La mañana trae un frío viento desde el mar, cargado de sal y humedad, que corta los rostros de los paisanos. Camino cabizbajo, protegiéndome con la capucha de una capa de piel que me ha obligado a comprar este tiempo extremo. Por culpa de estas tierras ya no me queda dinero... Me quejo, pensando en las 3 tristes comidas que podría comprar en la taberna con mis 10 monedas. Necesito salir de esta...
Camino en dirección al templo, a entrevistarme con el erudito que lo lleva. De toda la gente que hay en esta ciudad seguro que es el que mejor me puede orientar en mi búsqueda, necesito algo de información sobre Fer-Aeltir... Mientras ando por las calles arropado y pegado a las paredes huyendo del gélido viento, voy escuchando fragmentos de las conversaciones de los paisanos.
...llevan una semana sin saber de él...
...otro grupo fue atacado...
...dicen que no volvió...
...la oscuridad está volviendo a las montañas...
...alguien tiene que hacer algo...
Historias de campesinos que viven en la ignorancia y el miedo, pero que quizás me sean de utilidad. Necesito dinero... y ellos un bienhechor. Le preguntaré al erudito sobre esto también. Sonrío por primera vez en la mañana, quizás hoy logre más de lo esperado.
Cuando llego a la puerta del templo de la luz, golpeo la maciza puerta de madera con los nudillos y espero una respuesta. Por favor... que habran rápido... no estoy acostumbrado a este frío...
master, ¿mensaje para todos o solo para ti? de momento lo dejo para tí solo.
Asi esta bien. Marcas a los demas cuando hay mas gente implicada.
- Buen día hermano. ¿Qué puedo hacer por ti?
Buenos días. Saludo mientras me froto las manos, haciéndolas entrar en calor. Vengo buscando al sacerdote o erudito que gobierne el templo, ¿me podría ayudar?
- Ese soy yo hermano. Mi nombre es Elfrang Vertes. Pero pasa y cerrare la puerta. Parece que el aire frio no te sienta bien.
Me hago a un lado y dejo que cierre la puerta, a la vez que me quito la capucha. No me sienta nada bien. Gracias por dejarme pasar. Me sacudo por un escalofrío y me soplo las manos, frotándolas. Aquí dentro se está bastante mejor.
Me ha dicho que su nombre era Elfang, ¿verdad? Disculpe mi pronunciación, pero el acento de estas tierras me cuesta. Mi nombre es Jerá, Jerá Kvan. Y le buscaba a usted porque necesito orientación en mi viaje.
Estoy buscando una reliquia de los Dioses, un objeto bendecido cuya esencia es similar a Fer-Aeltir. Me paro un momento, debo escoger las palabras con cuidado. Quiero que el hombre se entere bien, debo aclarar cualquier matiz que pueda no gustarle. Discuple otra vez, Fer-Aeltir es como mi pueblo llama a la Última Luz del Oeste, a la última estrella de la noche.
Por eso estoy en estas tierras occidentales, pensé que era un buen lugar para comenzar. Si usted dispone de cualquier información al respecto o conoce de alguien que sí la tenga... le estaría muy agradecido. Le sonrío, mostrándome amigable. Espero que el tipo no recele de nada, parecía buena persona cuando me abrió la puerta. Cuando me callo, vuelvo a frotarme las manos de un modo instintivo para calentarlas.
- No hermano, es Elfrang, pero no tiene mayor importancia – replica el hombre con otra sonrisa sincera mientras se sienta a tu lado para escucharte.
Me siento junto al hombre, escuchando sus palabras.
La verdad es que yo tampoco sé nada sobre Fer-Aeltir... aparte de su nombre y de que es mi destino entregársela a mi pueblo. Y alcanzar la gloria del héroe, pienso para mis adentros. No sé si es un arma, un artefacto o un simple grano de arena. Supongo que los Dioses iluminarán mi camino. Pero gracias de todos modos.
