Partida Rol por web

Verónica

El bosque de O Cebreiro

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31/12/2022, 10:42
Antía Dafonte

Las bromas y pullas de doble sentido le resbalaban, y la mención del trío por parte de Miguel, así como el comentario de Verónica que la incluía, no le hicieron mella ni tampoco especial gracia. Estaba más pendiente de la casa, del teléfono, y de sus sensaciones al respecto de todo ello. Sobre todo porque, en el fondo, se sentía responsable de su padre, y ahora se daba cuenta de que lo había dejado completamente solo, sin posibilidad de ayudarle si lo necesitaba, durante todo el fin de semana. Y era la primera vez en sus dieciocho años.

Pero no podía hacer más, a menos que regresara al pueblo. Y tampoco tenía ganas de hacerlo, se había propuesto disfrutar de ese par de días de paréntesis, de independencia. Así que se encogió de hombros, y dejó correr sus preocupaciones.

Y llegó el momento, subir a la buhardilla.

Verónica encabezaba la expedición, y estaba muerta de miedo, se le notaba en cada pliegue de su rostro, en las manos, en los signos inequívocos de su cuerpo al subir las escaleras. Y al empujar la madera vieja y humedecida por los años. Antía se habría reído de ella si no fuera porque estaba ya bastante mosca con lo de la foto. No era miedosa, pero aquello...

-Empuja más, está atascada. ¿Te ayudo? -¡CRAC! La puerta se abrió tras unos buenos empujones, y pudieron entrar. Antía encendió la linterna del móvil para ver el interior. Polvo, más polvo, y sábanas cual fantasmas dormidos. Y al fondo...

-¡Qué preciosidad de rueca! ¿Habéis visto? Tiene un montón de años, seguro, pero está entera.

Verónica se puso a levantar sábanas a diestro y siniestro, y cada objeto que aparecía era por lo menos interesante. El caldero con la tapa negra, montones de libros, la caja misteriosa... 

...Pero Antía se había quedado paralizada ante la jaula de latón, y el cuervo disecado que había dentro. Lo enfocó con la luz del teléfono un par de veces, Luego la apagó, dejando que sólo la iluminara la luz natural de la puerta abierta.

-¡Recoiro!... Este bicho... -se giró hacia sus compañeros- ¿Habéis notado algo? ¿Eh? ¿Lo habéis visto? ¿no?

Ajena a lo que estaban haciendo los demás abrió la jaula de latón y metió la mano para tocar al cuervo. Con lentitud y prudencia. O quizá con miedo.

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02/01/2023, 15:35
Miguel Dominguín Bosé

- No hace falta ser un macho alfa para saber donde ir a dar placer a una chica. Además, los machos alfa son los que solo saben meter... y hay más cosas que esas. - Le guiñé un ojo a Verónica. - Que tenga dieciséis años no quiere decir que no sepa lo que se debe hacer, que no aprendí precisasemente viendo porno en Brazzers. - Si supieras quienes son mis padres y cual es mi casta, sabrías demasiado como para dejarme escapar una sola noche.

Y es que en casa se aprendían muchas cosas, sobre todo como mi padre le ponía los cuernos a mi madre hasta con su propia prima Mariví, algo que la Tata no nos dejaba hablar, al igual que del desplante que le hice a mi padre cuando tenía diez años, el día de Nochebuena, donde fuimos desde Madrid hasta Ciudad Real, con la Tata tratando de calmar a mi madre, quien juraba y perjuraba que mataba a los dos y quemaba la casa, llevando en el maletero una de las escopetas de caza de mi padre. No mató a nadie, pero estropeó la fiesta del torero, donde los invitados salían hasta por las ventanas al ver a mi madre entrar endemoniada.

A nosotros nos hizo quedarnos en el coche con la Tata y de golpe vi a mi padre sacar a mi madre arrastras de la casa. Entonces fue cuando salí del coche y sin hacer caso a la Tata me puse entre los dos, cuando mi padre alzaba la mano a mi madre... No hubo golpe, mi padre se retiró regañándome y diciendo que volviésemos a Madrid. Su prima Mariví Dominguín estaba oculta en una habitación para que mi madre no la viese... ese día me convertí en un hombre.

Porque para enfrentarse a Luis Miguel Dominguin, o se era mi madre o había que ser un hombre.

- Si es por un móvil, yo te regalo uno en tu cumpleaños, tu santo o las Navidades, lo que llegue antes. Pero sin acceso a una red... aquí no te servirá de mucho. - Le dije a Verónica. Mi madre no me iba a negar eso y menos si se trataba para un regalo para una chica como ella.

- Vale, te tomo la palabra, me casaré con ella solo si me prometes un trío entre las tres, tú, tu cama y yo. - Sonreí divertido con aquello. - Y no, yo tampoco soy de casarme. Luego vienen los divorcios y salgo perdiendo, que soy el hombre... nada, nada. Hasta que no cambien las cosas y las mujeres nos mantengan y nos quedemos con la casa y los hijos, paso de bodas. Que ya viví el divorcio de mis padres y aún tengo que aguantar muchas cosas... - Y disfrutar de otras, porque las fiestas de mi madre si que son fiestas...

- Un lobo de cuarenta años no nos hará nada... y menos lo que encontremos allí arriba. - Le dije a Verónica viendo como Antía cogía carrera para ser la primera... desde luego que sí, las damas primero. Por eso dejé pasar también a Roberto delante mío... o quizás para ver sus posaderas al subir las escaleras...

Al abrir la puerta entre las chicas, encendí la luz del móvil para ayudarme a ver y vi la rueca de la que hablaba la gallega. - Cuidado no la toques, no sea que te pinches con la aguja y caígas en un sueño eterno... ya sabes que solo el beso de un amor verdadero te despertaría... - Le dije a Antía guardándome que al menos yo no iba a dárselo.

Yo iba siguiendo la estela de Verónica y el polvo que levantaba cada vez que quitaba una sábana. - Tranquila, tranquila... o al final nos moriremos todos afixiados por el polvo. - Le dije a la joven para ver de reojo a Antía meter la mano en la jaula con el pájaro muerto.

