Partida Rol por web

Simon abrió las enormes puertas tras tus últimos toques de preparación y, como siempre, lo hizo con su enorme sonrisa, que hinchaba sus mofletes infantiles. Realmente se movía como quería en aquel lugar, como si le perteneciese, o como si supiese que todas sus acciones serían ignoradas o perdonadas. Las puertas dieron paso a un enorme salón dominado por una alargada mesa de estilo victoriano recargada en detalles.

A lo lejos, encabezando la mesa, estaba el príncipe, el cual miraba al frente con un semblante serio, incluso intimidante. Uno de los laterales de dicha mesa empezaba por una silla ya ocupada por Ernest Blanchard, el Senescal, o lo que era lo mismo, el ayudante directo y consejero del Príncipe. Cumplía con lo que decían los rumores, era atractivo, pero sobre todo mostraba con orgulloso un rostro simpaticón y bonachón. Justo después seguían una serie de vástagos, una mezcolanza entre Primogenitores y Látigos. Pudo reconocer a la guapísima pero silenciosa Elizabeth Mortensen, Primogénita Tremere, junto a su Látigo Gianis Andreas. En esa misma fila vio también la enorme y amenazante corpulencia del Primogénito Banu Haqim; Faarax Pretorius. 

El lateral contrario estaba encabezado por la Sheriff del Reino; una achispada cainita llamada Angélica Ventura, o al menos se decía que era así hasta que tenía que meterse en su rol. Directamente después había un elegantísimo vástago con sombrero al que jamás vio, aunque sus formas y por el dinero invertido que llevaba encima, tenía el aspecto perfecto de un Ventrue. Seguido de quien era su Primogenitora; Mare Dragovic, que estaba acompañada por una silla vacía donde iría la mismísima Mía.

Todos, en silencio, dejaron que el Príncipe hablase. Se levantó, se aclaró la garganta y le dedicó unas palabras.

—Entra mi niña —alcanzó a decir, pero con un rostro sempiterno pero con palabras que parecían no evolucionar en el tiempo—. Te doy la bienvenida, yo presencialmente, a la Corte de Nueva York, y a la Camarilla.

Decía eso como si Mía acabase de llegar a la ciudad y a la facción más civilizada de las tres que pugnaban por la ciudad. Pero en cierto modo así era. Cuando ella llegó a la ciudad que nunca duerme y escuchó hablar del príncipe o la Camarilla, éstos eran conceptos que quedaban lejanos, pues jamás había visto algo físico que le demostrase que existían realmente. Y parecía que el Príncipe Uhtric reconocía esa sensación y la expresó en sus palabras.

—Entiendo que conoces el significado de estar aquí —se detuvo unos segundos—. No respondas, pues tus palabras no dirán nada. Solo tus acciones demostrarán que lo entiendes realmente. Todos en la Camarilla de Nueva York tenemos al señor Warren en alta estima, pero su recomendación para tú ser no deja de ser... una carga sobre tus hombros.

Guardó silencio. Todos los hicieron esperando tú respuesta y, así, evaluándote. 

Mía entro y quedó embelesada con el salón que se presentaba ante ella, pero más que el lugar, los vástagos allí presentes reclamaban su atención. Y sabiendo muy bien que decir, gracias al entrenamiento de Jeremiah, respondió tranquila haciendo una leve reverencia.

—Es todo un honor estar aquí Príncipe, acepto el cargo de Látigo y prometo cumplir con los designios de mi Primogenita, al igual que con la Mascarada como he hecho hasta ahora. Gracias por la oportunidad que me brindáis, espero ser todo lo que esperáis de mí —agachó la cabeza en señal de sumisión y reverencia, esperando que sus palabras fueran suficiente para la corte. 

Les miró a todos, observándolos sin parar demasiado en ninguno en concreto, y siempre cargada con la mejor de sus sonrisas.

Todos quedaron complacidos por la actuación de Mía en la presentación. Fue elegante, política y escueta. Había asuntos apremiantes que tratar y eso podía verlo en el rostro de los cainitas presentes. Le indicaron que debía sentarse junto a su Primogénita, quien simplemente la miró de arriba a abajo guardando silencio. Justo después, y al final de esa fila, se sentó el pequeño Simon, de nuevo con sus pies colgando por culpa de su corta estatura.

Mientras la reunión se preparaba y los vástagos cuchicheaban entre ellos sin prestarle atención alguna a Mía, o al menos eso parecía en esencia, unos ghouls del Príncipe entraron. Estos iban vestidos con un elegante traje negro y una máscara oscura que ocultaba sus rostros. Todos eran varones, de diferente etnia, edad y aspecto físico. Pero además del traje y la máscara, todos compartían otra similitud: una bandeja con una elegantísima copa dorada. Cuando a Mía le colocaron la copa frente a ella, ésta estaba llena de un líquido rojo similar a la sangre, y no olía a vino.

