARDIS había causado el derroche de una merienda aceptable. Tal vez solo Sarah podría mantener la dieta.

- ¡Ahora si! Veamos que sucede aquí… ¿No estará en piloto automático o en el futuro todos holgazanean? - pregunta cuando intenta controlar el viaje de la nave. - Sarah, querida. Pregunta al de la grieta si tiene algo para merendar. ¿Quieres? - pide el Doctor a su acompañante de aventuras que intente comunicarse con el dueño de la voz de recién.

Peter pensaba que lo había visto todo después de 12 vidas e inumerables saltos en el tiempo, pero a pesar de las canas que certificaban su dilatada experiencia aquella situación le pareció raramente insólita. Jamas había visto tantas luces parpadeantes simultáneamente en la TARDIS, parecía que aquel viejo aparato se había vuelto loco ya que parecía estar conectándose a múltiples sistemas TARDIS replicantes. El doctor pensó por un momento que el sistema se había estropeado y vuelto loco, pero en ese momento fue cuando sus últimas canas le hicieron ver claramente lo que pasaba, era un señor del tiempo y sin duda sabía reconocer una perturbación termodinámica cuántica temporal en contraposición con una anomalía transorbital pseudotransmutativa ciclica... y era aquel último atributo la que sin duda la hacía especial. Peter dibujo una sonrisa en su rostro como si de un niño con zapatos nuevos se tratará, bueno en esta ocasión parecía tener solo media sonrisa después de todo. Sin dudarlo se puso en los controles regulando aquí y tecleando allá para rápidamente ver como las otras TARDIS tomaban forma en la pantalla. La TARDIS del tercer doctor apareció anormalmente sin nadie a bordo, lo que resultaba muy extraño ya que en la siguiente TARDIS que apareció en la conexión había nada más y nada menos que 4 personas, las cuales Peter reconoció al instante, dos TARDIS más aparecieron la número once nuevamente vacía y la décima en la que cuatro personas más se afanaban en los controles. ¿Que demonios estaba pasando? se preguntaba Peter mientras intentaba monotorizar lo que sucedía en las TARDIS conectadas, la suya propia comenzaba a calentarse por la sobrecarga de datos que trataba de analizar para dar respuesta a las ordenes del doctor a quien las canas se le empezaban a erizar con tanta anomalía. Peter trató de estabilizar la conexión no sabía a que se debía todo aquello pero sin duda parecía importante, sus manos activaban y desactivaban controles a los que la TARDIS respondía con nuevas luces y colores en una coreografía dificilmente entendible.

Y como es de esperar aquello no puede rebosar de una cotidianeidad que ahora echa de menos, no cuando su té se derrama al notar el ligero movimiento de la TARDIS. Así que tras incorporarse, quizás buscando la forma de limpiar todo ese desorden por mera manía interior, es que suele mantener cuidado el espacio del Doctor, escucha al Doctor. 

- Pero pero... ¿Yo? ¿En serio? -  pregunta al alzar la mirada, ya estaba juntando pequeños trozos de la taza. - Es que la curiosidad me puede, como te aprovechas de ello Doctor. Lo suyo es terrible. - argumenta esbozando una efímera sonrisa mientras niega con la cabeza. 

Así que sin mayores preámbulos, camina lentamente hasta acercarse a la grieta. Una voz resuena del otro lado y Sarah abre los ojos como platos. ¿Quién era aquel desconocido? ¿Cómo ha osado interferir en nuestro té de las 17hs? 

- Repórtese Señor Misterioso, que las preguntas pueden ser respondidas si al menos nos dice su nombre. -  agrega la mujer al querer husmear desde el lugar en el que se encuentra. 

Después de todo el caos, donde las contusiones y los tirones estaban a la orden del día, la alarma sonó.