- Joder... y después soy yo el rarito. - Dije girándome hacia ella y grabando ese maravilloso momento en el cual Antía iba lanzada a coger aquel bicho y dejar grabado para la eternidad lo que fuese a hacer con el cadáver en sus manos.

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02/01/2023, 22:25
Verónica

 Estaba claro que los derroteros de la conversación y las menciones sexuales no agradaban a Antía. Tal vez estuviera celosa, o tal vez no se sintiera incluida en los galanteos de los muchachos, pero Verónica pareció darse cuenta y cuando Miguel volvió a la carga con sus requiebros ya lo paró de golpe. Todo parecía girar en torno al sexo, y aunque Verónica no era una mosquita muerta ya le dio un toque.

 - Tío, tienes que leer más a Becquer y a Neruda. Me doy por enterada, tienes 16 años y tienes muchísima experiencia, ya - bufó pero acabó sonriendo - Pues enhorabuena.... - dirigió un cabeceo a Antía y a la cara que estaba poniendo en plan, ya está, tengamos la fiesta en paz. Negó con la cabeza cuando se ofreció a comprarle el móvil - Mejor que no, no podría aceptar un regalo tan caro.

 El resto de bromas fueron acogidas cada vez con menos entusiasmo. Estaba claro que Miguel estaba bastante salido y de momento Verónica no le iba a dar más alas. Se encaminaron hacia la buhardilla, Verónica a la cabeza y al llegar a la puerta la única que ayudó fue Antía. Verónica le dijo

 - Sí, ayuda, que estos solo piensan en empujar, pero de otra manera...- Empujaron las dos juntas y cuando consiguieron las dos abrir la puerta sonrió y dijo - Que le den al príncipe azul, nosotras podemos, no necesitamos tíos.

La buhardilla era como imaginaban, polvo y misterios por resolver iluminados con las linternas de su móvil. Lo primero que vieron fue la rueca, a Antía le encantó y su entusiasmo fue compartido por Verónica mientras que Miguel bromeó sobre la posibilidad de pincharse y necesitar un beso. Verónica bufó y dijo

- Amor verdadero, cualquier excusa es buena ¿eh? - Acabó sonriendo muy a su pesar mientras seguían con la exploración de la buhardilla. Aunque no quería al final tuvo que decir - Primero hay que pisar el polvo antes de echarlo.... - Y es que Miguel tenía cierto encanto del que no era fácil escapar. Antía se quedó paralizada por la jaula de latón, y cuando dijo si alguien lo había visto, enfocando la luz del teléfono y luego quitándosela al interior de la jaula, Verónica se acercó asustada.

- ¿Ver el qué? Tía, non me toques o carallos. ¿Le pasa algo algo al pájaro? Yo no he notado nada...

Antía estiró la mano para abrir la jaula y Verónica aguantó la respiración mientras la intentaba convencer.

- Tía, no, que asco, que debe estar muerto desde hace mil años...

Pero Antía estaba decidida a tocar al cuervo, así que avanzó con lentitud y prudencia, sin poder evitar el miedo. El contacto en su piel fue como tocar papel viejo. Las plumas eran rasposas, el cuerpo parecía frágil, y sobre todo inmóvil. Escucharon un sonido, un clac, clac, y vieron como la rueca empezaba a girar, completa, cada vez más rápido, mientras el tapiz se iba tejiendo. La tapadera del caldero empezó a temblar, repiqueteando en el borde. Allí estaba pasando algo muy raro, pero nada tanto como cuando alguien dijo con voz extraña

- Verónica.

El cuerpo empezó a revolotear furioso en su jaula, arañando la mano de Antía mientras trataba de salir de la jaula. Los ojos le llameaban, como si hubiera salido del infierno y no dejaba de chillar

- Verónica, Verónica, Verónica

La anfitriona chillaba, tenía los ojos desorbitados por el miedo. No se esperaba eso, no se lo había imaginado en la vida. La buhardilla cobraba vida, y no parecía que fueran muy bienvenidos allí. Su amiga gritó mientras comenzaba a retroceder

- Vámonos, joder, joder, vámonos cagando leches

Notas de juego

Próximo turno 04/01 a las 20:00

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03/01/2023, 15:10
Antía Dafonte

Nunca habría esperado... nunca habría creído... Verónica no se lo creía, pero Antía menos. 

¿Era una alucinación? ¿Podría ser? ¿Les habría metido algo en la comida la madre de Verónica? ¿O era el polvo ese del cuarto encerrado durante siglos? 

Pero a su alrededor todo estaba volviéndose loco. Terroríficamente loco. La rueca, el caldero...

Verónica.

Y el bicharraco chillaba y arañaba. Antía sacó como pudo la mano de la jaula, gritando, sin siquiera darse cuenta. Le sangraba la mano, y ella la miraba con los ojos muy abiertos, incrédula pero rendida a la evidencia. Sí que lo había visto.

Y si había visto parpadear al pájaro, si eso era cierto, entonces, el aura de la foto...

...Verónica?

Antes el pensamiento le había asaltado y no lo había descartado, simplemente lo había aparcado. Meigas. Habelas, hainas.

Los flashes se agolpaban en su mente, en una fracción de segundo. No se movía, la mano fuera de la jaula, pero petrificada, mirando como alelada.

La voz extraña seguía repitiendo:  

Verónica.

"- Vámonos, joder, joder, vámonos cagando leches"

Sí. Por favor...

Salió de allí sin mirar atrás.

 

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04/01/2023, 13:31
Miguel Dominguín Bosé

- ¿Bécquer y Neruda? ¿Segura? Escucha esto: - Y comencé a recitar de memoria.

- Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste! [...]*

- Continúa, pero poner a Neruda como un santo cuando solo bromeo, creo que no ha sido tu mejor elección. También puedo recitarte algo de Bécquer y verás que tampoco era un santo. En el insti te lo tomas mejor. Una de dos o se te está pegando la estrechéz de ella o solo te gusta jugar con los hombres en la calle y en casa con las mujeres. - No quería llamarla lesbiana de golpe, pero se lo estaba ganando a pulso y sabía lo molesto que llegaba a ser aquello. - ¿Quieres más cultura? Mira. - Le enseñé una foto de mi móvil de antes de venirme a O Cerberio. - ¿A cuántos reconoces?**

- ¿Y de aquí? - Pregunté mostrando una imagen donde se me veía de pequeño con Pablo Picasso, muy presente en mi infancia hasta su muerte. - ¿O aquí? - Mi padrino, el cineasta Luchino Visconti en mi bautizo, lo que no quería decir es que el bebé con ese "vestido" era yo ni que se reconociese a mi madre, pero no tenía más fotos de Luchino en mi móvil salvo esa.

