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- En efecto señor Clayton, tengo varios contactos en la ciudad, no obstante no debería preocuparse en exceso por ello. Informaré a cada cual si alguno de ellos estuviera en su futuro ámbito de influencia, mientras tanto el anonimato les garantiza mayor seguridad.

Clayton asintió. – Entiendo. – Se volvió entonces hacia Hampton.

- Creo entonces que deberíamos hacer un reparto equitativo. Son muchas áreas las que debemos abarcar. – Explicó. – Veamos qué le parece esto. Policía y Servicios sanitarios para usted. – Aquello incluía hospitales y ambulancias. - Bomberos y Seguridad Privad para mí. – Esperó un segundo antes de continuar con un posible reparto. - Radio y periódicos para uno de los dos. Televisión para el otro. – No especificó quién qué. Le daba a elegir a su compañero. – Uno de nosotros deberá hacerse cargo del puerto y otro del aeropuerto. – Ello implicaba sobretodo la seguridad en ambos sitios, y asegurarse de estar al tanto de la entrada o salida de vástagos por esos canales. También en este caso le daba a elegir al otro vástago. – A menos claro que el consejo de Seguridad vaya a hacerse cargo de la seguridad en ambos sitios. – Especificó echando un vistazo a la Príncipe.

- También alguien debería ocuparse de trenes y Aves, y de las carreteras y autopistas principales para vigilar el tema de la entrada y salida de cainitas. – Continuó. – Aunque supongo que eso no será cuestión nuestra. – Del Clan se refería, obviamente. Suficiente trabajo tendrían ya ellos dos para vigilar el aeropuerto y el puerto de Barcelona.

- Y aun no hemos entrado en el tema de finanzas y política. – Prosiguió. – Alguien deberá controlar o influir en los políticos locales. El alcalde, los líderes de la oposición, hay que tener a gente en todos los departamentos de la Generalitat… - Enumeraba. - No debemos olvidarnos de jueces y abogados… Y por último la economía local. Empresas, empresarios y similar. ¿Quiere que me encargue de todo el tema político, y usted del empresarial? – Preguntó Clayton a Hampton. Por lo que había dicho el otro Ventrue, ésa era su idea inicial. Y a Clayton tanto le daba, se le daban bien ambas opciones, modestia aparte.

Era mucho pastel para repartir. Demasiado para los dos únicos Ventrue. Pero sin más miembros del Clan, era lo único que podían hacer por el momento.

- Majestad, - preguntó un instante Clayton, - ¿tendremos permiso para crear los ghouls necesarios para cumplir nuestra labor? – Obviamente daba por supuesto que no debían pedir permiso por los ghouls que cada uno ya tuviera, pero todo ghoul nuevo que apareciera en la ciudad debía estar en conocimiento del Príncipe. O algún loco podía dedicarse a crear un ejército de ghouls para tratar de derrocar a “La Mujer”.

De hecho pensó en lo apropiado que sería informar a la Príncipe cuando todo estuviera bajo control del número de ghouls creados y en qué puestos. Iba a ser muy complicado alimentar a demasiados ghouls asi que debía pensar muy bien a quién escoger… y al resto dedicarse a controlarlos mediante la manipulación y los poderes de la sangre.

- Recuerden que no somos los únicos vástagos de la ciudad - sonríe de forma discreta, pidiendo a Clayton que dejara algo para el resto de clanes - reservense para aquello que consideren más importante tener bajo control - recomienda

Asiente a Clayton

- Siempre que informen debidamente y sea un motivo y número razonable no será un problema - asegura sobre los ghouls

John escucha a ambos vástagos con atención. Son todos ellos ambiciosos, de ello no hay duda. Es la segunda vez que Clayton menciona la seguridad privada. Medita un momento sus palabras, cruza las manos y valora los pros y los contras.

-No negaré que albergaba cierta esperanza por la seguridad privada, pero me parece un reparto correcto. Estoy seguro que si poseo el control de las finanzas, seré un buen cliente. ¿Le parecería bien que formase una pequeña escolta para mi uso personal? En cuanto a los medios de comunicación, muchos de ellos pertenecen a corporaciones mediáticas que poseen tanto televisión como prensa y radio, así podría que darse algún conflicto puntual de intereses. Si se diese el caso, confío en que encontraríamos rápidamente una solución.

