El templo, donde el Príncipe de los Impíos aguardaba aún que los Dioses le otorgaran sus demandas, desaparecio de la faz del mundo dejando un enclave lleno de negrura y muerte. Entonces fue cuando las oscuras aguas del tiempo convergieron por fin enviándolo de regreso al mundo de los vivos.
Que el mar sangriento resurja. Que mis enemigos tiemblen, por que he llegado..
Prólogo recitado por el humano Yan D. en Corvis junto a la sacerdotisa Léonore.
Un áspero alarido, cargado de horror y de angustia, agitó a Léonore en su sueño. Tan acuciante era el grito, tan profundo su propio letargo, que al principio la sacerdotisa no comprendió lo ocurrido.
Confundida, asustada, abrió los ojos y trató de identificar su entorno, de descubrir qué la había sobresaltado hasta el extremo de dejarla sin aliento.
Se hallaba postrada en un suelo duro, mohoso. Su cuerpo se convulsionaba en escalofríos a causa de la humedad que penetraba sus huesos y le rechinaban los dientes. Contuvo el resuello a fin de prestar atención a cualquier movimiento, de distinguir algún objeto familiar, mas la negrura se reveló insondable y el silencio intenso.
Oyó entonces un nuevo aullido, que reconoció como una continuación del que la había despertado. Casi emitió un suspiro de alivio al asaltar sus tímpanos otra voz humana, si bien el temor que delataba aquel timbre discordante resonó en los recovecos de su alma..
¡Yan! -exclamó Léonore, despavorida extendiendo una trémula mano. Sólo encontró la fría y saturada roca.
Fue entonces cuando recordó lo sucedido y visualizó, con espantosa claridad, a Yan leyendo el libro negro con palabras que rebotaban por doquier. Entonces luchó por levantarse y tras varios intentos, sus entumecidos miembros obedecieron.
Léonore:
Hechizo recordado: invocación I de Angelia: Luz Sagrada(CD 10, 1d20 contra dificultad 10 para tener éxito -cd a nivel 1-)
Al principio solo fui consciente del dolor, dolor en mi brazo, en mi cuello, en la espalda, y fue por el dolor que descubrí que era alguien, no tenía muy claro quien, pero lo era. Más tarde fue el frío, que entumecía mis huesos, y asfixiaba mi garganta. Me oí hablar, me presté atención, y con la última de mis palabras una avalancha de recuerdos arrasaron mi mente.
¿Qué ha pasado?
No se si sigo incosciente, ¿cómo me siento y esas cosas master?
El frío era terrible, y entumecía cada miembro del cuerpo de la sacerdotisa (suena lindo eso XD) impidiendo que pudiera moverse, impidiendo que incluso pudiera recobrar una postura que le permitiera ver en donde estaba. Levantó la vista, aún en el suelo que se volvía no sólo incómodo sino terrible e intentó buscar una forma de que su propio cuerpo respondiera a sus órdenes.
Lo logró, de pronto, sus dedos se movieron y luego sus piernas, ya sentada, intentó buscarlo. Jamás debió dejar que lo leyese, jamás, la muy necia pensó que tocándolo pasaría algo, pero no, era con tan sólo leerlo. Se sentía culpable, si algo le pasaba a Yan sería su culpa.
Miró a su alrededor, y la oscuridad absoluta era la que reinaba en ese sitio que parecía más una recámara mortuoria. El miedo si estaba haciendo mella en sus espíritu pero debía encontrarlo.
- luz divina de Angelía…- puso sus manos delante de ella, para poder ver que en donde estaban y sobre todo, en donde estaba Yan. La luz funcionó en sus manos…
Tirada: 1d20
Motivo: Luz Sagrada
Dificultad: 10+
Resultado: 10 (Exito)
preguntas: ¿yan está a mi lado?
-Luz - susurró, aferrando sus manos de forma que las palmas permanecían juntas con los pulgares apuntando al cielo.
Un suave fulgor brotó entre sus manos, deslizándose entre sus dedos hasta verse iluminada. Un cálido aliento fue llenándola desentumeciendo sus miembros..
Más serena al verse iluminada, Léonore intentó recordar en qué dirección procedían los desgarrados lamentos.
Vislumbró fugazmente algunos muebles desvencijados, ennegrecidos, telarañas de ominoso aspecto, libros esparcidos por el suelo y estantes que se desprendían de los muros.
- ¿en que sitio estamos? -
Surcó el espacio un tercer alarido y Léonore se volvió, rauda, hacia el punto donde se había originado. Su luz sagrada rompió la mágica negrura que trataba -mediante oscuros brazos- de envolverla ávidamente, cómo si tratara de devorar su calor, ahora sagrado.
La luz de Angelia la protegía y rasgó una penumbra que se resistió en desaparecer de una de las esquinas, poniendo de relieve una figura humana..
Léonore acercó sus manos -aun juntas unidas en la invocación a su Diosa- al ser que permanecía tumbado a sus pies. Languidecieron sus nervios y su corazón se acelero al distinguir por fín a Yan inconsciente. Con unos cortes sangrientos en su cara, como si lo acabaran de atacar..
Léonore: tira -percepción de lo oscuro- 1d20 dificultad 5
Yan:tira tiempo de bendición 1d4. Es lo que tardará el influjo sagrado de la luz en despertarte.
El cuerpo aletargado, quizá muerto de Yan yace inerte en el suelo.
Tirada: 1d4
Motivo: tiempo de bendición
Resultado: 4
A luz la cubría y la ponía bajo resguardo de la terrible oscuridad que estaba afrontando. Su mente se aceleró, pero debía mantener la calma, una calma que parecía etérea y demasiado inestable en medio de esos alaridos de dolor, la oscuridad inexpugnable y el olor a muerte y destrucción que estaban envolviendo a la sacerdotisa. Ahora, con sus manos juntas, y con el halo de luz divina que había invocado, intentaba buscarlo.
Mencionó su nombre, pero la voz no salía o en su lugar, parecía salir un tono tremebundo, esa voz no era suya. Un lacónico escalofrío surcó sin compasión desde el nacimiento de su espalda hasta la nunca, erizando cada uno sus vellos claros. En ese momento, un segundo angustioso alarido la llamó, y con ansias se volcó a él, observando como el lugar parecía ser distinto al que estaban. Era yan, el que yacía herido en el suelo, con el cuerpo tan lánguido que llegó a pesar que estaba muerto.
- Yan…- ahora si su voz sonó como la de ella, cuando se arrodilló ante él, y observó sus heridas, ¿lo habían atacado?. Intentó oír que sucedía en su entorno, pero sólo el replicar del viento y ese gélido aliento en su nuca que la tenía más que nerviosa. (percepción de lo oscuro)
Su mano sujetó ahora su bastón para poder dejarlo iluminado con la luz divina y agacharse para poder ver las heridas de Yan, y principalmente si estaba vivo.
- tranquilo… todo estará bien…- murmuró, en su oído palabras de aliento, protegidos, aún por la luz en medio de esa oscuridad perpetua.
Tirada: 1d20
Motivo: percepción de los oscuro
Dificultad: 5+
Resultado: 19 (Exito)
DM ¿cuales son las reglas para curar en el juego?
*Curar Heridas Leves: 1d8pg +1xnivel (máximo +5) directo.