Partida Rol por web

La puerta cedió gracias a los dos. Por una vez, el estar juntos, a pesar de la distancia temporal que nos separaba por nuestro origen, nos permitió conseguir algo. La desaparición de Missy no era algo que ninguno estuviésemos dispuestos a aceptar, por motivos diferentes, pero por mi parte, por la lealtad que cualquiera que viajase a mi lado recibiría de mí, además de por la mirada desesperada de Peter durante su búsqueda.

La puerta se abrió lentamente, como si predijese algo terrible al otro lado, lo que me hizo empuñar el destornillador y mirar un instante a Peter. Y cuando terminó de hacerlo, dio paso a una enorme sala, en la cual destacaba el extraño dibujo que había en el suelo.

Y por si eso no fuera suficiente para sorprendernos, una sombra me hizo elevar la mirada, viendo a Missy flotando sobre el círculo, y apenas con vida, pues uno de sus corazones había sido cruelmente atravesado. Pero quien quiera que lo hiciera, sabía que aún no estaba muerta, pues de otra manera, habría terminado el trabajo. Quizás era consciente de que en poco tiempo, el otro corazón dejaría de latir y Missy terminaría de morir, pero la pregunta era si su acción se había debido a un simple caso de tortura o para atraernos hasta allí.

El conjuro mantenía a Missy en aquella posición, pero también impedía, seguramente, que nosotros pudiéramos rescatarla. ¿Qué podíamos hacer?

-Creo que voy a lanzarme dentro y empujarla fuera del círculo. ¡Quién sabe! ¡A lo mejor hasta conseguimos salir los dos!  Así que prepárate para cogerla -le dije, quitándome la gabardina, frotándome las manos, y haciendo unos cuantos estiramientos musculares.

Bastante más polvo del que debería… tierra de dos… no, tres semanas… y...- murmuró el undécimo, con un gesto de preocupación en su cara, tras lo cual sacó su destornillador sónico, apuntando con él al tablón en cuestión.

¿Han cambiado el tablado en el último mes por casualidad?- preguntó al tabernero, aprovechando que llegaba con los pedidos, antes de observar si el destornillador confirmaba sus sospechas, tras lo cual se sentó a la mesa y cogió un trozo de morro para probarlo.

No está mal, pero… demasiado salado para mi gusto- se dijo, más para si mismo que para el resto. Por suerte, la solución era sencilla, así que mojé lo que quedaba del trozo en el chocolate -Mucho mejor, sin duda- dijo, asintiendo con satisfacción, tras lo que centró su atención en Erasmo.

Los reales suelen ser sosos y aburridos…- le dijo, una vez se hubo terminado el trozo de morro con chocolate -A no ser que sean leyendas reales, claro está- añadió.

Miré agradecido a David porque se quedase. No solo por demostrarme como era, sino porque sin él dudaba que hubiese podido abrir la cerradura. Aunque tenía el destornillador de Missy para hacerlo, hubiese sido más complicado.

Pero al cruzar la puerta y encontrarme lo que había en el otro lado, sentí como me quebraba. - Missy... no... - Susurré cargado de dolor y sentí como mis piernas se debilitaban de golpe. Me pedían doblegarse ante aquel horror y mis ojos llorar.

No sabía que me mataba más, si ver aquella estaca atravesando uno de sus corazones o la pose en sí, que me recordaba tanto al Cristo que los humanos adoraban. Pero lo peor de todo era ver y saber que su vida se consumía y que el último recuerdo que tendría de ella sería aquella discursión y su intento por hacernos salir de allí.

¿Qué más necesitaba para dejar de dudar de ella?

Mucho, la verdad. Pues habían sido muchos años y muchas vidas y ahora que sabía que sentía algo por ella, ahora que me veía tan vulnerable, no podía dar mi brazo a torcer con facilidad, pues me tendría comiendo de su mano y eso era lo peor que podía pasarme. Pero antes de que ocurriese eso, debía sacarla de allí.

- ¿No se suponía que los Guardianes del Tiempo eran aliados nuestros? - Le pregunté a David desconcertado al ver aquel escudo mágico que parecía protegerla del exterior o esa era la impresión que me daba. Pero mi reencarnación previa ni me escuchó, tenía un plan, un loco y absurdo plan.

- Espera, David. ¿Cómo sabemos que podrás atravesarlo sin que te pase nada? ¿Y si entras y no sales? ¿Si no salís ninguno de los dos? Ella es mía... tu tienes a tu propio Amo del Tiempo, ella es mi responsabilidad. Te agradezco lo que quieres hacer, pero... si ha de entrar alguien, he de ser yo. A fin de cuentas ella está ahí por mi culpa. Tu estate atento y prepárate para lo peor... además eres más joven que yo, podrás aguantar mejor lo que ocurra después... - Y le sonreí y sin darle tiempo a decir ni hacer nada más, corrí para adentrarme en el círculo aquel y bajar a Missy de allí...

