SsSsoren...
La víbora no pensó demasiado tiempo en tus palabras, pero parecía haber escuchado con atención.
¿Majestad yo? No sSsSs sSoy su conssejero
Vale Sssoren, tenemos un problema, todosSs piensan que eress un hada, parecesSs un hada, hablass como un hada, y tienesSs nombre de hada, mañana delante del Rey demostrarásS lo contrario
Por si no te lo han exxxplicado essstás en Canaan, la tierra de los Cuatro ReinossS, el nuesstro, el Reino de Jar-Hail está en guerra interna... con rebeldes como hadas y duendes, hace mucho muchosSs tiempo, las fatas y seres mágicosSs cuidaban losSs bosSsques, pero quissieron tener el poder de losSs otrosSs tresSs reinosSs y empezaron a deformar la naturalezsa.
LosSs árbolesSs arrancaban susSs raícesSs para morir por ellos y losSs animales eran atraídosSs para sSser usSsados con cualquier fin. Alteraron el equilibrio y la naturaleza se rebeló. Ahora sSson prosSscritos
El consejero víbora sonrió cuando te vió bostezar - Me dijeron que tenías poderes mágicos, ¿Qué puedes hacer? - Aún sigues maniatada, por lo que una vez más solo te piden explicaciones de palabra
Conocimiento: Es una especie de serpiente muy venenosa, puedes ver la ponzoña goteando de sus afilados colmillos
¿Cómo había podido confundirlo con el rey? El rey no se acercaría solo, sin escolta, quizás nunca había pisado los calabozos, además, la serpiente no llevaba corona. El simple hecho de pensar en tal fallo la hizo ruborizarse. Para alivio suyo, la serpiente no dio importancia al asunto y le explicó el motivo de su retención.
La princesa eliminó todo rastro de somnolencia en cuanto la serpiente movió la lámpara hacia arriba y pudo ver su boca abrirse como el telón de un escenario, permitiendo ver el veneno chorreando colmillos abajo y una lengua bífida que asomaba sibilante entre ellos. Se retiró un paso hacia atrás y escuchó al fin lo que sucedía en ese lugar, Cannan creía haber entendido – ¡Eso es horrible! – Soren amaba la naturaleza, y saber que el poder era causa de su destrozo, la hacía sentirse a favor de los animales y los otros dos reinos - ¿Y los otros reinos os están ayudando también? ¿Cómo lo solucionaréis? ¿Por qué los seres mágicos no han desistido después de haber visto los destrozos causados? ¿ Cuá..Lo siento – La niña se calló de golpe, estaba haciendo demasiadas preguntas.
Podía parecerse a un hada o hablar como ellas y no lo podía desmentir puesto que nunca había visto una antes. De hecho, siempre fantaseaba con las historias que la vieja Nana le contaba, pero nunca llegó a imaginar que existiera un lugar con animales gigantes parlantes ni con hadas o duendes hasta ese mismo día. Pero lo que estaba claro es que no lo era – Realmente no soy un hada, lo juro. Soy una humana y no tengo poderes especiales. Mis únicos poderes, podría decirse que son mis cualidades. Sé escribir y leer poesía, soy muy diestra con la aguja, y soy bastante buena combatiendo con la espada. Pero según mi padre mi mejor poder es mi sonrisa - Soren se encogió de hombros. No se le ocurría ninguna otra forma de demostrarle que no era un hada, así que esperó a ver lo que tenía que decir el consejero del rey.
Loss otross reinoss tienen sssus problemas, sssiguen usSsando su magia porque ahora sssomos una amenaza para ellosSs, y prefieren desSstruirnos
Esss bueno todo esso que dicess, ssstupendo que sssssepas usar la esspada, demosstrarás bien que no eres un hada
Desscanssa Sssoren
La víbora y el séquito en las penumbras desaparecen, se escucha el eco de unas escaleras y una puerta cerrarse, todo vuelve a estar en silencio, y de nuevo comienzan los gimoteos entre aquellas mazmorras. Soren cierra los ojos y vuelve a quedarse dormida. Aunque no descansa bien, duerme hasta casi saciarse, debe ser casi mediodía cuando golpean las rejas, un lagarto lleno de escamosas espinas saca su lengua bífida cuando Soren se mueve y le hace salir.
