somos conocidos de la infancia y el conoce a mis padres conoce de mi todo hasta llegar a la academia militar conoce bien mi caracter y manera de hacer las cosas, de vez en cuando nuestros caminos se entrecruzan de modo fugaz.
El personaje de Kamahl es un exmilitar, es lo único que sabes, es muy reservado.
Con esto damos por concluida tu ficha.
dime donde posteo apartir de ahora.
Esta tarde si tengo tiempo te creo la escena y comenzamos.
Comentarte una cosilla, quizás lo haya entendido yo mal, pero por si acaso, prefiero solventar mi duda. Cuando hablo de Razidas, no hablo de un grupo paramilitar organizado, una banda de terroristas, delincuentes juveniles ni nada de eso, me refiero a esto:
Lo digo porque en tu último post, creo entender que buscas algo de referencia sobre los secuestradores. Jejeje
ya veo que si, que tienen signos distintivos.
Gracias por solventar la duda.
Para llegar a la zona, necesitais un vehículo. Está cruzando el puente y ya en la zona del bosque, cerca, pero a varios kilometros de donde estais.
Ahora que estás sólo, no marques a tu compañero como destinatario de tus mensajes.
¿Vas a hacer algo en estas dos horas?
Perfecto. Descansa, jejeje. Yo te aviso cuando pasen las dos horillas.
Comenzamos, ya te he puesto a la orden del día de lo que está pasando en la partida. Sólo un inciso, como miliatar has participado en la batalla, bajo la orden del Teniente Korinek. Erás el segundo al mando. De esta patrulla, sólo han sobrevivido cuatro personas, tú, el teniendo y dos soldados más, uno de ellos, experto en explosivos.
Ahora, si podemos comenzar en serio y a meterte de lleno en la partida.
Eres el 2º Teniente, o sea, está por debajo de la cadena de mando del Teniente Korinek, por lo que si a él le pasara algo, tú tomas el control de la situación. Lo normal es que Korinek relate y volvais a hablar de lo que vivisteis en la guerra, asi que te dejo aquí un breve relato sobre una de las situaciones vividas, desde el punto de vista de Theodor, que es el que te ha llamado, es el artillero del grupo.
Cuervos sobre las ruinas.
Eran las 21:21, una hora que se me antojaba extrañamente absurda. Por un momento me cegué en la idea de que era un número capicúa. Pero me engañaba el subconsciente. A veces me pasaban esas cosas.
Sentía un dolor sordo en el muslo derecho. Hacia ya un rato que habíamos dejado de oír los aterradores sonidos de esas bestias. Pero la herida que me infringió una de ellas en la ultima escaramuza me obligaba a apretar los dientes mientras el medico del equipo me curaba la pierna. El sudor el polvo y la sangre eran parte de la indumentaria de los hombres reunidos. Solo hacia un par de horas que habían llegado al punto cero. Y ya estaban deseando marcharse de allí.
No tenía claro que clase de misión le habían encomendado al Teniente Korinek, pero estaba claro que no se moverían de donde estaban a menos que pasara un desastre. Y se estaba temiendo que ese desastre estuviera a punto de ocurrir.
El sabía que iban a una especie de zigurat que estaba en mitad de la selva. Pero si bien cuando le escucho esos rumores se había imaginado un templo, de no pequeñas dimensiones, no podía imaginarse lo que se iba a encontrar.
El templo que estaban recorriendo era del tamaño de una montaña, de echo era como una montaña, la escalada hasta la zona en la que se encontraba la unidad “Cuervos 41” había sido de todo menos un paseo. Los ataques de bestias salidas de las peores pesadillas ya eran de por si un gran problema, pero al mismo tiempo, este templo infernal era tan enorme que la selva había crecido a su alrededor. Hubo que sudar cada metro que ascendían. El terreno era tan hostil como los enemigos. La Hermandad hacia solo unas horas que había declarado la zona, como zona de guerra.
Era invierno, y sin embargo el calido aire de la selva se le antojaba angustioso. Las respiraciones de la veintena de hombres que se encontraban allí eran una cacofonía que mantenía en tensión a todos los presentes. Nadie podía olvidar donde estaban y que estaban viviendo, a pesar de que la unidad en la que estaba ahora era de las más veteranas en la zona selvática.
Escucho tras de si el grito ahogado de otro compañero que tenia un horrible tajo en el hombro derecho, que se adentraba en el cuerpo hasta la zona de la espalda. Seguramente ese chico tampoco sobreviviría. Habían caído 3 soldados y un Sargento. Si bien hacia relativamente poco que le habían trasladado a la unidad y no tenia lazos con ninguno de ellos, no le gustaba ver morir a un compañero.
