Sostengo la mirada de ese hombre con tranquilidad, a pesar de que no creo que mi actuación haya sido providencial y por alguna razón tampoco me parece que hayamos hecho nada para salvar a su prometida, al menos no especialmente. Giro un momento la cabeza hacia el ventanal, preocupada por la invitación. No recuerdo qué demonios es un Archicanciller, y por lo tanto no sé si negarme puede suponer un problema de los de “aquí te espero”. Por otra parte no me gusta estar entre la nobleza: simplemente no me siento cómoda. Al final respiro hondo, recuperando la sonrisa.
-Será un honor para mí aceptar su invitación, Excelencia.- Miro al caballero que está esperando nuestros pedidos.- Yo no necesito nada, muchas gracias.- Hago un último gesto de despedida sumamente respetuoso a la pareja y luego me acerco al ayudante. Se me escapa una sonrisa amable y bajo la voz un poco.- Salvo quizás un atuendo al nivel de tan importante acontecimiento.
Hago un gesto de despedida con la cabeza a la nueva capitana de la nave.
-Nos veremos de aquí en un par de días, cuando vuelva a Lucrecio.- Comento con tranquilidad.- Muchas gracias por todo.
Al parecer los hombres se ocuparán de mi baúl, pero me sujeto la espada a la cintura y aseguro en pañuelo que sujeta su empuñadura. Luego me acerco a Citaka con gesto tranquilo.
-He visto tu alma abandonando tu cuerpo por un momento cuando nuestro amable benefactor se ha presentado. Yo no sé quién demonios es.- Digo en un tono de voz tan sincero e inocente que asusta.- ¿Serías tan amable de hacerme un resumen y explicarme hasta qué punto puedo haberme metido en el lado hondo de la piscina?...
Aquella era una situación que quería evitar. Una cena en nuestro honor era una oportunidad perfecta para enfadar a la persona equivocada y terminar con precio sobre mi cabeza. Aunque no estaba exento de sus ventajas.
"Podría conseguir algún patrocinador para mis investigaciones. Además, si nos hacen ropa expresamente para la ocasión será hecha a medida, así que no nos pedirán que la devolvamos. Hace tiempo que no puedo comprarme un modelito nuevo, así que esta será una oportunidad perfecta."
Una sonrisa empezaba a formarse a medida que el archicanciller se iba hasta que Momomi me dio el codazo.
— Té de manzana y bizcochos de canela para la señorita. Para mí si tienen kangra lo apreciaría, sino me vale cualquier té negro que tengan. También necesitaremos ropa apropiada para la velada, y algo de maquillaje para poder tapar esto — mencioné señalando mi tercer ojo cerrado.
Arqueé una ceja ante la pregunta de Aysha, pero ante el comentario que había hecho definitivamente era cierto que no sabía quién era.
— Señorita Sayah, como sucede en ciertos principados, el título de Príncipe no tiene ese nombre en Gabriel. El Archicanciller Fardelys es el gobernante de Gabriel, un miembro del Alto Senado Imperial, y uno de los hombres más ricos de todo el mundo, por no mencionar un genio de las finanzas, teniendo en cuenta que su fortuna no es heredada.
El joven empieza a tomar nota a una velocidad pasmosa.
-No se preocupen. En casa de mi señor dispondrán del vestuario necesario para la velada. Al igual que té, bizcochos de canela y otros aperitivos.
Tras decir aquello se gira un momento hacia la inquisidora.
-Entiendo. Nadie les obliga a venir. Espero que se lo replantee y se reúna con nosotros en la cena. Avisaré a los guardias de la casa para que la dejen pasar.
Después se vuelve hacia el grupo de nuevo.
-Si me siguen, por favor.
El joven va hacia la salida, aunque los primeros en salir son dos de los soldados, mientras que los otros dos cierran la comitiva cuando empezáis a seguirle.
Cuando llegáis al exterior notáis un refrescante aire en el rostro. Después de cuatro días, es agradable disfrutar de un poco de corriente.
