Es un atardecer frío y ventoso, una llovizna muy suave cae sobre la fortaleza. Si bien el cielo nublado y la helada podrían desanimar a cualquiera, el ejército del rey Stannis I ya esta acostumbrado a climas mucho peores, a situaciones mucho más complicadas... La moral no podría estar más alta, los soldados se ven y sonríen, cantan entorno a las fogatas, se abrazan con sentido compañerismo. Para la mayoría, luego de la Batalla del Hielo, luego de tomar Los Gemelos, luego de la derrota definitiva de los Lannister, la victoria está muy cerca...
Pero no todos están tan seguros.
En la sala común de Stokeworth, Stannis Baratheon se mantiene rígidamente sentado en la simple pero cómoda silla del señor, ubicada sobre un púlpito. A ambos lados hay un asiento sencillo: a su derecha se encuentra la Reina Selyse Baratheon; a su izquierda Lady Melisandre de Asshai, la Sacerdotiza Roja.
Debajo de la plataforma, frente a ellos, hay media docena de caballeros, muy conocidos en el ejército por ser las escoltas del Rey: Ser Godry Farring el "Masacragigantes", Ser Clayton Suggs, Ser Richard Horpe, Ser Corliss Penny, Ser Narbert Grandison y Ser Malegorn de Lagorrojo. Hay quien dice que ofician como la Guardia Real, solo que sin las capas blancas y sin un Lord Comandante.
Más alejada se encuentra la mesa del Consejo Privado, donde están sentados Lord Davos Seaworth, Ser Wylis Manderly, Jon Stark y Lord Randyll Tarly, si bien sólo los dos primeros ostentan un cargo formal: Mano del Rey y Consejero de las Naves respectivamente, todos los demás títulos del Consejo se encuentran vacantes. Muy de cerca están Lord Bronn Blackwater, Lord Protector de Stokeworth y su esposa Lollys. Cuatro metros más lejos se encuentran los nobles de la corte y los capitanes del ejército (unas treinta personas), todos esperando para presentar sus peticiones y ansiosos por las noticias y órdenes del Rey.
-Según pude ver Ser Justin trae consigo unas diez mil espadas braavosi, mi Rey.- un mensajero de voz ronca y profunda hablaba arrodillado en el espacio central de la sala.
-Es lo que puedo leer en la carta de Ser Justin,- escupe Stannis -vuestra apreciación no es requerida...
El murmullo se hace fuerte hasta que Lord Davos se levanta de su asiento.
-¡Mis Señores! ¡Por favor! Todos estamos ansiosos por la llegada de Ser Justin, pero debemos calmar los ánimos. Hasta dentro de dos semanas el ejército se mantendrá detenido dentro de estas murallas, esperando su arribo. Mientras tanto hay asuntos importantes que tratar en la orden del día. A saber: Las riñas con los salvajes y los clanes norteños, concesión de títulos en Las Tierras de los Ríos y de la Corona... y lo más importante, las negociaciones entre Aegon Targaryen y Mace Tyrell.
Otro murmullo se apoderó de la sala mientras La Mano se sentaba con pesadumbre. Las voces se hicieron cada vez más fuertes hasta que Jon Stark se levantó.
-¡Silencio! ¡De nuevo, silencio!
No hubo caso. Todos los presentes se hablaban y comenzaba un griterío, incluso algunos caballeros sureños increparon a norteños presentes o se mofaron de ellos, a esas alturas cualquiera era la excusa para lanzarse improperios. Sin embargo, cuando Lady Melisandre se levantó, todos en el salón callaron al unísono.
-Jon Connington, guardián de Aegon Targaryen, se propone a enviar diplomáticos a Desembarco del Rey. Los emisarios enemigos conspiran contra nuestro legítimo Rey, lo he visto en las llamas...- la gema roja de su collar brilló con intensidad -Cualquier división intestina, cualquier título pretendido, es nada en comparación a esta amenaza...
-Ya se ha enviado un cuervo a la capital.- dijo Lord Stannis sin levantarse -Esperarán diplomáticos de nuestra parte. Quiero que negocien la rendición de la ciudad antes de que los Targaryen convenzan al inepto de Tyrell de traicionar a su rey bastardo.
Apenas Stannis concluyó, otro gran murmullo inundó el salón.
Ser Manfred Larold tiene su opinión, pero no tiene la fuerza suficiente para acallar a toda esa gente, ni la importancia de dirigirse al rey en persona, pero en medio del caos ve a un hombre que también está sereno como él, de origen humilde, que se tomará a bien un consejo.
Ser Manfrend Larold se acerca a la mesa del consejo privado y le comenta amablemente a Davos Seaworth su opinión: -Lord Seaworth, los Tyrell están entre dos grandes ejércitos, no pueden vencer, se decantarán por el lado que parezca ganador, los Baratheon ya han vencido a los Targaryen en el pasado, no debería ser difícil convencerlos si no le damos como castigo la muerte.
-Aprecio vuestra iniciativa, Ser.