- Claro que no necesitáis tíos. ¿No queríais igualdad? Pues ahí la tenéis. - El tono era un tanto más tirante. Ella sabía jugar mejor, mucho mejor de lo que me estaba demostrando y no quería reincidir en el tema de la homosexualidad. Con una vez bastaba. - Si te llegase la luz un poco mejor, te regalaba un satisfayer y te aseguro que te olvidarías de todo con él. Eso sí, no abraza, no besa, no da cariño, pero dicen que da mucho placer... así que sí, podéis estar sin tíos. Nosotros no podemos vivir sin vosotras. - Confesé al final sabiendo lo que me atraía aquella chica que me estaba enojando tanto.

Poco después sonreí ante el comentario de Verónica sobre el polvo pero ya estaba centrado en Antía con el pájaro y con mi móvil como para responderla.

Y de golpe todo fue una locura.

Desde la pantalla del móvil vi al pájaro moverse, tuve que mirar directamente para creérmelo, porque ese bicho debería llevar allí seco decenas de años. Luego aquella voz llamando a Verónica me puso los pelos de punta. El móvil siguió grabando en vídeo todo mientras salía con las chicas de allí, o más bien dirigiéndome a la puerta para abrirla y que saliesen todos.

De no ser por el cuervo, hubiese pensado que todo era una broma. Una voz distorsionada en un móvil que sí tenía oculto en aquel lugar. Pero ese cuervo estaba muerto, sus cuencas resecas y sus ojos vacíos, junto con las plumas pegadas a la quilla lo dijeron todo cuando le vi la primera vez... pero cuando atacó a Antía, sus ojos habían recuperado el brillo y ahora todo aquello daba miedo de verdad...

Mi corazón latía a mil por hora y me pegaba con la puerta, no sabía si es que se había atascado o si estaba abriéndola mal... o peor, que "algo" no nos dejase salir de allí... pero el caso era que no podía abrir...

 

Notas de juego

* [...] Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Tomado del libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada  de Pablo Neruda.

Por ese lado tampoco pillas a Bosé, el cabrón es culto como el solo. De hecho más de una canción está sacada de libros de escritores famosos.

La que más me chocó (me queda 1/3 de libro por leer) fue la de Sereno. Está sacada de Hamlet. Ser-o-no (ser). Las de los escritores del año de la tos ahora no recuerdos cuales son ni quienes los autores, pero como el viernes voy a médico y me terminaré el libro allí, miraré a ver si los veo.

Voy a tener que alterar un poco la historia, más que nada porque Dalí y Pablo Picasso ya no andan por este mundo y esas fotos son de hace mil años.

**  Camilo Sesto (derecha, fondo) junto al pintor Salvador Dalí, Miguel Bosé, el periodista Antonio D. Olano y el nieto de Franco, Francis Franco.

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04/01/2023, 18:43
Roberto Braña

Roberto entró en aquel trastero con la idea de hacerle una broma a alguna de las chicas, pero no sabía a cuál de las dos. En su cabeza pensaba que si lo hacía bien, tendría una oportunidad de que la chica en cuestión se le arrimara involuntariamente tras un respingo, y la idea le gustaba. Parecía divertido. Así que al principio ayudó a Verónica a destapar todas las telas y las sábanas sobre los objetos que iban descubriendo. Se fijó en una caja, y no pudo evitar estremecerse un poquito al pensar en Jumanji. La ventana la dejó cerrada, con sus contraventanos para evitar que el tragaluz iluminara la sala y se arruinara la broma.

Todo sucedió muy rápido y Roberto trató de mantener la compostura en medida de lo posible. Estaba muy tentado, eso sí, de acercarse por detrás a Antía y clavarle los dedos en el costado para que diera un buen respingo. Total, aquella chiquilla era fácil de impresionar y podía resultar muy divertido. Guiñó un ojo a sus compañeros y se acercó sigilosamente por detrás.

Estaba a punto de atacarle a cosquillas cuando pasó todo. Roberto no llegó a alcanzar a ver qué sucedía, pero rápidamente se contagió del susto de sus compañeros. Con el miedo en el cuerpo, cogió la mano de Antía (que era quién más cerca estaba por motivos obvios) y le ayudó a sacarla de la jaula. Justo después le pegó una patada fuerte a la misma jaula para alejarla lo máximo posible. Tiró de la mano de la muchacha para sacarla de aquella habitación a través de la puerta. Si algún gracioso la había cerrado, estaba dispuesto a embestir para abrirla. Roberto no pensaba demasiado las cosas y no era muy reflexivo, pero estaba en forma y, en el fondo, tenía buen corazón. Un corazón que ahora latía muy intensamente. Con aquella adrenalina ahora mismo, pobre de quien se interpusiera.

 

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04/01/2023, 22:39
_Narrador_

El móvil de Miguel inmortalizaba el momento, los movimientos de Verónica, sus intercambios mordaces de palabras, todo lo que allí estaba pasando se guardaría en la nube para que pudiera verlo una y otra vez. La buhardilla, como habían esperado, era un micromundo polvoriento con cientos de sorpresas por descubrir. Mientras Miguel grababa y las chicas exploraban Roberto se preparaba para gastar una broma a una de ellas. Era un éxito seguro, porque si la cosa salía bien podría arrimarse, y si no, al menos podría descojonarse por la cara de susto. Iba a ser divertido e inocente, así que se quedó ayudando a Verónica a levantar sábanas para esperar el momento adecuado para gastarle la broma a una de las chicas.

Antía parecía haber visto moverse al cuervo disecado y metió la mano. Era el momento adecuado para Roberto para clavarle los dedos en el costado y hacer que Antía saltara. Guiñó un ojo a sus compañeros y empezó a caminar sigilosamente para cumplir sus planes, aprovechando que Antía y Verónica estaban distraídas con el córvido.