ALERTA, ALERTA, DISTORSIÓN DETECTADA, DISTORSIÓN DETECTADA, BUSQUEN UN LUGAR DONDE AFERRARSE

Fruncí el ceño cuando descubrí que había errado a la hora de instalar el sistema de seguridad. En vez de haber avisado con antelación se dedicó a alertarnos cinco minutos después del suceso.

- Oh vaya, creo que este pequeño meneito pudo haberse evitado - sonreí intentando quitarle hierro al asunto aunque en el fondo sabía que ellos tenían todo el derecho del mundo para quejarse (sobre todo Jo)

- Está claro que estamos atravesando túneles que igual no estaban contemplados en la ruta, ¿alguna sugerencia querido yo? -

El décimo se desenroscó de la madeja de brazos, piernas, chaqueta perfecta y tupé en que le había convertido la sacudida de la nave, poniendose en pie a continuación como un resorte de carne y hueso para mirar alrededor con cara de decepción.

- Estropear semejante merienda es un crimen de guerra en 4522436000 culturas a través de toda la galaxia y el tiempo ¡Ultraje!.- proclamó con voz profundamente dolida, mientras se mesaba los cabellos hasta que su "cresta" volvía a alcanzar la altura y calidad imposible que le caracterizaba. Al instante, miró a su alrededor, sorprendido al escuchar la voz que menos esperaba.- No, no, no. nononononono, el viejo no, ese lo solucionaba todo como los caballeros medievales ¡Esgrima! ¡Violencia! ¿zis zas cortar por detrás! Qué poca sutileza tenía en aquella época, que mal gusto. Nunca, y repito NUNCA JAMÁS volveré a tener el pelo canoso, queda mal con mis ojos, sobre todo las patas de gallo. Lo juvenil es mejor.- soltó su parrafada girando alrededor de la nave, ignorando a sus visitantes y subiendo y bajando escaleras, desapareciendo temporalmente de la vista para, finalmente colocarse en el lado opuesto de la consola de la TARDIS al que ocupaba el cuarto, una taza del té que había volado sorprendentemente intácta en su mano, que colocó con delicadeza sobre el panel, dejando un rodal húmedo sobre la electrónica.

- ¡Tú! Bufandero. He hecho unas cuantas mejoras a esta belleza desde que estuviste a cargo, así que andate con ojo porque si tocas la una combinación de botones y palancas igual la cosa vuelve a encabritarse un poco.- a pesar de que sus palabras eran admonitorias, el tono del décimo tenía un deje de disculpa.-Sarah, agarrate fuerte ¡Allonzy!

Clara tosió un rato hasta que le lagrimearon los ojos y miró a Jo con confusión.

–Si, creo que necesitas actualizarte y conseguir un GPS intratemporal. Y una alarma que funcione. Que la TARDIS no siempre aterrice donde quieres tiene su gracia. Que la alarma suene después de los accidentes no tanto.

La chica se levantó un poco dolorida, por segunda vez había caído en una posición ligeramente humillante debido a las faldas, y no habría una tercera. Gruñendo,  desapareció en lo que normalmente era el armario para ponerse unas mallas, pero reapareció segundos después con cara de susto y más pálida que el trasero del decimoprimer doctor. Aquella habitación no era la misma que cuando estaba en la TARDIS de su Doctor, aunque era la misma TARDIS. 

¿Por qué demonios necesitas una cámara llena de arañas?–acertó a musitar cuando ser recuperó del shock mientras se sacudía artrópodos imaginarios. El susto pareció desbloquear alguna parte del cerebro de Clara -¿Y donde están vuestros otros yos? No me malinterpretéis, con uno, con el Doctor tengo de sobra, especialmente si los otros se dedican a guardar arañas en habitaciones que deberían estar destinadas a ropa, pero... es raro

- Está claro que estamos atravesando túneles que igual no estaban contemplados en la ruta, ¿alguna sugerencia querido yo? -

"¿Correr?" pensó el undécimo doctor... pero la siguiente pregunta lógica sería "¿A donde?" por tanto desechó la idea de expresarlo en voz alto, no quería quedar mal con el abuelo... con el jovenzuelo... bueno con la cabeza gris con camisa de chorreras...

