Partida Rol por web

Los humis no zaben nada sobre el agua zucia, chapoteando como grox atrapadoz cuando pienzan que todo eztá tranquilo, cuando les eztamos observando, ezperando para hundirlez el cuchillo y derribarlez con la bota.

-Nezgit Slymoon, komando orko

Sangre en el agua
El último bote

Vieron un enorme pantano que se extendía en todas direcciones ante ellos, una densa niebla cuelga sobre la brumosa luz del atardecer; era el altiplano infernal. Sus recuerdos de las semanas de combate en estas fétidas aguas estaban aún frescos en la memoria, un infierno verde distinto a su amado Catachán, pero igual de peligroso.

En el límite del altiplano se encontraron con los restos, abandonados, de un campamento del 17º con equipo disperso y fortificaciones medio construidas: una evidencia de que el 17º escintilano fue avisado del bombardeo mucho antes y extraídos vía aérea. Al fondo del mismo se veía una gran congregación de tropas del 233º de Catachán al borde del pantano, aferradas por conseguir una plaza en el enorme, y único, ferry que quedaba en puerto.

Observó el campamento y pensó que podrían tener un golpe de suerte. Indicó mediante señas que iba a investigar y echar un rápido vistazo... quizás encontraría una radio de campaña

Dejando atrás a los oficiales, el sargento y el sentinel, Striker se aproximó al campamento.

Todo estaba en estado de abandono, pero todo era reciente. había raciones de algas cultivadas por el suelo y un fuego donde se calentaba una perola de recafeinado, se había dejado demasiado tiempo al fuego y olía quemado a su alrededor. Había radios de campaña, sí, pero incluso podría decirse que había demasiadas, muchas abandonadas. Casi la totalidad de las tropas se congregaban en torno a esa última embarcación, aunque sin entrar en ella. Un pequeño destacamento de soldados, Storm Troopers, comandados por un comisario impedían el paso.

     Blaine observó la escena con ojo crítico. La opción mas evidente era preguntar al comisario en busca de información, aunque seguramente sería poco receptivo ante unos tipos rudos como ellos. Sin embargo... miró un momento hacia atrás, al lugar donde esperaban los escintilianos... Bajó del sentinel y se acercó al sargento para hablarle en voz baja. - Si es cierto que esos tipos tienen información vital quizás sean nuestro pase de camino a casa. Pasajes en el ferry o quizás incluso una extracción aérea... ¿lo intentamos? No se fiaba de aquellos peleles, pero ante todo quería salir de allí. Era supervivencia básica...

Striker gruñó a Blaine - me apuesto tu pellejo a que nos quedamos en tierra - le dijo mientras se acercaba al comisario y al ultimo transporte, no sin antes girarse y hacerle señas al grupo geriátrico que estaban protegiendo - Vamos Señores... puede que ustedes puedan salir de aquí - no estaba de humor, se olía la mierda que iba a lloverles...

A bordo de la embarcación había unos pocos hombres, y mucho material. No era tanto el problema de peso como el de capacidad. La configuración de la embarcación le permitía cargar con gran cantidad de peso (a bordo había tres pesados cañones de artillería con su cureñas y municiones) pero no tenía demasiado espacio. Treinta personas estaban a bordo, la mayoría oficiales, pero también había médicos, un ratling de exploraciones y algunos heridos (del 17º y del 233º). Parecía que quien subía quedaba a criterio del comisario. El hombre trataba de examinar uno a uno a todos los que intentaban subir, rechazando a los vulgares soldados de baja cualificación y dejando entrar a los más veteranos o con alguna habilidad especial. 

Tan pronto como se acercaron al gentío un grupo de soldados trató de superar el cerco y los storm troopers los rechazaron a golpes y culatazos, sin demasiado énfasis. El comisario no quiso flaquear y disparó su pistola bolter, dos veces, sobre los intrusos, matando a dos de ellos.

¡Atrás todos!

Miro a los oficiales y frunció el ceño - si acaso... - pensó cuando se acercó al Comisario, aunque mantuvo la distancia... los miembros del comisariado no eran amigos de los catachanes, pero le daba un poco igual - ¡Eh! ¡Comisario! - le gritó para atraer su atención - Mi unidad y yo hemos rescatado a un grupo de oficiales de alto rango ¿hay sitio para ellos y su escolta?

Los soldados más próximos a Striker le miraron con furia en los ojos, había muchos novatos, o al menos con poco tiempo en servicio (pese a que la propia vida en Catachán les endurecía) pero había auténticos veteranos esperando para entrar en el bote. Camaradas con varios años de servicio en el regimiento. Caras sucias, algunas con sangre seca o heridas infectadas; equipo en mal estado y señales de agotamiento.

¿Qué oficiales traes? -preguntó, poco antes de que otro soldado hiciera una intentona por salta al barco- ¡Atrás!

¡Yo! -el mayor se adelantó, procurando no tocar a esos sucios soldados de un planeta de nombre impronunciable apra su refinada cultura- Mayor Halbasta, Inteligencia del 17º Escintilano. Estos hombres son también oficiales: alférez Heis, médico de campaña y los capitanes von Staffen y Peshkov, Logística. -Al dar un paso su antes elegante bota de oficial pisó el lodo que se había formado con la tierra al mezclarse con la sangre del soldado muerto, su cadáver seguía allí, totalmente inmóvil como advertencia para el próximo valiente. A través de las huecos entre las tablas de madera del muelle la sangre se filtraba, tiñendo el agua de un color rojizo- Poseo información vital sobre las tropas enemigas y rutas de abastecimiento. Le exijo que nos deje embarcar de inmediato.

