De acuerdo, viejo amigo. En tus manos confío mi vida. Así haremos, pues.
Joeeeeeeeeeeee, no tenía bastante con los caóticos, y ahora esto...
Tras estar los dos de acuerdo, volvéis a poner las cosas en su sitio y salís de la habitación. Ha pasado un rato desde que habéis entrado... llegáis hasta la puerta sin cruzaros apenas con nadie. Por la luz y la poca gente parece que estáis cerca de la hora de comer, el mejor momento para perderse por el mercado...
El paseo hasta uno de los mercados más concurridos de la ciudad fue un tanto tenso, vuestra conversación versaba sobre conceptos y preceptos de las escrituras sagradas de los Señores Blancos. Cuando llegáis al mercado, hay mucha gente parece que es el momento álgido de las compras. Quedáis en la posada si os perdéis y entráis en el tumulto...
Paso olimpicamente del coste de la habitación... vosotros mismos si me quereis tangar :)
Mientras Elmeci se queda mirando atónito unos libros yo de una manera prudente me mezclo entre un grupo de transeúntes evadiéndome de la presencia de mi compañero como acordamos.
Una vez perdido de vista mi compañero, acelero el paso mirando cada cierto tiempo hacia atrás como si vigilara que mi compañero no me sigue, nunca se sabe quien mira y me dirijo hacia el templo de Barms directamente.
Al llegar a las puertas del templo busco a uno de mis hermanos.
Hermano solicito audiencia con el padre Barms.
Te encuentras solo en medio del gentío del mercado... la rapidez con la que has perdido a Althurin te sorprende... aunque en el momento que te paras a pensar, te das cuenta que no debería ser así, eres despistado y además hay mucha gente...
Vale. No me gusta nada mi obligado compañero de aventuras. Sobre todo por el hecho de que le envian para matarme, claro. Y no me gusta nada el **** Barns, cabrón. Me dirijo raudo hacia la abadía, pero tratando de disimular parándome en algún puesto de libros o material de escritura o algo parecido, y vigilando siempre discretamente por si alguien me sigue.