Aunque John no necesita aire para respirar, este no deja de ser útil para hablar. Toma un poco de aire y enumera:

Policía, industria y finanzas serían campos adecuado para mí. ¿Puede el Juego considerarse como Finanzas? – pregunta sonriendo levemente - Del resto del reparto tomaría sanidad, televisión y puerto, a menos que su alteza crea que es abarcar demasiado. Por otro lado si algún otro miembro del Consejo de Seguridad considerase necesario el control de la policía, no me importaría cambiarla por Sanidad.

En efecto se estaban repartiendo toda la ciudad… Sin duda, una vez el reparto este hecho, deberán establecer prioridades. A por que ir primero. Compaginando como sea posible los intereses de La Mascarada con los propios. No puede echar una ojeada al mapa que hay sobre la mesa, y una pregunta se forma en su mente.

-Si su alteza me permite una duda… he visto que el mapa de Dominios se restringe al municipio de Barcelona, y en los decretos he visto que hay otro Eliseo de emergencia en Sabadell. ¿Nuestra influencia es sobre la ciudad de Barcelona en sí o también sobre el área metropolitana? Aunque poseen oficinas en la ciudad, algunos de los mortales que merecen nuestra atención viven en sus cercanías.

Clayton escuchó con tranquilidad a Hampton. El interés común en la seguridad privada no le pasó desapercibido. Era obvio que ambos vástagos se tomaban su seguridad personal muy en serio. Más que probablemente se llevarían bien.

Negó con la cabeza. – No se preocupe por mí. Entiendo que en eso nos parecemos. Yo también tengo mi pequeña escolta para uso personal. – Y la tendría tuviera o no el control sobre la seguridad privada a efectos mortales. No incumplía ninguna ley vampírica ni afectaba a las áreas de influencia de otros. En temas de seguridad, Clayton era un paranoico y no cedería jamás. - Y doy por supuesto que usted tendrá a sus propios hombres. -  El tema de la seguridad privada era más por cuestión de negocios que por un mero hecho privativo respecto de quién podía tener o no guardaespaldas.

El hecho era que no le molestaba en absoluto que Hampton tuviera sus propios escoltas.

- En cuanto a medios de comunicación, como bien dice, es bastante más factible entrar en posibles conflictos de intereses. Pero mientras nos aseguremos de que la Mascarada está protegida, no tengo inconveniente en ceder lo que haga falta. Podemos hacer un listado de los mismos y reunirnos en otro momento para repartirlos. – Teniendo en cuenta que habría una gran cantidad de medios de prensa importantes en la ciudad, deberían seleccionar los más importantes y elegir cuál intentaría controlar cada uno. La televisión en general quedaba claro que sería para Hampton. Por lo que deberían revisar la radio y los periódicos para ver en cuáles entrarían en conflicto.

- El juego no me interesa. – Continuó cediendo otro área al otro vástago. – A mi gusto da más problemas que beneficios. Pero tenía entendido que en ciertos aspectos era ilegal en este país. Quizá sería buena idea que sopesara el juego online, creo que van a cambiar la ley próximamente y será legalizado en toda España. – Añadió demostrando que estaba al día tanto de las leyes y política, como en parte del mundo de las finanzas.

Pensó un instante y fue alzando los dedos de su mano. – Bomberos, aeropuerto, periódicos y política en general. – Cuatro grandes áreas. Y el tema de la política de dividía en tantas ramas que le resultaría imposible tratar de controlarlo todo a él sólo.

Miró a la Príncipe. – Si algún vástago de cualquier otro clan, que esté capacitado, – especificó – quiere controlar alguna de estas áreas, o se ofrece voluntario… no tendré inconveniente si usted da el visto bueno. – Explicó.- Aunque al menos me gustaría contar finalmente con influencia en dos de esas áreas. –

Si nadie intentaba o quería abarcar algo de todo aquello, Clayton sacaría un pedazo más grande del pastel, pero ahora mismo le preocupaba más poder controlar bien todo aquello que le tocara en el reparto. Pues cuando llegara el Sabbat o cualquier otro problema – y siempre acababan llegando – quería ser capaz de controlar a la perfección sus zonas.

- Por supuesto, - añadió al final dirigiéndose a Hampton, - siempre que lo desee puede contar con mi ayuda para gestionar o controlar cualquiera de sus áreas de influencia. – Suponía que el orgullo impediría a Hampton pedir ayuda si la necesitaba, pero Clayton quería dejar claro que estaría ahí por si acaso. Nunca se sabía de dónde podían aparecer enemigos insospechados.

La pregunta de Hampton a la Príncipe era sumamente interesante. Barcelona no comprendía solo la propia ciudad, sino otros lugares como Hospitalet o Sabadell o muchos otros. O eso tenía entendido. Era interesante saber hasta dónde podían tratar de abarcar con su influencia. En ese momento pareció darse cuenta de algo y centró su atención de nuevo en la Príncipe.