Los minutos se hacían pesados. La gente estaba nerviosa, había algo en el ambiente que los estaba asustando y no sabia bien lo que era.
Un par de chicos, de los más jovencitos que había en el equipo empezaron a vomitar.
¡Teniente! ¡Teniente! Hemos detectado movimiento por la franja sur. Parece que algo grande se acerca. Quizás solo a unos minutos.
El explorador estaba exhausto, y su cara era una cruel mascara de preocupación. Y aunque todos esperábamos la orden de salir de ahí, la orden no llegaba.
El Teniente se entretenía leyendo unos documentos y después de un bufido. Miro al explorador.
Preparad las defensas, no nos movemos de aquí.
En ese momento sonó la radio. Comunicando que el ataque principal se desarrollaría por el lado contrario del zigurat. Aquello parecía un sin sentido la batalla se desarrollaba en otro lugar y nosotros estamos solos en medio de ninguna parte.
Ya me habéis oído. Este es un punto estratégico. No nos moveremos hasta que den la orden. Ahora preparad las defensas para hacernos fuertes aquí. ¡Rápido!.
Los hombres empezaron a moverse, con sincronía, con automatismo, a nadie le gustaba la idea. Y menos sabiendo que morían en la jungla por culpa de una concesión de la familia del Teniente a los Capitol. Se decía que el Teniente estaba perdiéndolo todo por culpa de su mujer. Una vampiresa de los negocios. Pero eso era algo que ahora no importaba. Tenían que sobrevivir a un infierno y parecía que no saldrían de ahí rápido.
Los hombres montaron las armas pesadas con agilidad. Agilidad que provenía de sus múltiples maniobras en la selva. Actuaban como un todo. Y como a todos a el le tocaba su parte.
El era especialista en voladuras. Los detonadores y los explosivos habían crecido con el.
Y aunque esta unidad no era conocida por volar absolutamente nada. Hacia menos de un mes que lo habían destinado a ella.
Me levante y me proponía a colocar unas cargas sobre un terraplén que podía fácilmente caer sobre enemigos que se nos acercaran desde la parte baja del zigurat cuando me llamo el Teniente.
Tarde unos minutos en estar listo. Sus palabras habían sido rápidas y concisas. Necesitaba entrar al zigurat y volar algo. Y yo era el único que podía hacerlo.
Enganche mis herramientas en una mochila ligera, y seguí al grupo a través del zigurat.
Me había dado la opción virtual de no aceptar. Pero ante ir adentro a volar algo, o quedarme fuera, por la luz, era a cual de las dos mas suicida.
Detrás de unas ramas que habían estado talando se encontraba una puerta de piedra y metal. A el contacto con mis manos sudorosas y ardientes por le clima en el que nos encontrábamos estaba completamente fría, incluso podría afirmar que helada. Algo en toda aquella zona apestaba y lo hacia cada vez mas.
En cuanto nos internamos tuvimos que encender todo lo que iluminara. El pasillo estaba oscuro, parecía que se tragaba la luz de nuestras linternas y los tubos fluorescentes. Y a los pocos minutos nos dimos cuenta de que todos teníamos arcadas y ganas de vomitar.
El pasillo era osco y costaba bastante deambular por el. Se achicaba y se ensanchaba a momentos.
Al cabo de lo que yo creo que ha sido una hora, el Teniente dio la orden de parar. Parecía que habíamos topado con algo. Al acercarme vi una puerta, y que puerta. La puerta era de metal y obsidiana. Estaba más helado al tacto y el Sargento casi se queda con la mano pegada. El Teniente estaba leyendo algo. Un papel, quizás un mapa. Afirmo que ya habíamos llegado. Y yo me alegre.
Empezaba mi trabajo. Sin que diera ninguna orden yo empecé a montar los explosivos. Los cablee sin problemas incluso con la falta de luz. Es algo que sabia hacer con los ojos abiertos y también con los ojos cerrados.
Mis manos parecían ser los mayores charcos, no paraba de sudar. El ambiente estaba enrarecido y notaba como mis compañeros me atravesaban el cuerpo con sus miradas. Todos querían marcharse de ese lugar.
Prepare el temporizador y afirme que ya estaba todo listo.