Habían varias opciones, desde que me desintegrase al intentar cruzarlo, que el escudo me lo impidiese o incluso que acabase como ella... pero al menos el más joven y quizás la más brillante de mis reencarnaciones estaría fuera y seguro que podría salvarla... si yo no lo lograba.

—Inquietante... y ¿por qué no decirlo? Fascinante ¿Qué es una leyenda sino una realidad un poco modificada?

Tom, animado de que Erasmo quisiese colaborar, respondió con otra pregunta al hombre. Sabía que eso le hacía parecer interesante y muy leído, y no podía perder aquella oportunidad. Erasmo le parecía además un tipo muy raro y a él le encantaban los tipos raros. 

—¿Habría alguna posibilidad de visitarlo? No somos agentes de seguridad, pero somos muy seguros. 

- Espera, David. ¿Cómo sabemos que podrás atravesarlo sin que te pase nada? ¿Y si entras y no sales? ¿Si no salís ninguno de los dos? Ella es mía... tu tienes a tu propio Amo del Tiempo, ella es mi responsabilidad. Te agradezco lo que quieres hacer, pero... si ha de entrar alguien, he de ser yo. A fin de cuentas ella está ahí por mi culpa. Tu estate atento y prepárate para lo peor... además eres más joven que yo, podrás aguantar mejor lo que ocurra después... 

El décimo doctor se quedó callado y desconcertado o quizás al revés... por las palabras de su yo del futuro, lo cierto es que conociéndose como se conocía y las relaciones que el doctor tenía consigo mismo, donde los doctores más mayores solían tratar como a niños a los doctores más jóvenes... que cosas tenía esto del espacio tiempo, hablar así hacía parecer que eran personas distintas, cuando eran el mismo loco que se largó de Gallyfrey cogiendo prestada una TARDIS... el caso es que decirse a sí mismo aquello era UN MUCHO, que hizo que David terminase por animar a Peter con un movimiento de ojos y asentimiento mudo, a que rescatase a su... ¿amada?. Que cosas... y pensar que precisamente la encarnación anterior a Missy estuvo a punto de matar pero bien, a David... sería cosa de la senectud... pero en fin no se iba a poner a juzgar nada de momento que luego sería él pero con la cara de Peter quien pensara como él lo hacía... 

Fue entonces cuando el Señor del Tiempo más inteligente... o al menos era eso lo que él pensaba, decidió que para rescatar a Missy lo mejor del mundo mundial y del universo universal, era lanzarse en plancha contra un sello de poder que revosaba magia, hechizos, engranajes y cualquier cosa que le hubiera dado por comprobar con un simple destornillador sónico...

Cogiendo carrerilla el duodécimo doctor se avalanzó hacia el círculo, lo hizo con tanta fuerza que aunque se hubiera dado cuenta al final de que dichos sellos contaban con muros invisibles de protección que mantenían a lo protegido guión encarcelado, asilado de todo lo que pudiera venir de fuera... no hubiera sido posible detenerlo haciendo que Peter se topara de bruces contra la barrera invisible y cayese hacia atrás varios metros, aterrizando con sus posaderas y rematando la faena con un cabezazo en el suelo... que por otro lado estaba duro... muy duro, aquello le iba producir un nada desdeñable chichón.

Pero antes de que se siguiera doliendo por el aterrizaje forzoso un voz a espaldas de los doctores hizo que ambos se girasen con estupor.

- Vaya... vaya... vaya... ¿Es que no sabéis llamar a la puerta?

Dijo la inconfundible voz de Fizban, con sonrisa de medio lado y sus azules ojos moviéndose de lado a lado al únisono, siguiendo el compás de un reloj, que de repente se empezó a escuchar... sí... El Guardián del Tiempo, había regresado a casa.

Y ocurrió lo que me esperaba... bueno, una de las opciones que tenía en mente. Al menos no era la de acabar desintegrado al intentar cruzar el escudo, pero me hubiese quedado más tranquilo estando encerrado con ella. Podría haber intentado ayudarla desde dentro.

Mi vuelo se hizo eterno, hasta que sentí como mi trasero daba contra el suelo para luego golpearme la cabeza. - ¡Ay! - Exclamé con el segundo golpe y me incorporé, llevándome la mano al lugar afectado. El chichón empeza a salir, podía notarlo.