Después se acercó al comisario y le susurró unas palabras que le hicieron bajar unos centímetros la pistola bolter. 

No me miréis así - les dijo a aquellos veteranos y novatos que lo miraban bastante mal - Somos la mierda prescindible de siempre - se acercó hablando claro y sin temerlos - asumidlo... joder, y sobre todo asumid que si ese transporte - lo señala con el dedo - estuviera completamente vacío y hubiera espacio para nosotros no nos dejarían entrar - escupió al suelo malhumorado - ahora, dejad los lloros propios de nenazas y organizaos por grupos, pronto tendremos que abandonar la zona a pie

     Blaine sonrió. Striker lo había descrito perfectamente: todos ellos eran prescindibles. Aunque por supuesto eso no iba a impedir que intentaran ponerse a salvo. Aquella gente estaba desesperada y los animales son mas peligrosos cuando están acorralados. Cualquier habitante de un mundo como Catachan sabe hasta donde puede llegar una alimaña o un hombre cuando no hay salida. Aquella situación no le gustaba en absoluto...

La bravata no gustó a los presentes y se empezaron a inquietar, por decirlo de un modo suave. El primero que osó acercarse a la barcaza fue muerto de un disparo, igual que su predecesor, pero después las cosas se desmadraron demasiado como para que un solo hombre, por muy comisario que fuera, pudiera controlar a toda aquella masa de soldados que quería entrar en la barcaza.

Empuñando los afilados cuchillos de Catachán, como espadas cortas para la mayoría de los humanos, le practicaron una autopsia al comisario y asaltaron la barcaza, con lo que se inició un combate entre los que ya estaban dentro, los que querían subir y los que no estaban dispuestos a quedarse fuera. Empezó un tiroteo a quemarropa, todos contra todos.

     Esperaba no tener que carbonizar a aquellos desgraciados, de verdad que lo esperaba... pero no dudaría si era cuestión de su vida o la de ellos. Blaine hizo que el sentinel se abriera paso entre la turba y mantuvo el dedo sobre el gatillo del lanzallamas por lo que pudiera pasar. Sus ojos no daban a basto para cubrir los movimientos de todos los enemigos potenciales... aquello pintaba mal.

Striker corrió hacía la barcaza... quizás si aprovechaba toda aquella confusión llegaría lejos...

El sentinel se abrió paso mientras los disparos empezaban a brotar entre la multitud, docenas de soldados avanzaron a toda velocidad hacia la barcaza que había puesto en funcionamiento sus motores. Las enormes pierna metálicas del sentinel ganaron con facilidad la cubierta del bote, que se escoró levemente. Nadie intentó detenerle. No ocurrió lo mismo con los soldados que intenaron saltar desde la orilla, fueron recibidos por los disparos de los guardaespaldas del comisario y de los escintilianos que ya estaban a bordo de la barcaza. Todo derivó en violencia.

Se produjeron detonaciones, explosiones  gritos de dolor. Las descargas láser barrieron muchas vidas alrededor de Striker conforme el soldado se abría paso a codazos y patadas entre la marea de gente que intentaba alcanzar el bote. Piso carne y algunas cabezas hasta lograr saltar al interior de la barca.

Striker, colgado de la barcaza tratando de subir al transporte recibió un disparo en su brazo que le hizo apretar los dientes por el dolor... aquella situación se había descontrolado demasiado, sin duda era un caos en toda regla y no pintaba con un buen final, y seguramente, los supervivientes de tropa serian ejecutados.

La humanidad tenía muchos enemigos, terribles y antiguo enemigos que trataban de arrebatar sus vida y corromper sus alma por la eternidad. Aún así el ser humano, que siempre había fracasado en mostrar sus más nobles sentimientos, continuaba luchando entre sí. En aquella dársena los hermanos de sangre, unidos por los lazos más fuertes que existen, se mataron entre ellos y derramaron inútilmente la sangre de hombres valientes.

A sangre y fuego, bayoneta y láser, con sus propias uñas...la locura y la muerte se extendieron entre los soldados del Emperador, cuyos resecos ojos hubieran derramado lágrimas al ver a sus hijos dando tan aciago espectáculo. Los cuerpos de los moribundos y de los muertos llenaron el suelo, regando con su sangre aquella tierra en la que crecía la jungla que poblada aquel planeta que para muchos de ellos no significaba nada.

La barcaza logró soltarse de los tocones del puerto y sus motores rugieron; dejando atrás a muchos en la orilla. Directa hacia la niebla; unos destellos en el oscuro horizonte indicaban la inmediatez de los proyectiles de la armada, a medida que la cara oscura del planeta se acercaba a ellos sin ninguna oportunidad de sobrevivir a los que habían sido abandonados. La niebla envolvió el bote y poco después sólo pudieron ver los destellos de las armas de quienes se mataban entre ellos en una lucha sin sentido.