- Supongo que podríamos tratar de estabilizar la TARDIS a través del propulsor cuántico milimétrico octogonal, si nos ponemos a trabajar a la vez tendremos una probabilidad de 0,0001 de éxito, pero ese 1- levantó su dedo índice con decisión- es lo único que necesitamos- sonrió tirándose hacia los controles para ponerse a trabajar- Vamos Clara... y tu... Jo- sonrió más, se acordaba perfectamente de ella, a pesar de los años transcurridos- sólo tenéis que aferrar esas dos palancas y tratar de ponerlas derechas, se pondrán rebeldes pero ahí estáis vosotras para enderezarlas...- luego se giró hacia el tercer doctor- ¿Donde tienes puesto el freno de mano?

Mientras los dos doctores y las dos acompañantes se pusieron a ver que hacían, todos los componente de aquella TARDIS escucharon claridad la voz de una mujer, a que al tercer doctor y a Clara le sonaron a chino pero que le resultó tremendamente familiar al undécimo...

- Repórtese Señor Misterioso, que las preguntas pueden ser respondidas si al menos nos dice su nombre. 

- ¿Sarah?- dijo el úndecimo doctor algo sorpendido- ¿Sarah Jane Smith, eres tu?- jamás olvidaba un nombre, una cara o una voz... tenía que ser ella 

El tercer doctor iba a ser una pieza fundamental en la vida de Sarah... sólo que aún viajaba con Jo, de manera que no podía conocer a Sarah, sin embargo la voz de la extraña mujer le gustó y estaba pidiendo que se presentara, sería descortes por su parte no hacerlo.

Por su lado Clara, no sabía si hablar o no hacerlo, pero si que se dio cuenta de que algo estaba pasando con la TARDIS e incluso tuvo al sensación de estar siendo vigilados por alguien, ¿sería la tal Sarah?

Pero antes de que aquella pregunta pudiera ser resuelta una nueva voz se escuchó resonando por la TARDIS, en aquella ocasión correspondía a un hombre, que sólo fue capaz de reconocer el undécimo doctor... 

- ¡Tú! Bufandero. He hecho unas cuantas mejoras a esta belleza desde que estuviste a cargo, así que andate con ojo porque si tocas la una combinación de botones y palancas igual la cosa vuelve a encabritarse un poco.- a pesar de que sus palabras eran admonitorias, el tono del décimo tenía un deje de disculpa.-Sarah, agarrate fuerte ¡Allonzy!

Tenía que ser el del tupé y las playeras... estaba seguro.

Mientras, la pantalla de la TARDIS en al que estaban mostró como en aquel preciso momento el espacio en el que se encontraban se llenaba de TARDIS girando y dando vueltas entre sí... tratando de alinearse, la colisión era inminente... ¡Y no había instalados cinturones de seguridad!

El duodécimo doctor tras ajustar una serie de botones y manivelas consiguió ir haciendo la imagen más nítida, hasta descubrir que el ordenador de la TARDIS le estaba ofreciendo lo que estaba ocurriendo en una de las TARDIS que se encontraban conectadas, se trataba concretamente de la TARDIS de su tercer yo, y en ella se encontraban Clara, su tercer yo y el tipo de la pajarita que fue él no hacía mucho, el duodécimo doctor, a quien por cierto le faltaba un zapato.

Después de todo el caos, donde las contusiones y los tirones estaban a la orden del día, la alarma sonó.

ALERTA, ALERTA, DISTORSIÓN DETECTADA, DISTORSIÓN DETECTADA, BUSQUEN UN LUGAR DONDE AFERRARSE

Fruncí el ceño cuando descubrí que había errado a la hora de instalar el sistema de seguridad. En vez de haber avisado con antelación se dedicó a alertarnos cinco minutos después del suceso.