En ese instante, escuché una voz a mi espalda y me giré. Era el tipo de los bigotes y barba con forma de pulpo. - Eso hicimos... y la puerta se abrió sola... Eso suele ser una invitación a entrar, caballero. - Dije aún desde el suelo, dolorido por el impacto. - Sólo dimos tres pasos en la casa y algo se la llevó... como comprenderá, no la vamos a dejar aquí y menos en ese estado. No voy a permitir que Missy muera. Así pues, haga el favor de sacarla de ahí. Ella no ha hecho nada malo... aún... o al menos a usted. - Otra cosa era el dolor que había causado en mi interior pero la verdad era que verla así, me hacía olvidar el resto, porque me estaba matando por dentro.

- Somos Señores del Tiempo, no somos enemigos... que yo recuerde jamás lo fuimos de los Guardianes del Tiempo y ella es uno de los nuestros. - Me puse en pie lentamente, llevándome la mano al trasero esta vez. - Mírela. Se está muriendo. Tiene que dejarla salir antes de que... - De mis ojos brotaron dos lágrimas, una por cada corazón que latían con fuerza en mi interior, sufriendo por ella. Mi mano apretó con fuerza el destornillador sónico. No quería usarlo contra aquel hombre, no cuando ellos eran ya tan pocos... cuando su mundo se perdió en el océano.

Pero Missy me importaba demasiado.

- Y si la necesita de rehén para algo, libérela, cámbieme por ella. Ella es más astuta de lo que parece y cumplirá mejor lo que pida que yo mismo. - Y creo que en ese momento fue cuando me delaté ante aquel hombre y David, dejando claro que lo que sentía por ella era tan fuerte, que prefería ocupar su lugar e incluso morir por ella. Porque en el fondo sabía que jamás estaríamos juntos.

Ella "se había liberado" y era mujer de varios hombres. Yo solo lo era de una mujer, así que nunca podríamos estar juntos. Lo mejor era ocupar su sitio. Al menos podría estar al lado de mi amada esposa de nuevo y dejar ese mundo que ahora solo era y sería dolor para mi siguiente reencarnación, si es que realmente había otra, tal y como dijo Missy.

Tenía que haber adivinado que Peter quería hacerse el mártir. Quizás era porque lo que sentía por Missy lo hacía sentirse responsable de ella, y lo entendía, pero también poseía ese punto melodramático que le estaba empujando a convertirse en el protagonista de aquella historia.

Así que le miré, me encogí de hombros, y asentí con cabeza.

-Está bien. Te espero aquí... . No tardes mucho -le dije, metiéndome una de esas cosas que llamaban chicles, en la boca -. Mmmm, fresa. Bien, bien.

Peter cogió carrerilla y al llegar al borde del círculo dio un saltó, siendo completamente repelido por él, cayendo a mi lado, en el suelo, con un sonorísimo ruido. Sin dejar de masticar, y con las manos en los bolsillos, seguí su trayectoria hasta que se detuvo.

-¡Ah! ¡Eso sí que ha sido rápido! -comenté.

Y fue entonces, cuando una voz familiar nos hizo volvernos hacia ella. 

Era aquel tipo de la tienda, ese... Fizban.

-¡Oh, bueno! ¡No queríamos molestar! ¡Ya sabe, siempre podía estar durmiendo, o comiendo, o subiendo y bajando las escaleras para ponerse en forma!

Como siempre, Peter se tomaba demasiado en serio todo lo que ocurría, aunque en aquel caso, el asunto de Missy lo era de veras y llevaba razón en todo lo que decía, pero sobre todo, me impactó ver su sufrimiento, más real que cuanto había visto hasta ese momento.

Así que di un paso hacia él, coloqué una mano sobre su hombro para intentar que se calmase y después, le adelanté para hablar con nuestro... anfitrión.

-Suponemos que no la ha matado porque está esperando algo. ¿A nosotros, quizás? Oh, venga, díganoslo. Si nos dice lo que quiere, podremos intentar dárselo a cambio de que libere a Missy. Después de todo, seguro que no disfruta viéndola sufrir, ¿verdad? Así que por qué no la saca de ahí y nos pide lo que necesita. Sea un buen chico.

Teniendo en cuenta el aspecto de su barba, la verdad era que yo lo estaba siendo, y en dos ocasiones, así que al menos podía devolvernos algo por no haber hablado mal de ella.

Jon sonrió ante la respuestas de sus compañeros.