Entonces todo pasó. El cuervo volvió a la vida e intentó picotear a Antía mientras la rueca comenzaba a girar. Parecía que aquello no podía estar pasando, que en aquella buhardilla debía haber algún tipo de hongo alucinógeno que se había adherido al polvo, pero los arañazos que hacían las garras del cuervo al clavarse en la piel de Antía dejaban rastros de sangre reales. Verónica, Verónica, repetía una y otra vez, mientras la destinataria de esas palabras chillaba con los ojos despavoridos de terror. Verónica le rogaba a Antía que se fueran de allí, tratando que reaccionara, pero la chica parecía demasiado asustada para moverse. Fue el brazo fuerte de Roberto el que estiró de ella, haciéndola reaccionar.

Iban ya hacia la puerta y Miguel había cogido la delantera para abrirla. A todos se le heló la sangre cuando vieron que Miguel no podía abrirla, que parecía estar luchando contra el picaporte pero que no conseguía moverla. Verónica chilló mirando hacia atrás, pues el cuervo había conseguido salir de la jaula después de la patada de Roberto y los miraba con unos ojos llenos de odio.

- ¡HACIA DENTRO! ¡HACIA DENTRO! - Gritaba Verónica a un Miguel que seguía forcejeando con la puerta sin poder abrirla. Entre todos consiguieron abrirla mientras el cuervo volaba hacia ellos, cerrándola justo a tiempo antes de que les alcanzara. Verónica lloraba y en cuanto la puerta estuvo cerrada se abrazó a Roberto, temblando como una hoja y enterró el rostro en el pecho del muchacho.

- ¿Qué mierda era eso? ¿Estaba vivo? Joder, joder...

La puerta de la buhardilla se abrió un par de dedos, operada por dedos que no llegaban a ver, lo cual hizo que Verónica chillase y estirara para que la puerta no se abriera.

- Rápido, buscad algo para atrancar la puerta. - Les pidió angustiada - Las barras de las cortinas, lo que sea...

No hubiera hecho falta, pues los tirones se repitieron dos veces más y cesaron.

- Vámonos, vámonos... esto es una puta locura -repetía Verónica y les miraba a todos - ¿Estáis bien? Os llevaré de vuelta, os lo prometo...os llevaré de vuelta...

Y comenzó a bajar por las escaleras dirección a la puerta de la entrada. Si creían que aquello era responsabilidad de Verónica bastó con mirarla para ver que ella estaba aterrorizada. Sus brillantes ojos estaban anegados de lágrimas, su labio tembloroso, su tez pálida. Balbuceaba sin parar

- Vamos a vivir, vamos a vivir... - pero por el tono no estaba muy segura de que aquello fuera verdad.

Al llegar abajo iba camino de la puerta cuando esta se abrió de golpe. Una mujer mayor, con un rifle en una mano y tres conejos muertos en la otra entró en la casa, traspasándolos con la mirada con ojos llameantes. Tenía el pelo lacio de Verónica, pero su rostro estaba lleno de manchas rojas y moradas y sus ropas eran extrañas y viejas. Estaba furiosa. Le gritó a Verónica que se encogió de miedo

- ¿Que hacen estos niños aquí? ¡Sabes que tienes prohibido traer a nadie aquí!

Verónica se encogió en un principio y le dijo

- Son mis amigos, tengo derecho a tener amigos, y hoy es mi 18 cumpleaños. Así que si no quieres que tenga vida me iré de casa...Me iré de todas maneras, he estado en la buhardilla y esta casa está encantada..

Parecía que la señora no tenía ni idea de que iban a tener invitados en la casa, y cuando Verónica mentó la buhardilla le llamearon los ojos de la rabia, y algo más, había algo más que rabia.

Notas de juego

Siguiente turno 06/01 a las 20:00

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05/01/2023, 16:46
Roberto Braña

Roberto era manojo de nervios. Todavía de la mano de Antía (¡ostias, no la había soltado!), le había faltado tiempo para encender otro cigarrillo para calmarlos. Se acercó el paquete a la boca y con los labios extrajo uno, que encendió con la mano para calmarse. Ni siquiera pidió permiso a Verónica, simplemente se lo encendió, aspiró profundamente y ofreció el cigarro a los presentes.

Ahí estaba, de la mano con una de las chicas y abrazado a la otra. Era su momento de gloria, aunque le costaba admitir el sacrificio de cordura que le había supuesto. El contacto de aquellas dos jóvenes le había envalentonado por completo.

Sin embargo, cuando vio a la madre de Verónica sintió que tenía pocas oportunidades de salir idemne de allí. Aspiró el humo del cigarrillo y esperó una reacción de la mujer, preparado para salir corriendo con Antía en cualquier momento. ¿No le permitían traer a nadie a casa y aún así nos había invitado? Deseó con fuerza que la mujer razonara y nos dejara marchar de regreso. Además Antía parecía preocupada desde que se enteró de que no había cobertura.

Roberto miró a Miguel para tratar de preguntarle con la mirada el qué iban a hacer. Tenían que actuar todos a una. Roberto Braña parecía preparado para lo que fuera con tal de salir de allí con vida, así que no perdía vista de aquella escopeta.

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06/01/2023, 04:20
Miguel Dominguín Bosé

La guerra, por llamarla de alguna manera, entre Verónica y yo, dada la confusión de muchas cosas acabó de golpe cuando aquella buhardilla cobró vida propia.

Neruda, la elección de mi poema, las fotos de quienes compartieron mi infancia y mi adolescencia hasta que me fui a pasar aquel curso a O Cebreiro, quedaron atrás junto con los gritos de todos mientras que trataba le abrir la puerta con mi móvil aún grabando en mi bolsillo. Solo sería audio, pues lo demás quedaría en negro, pero tendría la prueba del horror vivido en aquel momento.

Verónica me indicó como abrir la puerta pero o bien yo no acertaba o algo seguía sin dejarme abrir. Ya no estaba seguro si eran mis nervios, el miedo o una macabra broma que no tenía ni pizca de gracia. Pero por el miedo que tenía nuestra anfitriona, la broma estaba descartada.