- Oh vaya, creo que este pequeño meneito pudo haberse evitado - sonreí intentando quitarle hierro al asunto aunque en el fondo sabía que ellos tenían todo el derecho del mundo para quejarse (sobre todo Jo)

- Está claro que estamos atravesando túneles que igual no estaban contemplados en la ruta, ¿alguna sugerencia querido yo? -

–Si, creo que necesitas actualizarte y conseguir un GPS intratemporal. Y una alarma que funcione. Que la TARDIS no siempre aterrice donde quieres tiene su gracia. Que la alarma suene después de los accidentes no tanto.

La chica se levantó un poco dolorida, por segunda vez había caído en una posición ligeramente humillante debido a las faldas, y no habría una tercera. Gruñendo,  desapareció en lo que normalmente era el armario para ponerse unas mallas, pero reapareció segundos después con cara de susto y más pálida que el trasero del decimoprimer doctor. Aquella habitación no era la misma que cuando estaba en la TARDIS de su Doctor, aunque era la misma TARDIS. 

¿Por qué demonios necesitas una cámara llena de arañas?–acertó a musitar cuando ser recuperó del shock mientras se sacudía artrópodos imaginarios. El susto pareció desbloquear alguna parte del cerebro de Clara -¿Y donde están vuestros otros yos? No me malinterpretéis, con uno, con el Doctor tengo de sobra, especialmente si los otros se dedican a guardar arañas en habitaciones que deberían estar destinadas a ropa, pero... es raro

 Supongo que podríamos tratar de estabilizar la TARDIS a través del propulsor cuántico milimétrico octogonal, si nos ponemos a trabajar a la vez tendremos una probabilidad de 0,0001 de éxito, pero ese 1- levantó su dedo índice con decisión- es lo único que necesitamos- sonrió tirándose hacia los controles para ponerse a trabajar- Vamos Clara... y tu... Jo- sonrió más, se acordaba perfectamente de ella, a pesar de los años transcurridos- sólo tenéis que aferrar esas dos palancas y tratar de ponerlas derechas, se pondrán rebeldes pero ahí estáis vosotras para enderezarlas...- luego se giró hacia el tercer doctor- ¿Donde tienes puesto el freno de mano?

Tras aquello y tratando de ajustar mejor el monitor la pantalla de la TARDIS le mostró lo que ocurría en la TARDIS de su décimo yo, en dicha TARDIS se encontraban su yo de la bufanda y los rizos, el décimo doctor y Sarah Jane Smith.

- ¡Cuanto desperdicio de tarta! - advierte el Doctor al incorporarse como le es posible pese al zarandeo de la nave. La situación es poco mas que extraña, entre la grieta interdimensional, el “décimo” doctor y ahora otro más. Aparte de esto la falta de pilotaje en la TARDIS había causado el derroche de una merienda aceptable. Tal vez solo Sarah podría mantener la dieta.

- ¡Ahora si! Veamos que sucede aquí… ¿No estará en piloto automático o en el futuro todos holgazanean? -pregunta cuando intenta controlar el viaje de la nave. - Sarah, querida. Pregunta al de la grieta si tiene algo para merendar. ¿Quieres? - pide el Doctor a su acompañante de aventuras que intente comunicarse con el dueño de la voz de recién.

Y como es de esperar aquello no puede rebosar de una cotidianeidad que ahora echa de menos, no cuando su té se derrama al notar el ligero movimiento de la TARDIS. Así que tras incorporarse, quizás buscando la forma de limpiar todo ese desorden por mera manía interior, es que suele mantener cuidado el espacio del Doctor, escucha al Doctor. 

- Pero pero... ¿Yo? ¿En serio? -  pregunta al alzar la mirada, ya estaba juntando pequeños trozos de la taza. - Es que la curiosidad me puede, como te aprovechas de ello Doctor. Lo suyo es terrible. - argumenta esbozando una efímera sonrisa mientras niega con la cabeza. 