- Majestad, ¿hay algún miembro de otro clan interesado en las finanzas en la ciudad? – Principalmente podía referirse a Giovanni o Lasombra, que solían ser los mayores rivales de los Ventrue en esos temas. - ¿Algún miembro no Camarilla con el que debamos tener cuidado? – No le apetecía toparse por un lado con una opa hostil por parte de una empresa controlada por los ambiciosos mercaderes italianos, o con un mercado de drogas o armamento ilegal en auge por causa de los Setitas, o cualquier historia parecida. Y en el tema del Juego que tanto parecía interesar al señor Hampton… podía haber más problemas que en cualquier otro.

-Si su alteza me permite una duda… he visto que el mapa de Dominios se restringe al municipio de Barcelona, y en los decretos he visto que hay otro Eliseo de emergencia en Sabadell. ¿Nuestra influencia es sobre la ciudad de Barcelona en sí o también sobre el área metropolitana? Aunque poseen oficinas en la ciudad, algunos de los mortales que merecen nuestra atención viven en sus cercanías.

 - La ciudad de Barcelona es el único lugar donde se concederán dominios, esto es así para asegurarme que todos nuestros esfuerzos se centren en mantenerla. Si bien es cierto que el area metropolitana en principio es segura y podría tomarse como parte del principado, por supuesto podéis visitarla libremente... aunque con precaución, pues no está asegurada - recomienda

- Finanzas - señala a Hampton - y Aeropuerto - señala a Clayton - prioricen eso por favor. Una vez esté asegurado iremos ampliando. Necesitaremos en breve grandes cantidades de dinero - dice esto último mirando a Hampton - en efectivo - advierte, para que evite inversiones a largo plazo. 

 ¿Algún miembro no Camarilla con el que debamos tener cuidado? 

 Sonríe al oír eso, no puede evitarlo

- Caballeros... por si no se han dado cuenta todavía, viven ustedes en una ciudad que cuenta con la presencia de un Príncipe absolutista. En términos más gráficos: Dictadora. Se hará lo que yo ordene o se morirá en el intento de contradecirme, ¿Quién será el temerario que les desafie? ¿Quién querrá contrariar a los más cercanos a la autoridad? Son ustedes y no otros los privilegiados. Todo, absolutamente todo, desde dominios a influencias o cargos... esta intervenido. 

Clayton asintió. Priorizaría sin dudarlo el aeropuerto. Las siguientes palabras la mujer sí que lograron sacar una sonrisa sincera por fin en Clayton. Todo estaba intervenido. El Gran Hermano que todo lo vigilaba. Una dictadura.

Ella les había definido como los más cercanos a la autoridad. A esa autoridad absolutista y dictadora representada por ella misma. Pero ni por esas Clayton estaba tranquilo. La parte buena era que nadie se opondría a todos los territorios que ellos reclamaran ahora. La parte mala, que ni siquiera ellos mismos tendrían un control absoluto sobre sus dominios, pues todo estaría supeditado a los antojos de “La Mujer”.

Bueno, dentro de las opciones, no era mala opción. Le gustaba. Se sentía cómodo moviéndose con esos márgenes.

John asintió. Le parecía bien ese reparto y esas prioridades. Le apetecía preguntar de que cifras estaria hablando "La Mujer", pero conocía la respuesta: cuanto mas mejor, y nunca estaremos satisfechos. Le gustó el discurso de la Principe. Aunque nunca se había sentido del todo cómodo entre regímenes tan estrictos, estar cerca de la cúpula era todo un soplo de aire fresco después de la vieja Londres.

Asienten, pero guardan silencio.

- Espero que sean capaces de mantener un dialogo distendido conmigo, no soy el enemigo - se pone en pie - será mejor que vayamos hacia el Llantiol, no sería propio llegar tarde. Que cada cual acuda por separado, no quiero darles motivos para sospechar de esta reunión. 

-Por mi parte queda todo claro. En cuanto tenga algún avance en mi área asignada, se lo haré saber. En efecto, hay un duro trabajo por delante, pero confío en nosotros.

John se levanta ofreciendo la mano cortésmente a "La Mujer" y en un gesto de acuerdo a Clayton.

Acepta el buen gesto del señor Hampton, incluso le sonríe amable por su atrevimiento

Clayton correspondió al saludo de Hampton e hizo una leve reverencia ante la Príncipe a modo de despedida.