—La mente de los humanos es fascinante a la hora de desarrollar teorías cuando tienen miedo a lo desconocido —comentó

—Creo que le habrá tenido que quedar claro, Sr Erasmo, que la línea entre la leyenda y la realidad igual es más delgada de lo que parece, con lo cual rogaríamos poder adentrarnos en todo su esplendor, sin limitaciones semánticas —después señaló a sus otros "yo"

—Como podrá ver, mi compañero no se equivoca,  somos gente seria y de fiar —por un momento se aguantó la risa, decir aquellas palabras si sonreír era ya una proeza.

Poco después se acercó a su nuevo amigo y le colocó la mano en el hombro mientras le miraba con franqueza.

—Ahora la pregunta es... ¿qué piensa usted realmente que hay allí abajo? la opinión sincera de alguien con su reputación es encomiable —había que ganarse su simpatía a toda cosa.

Fizban arrugó el ceño, abrió los ojos, parpadeó y terminó lanzando una exclamación con un sonoro ¡Ohhhhh! Cuando ambos doctores hablaron.

- Señores del Tiempo... tenía que haberme dado cuenta... que escuchara tantos latidos de corazón al compás no era cosa de mi sordera intermitente... es que había... mmmmmm... seis corazones en tres personas... Mea culpa, dí por hecho que érais humanos de lo contrario no habría ocurrido este mal entendido... las trampas no están hechas para mortales, sólo se activan para vampiros... vosotros no lo sois pero lleváis viviendo más de cien años... voy a tener que reajustar las pautas, aunque debéis comprender que en lo último que uno piensa es que vayan a presentarse tres... no... no sois tres sois dos... - comentó Fizban al acercarse a Peter y Daniel y olosquearlos- tú y tú sois el mismo pero el tiempo es otro... nunca voy a comprender el afán vuestro de jugar con el espacio tiempo y las realidades múltiples... se desarreglan más cosas de las que creéis solventar... Ah vale... la mujer... que se nos va... Mmmmm...- comentó avanzando hacia el círculo y ajustándose las gafas- no va a ser necesario que usted se cambie por nadie... ¿Para que demonios iba yo a querer a alguien tan cascarrabias ahí colgado? y yo soy un buen chico siempre... de lo contrario ninguno de vosotros estaría ahora vivo...- comentó con un brillo lobuno en su mirada para después volver a su afabilidad habitual- la visita de un Señor del Tiempo siempre es entretenida... sois muy galantes... siempre tratando de solventar problemas... en especial tú... doctor, lástima que cuando Atlantis cayó decidieron  no venir a dar una vuelta por si no queríamos desaparecer, tienen una curiosa manera de elegir cuando inmiscuirse en un caso y cuando no... pero... ni Doctor ni Master habíais nacido entonces, o érais muy jóvenes... así que no sois responsables... bueno... saquemos a la dama de su prisión- fue entonces cuando el guardian del tiempo realizando varios movimientos de su diestra como si se encontrase ante un engranaje invisible, moviendo algún tipo de rueda suspendida en el aire, hizo quenel círculo se iluminase y comenzará a brillar- las suspensión cósmica va a ceder y si ninguno de ustedes lo remedia le puede salir un chichón a vuestra amiga.

Anunció mientras los dos doctores veían como el campo de fuerza caía y el cuerpo inerte de Missy se tambaleaba 

- El tiempo es caprichoso y ya sabe que saltamos por él. Sí, puede que a veces perjudiquemos más de lo que arreglamos o no. Pero quizás nuestros viajes acaben llevándonos a su querida Atlántida. Bueno, los míos, pues los suyos ya le digo que no le llevarán. - Le dije señalando a David. - O quizás los de mi futura reencarnación. Quien sabe.

Me sorprendió que hablase de vampiros y de que aquellas trampas estuviesen hechas para ellos. - Mi señor, los vampiros están muertos, no tienen un corazón que lata y nosotros tenemos dos. Sí necesita un buen reajuste.

Y entonces hizo el comentario sobre Missy y a pesar de que aún me dolía el trasero por la caída y más aún la cabeza, no dudé y corrí o más bien cojeé a su lado. Mis manos se extendieron junto con mis largos y delgados brazos para sostener su tambaleante cuerpo. Seguramente no podría sostenerla si caíga de golpe, pero al menos si lo hacía, que fuese sobre mí. Ya tenía bastante daño hecho con esa estaca en su corazón, como para que encima se golpease contra el frío suelo.

Con uno que lo catase, aunque fuesen dos veces el mismo día, era suficiente.

- David, ¿qué tal si mientras recojo a Missy le preguntas a nuestro anfitrión por la TARDIS?

- Tranquila, no dejaré que sufras más dolor. No al menos hasta que me desprecies de nuevo.