El consejero víbora está tras un par de guardias bien armados, uno de ellos es el tejón de ayer, hacen moverse a Soren y subir las escaleras, va bien escoltada. Con mejor luz y más descansada, puede ver que en la celda que había a su lado habían más presos, de formas extrañas, es difícil saber qué son exáctamente pero parecían todos humanoides.
Llegan a la gran antesala de ayer, mucho más llena de animales por todas partes, con pelo, plumas y escamas, el croar de un batracio resuena en eco y la víbora se acerca para poner sobre Soren lo que parece un poncho azul bien bordado y limpio que oculta la suciedad de la chica, la víbora le señala entre la gente y la conducen hasta un foso, una especie de piscina sin agua, excavada medio-metro en el suelo. Le hacen descender colgándose de un borde, toca suelo sin problemas
Quédate en el centro.
La sala no está atestada de animales, pero sí hay muchos y de todos los tipos, todos murmuran entre ellos y no observan a Soren con maquiavélica sonrisa, entre todos ellos puede distinguir al Capitán Tejón que es el único que no sonríe, y a víbora, que asiente cuando vuestras miradas se cruzan
Ahora se encontraba allí, sola, en el centro de la sala bajo la atenta mirada de los animales. Se sentía pequeña, tanto como una hormiga bajo la inminente pisada de un elefante. Las sonrisas malévolas de los que la rodeaban la espeluznaban, por los que había sucedido con anterioridad, seguro que lo que acontecería no era nada bueno, a saber.
Siguió mirando a su alrededor, repasando una a una las caras de los allí presentes. Reconoció al tejón y paró cuando su mirada se cruzó con la de la víbora. Las palabras y la seriedad con que la víbora la había tratado y explicado la situación habían sido contundentes y las dudas sobre la verdad del asunto eran ahora solo ideas volubles que no acababan de materializarse en su mente. La víbora asintió a la pequeña con su escurridizo cuerpo.
Se sentía de nuevo con fuerzas, con valor para demostrar la veracidad de sus palabras. Se irguió y alineó sus hombros con sus piernas tal y como Sivir acostumbraba a reprenderle. Alzó la cabeza con orgullo (no quería mostrar su temor) y cruzó sus manos estirando los brazos sobre sus piernas, esperando a que le dijeran que tenía que hacer ahora, sin moverse del sitio que le había indicado la víbora.
Pies juntos
Hombros atrás
Barbilla arriba
La voz de Sivir guía tus movimientos más allá de los planos
Niña incorregible
El murmullo en la sala va desapareciendo y sigues las miradas y reverencias de todos los presentes hacia el ave de majestuoso plumaje y hipnótica cola que aparece, viste sedas doradas y lleva en su mano un enjoyado cetro a modo de bastón aunque por la gracilidad de sus movimientos no lo debe necesitar. Su cabeza amartillea el aire a su paso, como cualquier ave, pero lo hace despacio, con ritmo, de forma solemne.
Te observa resistiendo el instinto de hacer un giro de cabeza y intercambia una mirada rápida, casi imperceptible con la víbora que sonríe mostrando su lengua bífida entre dientes.
Esta es Soren - Anuncia a la sala como si te conociera - Víbora sostiene que no es un hada - La gente empieza a lanzar tímidos abucheos- La guardia la encontró en los límites de nuestro territorio, y es a todos visible que no pertenece a nuestro reino. Hoy, y por ahora, Soren va a demostrar que NO es un hada
Los animales a tu alrededor te observan por encima del hombro, cuchichean y ocultos por la multitud lanzan alguna amenaza o réplica a las opiniones de víbora.
Tirada de Etiqueta
Tirada de Conoc. naturaleza para saber que este animal debe ser un pavo pero perteneciente a la nobleza
Todos miraban y hacían reverencias al pavo que entraba allí. ¿Sería ese el rey? Su plumaje relucía y su cola era espectacular, además sus ropas eran elegantes y majestuosas, pero no tenía corona. No se atrevía a aventurarse sobre sus sospechas pues no quería volver a cometer semejante error.
Soren escucha las firmes y concisas palabras del pavo. Al menos ahora todos conocerían la verdad. La respuesta de la multitud no gira a su favor, la mayoría parece no estar conforme con las palabras del pavo y discrepan de la opinión de la víbora. Esto enfurece un poco a la pequeña, pero en el fondo no le importa lo que piensen, ella dice la verdad y se lo iba a demostrar. ¿Cómo? No lo tenía muy claro, pero si a la víbora le parecieron suficientes los argumentos anteriores, esos mismos volvería a utilizar.