Le advirtieron sobre beber sangre sin conocer la procedencia, Warren lo hizo, pero nunca le advirtió sobre esa copa de sangre en concreto. En un rápido vistazo pudo ver como la mayoría bebía, y quien no lo hacía era por que estaba charlando con el que tenía al lado, mientras jugueteaba con la copa.

Mía obedeció y bebió, no podía negarse hacer algo en la corte asique bebió de aquella ornamentada copa sin rechistar.

Tendrias que haber estado aquí...

El Príncipe admiró a su Corte con su semblante serio, y se percató de que Mía bebió sin dudar. Por dentro estaba orgulloso, complacido de que la vástago supiese las normas de la Camarilla, pero por fuera no expresaba nada. Su rostro pálido y viejo denotaba inexpresividad, y fuerza desmesurada. 

—Bien, cainitas, tenemos varios puntos a tratar. El primero... —soltó un periódico sobre la mesa—. Tenemos un asesino en serie. Los mortales corrientes no saben que es un vampiro, por supuesto, pero la Segunda Inquisición... Podría sospecharlo.

Guardó silencio durante un momento. Frunció el ceño ligeramente, y se le vio visiblemente molesto, aunque uno debía ser observador para darse cuenta de ello. Cogió su copa, bebió y siguió hablando:

—Nosotros sabemos que es un vástago, por su modus operandi, y por que usa algunas disciplinas. Es retorcido, es peligroso... pero no parece un miembro del Sabbat, pues es metódico. Temo que sea de la Camarilla... Los mortales no han trascendido mucha información, han intentado mantener el asunto en privado, por lo que nosotros tampoco sabemos mucho más.

—Nosotros nos encargaremos de investigar quien es. Pero si alguien tiene información, debe compartirla con sus hermanos —la sugerencia del vástago Pretorius casi sonó como una amenaza. Quizás lo fuese—. Ese cainita, sea quien sea, es peligroso. No deben enfrentarse a él solos.

Faarax bebió de su copa, todavía le quedaba bastante sangre en la misma. El Príncipe y sus sirvientes se habían asegurado de que la sangre fuese procedente de mortales, y siempre a gusto de las exigencias y necesidades de los allí presentes. Mía, al saborear el contenido de su copa, supo que la sangre tenía una Resonancia flemática, es decir, estaba tranquila, calmada en el momento en el que le extrajeron la sangre. Sabía, también, que ese tipo de sangre potenciaba disciplinas concretas, como Auspex o Dominación. Estaba claro que el Príncipe había pensado en todo, y que sus "cazadores de sangre" hacían un trabajo perfecto para no dañar la futura alimentación: el ser humano. 

—De lo poco que hemos descubierto, son las víctimas encontradas en los callejones. El asesino las convierte en horripilantes estatuas mutiladas. Usa algún producto para preservar los cuerpos —Faarax se veía visiblemente molesto por culpa del horripilante asesino, pero siempre mantenía la calma y las formas.

Por la cabeza de Mia pasaban una infinidad de cosas, incluida el periódico que había visto antes de venir alegando lo de estas muertes. Pero estaba claro que ella no sabía nada al respecto, desde que formó parte de la Camarilla la mascarada todas y cada una de sus  normas las seguía de manera casi sin darse cuenta, había sido entrenada para ello pero lejos de eso, creía ellas.

Siguio escuchando lo que se decía en la corte atenta para así poder ofrecer su ayuda si eres necesario

¿Sabrá algo mi Gangrel preferido?

Se rió de su propio pensamiento "preferido" más bien único y mejor así, no era un clan con el que quisiera tener mucho trato. Después de esto quizás fuera hacerle una visita, ahora más que nunca tenía que ayudar a su gente 

La reunión prosiguió con otros temas y puntos que a Mía poco le interesaban, y del que poco podría ayudar. No duró mucho más, en extensión, la reunión se acercó a la hora de duración, pero fue bastante interesante y a Mía se le hizo incluso más corta. Cuando finalizó, la mujer que lideraba a los Toreador en Nueva York le dirigió la palabra por primera vez.

—Quiero hablar contigo en privado, sígueme —si la primogénita ordenaba, lo sabio era seguirla.

Todos comenzaron a evacuar la sala de reuniones, algunos todavía se quedaban por el palacio, otros salían del edificio y se encargaban de sus asuntos. Ya en una esquina, en privado, la chica rubia la observó de arriba a abajo, como si la estuviese analizando.