Con Peter fuera del círculo y Missy todavía dentro, lo importante era entender lo que estaba sucediendo allí, así que en cuanto ese hombre, Fizban, empezó a hablar, era el momento de atender para intentar comprenderlo. Aunque era obvio que sabía de nosotros, lo de los vampiros me hizo abrir los ojos.

-Uouououo. ¿Vampiros, dice? Bueno, nosotros no tenemos nada en común, y como dice mi buen amigo aquí presente, ellos carecen de un corazón que lata. Aunque quien sabe, cosas más raras hemos visto, ¿verdad, Peter?

Y entonces nos olisqueó, inseguro de su propia afirmación, dándose cuenta de que en realidad, éramos dos versiones de la misma persona.

-Bueeeno, es que si no la vida sería muy aburrida, ¿no cree? Y de esta manera, todos podemos divertirnos por igual. En cuanto a Missy...

El hombre decía que no la quería, pero entonces, ¿qué hacía allí y por qué no la había liberado ya?

Esa pregunta quedó sin respuesta porque liberó a Missy en ese preciso instante, y mientras Peter la cogía al vuelo, me volví hacia el guardián.

-Bueno, y cambiando de tema, mi buen guardián. Seguimos buscando la TARDIS. ¿Tiene idea de por dónde debemos buscarla? Es que nos gustaría quedarnos... o mejor, que algunos de nosotros querrían marcharse, porque usted ha visto dos, pero no somos dos, sino unos cuantos más. No estaría mal volver otra vez a nuestros tiempos respectivos.

El cuerpo de Missy cayó en los brazos de Peter con cierta suavidad, la estaca de su pecho se desvaneció como por arte de magia dejando un agujero sangiñolento que debería irse cerrando... pero de momento no lo hacía, al observar el rostro de la dama del tiempo, el doctor comprobó su palidez y como un hilo de sangre escapaba de sus labios, a pesar de su desvanecimiento el cuerpo de Missy no era tan pesado, estaba muy delgada y la cosa pintaba mal.

Fizban elevó las cejas ante las palabras de ambos señores del Tiempo.

- ¿Los vampiros son humanos? No... lo fueron y ahora no, son una cosa antinatural y rara con apariencia humana pero sin serlo... los Señores del Tiempo ¿son humanos? Pues tampoco, vienen de otro lado pero parecen humanos... Por eso la casa detectó cosas raras y actuó, sólo los humamos cien por cien, son los que pueden entrar sin que el mecanismo reaccione. Lo de arreglar lo que no tiene arreglo y me refiero a la Atlantis... es tentador para otro que no sea un guardian del tiempo, sabemos lo suficiente de las líneas temporales para constatar que lo acaecido ya no tiene remedio por la multitud de cambios que operaria en el presente... lo hemos superado, no es necesario que trate de obtener mi favor recurriendo a eso... os voy a ayudar porque soy así de majo y de paso cuanto antes solucionéis vuestros asuntos, antes podré arreglar vuestros desaguisados... Voy a revisar y hacer ajustes en la entrañas de la casa...hay más cosas a parte de Señores del Tiempo perdidos sin sus TARDIS, que no merecen ser tratados así y humanos... humanos, que son peores que los vampiros pues te absorben la sangre de otra forma... veamos...- sin más el viejo guardián sacó su reloj de cuerda que lo llevaba sujeto por una cadena de oro del chaleco y lo abrió, al hacerlo pasó sus delgados dedos sobre el cristal, dibujo como una especie de símbolo y de inmediato se proyectó un complicado entramado de símbolos Atlantes sobre el mismo, brillando con intensidad, Fizban comenzó entonces a mover las manos tocando los símbolos y engranajes de luz con soltura, él era el único capaz de comprender aquel galimatías, mientras lo hacía continuó hablando- ¿Sólo habéis venido a buscar vuestras TARDIS? Curioso... porque que yo sepa vuestras máquinas de viajar, suelen llevaros hacia donde debéis estar no hacia donde queréis ir... lo mismo continúan perdidas porque aún tenéis que encontrar algo... aunque ¿Quién soy yo para decir a un señor del tiempo lo que tiene que hacer? ¿Más de vosotros? Y supongo que seréis todos el mismo... cuando terminéis si queréis os paso la dirección  de mi psicólogo, me temo que parecéis del sindorme de personalidad múltiple y un poco de narcisismo, para un humano con darle unas cuantas juanolas y encerrarlo un rato va bien pero vosotros sois más peligrosos os da por viajar y hacer cosas... y lo estoy diciendo sin acritud... bueno esto casi está... ah... la Dama no despierta todavía... mala seña...- dijo acercándose a Missy que reposaba en el rehazo de Peter, su respiración era muy débil y el corazón que le seguía latiendo parecía perder fuerza- me temo que no estoy capacitado para ayudar a un señor del tiempo en estas circunstancias, sois vosotros mismos los que podéis ayudaros... con la cosa esa que hacéis que os salen chispas brillantes, como doradas... la génesis... no... repera... no... ¿regeneración? ¿Así la llamáis? La energía que os hace cambiar de aspecto para no morir, lo mismo con un poco de eso puedes ayudarla... aunque sé que es algo íntimo y muy personal, pero así un beso con extra de energía de colorines puede quedar bien, la pobre se ve necesitada...