La princesa abrió su boca para soltar ua primera débil palabra - No - tomó aire y reprendió su defensa esta vez con un tono de voz algo más alto - No soy un hada. Soy una niña, una humana de Robledo. No tengo ningún tipo de poder mágico o algo parecido. Lo único que se podría considerar poder es mi habilidad en algunas actividades como leer y escribir, la poesía y la costura - Soren se calló y no dijo una palabra más, esperaba no tener que hacerlo y haver sido lo suficientemente correcta y coherente con su explicación.
Motivo: Etiqueta
Tirada: 1d10
Resultado: 6
Motivo: Conoc.nat
Tirada: 1d10
Resultado: 3(+2)=5
El Pavo Real asiente, la muchedumbre te observa con espectación, en las filas posteriores de gente que se alargan 2-3 cabezas de bestias se oye algun murmullo y pregunta. Tu cabeza gira a tu alrededor intentando captar palabras sueltas de las conversaciones y tu cabeza se gira de repente, como preveyendo que algo importante se acerca por tu lado izquierdo.
Empujan con falsa delicadeza a una chica, más o menos de tu edad, más o menos de tu estatura, pero envuelta por cierto brillo, un aura azul celeste, intangible, realmente invisible, simplemente percibible por un brillo tenue que puedes imaginar. Un brillo en sus ojos, que se abren de par en par al verte en la piscina, le han quitado hace poco unos grilletes, puede verse la marca de presión y mugre sobre sus muñecas.
El Capitán Tejón se acerca a la piscina y lanza una espada a tus pies cuando va a apartarse la víbora le hace un siseo, y el tejón ríe enseñando los dientes - Sí, la espada de cortesía, a ver qué hace - Lanza otra espada a los pies de la que ya puedes suponer, es un hada, una de verdad.
El Pavo Real alza un ala, y toda la muchedumbre queda en silencio sepulcral, el Pavo Real solo te observa, todos te observan, incluso el hada, aún traspuesta por tu aparición y perpleja, te observa para poco a poco acercarse a ti alargando una mano
Mientras el consejero Víbora, con la mirada puesta en la pequeña piscina comienza a proclamar, lo que para ti es una información que no hubieras imaginado para nada - Ella esss Dada, hada del bosssque, capturada hace una sssssemana entre suss árbolesss, y ella Ssssoren, según ella, humana de Robledo.
Dicta la ley del bosssssque, que nunca jamáss por ningún precepto un hada puede matar a otra, Ssssssssssoren tiene la oportunidad de demostrar, que no essss assí.
Si aquella niña era un hada de verdad, no era de extrañar que la hubieran confundido con una, a parte de esa especie de aura reconfortante que la envolvía y el vivo color rojizo de su cabello, la diferencia con cualquier otra niña de Robledo era mínima.
La víbora había declarado que un hada nunca había podido matar a otra. La cesión de una espada a cada una de ellas después de tal revelación no era más que una agresiva invitación a retarse a duelo. ¿Tendría que matarla para demostrar que ella no era un hada? ¿Era eso lo que querían? Pues no lo iban a tener, ella no quería darles esa satisfacción.
La niña, bueno, el hada, que mostraba un aspecto frágil - la habían tenido encerrada duarante una semana y a saber en qué condiciones - alargó una mano hacia ella. Soren la agarró, se acercó a ella y le susurró al oído que no pretendía hacerle daño. La princesa se separó bruscamente de ella, recogió la espada que habían lanzado a sus pies y la empuñó poniéndose en guardia. Realmente no tenía ninguna intención de herirla y muchísimo menos de matarla, pero mientras no se le ocurriera cualquier idea mejor para escapar de esa situación, sería mejor estar preparada para la lucha. Ya le habían dejado claro, metiéndolas ahí a las dos, que las palabras no valían en este juego.