—Bien, Warren fue insistente en que eras la mejor opción, espero que no se equivocase —aquel comentario podía parecer una daga encubierta—. Mañana en la noche llega Mirabelle Michaud, heraldo de la corte parisina y jefa también de una agencia de modelos. Más o menos como tú. Como es costumbre, se la tratará a la perfección, pues es nuestra invitada y tú irás a recogerla. Te pasaré los datos.

La mujer comenzó a alejarse de ella una vez transmitió todo lo que tenía que decirle. Se detuvo, como si se hubiese olvidado algún detalle, se giró y nuevamente le habló.

—Es una buena forma de ganarte al Concejo de la Primogenitura y al Príncipe investigar por tú cuenta sobre los asesinatos. O no lo hagas, haz lo que creas necesario.

Mía no tardo en desconectar cuando la reunión se volvió algo tediosa, ya tenía pensando cuál sería su siguiente paso cuando Mare la llevo para hablar en privado. Escucho todo lo que está le hubo dicho sin hacer ni un solo gesto. Espero que se fuera y suspiro, la corte era agotadora de eso no cabía duda. Aún tenía tenía muchísimo tiempo hasta la salida del sol y lo de hacer de chofer era mañana asique...

Salió tranquila del palacio y sin dudarlo fue a su piso, no podía presentarse así a donde iba, desentonaria sobremanera. Volvió a subir a su flamante coche para tomar rumbo.

Llego a su piso y rebusco en el gran vestidor, le costó encontrar lo que quería ese estilo lo adoptaba pocas veces 

Cómo era habitual en ella se sacó una foto y mientras reviso su teléfono.

Luego volvió a la carretera  de nuevo para ir a visitar a un "viejo" amigo Gangrel que tenía en la ciudad, solo esperaba que ese encuentro fuera bien está vez

02:40, 15/01/2023, Nueva York, Longwood avenue, Bronx

El Milly´s Corner era un pequeño bar de esquina con dos facetas claramente diferenciadas según la hora del día. Por fuera siempre era igual, un edificio de esquina construido en ladrillo y pintado en un feo naranja, con un largo toldo negro donde el nombre del bar estaba escrito en elegantes letras blancas. El lugar casaba bien con la zona donde se había levantado, casi todo lo que había a su alrededor pertenecía al polígono industrial en el que estaba el bar: almacenes, pequeñas fábricas, tiendas al por mayor... 

Por el día era un bar sencillo con platos sencillos. Nada muy elaborado ni tampoco famoso. Un lugar habitual para los trabajadores del polígono. Cuando la noche caía y el polígono se quedaba vacío, el local se transformaba en un pub nocturno donde algunos vástagos habituales pasaban la noche hasta la salida del sol. Era territorio de un pequeño grupo Gangrel, si es que eso significaba algo realmente. Este pequeño grupo no pertenecía a la Camarilla, tampoco al Sabbat o a los Anarquistas. Eran cainitas independientes que tan solo querían vivir sus no vidas de la mejor manera posible, y ese rincón en el Bronx era su reino. Su "príncipe": Quentin Derrick, el andrajoso perro que chantajeó a Mía.

En el trayecto revisó su móvil varias veces para ver si tenía nuevos mensajes que mereciesen la pena leer. Habían muchos, Mía recibía constantemente mensajes y audios de WhatsApp, también correos electrónicos sin parar, ofertas de trabajo y demás morralla que sus agentes se encargaban de hacer por ella. No obstante, siempre había algún que otro mensaje que merecía la pena leer.

Hugo Shine: Ya bueno, Japón es Japón, esto es Nueva York, por si lo habías olvidado. Pero eh... no me quejaré, me pagas y necesito dinero. Ha venido el fontanero, está todo arreglado. También hablé para lo del videoclip, en un par de noches debemos ponernos con ello y elegir a las dos chicas para el video. Si todo sale bien y las chicas hacen su trabajo, le daremos un empujón a esta empresa tuya.

Mariah Royer: Te he pasado las fichas, míralas cuando tengas un rato libre, no hay prisa. Son chicas nuevas, prometedoras creo. Pero con los ingresos que tenemos solo podrás contratar a una. Respecto a la agenda... todo limpio. Lo único es elegir un par de chicas para un videoclip musical. Creo que Hugo ya te habló de ello, ¿no? Por lo demás... agenda despejada jefa.

Mia ojeo su telefono como quien mira algo que realmente no le interesa, estaba preocupada, estar aqui seria pedirle otro favor o incluso que el quisiera cobrarle intereses por guardar el secreto. Se quedo unos minutos en el coche cojiendo fuerzas, con el las iba a necesitar. Saco las llaves del contacto para salir del coche, lo cerro y avanzo hacia el local. Ni le preocupo llamar, entro como si aquel lugar fuera un sitio familiar para ella 

Espero que hoy este de buenas