Miré al Sr. Ohrin, y ambos pensamos lo mismo. Primero tener la situación bajo control, luego dialogar lo que hiciera falta. No es que me gustara la violencia, pero menos me gustaba la violencia ejercida hacia mi persona. Tal y como él hizo, me coloqué a un lado de la entrada, esperando a ver si entraban nuestros invitados.
Haciendo buen caso de las precauciones de sus compañeros, aunque no las compartiera, la Dra. Srinivasan se colocó en un lugar donde no la verían fácilmente los que llegaban, pero donde ella si pudiera ver quien se bajaba del vehículo.
Bien podrían ser religiosos de este culto que no conocemos. No habría razones de pensar que fueran a ser violentos. Ni para pensar que no lo fueran.
Por eso fue que prudentemente también se escondió.
El rugido de un motor va incrementando de intensidad hasta que la nube de polvo se detiene a escasos metros de la entrada. Desde la posición de los exploradores, pueden ver la entrada a través de huecos entre los cascotes, y así es como, cuando se disipa el polvo en suspensión, ven una vieja pick-up roja de la que bajan seis tipos armados con ametralladoras. Parecen nativos, y hablan entre ellos en algún idioma o dialecto desconocido. Visten ropas sencillas y holgadas, que pueden resumirse en unos sucios pantalones y camisetas. Portan gafas para protegerse del sol, y todos ellos lucen collares de oro. Os llama la atención, además, diversas cicatrices en la piel de todos ellos.
Cuando están en tierra, intercambian algunas palabras y un par de ellos parecen hacer guardia, mientras los otros cuatro parecen referirse al hueco. A juzgar por el tono, parecen alarmados por el hecho de que esté a la vista de curiosos. Un par de frases más en tono imperativo del que parece ser el líder del grupo hacen que comiencen a tirar del cadáver que sirve de comida para los carroñeros y lo carguen en el vehículo, envuelto en unos sacos de vegetales preparados para ello.
A cada paso que dan, el sonido metálico de las ametralladoras os pone la piel de gallina. Una tos, un tropiezo, un ruido, por leve que sea, y seis cañones os estarán apuntando. Tras acomodar el cuerpo y taparlo bien, y siguiendo nuevas instrucciones del cabecilla, uno de los tipos se acerca con su ametralladora colgando de la espalda al hueco, lentamente, mientras los otros se van subiendo al vehículo, encendiendo unos cigarrillos y arrancando los motores.
¿Qué hacéis?
Sharada se queda quietecita quietecita. No mueve ni el bindi que adorna su frente.
Si se están llevando el cadáver, y saben del hueco, significa que sabían lo que es esto. -piensa.
¿Quienes serán?
Trata de identificar el patrón de las cicatrices. ¿Se parece a las líneas del templo, de la construcción, de los escritos?
Hombres, que aparentaban ser nativos de la zona, armados con ametralladoras. Cerré los ojos, maldiciendo para mis adentros nunca mala suerte. Puede que hubiera hecho trabajos como cazatesoros, ajenos a lo que cualquier catedrático entendería como lo estrictamente académico, pero desde luego no era un hombre de acción. Si aquellos individuos eran hostiles y nos descubrían, ya podíamos darnos por muertos.
Advierto que los hombres han agarrado el cadáver del hombre al que habíamos encontrado antes y lo cargan en el vehículo. Respiré ligeramente, aliviado de que aparentemente sólo hubieran venido a reconocer los restos del difunto para llevárselo.
Permanecí con la espalda apoyada en la pared, sintiendo cómo mi corazón latía tan acelerado que casi pareciese que fuera a salírseme del pecho. "Que se vayan" deseé para mis adentros, con aprensión, "Por favor, que se vayan rápido".
Parecía que, efectivamente, habíamos dado en el clavo. Aquellos hombres eran conocidos del cadáver, y al parecer venían armados hasta los dientes. ¿Para qué demonios necesitaban armas en aquel lugar? ¿Habría cerca peligros que desconociéramos? Por algún motivo, estaba extrañamente tranquilo. Allí agazapado, sin hacer ningún ruido, pensaba que iba a estar temblando de miedo, pero por alguna razón estaba frío, expectante, atento a cualquier movimiento. Cada segundo parecía una eternidad, y cuando parecía que iban a irse, uno de ellos volvió.