Salir fue un alivio, pero ver como una mano invisible abría de nuevo la puerta me aterró aún más. Aún así pegué mi cuerpo contra la puerta haciendo fuerza para que pudiesen cerrarla o bloquearla con lo que fuese. Pero mi acto de valor no se vio compensando esta vez. El macho alfa se llevó para sí a las dos hembras asustadas. Una me daba igual, pero la otra... volví a sentir aquella puñalada de celos en medio del terror.

Pero estaba clara la huída de la casa y que no volvería allí. Verónica prometió sacarnos de allí y corrimos escaleras abajo para salir de su hogar. - Si quieres, tengo sitio en mi casa para que duermas esta noche en el pueblo. Y tranquila, prometo no tocarte y dejarme de tonterías. Sé cuando debo parar. - Le dije a la joven, que me sacaba dos años y con aquellas palabras recordé que el móvil aún grababa, así que lo saqué del bolsillo y detuve la grabación para volverlo a guardar.

- Mañana podrás volver aquí si es que... quieres hacerlo. - Le dije con tono sincero mientras me ponía mi chaqueta, con las manos temblorosas y la voz quebrada, dándole vueltas a lo vivido.

Más esa paz duró poco, pues al abrirse la puerta apareció quien enseguida pudimos identificar como la madre de Verónica. Lo primero que me llamó la atención fue la escopeta, más vieja sin duda que las que usaba mi padre, pero funcional al ver que sí había dado caza a algunos conejos. Luego vi las manchas en su rostro. Marcas que me pregunté de donde habían salido y de hecho de donde había salido Verónica con una madre así. Supuse que a su padre al igual que yo a mi madre.

Y es que tenía claro que al alcanzar la mayoría de edad pasaría a ser directamente Miguel Bosé, porque de mi padre había sacado más bien poco... salvo sus saltos de cama y el gusto por poner los cuernos.

De ser otra la situación, hubiese usado mi educación para hablar de manera más correcta a la madre de Verónica, pero dadas las circunstancias, lo mejor era salir de allí. - Lamento la situación señora. - Le dije a su madre viendo como Roberto sostenía a las chicas y me miraba. - Pero si le preocupa nuestra presencia, que volvamos o que recordemos el camino, no sufra. Yo al menos no pienso volver y me marcho ya si me lo permite. En cuanto a la caminata, sin guía es imposible llegar hasta aquí, por lo tanto no habrá manera de hacer que nadie venga. No sabíamos nada de que no se permitían las visitas y... bueno, creo que es hora de irnos...

Pero Verónica no supo quedarse callada y soltó lo de la buhardilla. Si aquella mujer estaba enojada ya de antes, ahora era todo peor. - No sé si estará encantada o si estaba preparado todo para darle una lección a su hija por no hacer caso, pero desde luego el susto y el miedo que tenemos es real y solo queremos volver a nuestras casas. De estar más tranquilo me presentaría y... en fin, le pido disculpas. Pero ahora solo quiero irme de aquí y los demás también. Así que si no le importa, nos marchamos ya. No queremos molestar más.

Al igual que Roberto, mis ojos controlaban esa escopeta, pues ahora el miedo estaba generado por aquella mujer, quien armada y con esa mirada podría dejarnos tiesos a esa distancia. Lo único bueno que teníamos era que mientras preparaba el arma, si es que la colocaba sobre su hombro, aún tendríamos unos segundos para evitar el disparo.

Lo malo es que yo no era ningún héroe. Por mucho que admirase a Superman, no era él y no sabía si sería lo suficientemente rápido como para hacer que el cañón del arma apuntase hacia el techo antes de que disparase a alguien.

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06/01/2023, 09:40
Antía Dafonte

Estaba tan trastornada que apenas podía pensar. Verónica estaba aterrada, y los chicos entre asustados y pasmados, pero ellos por lo menos habían reaccionado, corriendo, empujando. Antía no, seguía como una zombie a Roberto, que la asía de la mano, y atónita intentaba procesar todo lo que, ya sin duda, había visto, vivido.

Decían que en su tierra la magia, la hechicería, los encantamientos... eran algo real. No había prestado especial atención a todas estas habladurías, pero tampoco nunca las había descartado como mentiras.

Meigas.

Tiraron de ella hacia abajo, habían salido de la maldita buhardilla, los cuatro. 

Bajaron las escaleras a todo correr, casi precipitándose, por suerte iban tan juntos que unos retenían a otros, de lo contrario Antía se habría visto rodando hasta el suelo. Roberto callaba, firme a su lado, Verónica balbuceaba sin parar. Vamos a vivir... Miguel soltó algo acerca de su casa, pero no le entendió, o no le escuchó.

Porque justo cuando parecía que iban a alcanzar la puerta, escapar, se abrió y ella entró.

Antía no tuvo dudas. La madre de Verónica tenía todo el aspecto que las viejas del pueblo, y las no tan viejas, decían que las Meigas deberían tener. Y un extraño y escalofriante parecido con su hija. 

Quien, por cierto, estaba reivindicando su libertad, su derecho a tener amigos, a traerlos. Por tanto, ¿nunca los había traído...? Roberto seguía callado y atento, y Miguel con sus parrafadas que ella seguía sin escuchar. 

Fue la mención de la buhardilla lo que hizo que la mirada de la mujer dejara de llamear henchida de rabia. La rabia siguió allí, pero la llama de sus ojos ardió con algo más. Algo que a Antía se le antojó ancestral y fuera de toda humanidad, algo que le pareció cruel, desalmado. Dirigido a... ¿ellos? ¿a quién...?

Habelas Hainas.

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06/01/2023, 23:50
Madre

Consiguieron salir de la buhardilla de una pieza, algo que parecía poco probable con todo lo que había pasado allí. La puerta se había intentado abrir, pero habían conseguido bloquearla. Roberto cogió un cigarrillo mientras seguía Antía cogida de su mano, pero en cuanto estuvieron fuera y seguros se soltaron. Fue el turno de Verónica de lanzarse a sus brazos, y es que Roberto era más poderoso físicamente que Miguel, más macho alfa para las chicas, y aquello fue recibido por Miguel con celos. No era justo, él también había estado allí, pero el maldito síndrome del malote le era suficiente para que las chicas confiaran en él. Era injusto, él podía protegerlas también, al menos abrazarlas. Era injusto, pero al menos servía para que Roberto se sintiera más valiente después de lo vivido.

