Partida Rol por web

—Las matrices son, eh, bueno, em... Da igual. Es largo y no hay tiempo.

Revoleo los ojos como quien no quiere la cosa y con un ademán displicente los cristales que una vez rodearon a Citaka ahora se arremolinan en la cabeza de Aysha como un enjambre de mariposas brillantes, intentando escabullirse por su nariz y sus oídos.

—Sólo piensa lo que quieras comunicar. Te estaré sintiendo en todo momento, pero trataré de sólo prestar atención a lo importante.

Iba a tomar del brazo a Citaka para llevarlo conmigo, pero recordé lo especialito que dijo ser con la ropa, así que prefiero no tocarlo. Me limito a un gesto con la cabeza para meterle prisa.

—Vale, venga, sí, en marcha, dottore.

Mientras parece que, poco a poco, el orden va haciendo acto de presencia en aquella sala, el grupo parece ponerse de acuerdo:

Aysha, Azor y Seitic irán a la parte norte de la nave.

Mientras que Citaka y Momomi irán a la zona sur.

Y así, los dos grupos se separan mientras Akemi sigue organizando a los invitados y, la elfa, comienza a hablar con uno de los heridos. 

Justo antes de separarse, las matrices psíquicas de Momomi la conectan con Aysha.

Casi a la vez, las puertas del comedor se abren.

Por la que se encuentra más al sur aparecen Citaka y Momomi.

Mientras que la que está más al norte es atravesada por Azor, Aysha y Seitic, que vienen acompañadas de la joven que os cogió los tickets, el soldado que la acompañaba y otros dos soldados más. Estos últimos cuatro parecen tener algunas heridas por el cuerpo y manchas de sangre.

Cuando echáis un vistazo al que era el comedor, este ha cambiado un poco.

Por un lado, alrededor de las entradas, veis a varios grupos de pasajeros que parecían montar una especie de barrera o empalizada con restos de mesas y de sillas. 

En el centro se encuentran las mujeres, los heridos por el enfrentamiento y, también, parecen haber acercado cualquier pequeño objeto que pudiera servir como arma. A pesar de todo esto, la gente parece tranquila... Mucho, en verdad. Como si todos esas emociones de miedo y terror hubieran desaparecido. 

La mujer elfa se encuentra con ellos, en el suelo y parece dedicarles unas palabras dulces. La señorita Akame, a su lado, parece ser la que supervisa lo que hacen los hombres.

Allí siguen las manchas de sangre del combate y veis que, en un lateral, han dejado los cuerpos de los soldados fallecidos, a los cuales han tapado con varios manteles.

Todo en el aire parece diferente. Más sosegado. Incluso te parece ver pequeñas motas de luz, minúsculas, que brillan con suavidad. Aunque, a medidas que te fijas en ellas, las ves que van desapareciendo.

La joven mira con detenimiento todo lo ocurrido y, tras unos segundos, se acerca al centro de la sala para dirigirse a los invitados.

-Hola a todos. Les pediría un momento de su atención, por favor. Lo primero que quiero decirles es que siento todo lo que ha ocurrido y no hay palabras suficientes para expresarles mis disculpas. Por lo que hemos podido averiguar, los atacantes eran un grupo de soldados que seguían sus propias motivaciones. El personal de la nave, con ayuda de algunos de ustedes -al decir aquello se gira hacia vuestro grupo-, hemos logrado neutralizarles. No han dañado la nave, ni el puente de mando, ni los motores, ni nada que ponga en riesgo nuestro viaje, de manera que continuaremos como estaba previsto. Por lo que parece, sus intenciones se centraban en los pasajeros. Como les digo, hemos podido neutralizar a todos los atacantes, aunque hemos perdido a algunos compañeros en el camino. Uno de ellos el capitán de la nave. Al ser la segunda persona con mayor rango, yo he pasado a ser la nueva capitana. 

Se detiene un momento para coger aire.

-Dada las circunstancias actuales, me temo que habrá ciertos cambios de planes en el viaje. Como les he dicho, la ruta sigue siendo la misma y llegaremos a Chaville en cuatro días como estaba planeado. Sin embargo, se anulan todas las actividades que estaban programadas. Les pediré que, estos cuatro días, descansen en sus habitaciones y salgan solo para lo imprescindible. El personal de la nave les facilitará comida y bebida, al igual que pueden acudir a los aseos cuando lo requieran, aunque irán escoltados por dos de mis hombres. Una vez al día, y en grupos reducidos, se les permitirá salir para que estiren las piernas y caminen un poco por el comedor. Tanto yo, como el resto de la tripulación, se ocuparán de los heridos y usaremos ese tiempo para averiguar todo lo posible de lo ocurrido, aunque me temo que no será hasta que lleguemos a tierra cuando podamos esclarecer todos los detalles. Les pido paciencia en estos cuatro días. 

FIN DEL PRÓLOGO