En vistas del buen ánimo de los voluntarios, el capitán cruje sus nudillos y dice con una media sonrisa en los labios:
-Bien pues, todos en marcha. Yo personalmente me dirijo al puente, a ver si somos capaces con la reparación de enderezar la Duquesa.
Los presentes empiezan a levantarse (los que estaban sentados, claro está) y forman corrillos dependiendo de las labores que se les hayan encomendado. Chrysa se acerca a John y Hans con una sonrisa y su kit de herramientas en la mano, mientras que Karghazz, Silven y Eugenie se unen a Ron para preparar la salida al exterior.
Capitán ire con usted si no le importa.
El capitán mira a Hans, sorprendido:
- ¿Con nosotros al puente? Sinceramente, a no ser que tenga unas habilidades impresionantes como piloto dudo mucho que pueda ser de ayuda.
Al instante, dándose cuenta de su lacónica respuesta debida al nerviosismo, intenta suavizarla:
- Seguro que puede ser de más utilidad en otros puestos, señor. ¿Cual es su campo de especialización?
La diplomacia, digo sonriendo laconicamente.
El capitán parece ya cansado de ocultar su estado de ánimo, y la cara de escepticismo ante la respuesta de Hans no da opción a dudas:
- Muy bien. En ese caso, y careciendo de aptitudes más...técnicas, digamos, es mejor que permanezca en la zona de pasajeros. Hemos pedido al pasaje que se congregue en el salón comedor para tenerlos... controlados. No nos vendría mal alguien que apaciguara los ánimos -dice guiñándole un ojo.
Los técnicos siguen al fornido Karghazz fuera de la sala en dirección a la exclusa que da al exterior en silencio. Ves el contraste entre los pasos decididos de la rubia Silven y las dudas, quizás debidas a una falta de experiencia en estas situaciones de su compañera Eugenie.
Bueno, vamos allá. Estos civiles siempre tardan lo suyo en tomar decisiones.
Sigo al grupo con decisión, intentando mostrar serenidad.
Si tengo ocasión le hago un gesto de ánimo a Eugenie.