Miguel se ofreció a dejar dormir a Verónica en su casa y la chica lo miró con ojos llorosos. Había desesperación, miedo y sobre todo incertidumbre, porque su vida tranquila y apacible había volado en añicos. Le respondió un entrecortado

- Sí, no quiero dormir aquí, no más... - Y por la mirada que le dedicó sabría que estaría dispuesta a empeñar su alma con tal de no dormir allí aquella noche.

Bajaron a la planta baja, Roberto fumaba para tratar de calmar los nervios de alguna manera y Antía buscaba reaccionar del shock, pero la puerta se abrió y dejó pasar a la madre de Verónica, furiosa de verlos allí, armada con una escopeta que podría despacharlos en cualquier momento. Parecía que la madre de Verónica fuera a matarlos en cualquier momento, pero parecía centrada en regañar a Verónica mientras ella trataba de defenderse.

Las miradas de los chicos recayeron en Miguel que con su labia y encanto trataba de granjearles una salida de la casa. Los modales de Miguel, y probablemente haberlas visto de todos los colores en su casa era su mejor opción, aunque cuando Verónica dijo que había visitado la buhardilla todo pareció estropearse. Miguel había dado una buena explicación de porqué les podía dejar irse: No sabrían orientarse sin guía, estaba muy lejos y lo de la buhardilla no invitaba a volver. Roberto miraba al arma, Miguel también, pero más por miedo que porque fueran a hacer una heroicidad. Verónica se interpuso entre los chicos y su madre, abrió los brazos para protegerlos y dijo

- Son mis amigos, déjales irse, por favor, mamá.

La madre de Verónica pareció considerarlo durante dos segundos y señaló la puerta. En cuanto dieron un paso hacia ella la madre hizo un ademán con un brazo y los barrió como si les hubiera golpeado una fuerza invisible. Todos cayeron al suelo, todos menos Verónica, que se interponía ante ellos como si aquello no fuera con ella. Verónica gritó, cubriendo con su cuerpo el de sus amigos.

- Déjalos, quiero tener amigos, nunca me has dejado, por favor, son buenos chicos, por favor, madre.

El rostro de la madre de Vero empezó a envejecer a gran velocidad, mostrando un rostro apergaminado, unos dientes amarillentos y un cabello salpicado de canas. La señaló con un dedo ganchoso y le dijo

- ¡Estúpida! ¡Has condenado a tus amigos! Tu destino está escrito, y destinos será lo que hilaras. Has cumplido 18 años y es hora de que te unas a tus hermanas. - Verónica chilló y dijo que ella era una chica normal, haciendo que la madre le gritara. Con cada grito de la madre las puertas y las ventanas de la casa se abrían y se cerraban en un portazo. - ¡Te crié para eso estúpida! ¡Solo eres un instrumento del destino!. Tus amigos morirán, servirán para alimentar mi cuerpo después de tu transformación... Es la hora.

La puerta de la entrada se partió por la mitad, golpeada por el poder de la madre, mientras que la puerta del sótano salió de sus goznes y se estampó contra una mesa, el menaje de la cocina flotaba y amenazaba con golpearles, la cocina se había convertido en una trampa mortal para ellos. Desde el sótano provenían cánticos que cada vez eran más cercanos, cánticos y el sonido de pasos arrastrándose, una canción triste como el más triste de los fados, una canción en gallego, una canción que hablaba de as fiandeiras. Del sótano salió la primera de las figuras humanoides, un vago recuerdo de la chica hermosa que había sido, un recuerdo que se fue hacia Verónica mientras ella saltaba sobre su madre con los ojos desencajados de miedo y un grito desesperado

- ¡CORRED! ¡HUID!

Las dos mujeres, madre e hija, forcejeaban, mientras que la lozana muchacha empezaba a envejecer a ojos vistas. Solo se giró una fracción de tiempo para dedicarles una sonrisa y despedirse de ellos.

Notas de juego

Próximo turno día 09/01 a las 20:00

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08/01/2023, 12:12
Antía Dafonte

A pesar de haber estado en una especie de terrorífico trance desde que comprendió la realidad de la pesadilla que estaban viviendo, Antía no tuvo más remedio que reaccionar cuando se vió barrida por la fuerza del estallido de poder de la madre de Verónica.

Se levantó del suelo temblando, escuchando los gritos de la mujer y la aterradora secuencia de hechos sobrenaturales sin poder hacer nada por evitarlos. Pero fue lo que le estaba diciendo a su propia hija aquella meiga, aquella bruja o lo que fuera, lo que sacó de quicio a la pobre Antía. ¡Un instrumento del destino! ¡Hilar con sus hermanas! 

Todo se precipitó, todo ocurrió deprisa, pero lo vivió como a cámara lenta. El tiempo en su mente se alargó, detallando cada cambio, cada gesto, cada expresión. Las arrugas, las facciones, las canas, la piel apergaminándose. El horror en los ojos de Verónica, primero, luego algo distinto. Aceptación, Resignación. Despedida.

No había salvación para Verónica, pero quizá sí para ellos.

¡CORRED! ¡HUID! Había gritado la muchacha. 

En un primer momento, eso fue todo en lo que pensó. Pero enseguida Antía sintió una enorme pena, una gran compasión. ¿Porqué no había salvación para su compañera? No eran amigas, cierto, pero se había comportado casi como una heroína con ellos. Había antepuesto su propio cuerpo para que no les dañara. 

Pensó, pensó deprisa. En todo lo que había ocurrido, en todo lo que habían visto. La buhardilla, eso es lo que había prohibido la vieja bruja, no el sótano. Siguió pensando... El canto das fiandeiras, el destino, decía la vieja, las hermanas... Y entonces se le ocurrió.

-...¡LA RUECA!

Eso era. Tenían que destruir esa rueca, la magia estaba allí, la hechicería, la maldición.

-¡SUBAMOS A ROMPER LA RUECA!