Por cierto, he oído entre susurros de los campesinos que una "sombra" se cierne sobre Mesania, que la gente desaparece y las caravanas no llegan... ¿qué hay de cierto en eso? Me quedo mirando curioso al hermano, él tiene pinta de poder hablar con más fundamento que cualquier temeroso analfabeto de la taberna o la posada. Voy a enterarme de lo que ocurre... quizás pueda hacer algo para ayudarlos... y dar compañía a mis diez tristes monedas.
- Me temo que es cierto hermano. Desde hace algún tiempo ocurren todo tipo de desgracias. Gente que desaparece o es asesinada por bandidos o monstruos. Bestias que bajan de las montañas. Y el oscurecimiento de las mismas cumbres. Sin duda algo malo se cierne sobre nosotros.
¿Es grave entonces...? Me quedo reflexivo por unos instantes. Mis votos de protección al necesitado claman en mi interior, haciéndome olvidar la cuestión monetaria y trayéndome a la mente imágenes de niños desvalidos, mujeres tristes y hombres asustados. Debería de hacer algo por la gente de este lugar... esta estepa de frío es ya de por sí muy dura y pobre.
Yo podría ayudar, Elfrang. Pronuncio el nombre despacio para hacerlo correctamente. Me enseñaron a proteger al desvalido y al necesitado, soy un... ¿paladín? Creo que es la palabra que usáis en Masenia. Si pudieses poner en contacto con alguien que reclute vigilantes podría hacer algo por tu pueblo.
- Hay algo… pero es muy peligroso. Un terrible oso de las montañas ha descendido de su hogar y está causando destrozos. Ya ha atacado varias veces. Quizá podrías hacer algo al respecto, hermano.
- Pero no debes ir solo. Esa bestia es temible, hasta para un paladín. Puede ser que encuentres a otras almas valientes en el poblado. Me temo que la guardia esta demasiado ocupada para hacer algo al respecto.
Un oso de las montañas... No me suena mucho la palabra, pero debe de ser peligroso para que hagan falta más de dos hombres para cazar a ese animal. Un oso... ¿cómo era?... Recuerdo dibujos e historias sobre él... una bestia peluda de gran tamaño. Me encojo de hombros, ya me acordaré. Los osos son como perros peludos sin rabo del tamaño de dos caballos juntos, ¿verdad?
Bueno, da igual. Si dices que un sólo hombre no puede con él, será mejor que alguien me acompañe. ¿Donde puedo encontrar a ese oso, hermano? Un acompañante es más fácil de encontrar, en la posada seguro que hay algún cazador.
Una vez más, Finin se había dormido durante la vigilancia. La verdad es que los pórticos de algunos negocios eran bastane cómodos, y hacerse pasar por un indigente, encapuchado, no le servía demasiado para avistar algún transeúnte despistado o borracho a quien meterle mano. Se despertó temprano por suerte, esta vez evitó a los dueños furiosos echándolo a patadas de la puerta. Revisó sus bolsillos y comprobó que contaba con algo de dinero, aunque dudaba que le durara mucho, con sus gustos...
Se levantó y se encaminó hacia la taberna, en busca de un buen desayuno con cerveza y algo de queso en un estado pasable. Tal vez comería algo de fruta... si le ponían un cuchillo en la garganta.
- Algo parecido, aunque es mucho más pesado y fuerte que cualquier caballo o perro. Sus colmillos desgarran carne, cuero e incluso hueso con facilidad y las garras son como cuchillos. Debes tener mucho cuidado e insisto en que no vayas solo.
- La bestia merodea alrededor del pueblo. Simplemente búscala en las cercanías y seguramente darás con ella, hermano.
Entiendo. Asiento ante la explicación del erudito, más o menos me sirve para hacerme a la idea. Seguro que luego no es tan temible como lo pintan.
Me pongo en pié, y me ajusto la capucha, listo para marcharme. Muchas gracias Elfrang. Espero ayudar así a tu pueblo. Le tiendo la mano para despedirme, pero antes de estrechar su mano otro pensamiento viene a mi cabeza. Perdona hermano, se me olvidaba preguntarte... ¿cómo contrataré los servicios de otro cazador? No creo que nadie venga conmigo de una manera altruista.