La pobre de Missy tenía mal aspecto. Se veía como si le hubiesen atravesado el pecho con una estaca, algo que era de esperar, por supuesto.  Pero Peter podía encargarse de ella. Dos señores del tiempo que en realidad eran uno haciendo gala de su encanto natural para encargarse de la misma mujer sonaba demasiado complicado hasta para mí.

Preferí centrarme en aquel Frizbie o como fuese, que no dejaba de hablar y decir cosas que no conducían a ninguna parte salvo donde él quisiera.

-Oh, me gusta su reloj. A ver.... -dije, acercándome para ver los símbolos -. Ajá, es lo que yo pensaba. Atlantes. La verdad es que habría mucho que contar sobre la vieja Atlántida, pero supongo que no disponemos de tiempo. ¿Eh, qué? Pues sí, solo queremos la Tardis.

Entonces Frizbie empezó a decir algo que era completamente obvio hasta para nosotros.

-Pues claro que nos lleva allá donde debemos estar. Un señor del tiempo no viaja solo a donde puede sino a donde debe. ¿Es que esperabas otra cosa?

Es que era una tontería esperar que nosotros dominásemos la Tardis como si fuese un objeto de uso cotidiano como un cepillo de dientes. Estaba claro que entre un señor del tiempo y la Tardis había una conexión fuerte e insondable. 

-¿Un psicólogo? En todo caso debería pasarnos el de varios de ellos porque yo no compartiría el mío con los demás. Me temo que soy muy tímido y no me gusta compartir mis cosas con los demás. 

Sin embargo, y a pesar de todo, era Missy lo que más debía preocuparnos. Apenas respiraba y su corazón latía cada vez con menos fuerza, así que lo terminó por decir era exactamente lo que debíamos hacer. Miré a Peter y por una vez, supe que debía dejarle a él el honor de llevar el peso de todo el asunto.

-Bueno, Peter. ¿A qué esperas? ¿No te apetece achispar a Missy?

Creí que coger a Missy sería igual que tener un peso muerto en mis brazos, pero no fue así. La estaca desapareció ante mis ojos, como si nunca hubiese estado ahí. Pero había estado... el agujero en su pecho así lo indicaba. Escuchaba al hombre, al atlante hablar mientras me arrodillaba, sintiendo el dolor en mis dos corazones, por el estado de Missy. Su herida debería estarse cerrando pero no lo hacía.

Y dolía.

Amaba a mi mujer pero me estaba dando cuenta en aquel momento hasta que punto podía amar también a Missy. Que ironía, mi mejor amigo, mi peor enemigo y ahora la mujer que amaba y que se iba de mi lado sin poder evitarlo. No quería llorar delante de David, el desconocido me daba igual, pero no quería que supiese lo que sentía por ella. Pero era tarde, sentí como las lágrimas se derramaban por mi rostro.

Me senté en el suelo con ella sobre mi regazo y puse mi mano sobre la herida del pecho, ejerciendo presión sobre ella. - Missy... no me dejes... - La susurré entre las palabras del hombre de aquel bigote tan estrafalario. - ... volveré a jugar a tu estúpido juego, aunque me duela... pero no te vayas...

Podía sentir como su segundo corazón latía cada vez más débil y escuché como aquel hombre, que realmente no sabía o no debería saber demasiado sobre nuestra raza y existencia, pues estaba claro que sabía más que lo que yo pensaba, dio con la solución al problema. Y si no era esa, al menos sería la forma más bonita de despedirme de ella.

Hasta David me animó a hacerlo, seguramente por no hacerlo él.

Mi dedo pulgar pasó por el borde del labio de Missy y retiré la sangre que había en el mismo. - Nunca te olvidaré. - Susurré a la mujer, porque decir que la quería delante de ellos se me hacía imposible y besé sus labios con suavidad, ayudándome con la mano para sostener su inerte cabeza.

Sentía como mis corazones latían con fuerza, deseando que aquello funcionase... que no era capaz de separarme de sus labios y no lo haría, hasta que no sintiese su corazón detenerse o sus labios besar los míos también.