Lord Davos se levantó lentamente y con el tono más estridente que pudo pronunció:
-¡Ya tenemos el primer voluntario!
Los presentes callaron, solo un débil murmullo se mantuvo al fondo, entre los que no entendían lo sucedido. Viendo la expresión de incredulidad de Ser Manfred, Davos Seaworth se dirigió a él en voz baja.
-No te preocupes muchacho, lo harás bien, tienes la humildad y el tácto necesarios.
¿Qué?, piensa Ser Manfred. Había olvidado la parte en que se enviarían diplomáticos. Él no era tan bueno con las palabras como con la espada, pero debe ponerse a prueba si quiere la gloria que está buscando, esta era una forma de resaltar.
Ser Manfreld Larold se arrodilla y habla en un tono duro y lleno de calma:
- Me honra Lord Seaworth, no los defraudaré
-¿Dónde está el qarthiense?- dijo Stannis con brusquedad -No me trae soldados ni dinero, solo su acento extranjero. Va siendo hora de que sirva de algo. Según lo que dicen de él...
Stannis no le hablaba a nadie en particular, pero Jon Stark, tras escuchar sus palabras, se levantó y gritó por encima de todas las voces.
-¿Dónde está Axos Emeron?
Ser Manfred se para y vuelve a su lugar, escuchando atentamente busca con la mirada a ese tal Qarthiense.
Axos emerge de la multitud, hasta el momento indiferente a su presencia. Mira a los miembros del consejo con rostro inexpresivo, y, finalmente, se dirige al Rey, con voz fría y modulada, y con su característico acento: "Aquí estoy, Alteza. ¿Son mis servicios requeridos?".
-En efecto, lo son.- dijo Stannis, sin expresión en la voz -Estará incluido en el grupo diplomático y cumplirá con tu deber, sea el que deba ser, según cómo se presenten los acontecimientos. Espero que sus talentos sirvan para alcanzar nuestros fines, por el bien de todos, pero especialmente por el suyo...
Axos dudó un segundo, y finalmente dedicó una rígida reverencia a Stannis: -Como usted desee, Alteza.
No era buena idea estar en malos términos con el Rey y, además, no le disgustaba la idea de volver a la ciudad.
Todos los presentes parecieron expectantes. Había cierto desconcierto a causa del diálogo con el qarthiense. Muchos comenzaban a preguntarse si serían solo ellos dos los enviados a la boca del león. Tras unos segundos de silencio, un hombre cortos cabellos canosos se adelantó. Su blasón, una vaina de guisantes abierta, era característica de la Casa Peasebury.
-Yo me ofrezco humildemente a participar en esta misión, su Alteza.
-Lord Peasebury...- Stannis pareció sentir repugnancia de sólo pronunciar su nombre. Todos sabían que Lord Robin había comido carne humana en el Bosque de Lobos, hacía más de un año, pero no había sido castigado por su posición y falta de pruebas -Si es vuestro deseo participar, pues, no le negaré un lugar. Será buena la presencia de un Lord en la comitiva.
¿Qué?, ¿el qarthiense y el caníbal?, ¿qué podía ser peor?, sería un bajo precio a pagar si eso hacía que cumpliéramos la misión, pero parecía todo lo contrario.
Ser Manfred Larold se acerca a sus "compañeros de equipo", y los saluda a ambos amistosamente:
- Señores, mi nombre es Ser Manfred Larold, de los Larold de las StormLands, quizás algún día escuchen de nuevo mi nombre, cumplir esta misión será un nuevo paso a ello, espero que colaboren todo lo posible con el rey.
Axos inspeccionó al caballero unos segundos, con ojos como el hielo. Parecía un hombre sencillo y honesto, pero ciertamente había aprendido a no guiarse por las apariencias.
-Es un honor, Ser. Yo soy Axos Emeron, un... simple comerciante- Contestó, con una ligera sonrisa, que no suavizó la expresión de sus ojos.
¿Simple?, piensa Ser Manfred arqueando una ceja.
-No seas tan modesto, vamos, cuéntame que son esos talentos de los talentos de los que hablaba el rey y quizás en el camino a King's Landing te cuente un poco sobre mi.
-El rey es demasiado amable- Contestó, aún sonriendo. Luego, más serio, agregó -Mis padres murieron siendo yo muy pequeño, por lo que tuve que sobrevivir por mi cuenta. En las calles se aprenden muchas cosas, Ser, y yo he estado en ellas toda mi vida.
Ser Manfred Larold se rió.
-Conque eras una rata callejera, no tengas miedo, te voy a seguir viendo con los mismos ojos, tuviste que hacer lo necesario para sobrevivir, pero ahora sirves al rey y él no perdona tus juegos de manos, aunque asumo que no vamos a tener ningún inconveniente al respecto.
A pesar de que empiece la otra escena pueden seguir esta conversación todo lo que quieran. Simplemente será una conversación que se tuvo antes de la escena y listo.
La expresión de Axos se endureció por un segundo. Luego, sonriendo nuevamente, contestó:
-Espero ciertamente que no, Ser.