Cuando te unes con ella de la mano crece la expectación y la gente habla entre ellos, es cuando Soren se aparta con brusquedad que estallan todos en euforia - ¡¡ MÁTALA !! ¡no la matará! ¡Glglglgl! ¡Brrrr! ¡CLÁVALE LA ESsssSPADA! ¡CÓRTALE LA CABEZA! - Entre el griterío que se alza progresivamente mezclando gruñidos, bramidos y siseos, empiezan a sonar tambores, a un ritmo lento pero creciente, deben ser enormes, pues el sonido es muy profundo
Entre todos solo el pavo mantiene la calma, ambas alas escondidas bajo sus mangas observando todo con escéptico pasotismo y cierta altanería. El griterío se convierten en sonidos, bufidos y ladridos que emiten de todos lados, por uno de los lados un búfalo brama con los ojos casi negros dispuesto a saltar y ensartaros a las dos entre las grandes astas de sus cuernos.
Soy buena con la espada - Maldita la hora en que lo dijeras, aún sin ser verdad, tan solo has jugado con palos, esta es de verdad, de hierro poco brillante, maldita la hora en la que siguieras las setas azuladas en la cueva del trol, y malditos todos ellos por confundirte con un hada.
Dada intenta decirte algo, no recoge la espada, se aparta de ti, asustada, intenta decir algo pero es callada por los sonidos de los animales.
Lanza 1d10 para lo siguiente que hagas.
El repiqueo de los tambores, la tensión acumulándose fervientemente en su cuerpo, el murmullo de la gente, de nuevo el sonido in crescendo de los tambores, las voces reclamando lucha... No podía soportarlo más. Deseaba que todo aquello no fuera más que una pesadilla de la que despertar al día siguiente en su cama con los pelos revueltos. Fuera sueño o realidad, había tomado una decisión, quería darle fín a esa situación.
En su mente resonaban las palabras de la víbora un hada no puede matar otra hada, no quería hacerlo pero era su única salida. En su mente escuchó con la voz de todos aquellos a los que quería Hazlo Soren, Mátala, Debes salvarte, Mátala, Mátala, Mátala...y así seguían las voces repitiéndose al compás de los tambores.
La espada pesaba, pesaba mucho, no se parecía ni de lejos a las espadas que manejaba en sus sesiones de aprendizaje. Fijó su mirada en la niña de cabellos carmesí y se abalanzó sobre ella. El hada temerosa consiguió apartarse de un golpe casi certero y ser únicamente rozada por la afilada espada. La manga del vestido se rasgó. Temerosa, la criatura mágica la rodeó y se situó a su espalda, cerca de dónde estaba la espada. Estaba atemorizada y no parecía saber utilizar un arma, pero allí estaba, agachándose a cogerla después de haber rehusado hacerlo.
El honor había perdido importancia ahora para Soren que se giró rápidamente hasta estar frente a frente con el hada y antes de darle la oportunidad de apartarse, penetró el vientre con la espada -Lo siento- dijo apenas en un susurro. Cerró los ojos y se hizo el silencio para ella. Su mano empezaba a empaparse con la sangre que ahora traspasaba el vestido y empezaba a formar un dibujo rosado en él. Retiró la espada. Los animales la vitoreaban, los tambores repicaban con más fuerza, Soren se sentía viva. Volvió a izar su espada y la clavó con fuerza sobre el hombro de la niña y ésta cayó al suelo. Soren estaba fuera de sí. Alzó de nuevo la espada y la clavó una vez, y otra y otra y otra más sobre el pecho del hada. La sangre manaba, salpicaba la cara de la princesa y formaba un perfecto círculo de minúsculas gotas a su alrededor. Volvió a alzar la espada y exhausta la clavó en uno de los ojos ya muertos de la niña pelirroja. Más sangre. Soren solo veía sangre y escuchaba los tambores. Dejó caer la espada contra el suelo. La había matado. Aquella escabechina la había provocado ella.
Las lágrimas descendían por las mejillas de la pequeña. Eran lágrimas de dolor, de tristeza, de arrepentimiento, … eran lágrimas de odio, odio hacia ella misma y hacia todos los animales que había allí. Volvió a coger la espada que había sido cómplice de la sangría que había causado y se acercó también a coger la que su oponente no había tenido ocasión de utilizar. Con una espada en cada mano y con los brazos estirados, en tensión, uno a cada lado de su torso, se acercó al centro de la superficie a la que la habían hecho descender y giró trescientos sesenta grados mirando, con la mirada perdida y aun llorando, a los monstruos que tenía a su alrededor. Por dentro, Soren, gritaba desgarradoramente.
Motivo: Madness
Tirada: 1d10
Resultado: 6