El temor y la adrenalina se mezclaron en mi interior a partes iguales. No pensaba actuar hasta que el hombre diera indicios de que nos había visto. Teníamos la ventaja, la oscuridad (a la que nosotros ya estábamos acostumbrados) y el ángulo en el que nos habíamos ocultado, podría hacer que ni siquiera nos viera. Pero si en algún momento entraba del todo y nos veía, sin duda saltaría hacía él, intentando robarle la ametralladora.
Desde el vehículo gritaron un par de frases mientras le hicieron un gesto con la mano, entonces, el tipo adoptó un gesto de fastidio, escupió en el suelo y se subió a la pick-up, que arrancó y provocando una nueva polvareda, se alejó.
Habéis sido cautelosos, así que os habéis librado. El vehículo, con los tipos encima, se ha alejado y volvéis a estar solos en el lugar.
Trata de identificar el patrón de las cicatrices. ¿Se parece a las líneas del templo, de la construcción, de los escritos?
No siguen ningún tipo de patrón.
Suspiré, aliviado, y me desplomé en el sitio. Había faltado muy poco para que nos descubrieran, y algo me decía que a aquellas personas no les hubiera gustado encontrarnos allí. De repente me sentí viejo de nuevo. Toda la tensión acumulada provocó que, una vez pasado el peligro, me quedara sin fuerzas siquiera para levantarme.
-Parece que nos hemos librado… muchachos… -dije entre jadeos, con la espalda apoyada en la pared-. ¿Os importa que descanse unos minutos antes de proseguír? Uno no está ya para estos sustos.
Era curioso como hace unos segundos la adrenalina me hubiera permitido saltar sobre aquel hombre y luchar con uñas y dientes, cuando ahora mismo no me sentía capaz ni de matar a una mosca. Aproveché estos momentos de descanso para recapitular lo que sabíamos.
-Bien, sabemos varias cosas muy inusuales de momento. Lo primero y más sorprendente es la fecha de la que data la estatua. Estamos ante una civilización de la que no sabemos prácticamente nada, y que data de una antigüedad sin precedentes. Además, veneraban a estos “ángeles”, que bien podrían ser seres extraterrestres como ha destacado el Sr. Ohrin, que parecen ser los causantes del salto evolutivo que sufrieron. Es por ello que la aspiración de esta gente fue (o sigue siendo) llevar una vida de fe para poder convertirse en “ángeles”.
Hice una pequeña pausa, asimilando de nuevo todos estos increíbles descubrimientos, y proseguí.
-Hemos avanzado bastante, diría yo, pero todavía quedan muchas incógnitas. Entre todas ellas, dos destacan sobre la demás, puesto que siento que las respuestas están a nuestro alcance. La primera es cuál es la relación real de las estatuillas que habéis encontrado en el otro asentamiento con todo esto. El tema del ángel, la espada, la metamorfosis y la estatua sin cabeza tiene que estar relacionado, pero hay una pieza que se nos escapa, para que todo termine de encajar. Y la segunda cuestión, quizás de mayor importancia incluso, es la misteriosa frase “CON LA PRECISA LUZ, EN FORMA NEGRA NO LUZ DE ANGEL HALLAR CAMINO (O DESTINO).” Esa frase tiene la clave para abrir la puerta del fondo, la cual me muero de ganas de investigar. Desgraciadamente, sigo sin saber qué puede significar.
Miré al resto, que meditaban al igual que yo sobre todo lo que había acontecido. Inspiré profundamente y me incorporé, con renovadas fuerzas.
-Bien, ya me encuentro mejor. Si nadie tiene nada que objetar, quizás nuestro siguiente movimiento deba ser ir a los túneles. Con un poco de suerte quizás obtengamos más información que nos ayude a entender todo esto.