Así que sin mayores preámbulos, camina lentamente hasta acercarse a la grieta. Una voz resuena del otro lado y Sarah abre los ojos como platos. ¿Quién era aquel desconocido? ¿Cómo ha osado interferir en nuestro té de las 17hs? 

- Repórtese Señor Misterioso, que las preguntas pueden ser respondidas si al menos nos dice su nombre. -  agrega la mujer al querer husmear desde el lugar en el que se encuentra. 

El décimo se desenroscó de la madeja de brazos, piernas, chaqueta perfecta y tupé en que le había convertido la sacudida de la nave, poniendose en pie a continuación como un resorte de carne y hueso para mirar alrededor con cara de decepción.

- Estropear semejante merienda es un crimen de guerra en 4522436000 culturas a través de toda la galaxia y el tiempo ¡Ultraje!.- proclamó con voz profundamente dolida, mientras se mesaba los cabellos hasta que su "cresta" volvía a alcanzar la altura y calidad imposible que le caracterizaba. Al instante, miró a su alrededor, sorprendido al escuchar la voz que menos esperaba.- No, no, no. nononononono, el viejo no, ese lo solucionaba todo como los caballeros medievales ¡Esgrima! ¡Violencia! ¿zis zas cortar por detrás! Qué poca sutileza tenía en aquella época, que mal gusto. Nunca, y repito NUNCA JAMÁS volveré a tener el pelo canoso, queda mal con mis ojos, sobre todo las patas de gallo. Lo juvenil es mejor.- soltó su parrafada girando alrededor de la nave, ignorando a sus visitantes y subiendo y bajando escaleras, desapareciendo temporalmente de la vista para, finalmente colocarse en el lado opuesto de la consola de la TARDIS al que ocupaba el cuarto, una taza del té que había volado sorprendentemente intácta en su mano, que colocó con delicadeza sobre el panel, dejando un rodal húmedo sobre la electrónica.

- ¡Tú! Bufandero. He hecho unas cuantas mejoras a esta belleza desde que estuviste a cargo, así que andate con ojo porque si tocas la una combinación de botones y palancas igual la cosa vuelve a encabritarse un poco.- a pesar de que sus palabras eran admonitorias, el tono del décimo tenía un deje de disculpa.-Sarah, agarrate fuerte ¡Allonzy!

Mientras el doctor revisaba lo que ocurría en el interior de las TARDIS tres y diez, la pantalla le mostró como en aquel preciso momento el espacio en el que se encontraban se llenaba de TARDIS girando y dando vueltas entre sí... tratando de alinearse, la colisión era inminente... ¡Y no había instalados cinturones de seguridad!

Iba siendo hora de intervenir, si no reajustaba el flujo cuántico a tiempo la colisión podría provocar una grieta en el espacio y el tiempo de incalculables consecuencias...

ALERTA, ALERTA, DISTORSIÓN DETECTADA, DISTORSIÓN DETECTADA, BUSQUEN UN LUGAR DONDE AFERRARSE

Se escuchó una fuerte señal de alarma procedente de todos sitios, como si fuese la misma TARDIS quien lo estuviera generando... una señal de alarma nunca venía mal, servía para ponerte en alerta y... crear clima... y ponerte nervioso y tal vez para reparar algo, el problema es que lo mismo tendría más efectividad si en lugar de sonar con unos escasos minutos de antelación lo hiciese un poco antes...

Como parecía estar demandando una voz femenina, que ninguno de los presentes fue capaz de identificar.

–Si, creo que necesitas actualizarte y conseguir un GPS intratemporal. Y una alarma que funcione. Que la TARDIS no siempre aterrice donde quieres tiene su gracia. Que la alarma suene después de los accidentes no tanto.

Y por si no fuera poco, una voz masculina también desconocida pareció responder a la pregunta lanzada por Sarah, lo que evidenciaba que se había establecido un nexo de comunicación entre quienes estuvieran al otro lado.