Probablemente era una locura. O su propia sentencia. Seguramente lo más cuerdo era no hacerle caso, correr y salir de allí. Y salvarse. Pero así era Antía. No esperó a ver lo que hacían los demás, ni miró atrás, ni se arrepintió de su decisión trajera lo que trajera. 

Corrió, sí, pero escaleras arriba. La puerta de la buhardilla estaba reventada de sus goznes, la había visto antes...

Notas de juego

Antía intenta subir las escaleras en dirección a la buhardilla, si lo consigue su obetivo es destrozar la rueca.

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08/01/2023, 21:41
Director

Notas de juego

Haz una tirada de físico, Antía. Si por lo caso no puedes no te preocupes, cuando resuelva la hago yo :D

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09/01/2023, 04:31
Miguel Dominguín Bosé

- Tranquila, podrás estar el tiempo que necesites. - Traté de calmar a Verónica al ver la ira de su madre hacia ella. Seguía agarrada a Roberto pero este no decía nada, no ofrecía nada más que ser un pilar en aquel momento y ella necesitaba mucho más que eso.

Quizás pude hablar mejor a la madre, pero estaba demasiado acojonado como para hacerlo. No quería meter la pata y debía medir mis palabras... y cuando creí que lo había logrado, Verónica mencionó la buhardilla y se acabó todo o eso pensé, hasta que ella se interpuso y suplicó a su madre por nosotros. La mujer, parecía estar convencida y el gesto para que saliésemos fue claro. Yo no iba a perder ni un minuto más en aquella casa y me lancé hacia el exterior... pero una fuerza invisible me lanzó al suelo junto a los demás.

Todo fue tan rápido, tan horrible. Los golpes de ventanas y puertas, la cocina que parecía haberse vuelto loca y Verónica, conviertiéndose en una anciana, buscando salvarnos. Vi su gesto, quise corresponderla pero me quedé helado viéndola cambiar así. No pude sonreírla, no supe despedirme de ella con mi rostro, pero sí con mi voz.

- Te llevaré siempre en mi corazón. - Porque sí, porque nos había dado una oportunidad de vivir y así lo sentía. - Dije al despertar con su grito seguido del de Antía. No sabía que puñetera idea era la de esa chica con la rueca, pero la buhardilla no era segura, pero sí donde comenzó todo, donde comenzaron a llamarla, donde tenía prohibido subir... quizás la boca del lobo, pero sin duda era más seguro que el sótano y más después de ver lo que salió de él.

- Corre Roberto. - Le dije al chico. - Te voy a necesitar o más bien algo que tienes. - Y es que habían cosas que solo un macho alfa eran capaces de hacer. Los demás, éramos demasiado sensibles para este mundo. Tanto como para sentirlo girar con violencia a nuestro alrededor en aquel lugar... o no fumar.

Y es que en la Edad Media solo había una manera de acabar con las brujas, la Santa Inquisición la conocía muy bien y era con fuego... ese fuego que nos daría el mechero de Roberto, porque lo demás ardería. Madera vieja, muebles de madera por todos lados, sábanas en la buhardilla, un dormitorio de una adolescente lleno de papel... la salida sería fácil también desde la segunda planta. Las enredaderas que habían crecido durante años nos servirían para bajar... el suelo no aguantaría el peso del calor y las brasas y la casa se desplobaría desde arriba hacia abajo.

Pero necesitaba ese mechero.

- Tiradas (1)

Motivo: Huír valientemente hacia la buhardilla

Dificultad: 0

Habilidad: 2

Tirada: 2 5 8

Total: 5 +2 = 7 Éxito

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09/01/2023, 10:48
Antía Dafonte
- Tiradas (1)

Motivo: Físico

Dificultad: 0

Habilidad: 0+2

Tirada: 2 2 2

Total: 2 +2 = 4 Éxito

Notas de juego

Voy a por mi tirada de físico. 

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09/01/2023, 18:56
Roberto Braña

Roberto no sabía qué hacer. Dios, su familia apestaba, pero no tanto como ésta. Al menos a él lo querían, de alguna forma. Incluso el estúpido del novio de su madre trataba de ganarse su confianza, porque al menos le importaba. Roberto no sabía si era por ejercer su trabajo de profesor o por hacer puntos para follarse a su madre, pero le daba igual en estos momentos. Es curioso lo que puedes pensar antes de morir, pensaba Roberto, y vislumbró su vida a modo de una película española ante sus ojos; un cine que ni siquiera le gustaba.

No pensó rápido, pero pensó. Reaccionó casi por instinto cuando sus nuevos amigos se lanzaron de vuelta a aquel desván de pesadilla. Mierda. La locura venía del sótano.

Roberto estaba decidido a comprar algo de tiempo para sus amigos. Recogió la piedra más grande que pudo del suelo y, cuando lo hizo, vio el culo de Antía moverse hacia arriba: quizá una buena vista para un adolescente antes de morir. Lanzó a Miguel su paquete de tabaco con una última sonrisa (dentro tenía el mechero) y se lanzó de cabeza a la casa esgrimiendo su nueva arma improvisada.

En cuanto pudo se la lanzó a la madre a la cabeza, pero tanto daba si acertaba o no: su objetivo era distraerla. Si no atinaba siempre podría golpear los cristales de atrás de la casa y generar una pequeña distracción. Eso es lo que buscaba. Atraer sobre él la atención y que sus compañeros tuvieran vía libre para parar todo este asunto tenebroso. Y eso implicaba la escopeta.

Arrebatar la escopeta a la madre sería la hostia, pero quizá no iba a poder contra ella y la hermana. Al menos que sirviera para evitar el disparo. En silencio, durante una fracción de segundo, miró al sótano: la madre había dicho "hermanas"...

Notas de juego

Si lograra hacerme con la escopeta la esgrimo rápidamente y rezo lo que sepa para que nadie mueva un músculo o dispararé más veces que un americano a la puerta de un instituto a quien sea que se me acerque.