Veis que el zepelín había aterrizado en una gran plaza, la cual estaba atestada de ciudadanos curiosos que se habían acercado a cotillear. También distinguís varios carruajes. Todos iguales, con una manufactura exquisita, tirados todos ellos por cuatro preciosos corceles.
El joven conduce a Aysha, Azor, Citaka y Momomi hacia cuatro de ellos, mientras que Seitic es dejada atrás por la comitiva.
Os iba a poner una foto de un carruaje pero todos eran horribles jajaja
Mantengo la mirada fija en Citaka mientras me lo explica. Mi gesto no deja traslucir si lo que estoy escuchando me agrada o no.
-Comprendo.- Digo cuando termina.- Muchas gracias por la información.
Mantengo el semblante tranquilo mientras evidentemente somos escoltados a los carruajes. Suspiro al ver los carruajes: al parecer vamos a ir por separado.
-Suerte con sus obligaciones, inquisidora un-d-Rongar.- Digo en voz alta, ofreciéndole mi mano para estrechar la suya.- Si no nos vemos más ha sido un placer conocerla.
Acto seguido me subo en uno de los carruajes.
Mira a la Capitán, cuando, se acerca Aysha y le choca la mano. Le sonrie. - El mundo es muy grande, pero una vez, una vieja me dijo que el mundo era un pañuelo. Con una sonrisa sentenció: - Seguro que nos encontraremos en más de una ocasión, ya verás.
Dejando que todos se alejasen, saludando con afabilidad a todos aquellos que se despidieran de ella.
—Ya les digo: Las casualidades no existen. Sólo puedo imaginar que estábamos en el lugar indicado en el momento indicado, todo gracias a que a una mente maestra se le ocurrió que seríamos útiles ahí, ¡y eso me fascina! ¿A que no es interesante? Le pone buen condimento sabroso a ese viaje aburrido.
Lo que significa que sucederán cosas. Nuestra estadía en Chaville será movidita. ¡Excelente!
En algún lugar, tal vez más cerca o más lejos, escuches una campana que daba la hora.
Desde tu llegada al Zepelín el tiempo había seguido su curso y, aquella campana, marcaba que solo quedaba una hora para que la gente comenzara a cenar.
Para muchos tiempo suficiente.
Para otros tal vez no tanto.
El lugar era desde luego inmenso, por lo menos para los estandares a los que Azor estaba acostumbrada. Las comidas y las cenas de su monasterio tenía poco que ver con todo aquel lujo grandilocuente. Suspiró al ver todo a su alrededor.
No, Azor, no debes dejarte llevar por todo esto, no está bien -se reprendió, aunque a diferencia de otras ocasiones, sobre todo por el reciente recuerdo del baño caliente y aquel jabón, debía reconocer que lo estaba haciendo a regañadientes- demonios, creo que realmente podría acostumbrarme a eso -con este pensamiento no puedo evitar reir por lo bajo.
Sin embargo, años de entrenamiento se impusieron sobre los efectos perniciosos de la ociosidad a la que el lujo tiende a envolver a los nobles y gente pudiente.
No eres una de ellos, Azor. No olvides quien eres -se volvió a regañar, esta vez con algo más de energía.
Disculpadme amigos, vuelvo en seguida. Al de un rato volvió con ellos y tiró ligeramente de la manga de su amiga Aysha.
Sabes, Aysha, la cena de hoy va a ser toda una novedad para mi. Aunque no lo creas -miró a la mujer de ébano con un aire de sinceridad- no acostumbro a rodearme de la nobleza y sus lujos. Mi abuela siempre me decía "allí donde fueres haz lo que vieres"... pero no se que voy a ver hoy y no se como actuar... Tu eres una mujer de mundo y además estás acostumbrada a relacionarte con gente como él -dijo señalando ligeramente con la cabeza al doctor- Le preguntaría, pero la verdad, temo que se ría de mi o algo por el estilo -le dijo susurrándole al oído poniéndose nuevamente de puntillas- me ayudarás a comportarme como es debido?