- ¿Sarah?... ¿Sarah Jane Smith, eres tu?- jamás olvidaba un nombre, una cara o una voz... tenía que ser ella 

Mientras, la pantalla de la TARDIS en la que estaban mostró como en aquel preciso momento el espacio en el que se encontraban se llenaba de TARDIS girando y dando vueltas entre sí... tratando de alinearse, la colisión era inminente... ¡Y no había instalados cinturones de seguridad! Afortunadamente la pericia del décimo y el cuarto doctor combinadas, consiguieron evitar el desastre de darse de bruces contra una de ellas... la del tercer doctor, que parecía volar sin control y a punto de provocar un desastre... pero ¿durante cuanto tiempo conseguirían hacerlo?, ambos doctores confiaron en conseguirlo el tiempo suficiente hasta que a las TARDIS les diese por dejar de jugar.

La situación, tan caótica como cabía esperar, demostraba que algo no estaba marchando bien en la galaxia.

Aquellas voces que comenzaron a irrumpir me eran totalmente desconocidas pero era fácil de notar en el semblante de mi compañero que en su caso no parecía tan confuso como yo.

Intenté acercarme con elegancia (porque un buen señor no es cotilla, no señor), para intentar ver qué estaba cociéndose exactamente sin embargo antes de que pudiese sacar una conclusión clara quedé supeditado a la excitación al ver tras la pantalla como más de una decena de Tardis "revoloteaban" por el espacio con expectativas a un final fatídico por una colisión.

- Sé que deberíamos mantener la calma pero... ¡¡Agárrense fuerte!! - grité mientras sujetaba a Jo para protegerla de cualquier impacto contra otra máquina del tiempo.

Las imágenes ofrecidas por la TARDIS iban y venían, se limpiaban y se codificaban dando lugar a una especie de extraño remix que parecía sacado de su propia memoria. Era una sensación extraña pues aquellas imágenes eran como recuerdos del futuro. Sin duda una extraña paradoja en si mismo donde podía verse a si mismo haciendo cosas que no recordaba. Las imágenes de las distintas TARDIS, aunque distornionadas le dió una idea aproximada de lo que estaba sucediendo, estaba claro que la anomalía que se había presentado en su propia TARDIS había atravésado el espacio temporal presentándose a si mismo en varios momentos de sus múltiples vidas. La TARDIS tenía más luces encendidas que una verbena de pueblo, de reojo Peter pudo observar varias de ellas que no había visto encencidas nunca y que sinceramente no sabía ni que indicaban. La señal pareció intensificarse poco a poco conforme el duodécimo doctor ajustaba los controles al tiempo que sus ecos hacían lo mismo o al menos lo intentaban... los recuerdos de sus propia persona en otras vidas aparecieron en los pensamientos de Peter de forma inevitable. Peter no pudo dejar de esbozar una pequeña sonrisa al ver la vestimenta de sus otros yo, viéndose a si mismo algo ridículo, sin duda Clara y Sarah habían tenido mucha paciencia con él. Sus jovenes replicas parecián sobrepasados por la situación, sin la experiencia ni sabiduría suficiente como para enfrentarse a aquella situación que amenazaba con acabar con todo espacio tiempo conocido. Peter comenzó a compensar las descompensaciones con su propia TARDIS.

Cita:

¿Octogonal? estaré de broma se dijo el doctor a si mismo, rápidamente el duodécimo doctor activo su propulsor cuántico milimétrico eneacontágonal para compensar la locura de juventud que estaba cometiendo su otro yo. Las TARDIS se esquivaron a duras penas gracias a la maniobra pero aquello se trataba de ganar y no solo de no perder. Peter se concentro por un instante, mientras se metía en su propia mente para anticiparse a los movimientos y acciones de sus propios yo. Sabía como pensaba cada uno de ellos, intuía sus movimientos antes de que se produjeran y precedía sus propias estupideces antes si quiera de que las pensara. Al viejo doctor le faltaban ojos para tantas luces y dedos para tantos controles pero su conocimiento superior forjado durante tantas generaciones le hicieron ver la luz, paró por un instante viendo como las TARDIS iban a la deriva acercándose unas a otras a cada instante. Durante unos segundos pareció que el tiempo y el espacio se pararon en la mente del doctor quien mantenía la mirada fija en un punto, hasta que unos segundos después y como si aquel caos reinante no existieran, el doctor estiro uno de sus arrugados dedos hasta la ruleta que controlaba el flujo de fisión termomolecular dinámico de materia bajándolo del 80 al 70. Al instante todas las luces y alarmas de las TARDIS se apagaron, el silencio lleno el espacio y el tiempo y la tormenta de TARDIS llego al fin a su no colisión. No chocaron, en su lugar, todas las TARDIS convergieron en un mismo lugar, en un mismo tiempo y en una misma dimensión ahora todas las TARDIS eran una y el duodecimo doctor había llegado.

Lo que a continuación ocurrió dejó a todos anonadados durante unos segundos, pues todas las alarmas y bamboleos cesaron de golpe, al mismo tiempo que la propia TARDIS cambiaba, y en apenas unos segundos... de manera tan drástica y repentina, sobretodo teniendo en cuenta que se estaban preparando para el mayor de los guarrazos de la historia... 

Sin embargo al abrir los ojos, lo que encontraron fue una TARDIS distinta a las suyas... que no estaba en la memoria de ninguno de ellos, lo que sólo podía significar que o bien venía de sus futuros o bien era otra... cosa poco probable, puesto que el sonido de la TARDIS del doctor era un latido familiar e indiscutible para el señor del tiempo en cualquier época, lugar, espacio o dimensión.

Así pues cuando comenzaron a mirar a su alrededor descubrieron que en vez de tres o cuatro viajeros... había siete... y que alguien más los miraba con interés, el dueño de aquella TARDIS... sin duda alguna.

La joven Jo, la acompañante del tercer doctor, dado su inocencia fue la primera en hablar

- ¿Doctor? ¿Que ha pasado?... - dijo incrédula mirando a su alrededor, totalmente asombrada tanto por el cambio de la TARDIS como por los nuevos "invitados"- ¿Quienes son?- la muchacha terminó por aferrarse al brazo de su doctor asustada.

El décimo miró alrededor, su cara contorsionada en una mueca momentanea al descubir que, en lugar de tener que lidiar con su yo pasado bufandero, ahora tenía que lidiar con otros aspectos pasados de sí mismo... y quizá futuros si las caras desconocidas eran lo que intuía. Rápidamente distingió su tercera encarnación, el de las pajaritas, el raso y el solucionar todo con esgrima. "El dandy" se hacía llamar, y no pudo evitar poner los ojos en blanco al ver la chaqueta de terciopelo y la actitud de su yo pasado. Qué joven y estupido había sido. Al menos había traído a Jo, siempre le había tenido cariño a esa chica.

Un poco más allá estaba una chica que no conocía, al lado de una encarnación con una mala imitación de su pelo y una cara hierática de pánfilo que le revolvió las entrañas al instante. Parecía el tipo de tonto que llevaba un fez, por todos los tés de la galaxia... más allá estaba el que parecía el "dueño" de este aspecto de la TARDIS, otra vez viejoven, cano y con cara de pocos amigos ¿Es que no había aprendido nada? No no no, las patas de gallo no le quedaban bien ¿es que no se había dado cuenta?

Negó con la cabeza y dió un paso al frente, si tenían que tomar alguien la iniciativa, sería él, ya que el resto aprecían demasiado atolondrados como para hacerlo.

- Doctor, doctor, doctor,Sarah, doctor, chica desconocida que presupongo que es la acompañante de alguno de esos dos... viejales.- empezó a enumerar, mirando a cada uno de los indicados y acabando con un gesto vago hacia las dos caras de los señores del tiempo que no conocía.- Dejemos las cosas claras, soy el... a ver, como definirnos.. soy el Doctor... "El décimo"