El Teniente mando que nos retiráramos mientras se quedaba conmigo colocando la ultima carga. Puse el temporizador a 30 minutos, pero me dijo que lo pusiéramos a una hora. Aun me queda la duda de porque tanto tiempo.
El camino de vuelta fue tan sofocante como el de ida, pero parecía que la gente azuzaba el paso para salir de allí. Si bien no había pasado nada, todos teníamos la sensación de que sobrábamos en ese lugar y que nuestras vidas corrían peligro solamente respirando el aire de dentro del templo.
Al salir al campamento base, cual fue mi asombro al no encontrar nada. Nada, ni a los compañeros, ni las armas. Nada.
Algunos empezaban a perder los estribos. Parecía que todo lo que pasaba estaba sacado de la pesadilla de un demente, y sin embargo era muy real.
En la pequeña plataforma donde antes estaba la unidad ahora no quedaba nada. Los árboles y el musgo del la selva se encontraban en estado salvaje, como si nunca hubiéramos pasado por ahí. Extrañados sacamos las armas. Pero casi al mismo tiempo escuchamos ruido en las trasmisiones.
El técnico consiguió desencriptar la orden que no paraba de trasmitirse.
“Aviso a todas las tropas, evacuación urgente. Bombardeo en menos de una hora de la zona cero”
Nos parecía increíble, pero no nos paramos a pensar nada más. Cansados después de casi un medio día en la jungla, emprendimos la bajada de vuelta. Por extraño que pareciera no nos molesto ninguna bestia, ningún animal de los que habitan en la selva se presento a nuestro paso. Caminamos como si la naturaleza nos invitara a salir. Y con la idea de un bombardeo en nuestras consciencias nos espoleamos hasta mas haya del umbral de la fatiga y el cansancio.
Escuchamos pasar como grandes libélulas sobre nosotros los motores de unos zeppelines. La Hermandad iba a dejar toda la zona cero seca.
Pero ya nos habíamos alejado lo suficiente. Fue en ese instante cuando recordé mis cargas. Cuanto tiempo había pasado, no lo sabia, las últimas horas eran como un mal sueño en una noche de verano. Solo tenía el sabor del sudor y el polvo en mi boca.
Las 21:21, no podía ser. Había pasado un día entero, o quizás… no mejor no pensar en otras posibilidades. Una hora absurda para una misión sin sentido.
El sonido de los hombres que trabajan y hablan se filtro entre el silencio de la noche en la selva. Apartando grandes plantas de delante de nosotros llegamos a un campamento de Capitol usado como base general. Estábamos en casa. Y aun así todos, jadeantes y cansados se sentían como si hubieran estado luchando durante meses. Solo podían pensar en escapar a la ciudad y descansar. Y los rumores de cosas malvadas se desvanecieron en un gran estallido de fuego y ruido que provenía de donde estábamos tan solo una hora antes. Ahora parecía que ese satánico lugar quedaba fuera de nuestras vidas. Ojala nunca mas tuviéramos que volver a ver algo así.
Jalone los últimos metros de ese campamento roto en espíritu. A mi lado solo un puñado de hombres. Y entre ellos erguido y con el rostro marcado por la seriedad nuestro Teniente. Que se perdió entre las casetas de mando.
Fuera cual fuera nuestra misión, no estoy ni estaré seguro de que sirviera para algo.
Solo espero que todo ese templo quede borrado a la nada. Como así paso con nuestro escuadrón.
Mi nombre es Theodor Grodric. Experto en Explosivos de Bahaus.
Se ha quedado parada la escena. ¿Seguimos? Jejeje
Anarpa, vas a entrar en el ascensor, para seguir al tipo, o vas a permanecer en la recepción, junto con Korinek?
Estoy en la zona de ascensores esperando a ver en que planta se para para acceder a ella o si veo que va parando planta a planta ir por las escaleras...
El ascensor llego hasta la cuarta planta, y luego ha bajado, de donde ha salido el botones del Hotel, con la carretilla de comida del Restaurante, lee el último post. Ahora tienes el ascensor delante tuya con las puertas abiertas. ^^
Bien, ahora voy a sacar a Korinek de tu escena, por lo que podrás postear nuevamente tú sólo indicando que es lo que vas a hacer. En el pasillo, ascensor, recepción y fuera del Hotel no encuentras a nadie ni nada de interés o peligro, por lo que puedes ir a donde quieras. Tú posteas ahora. ^^
Perfecto, ahora hay que esperar a que sea de día, mientras los demás jugadores terminan el día anterior. Ya te aviso yo.