Con cada palabra que Jon pronunciaba la sonrisa de Erasmo más se pronunciaba, dejando entrever una dentadura prácticamente perfecta, donde destacaban unos dientes blancos, bien cuidados y unos colmillos más desarrollados que el resto, pero nada que a priori no fuera la de la dentadura de un hombre normal y de posición, puesto que la mayoría de la gente en aquella época tenía menos limpieza bucal. Aún así al doctor le parecía curioso y cuando eso ocurría es que debía hacer caso a su instinto

—Ahora la pregunta es... ¿qué piensa usted realmente que hay allí abajo? la opinión sincera de alguien con su reputación es encomiable —había que ganarse su simpatía a toda cosa.

- Que los ruidos no pertenecen a fantasmas, que las luces no son de este mundo y que vosotros sois más de lo que parecéis, pero me caes bien y estoy dispuesto a ayudarte si te sinceras tú también conmigo... no te sorprendas- sonrió ampliamente a Jon- tengo un olfato especial... así como un oído extraordinario- entonces los tres doctores pudieron escuchar claramente en sus cabezas la voz de Erasmo, sin que este moviera sus labios- "El compás de dos corazones en un sólo cuerpo es algo realmente insólito, así como que tres personas aparentemente distintas...huelan igual... ¿No les parece?"- les dijo a los tres con una ligera sonrisa y mirada inquisitiva.

Fizban se ajustó las lentes y abrió los ojos como platos para no perder detalle del besarramacaco de Peter a Missy... que un Señor del Tiempo compartiese su energía de regeneración con otro, era realmente insólito y todo un espectáculo que no se producía a menudo, además el Guardián del Tiempo... por qué no decirlo, era un romántico empedernido, le encantaban las historias de amor en especial las complicadas... podría decirse que el viejo loco era lo más parecido a lo que en el siglo XX en España se denominaría... Maruja. 

- Oyoyoyoyoyoy... que me voy a emocionar y todo...- se sacó un pañuelo rojo y con lunares, que bien podría haber pasado por la manta de un bebé por las dimensiones, y se sonó los mocos mientras unas lagrimillas cristalinas inundaban sus ojos.

Entonces mientras los labios de Peter se unían a los de Missy un halo dorado envolvió al doctor concentrándose en su boca y pasando de ella a la de Missy, el resplandor atravesó la garganta de la señora del tiempo para pasar a su pecho y concentrarse en la herida, un fogonazo inundó la habitación para a continuación escucharse el latir de tres corazones latiendo al compás durante unos segundos hasta que finalmente un cuarto latido se unió, débil al principio para después alcanzar el ritmo de los latidos del doctor.

Cuando Peter se alejó unos centímetros del rostro de Missy observó como la herida de su pecho había sido sanada, lo que ahora se atisbaba era la piel de la mujer, como acto reflejo los ojos del duodécimo doctor buscaron los de Missy, que tras unos instantes se abrieron con dificultad. Cuando logró centrar la vista se quedó mirando a Peter sorprendida por ver al doctor y algo perdida por no saber lo que había pasado, quiso hablar pero estaba tan debilitada que no le salió palabra alguna y cuando trató de incorporarse un punzante dolor le hizo volver a caer en los brazos de Peter, entonces al tocarse el pecho y tantear el agujero de su ropa, comenzó a hacer memoria, la mente de Missy comenzó a atar hilos y darse cuenta de lo que había pasado, al hacerlo clavó su mirada en los ojos de Peter realmente conmovida, mientras unas traicioneras lágrimas se le escaparon, quedando paralizada tanto por sus sentimientos como por su estado físico, tenía el cuerpo dolorido y extenuado... pero vivo y regenerando lo que había sido dañado.

- La señora está a salvo, pero necesita descansar, puedo ofreceros una habitación y mi palabra de que ya no corre ningún peligro en esta casa- ofreció Fizan limpiándose la cara con su extrambótico pañuelo.

Para mí ni había nadie más en aquel momento que Missy en esa sala, así que ni oí los comentarios que se hicieron en mi entorno. Me había separado de ella y miraba aquella extraña belleza que me tenía loco aunque me negase a confesarlo. Había sentido como su corazón herido había vuelto a la vida y ver que su herida estaba cerrada era motivo para alegrarme. Pero sus ojos aún estaban cerrados. - Vamos Missy, no me dejes ahora. - Susurré a la mujer mirándola a los ojos sin dejar de sostenerla.

Y entonces vi como los abría y la sonreí feliz por ello. La veía despistada y aturdida y mi mano acarició su rostro. - Ya pasó todo, estás bien. - Le susurré con ternura en mi voz. Aquel viejo gruñón no estaba en aquel momento, solo la parte que sentía algo por Missy era la que hablaba, aquella que se ocultaba tras mis dos corazones.