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09/01/2023, 19:21
Director
- Tiradas (1)

Motivo: Roberto Cuerpo

Dificultad: 0

Habilidad: 3

Tirada: 1 3 10

Total: 3 +3 = 6 Éxito

Notas de juego

Tirada hecha a petición del jugador en el off

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09/01/2023, 19:36
Director
- Tiradas (3)

Motivo: Cuerpo hermanas

Dificultad: 0

Habilidad: 1

Tirada: 3 8 10

Total: 8 +1 = 9 Éxito

Motivo: mente madre

Dificultad: 0

Habilidad: 4

Tirada: 4 4 4

Total: 4 +4 = 8 Éxito

Motivo: mente verónica

Dificultad: 0

Habilidad: 2

Tirada: 1 6 8

Total: 6 +2 = 8 Éxito

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09/01/2023, 19:43
Madre

Miguel no había estado tan equivocado nunca. Sus buenos deseos para con Verónica probablemente no se cumplirían, pero él se lo había ofrecido, un hogar, al menos hasta que aclarara su situación ante la vociferante madre. Todo parecía que se iba a solucionar con una bronca, que la disculpa ofrecida por Miguel iba a ser suficiente, pero el infierno se desató en la casa. As fiandeiras entonaron su letanía desde el sótano mientras la madre los barría con una mano, derribándolos como si fueran castillos de arena en un temporal da Costa da Morte.

Verónica se interpuso para que no salieran heridos, luchando por ellos, pero el efecto de esa lucha hizo que un escalofrío recorriera su espalda. Estaba envejeciendo, a cámara rápida, mientras las pústulas de la madre empezaban a desaparecer poco a poco. Huid les gritó mientras les dedicaba una mirada de despedida, pero los visitantes, ya fuera por amistad, por valor o por inconsciencia no le hicieron caso. La primera en reaccionar fue Antía, que sugirió la destrucción de la rueca, como panacea a sus males. Era una locura, que un objeto albergara el poder de resolver la situación era una insensatez, pero nada de lo que estaba pasando allí tenía sentido, absolutamente nada. Todo había empezado en la buhardilla, todo debía acabar allí. 

Miguel se despidió y pidió a Roberto que le pasara algo que él tenía. El muchacho lo entendió, no era el más despierto, pero lo único que él tenía era fuego, el fuego purificaba y el único que fumaba era él. Roberto lo entendió y lanzó el paquete por el aire, despidiéndose posiblemente del último cigarrillo en vida. Miguel lo atrapó en el aire y entonces los chicos actuaron al unísono, tratando de sorprender a la madre de Verónica. Antía y Miguel se dirigirían hacia la buhardilla mientras Roberto trataba de ganar tiempo y arrebatar el arma a la madre.

Roberto se lanzó al asalto con valentía, sin pensar en su seguridad, echando una última mirada al trasero de Antía. Verónica forcejeaba con su madre, mientras iba perdiendo juventud a marchas forzadas. Roberto llegó junto a la madre e intentó robarle el arma, pero la tenía cogida con una fuerza impropia de una anciana. Pronto se dio cuenta de lo que le pasaba, no es que la anciana fuera tan fuerte, era que él también estaba perdiendo el vigor de la juventud. Le había tocado y había envejecido ya no menos de 5 años, pero en lugar de sentirse más poderoso lo único que sentía era debilidad.

En cuanto Antía corrió en dirección a la buhardilla, pero Antía no era rápido y tropezó con la mesa, trastabillando hasta que unas manos frías como el huelo la cogieron. Era una de las hermanas, de mirada vacía y sin facciones, una cara sin ningún relieve salvo unos ojos vacíos y heladores. En cuanto la tocó pudo sentir su tristeza, una tristeza inmemorial, tan sobrecogedora que era inevitable contagiarse de ella. Tenía que librarse de su abrazo o sería como ella, aquel contacto mataría sus sueños y su corazón. Tenía que zafarse antes de que fuera demasiado tarde.

Algo más afortunado fue Miguel. Solo una de las hermanas había salido del sótano y había atrapado a Antía, y las que la seguían todavía estaban saliendo dejándole vía libre. La madre vio el movimiento y bramó con voz chirriante

- ¿Donde crees que vas muchacho?. Muere, muere como el insecto que eres.

Los cuchillos de la cocina flotaron y se lanzaron a toda velocidad hacia Miguel, pero en el aire se detuvieron por una fuerza invisible. La madre empezó a temblar de rabia y le dijo

- ¡Niña desagradecida! ¡Te he criado, te he vestido, te he alimentado! ¿Y así me lo pagas?

Verónica, una anciana ya de no menos de 70 años la miró a los ojos. Su cuerpo había perdido la juventud pero sus ojos brillaban llenos de energía y sorpresa, pues jamás hubiera imaginado que ella también pudiera hacer lo mismo que su madre

- Son mis amigos, y no les harás daño. Madre - Dijo escupiendo veneno sobre la última palabra.

Los cuchillos flotaban, sin avanzar hacia un lado u el otro, y tras mucho forcejeo se impuso Verónica, haciendo que las hojas cayeran al suelo.

Miguel, que había salvado la vida de milagro corría escaleras arriba con una misión y los elementos para cumplirla. No sabía si aquello serviría de algo, pero era lo mejor que tenían. Tras él una de las hermanas le perseguía, si lo alcanzaba todo, incluso el sacrificio de Roberto, habría sido en vano.

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09/01/2023, 21:57
Director
- Tiradas (3)

Motivo: hermana antía

Dificultad: 0

Habilidad: 1

Tirada: 1 6 9

Total: 6 +1 = 7 Éxito

Motivo: hermana miguel

Dificultad: 0

Habilidad: 1

Tirada: 4 4 5

Total: 4 +1 = 5 Éxito

Motivo: madre

Dificultad: 0

Habilidad: 1

Tirada: 4 7 7

Total: 7 +1 = 8 Éxito

Notas de juego

Próximo turno día 11/01 a las 20:00

El próximo será vuestro último turno. Os dejaré uno más como epílogo, pero en el siguiente se resuelve todo.

Si Antía y Roberto quieren librarse tienen que superar las tiradas correspondientes. Miguel si quiere llegar a la rueca antes de la hermana que le persigue debe superar la tirada, 5.

Suerte en las tiradas y recordad, en caso de una acción bien explicada o una buena idea concedo bonos a las tiradas. :)