Cuando los hombres armados se marchan en la pick up, dejó escapar todo el aire de mis pulmones, aliviado de que volvamos a encontrarnos relativamente seguros. Durante un breve instante, temí que uno de aquellos individuos entras en la edificación y nos descubriera. Había sido una sensación tan adrenalínica que hubiera estado seguro de que íbamos a morir de un momento a otro.
-Por los pelos... -comenté, con un ligero suspiro. Escucho que el señor Romijnsen propone que descansemos y realizo un gesto de asentimiento-. Es lo mejor -declaré, subiéndome las gafas, con nerviosismo-. Descansemos un poco porque creo que ahora mismo no tenemos la mente como para seguir teorizando por un rato.
Abrí mi mochila y decidí sacar de ella mi cantimplora. Viendo que el anciano historiador parecía agotado, extendí el brazo para ofrecerle que bebiera de la cantimplora.
-Tenga. Está fresca, le calmará -le aseguré, en tono cordial.
Una vez que hemos descansado, escucho en silencio a Romijnsen, quien realiza un buen resumen de lo que hemos descubierto hasta entonces.
-Deberíamos ir a los túneles -coincidí con la sugerencia del historiador, pensativo-. Creo que no descubriremos nada más sea de utilidad en esta sala.
El calor se hace más intenso a medida que los minutos avanzan y el sol atraviesa el cielo. El rayo de luz que entra por la abertura al oscuro interior de la sala pone de manifiesto el polvo flotante que baila al son de una música muda.
Veo que la frase medio traducida de la enigmática puerta del fondo os sigue confundiendo, jejeje. Recordad que las ruinas están llenas a rebosar de sorprendentes secretos y es imposible encontrarlos todos. La partida acabará cuando el nivel de Vigilia llegue a 8. Si un lugar se os atasca y es demasiado desafío para vosotrps, podéis ir a otro, aunque quizá, pensando con claridad, disipéis las sombras que ocultan la respuesta.
Os dejo descansar, beber agua y calmar los nervios que las ametralladoras a manos de estos tipos os han causado. Espero vuestro siguiente paso.
Los extraños pasaron de largo sin descubrirnos. Escondernos había sido el mejor paso que podríamos haber tomado, sino, no sabía como podría haber acabado aquello, con armas por en medio.
Al salir de nuestros escondite, volvimos a los secretos de la cámara, aunque tenía toda la pinta de que no sacaríamos muchas más cosas de allí.
Yo también pienso que lo mejor sería investigar los túneles que vimos fuera, en el interior de las grietas. Aquí creo que ya hemos visto todo lo que debíamos ver. Hemos descubierto muchas cosas interesantes, pero no podemos estancarnos aquí, y menos ahora que sabemos que hay más gente por los alrededores y no precisamente amigables.
Miré hacia fuera para comprobar que no había más invitados a la fiesta.
Dividámonos en dos grupos e investiguemos los túneles.
Sharada guardó la cantimplora y se paró, dispuesta a continuar.
Vamos a los túneles, si.
Sólo antes veo si dejaron alguna pista para averiguar quienes son.
Mientras revisaba las huellas de los vehículos y alguna otra cosa dejada (restos de cigarrillos, etc.) fue comentando.
Si se llevaron el cuerpo es que sabían que había alguien desde antes de venir. Luego, como se fueron inmediatamente y lo tiraron poco ceremoniosamente a la camioneta, yo diría que no eran miembros de esta religión, sino enviados por alguien más. Y al tenerle miedo a entrar al templo subterráneo, se nota que, al menos para este ejército mercenario, este lugar es un mito lleno de maldiciones protegiéndolo.
Vamos pues. Túneles nos esperan.
Se adelantó, con el paso de sus botas seguras sobre la grava y arena.
Es así como los cuatro exploradores salieron por la estrecha abertura hacia el exterior, donde el sol les cegó la vista. Usando la mano como visera, partieron en un corto paseo hacia la falla.
SEGUIMOS EN LA ESCENA 2.