Trató de incorporarse pero no pudo y mis brazos seguían ahí esperándola. - Tranquila, aún tienes que terminar de sanar. Lo importante es que estás aquí, con nosotros de nuevo. - Le volví a sonreír y acaricié su rostro con ternura. Y se tocó la herida del pecho y no la encontró y su mirada me dijo todo. Sus lágrimas en su rostro me contaron lo demás. Pasé mi pulgar por una de ellas y la retiré con cuidado, sin dejar de acariciar su cara. - No llores, se te estropeará el maquillaje. - Por una vez traté de bromear para darla ánimos.

Y entonces el atlante nos dijo lo de la habitación.

- Te llevaré a un lugar seguro donde descansar, Missy. Te vas a poner bien. Eres una Ama del Tiempo, nada puede contigo... ni una estúpida estaca. - Y tras decir eso, me aseguré de que tenía bien sujeta a Missy mi me puse en pie con ella.

- Le sigo. - Le dije al hombre con aquel bigote tan raro y dicho esto, comencé a caminar tras él con quien fue mi mejor amigo, mi peor enemigo y ahora la mujer que amaba y mi enemiga, entre mis brazos.

Era inevitable sonreír ante la escena que se estaba produciendo delante de mí y también al ver la reacción del "Frisby". Peter tenía corazón, quedaba completamente demostrado, y era capaz de hacer cualquier cosa cuando lo ponía en movimiento. Sin dejar de mirar a Peter y a Missy, me acerqué al hombre y le pasé una mano por el hombro.

-Creo que este es el comienzo de un buen mote, como por ejemplo, Peter "corazón de mantequilla". 

Missy no tardó en recoger la energía de Peter y regresar de nuevo con nosotros, y a pesar de estar renqueante, todos sabíamos que lograría salir adelante.

-Sí, estás a salvo. Peter te ha salvado -le dije, mientras a mi lado, nuestro común amigo terminaba de limpiarse las lágrimas -. Se ha portado como si en lugar de dos corazones tuviese unos cuantos más. Ah, qué tiempos aquellos en los que no mostraba ninguna emoción y se mantenía frío como un témpano de hielo, simulando no preocuparse por nadie.

A continuación, me volví hacia "Frisby", que nos había ofrecido un lugar en donde descansar, justo lo que Peter y Missy necesitaban.

-Perfecto. Pues usted guía, caballero. Dígame, tendrá algo de comer, ¿como unas pastas de esas que tienen frutas en el centro? -le pregunté, mientras caminaba a su lado.

¡Por supuesto que somos más de lo que parecemos!- le respondió Matt -¿Acaso no lo somos todos?- añadió con una sonrisa, tras lo cual bebió otro sorbo de su taza de chocolate, sin interrumpirse ni cuando las palabras de Erasmo llegaron directamente a su mente.

Bueno… el universo es muy grande, y lo que en un lugar es insólito, en otro bien puede ser ordinario- respondió el undécimo, sin muestra alguna de que su percepción o su manera de comunicarse le hubiesen sorprendido -Al menos, no lo es más que encontrar a alguien con unos sentidos como los suyos… ¿no cree?- le preguntó, observándole con unos ojos considerablemente más viejos que lo que correspondía a mi aspecto, y también más que los que le acompañaban. Al fin y al cabo, aunque todos fuesen el Doctor, él había vivido y visto mucho más que las regeneraciones que lo acompañaban.

¿Qué quiere saber?- le preguntó con la misma jovialidad que había mantenido durante toda la conversación, una que contrastaba con la seriedad en sus ojos.

—Es sencillo— Tom miró a sus  compañeros y finalmente sonrió a su interlocutor. Sabía que no podían mentirle por varias razones. Sabía más de lo que parecía, le necesitaban y lo que era más importante, le caía bien. En aquel momento, Tom recordó los viejos tiempos con sus compañeros humanos. Había confiado en ellos la verdad, ¿por qué no hacerlo ahora? — Somos el doctor.

Tom sonrió como si eso lo explicase todo. Pasaron unos segundos hasta que se dio cuenta de que podía no ser así.

—Sí, verá... Somos la misma persona, pero de distintas reencarnaciones. Cosa de los viajes en el tiempo, afición nuestra, ¿sabe usted? Nos gusta solucionar problemas en el universo, pero por norma general no vamos juntos. Demasiada genialidad junta puede anularse. Por eso traemos a este— dijo señalando a Matt, el decimoprimer doctor— Para compensar