La verdad era que ya estaba harto de la Muerte, era una cansina y una pesada. No hacía más que seguirme y aparecer cada dos por tres. Encima siempre estaba descojonándose de mi. Ahora venía a llevarse al taxista madridista, que aunque no me había caído bien, tenía razón en una cosa, no tenía acento de Madrid. La Musas era un barrio relativamente moderno, creado a finales de los ochenta cuando desmantelaron el poblado chabolista que allí existía. La droga y la violencia eran la tónica general. Yo, al vivir en el extrarradio y no salir de casa, parecía más de Albacete que gato. Pero qué leches, aún así era de Madrid, pese a quien le pese. No me importó que se llevara al jodido vikingo; otro cantar sería si hubiera sido indio, claro. Bueno, centrándome en la Muerte, la miré con odio.
-"Pues espérate a llevártelo cuando me deje en mi destino y tenga que pagarle, no seas cabrona. Tengo que aprovechar mis últimas horas y si sigues apareciendo todo el rato no lo voy a disfrutar igual. Me dijiste que vendrías a por mi a las 18:00 y ya te he visto más veces hoy que la película de Willow en Navidades. Haz el favor de dejarme tranquilo hasta la hora acordada y no aparezcas más, por favor." Dije alterado y cabreado.
El taxista me miraba por el retrovisor negando con la cabeza. Seguro que pensaba de mi que era un chalado o que me había metido alguna droga chunga de esas modernas, de diseño, nada de caballo o farlopa, si no cristal o ketamina.
-"Usted conduzca hasta el Ifema, no hablaba con usted. Y vaya por la M-40, ¿eh? Que ya le estoy viendo que se quiere meter por todo el centro. A estas horas no hay nadie por la autovía." Le dije al peseta.
Si tenía un plan, había que hacerlo ya, sin perder un minuto en ello. Esta semana estaba la Madrid Games Week en el pabellón diez de Ifema y allí podría conseguir un pedazo de pepinaco de ordenador que te cagas; además de una conexión con una velocidad de puta madre. El problema era colarme, ya que a las 02:30 de la madrugada aquello estaba cerrado. Algo se me ocurriría al llegar allí. Lo mismo podía pedirle a la Muerte que me ayudara con los seguratas y se los llevara, ya casi éramos colegas. Debía de parar el ataque de los pulpianos o purpianos, como se llamaran, y arreglar las cosas. Me iría a la tumba, pero me iría como un jodido héroe que había salvado el mundo. Si me quedaba tiempo luego, entonces lo pasaría en una casa de Antonio López, con dos o tres señoritas, dándolo todo.
El taxi aparcó en la rotonda de la avenida del Partenón, junto a la puerta de entrada del recinto. El tipo se giró y me señaló el taxímetro. Por casi me muero otra vez, ya que marcaba casi doscientos eurazos. ¡Qué ladronzuelos sin escrúpulos eran esa gente! Miré a la Muerte y le hice una seña con la cabeza, señalando al taxista. Mientras ella/él se ocupaba del hombre, yo salía del taxi y me dirigía a la puerta, que no sabía por qué, estaba abierta. Un cartel pegado en la pared me daba la respuesta: WAH Madrid, un espectáculo de música y gastronomía. Cerrarían tarde. Me metí para adentro y me dirigí hacia el pabellón diez, que estaba justo al lado de donde se hacía el WAH Madrid.
Paso turno...
Uso mi Token
Los pulpianos -que estan camino de controlar el mundo en plan illuminati y/o una fusion de Facebook y Google- se han llevado TODOS los ordenadores del sitio y han cambiado la convención por una de la cosa más aburrida y que más odie el bueno de Vicente: Una convención de imitadores de Lina Morgan.
Ahi va a estar un chorro de tipos raros poniendo ese careto raro.
Hasta el penúltimo dia de partida, Vicente no podrá conseguir acercarse a un ordenador (Siempre ocurrirán cosas bizarras, como que se lo han llevado, se ha infectado con el virus I Love You ¡O mientras lo enciente le cae encima el culete de un elefante!)
Vicente llegó corriendo al sitio donde estaban los ordenadores más potentes con que podría soñar. Iba a excitadísimo con la idea de ser el héroe que salvaría las libertades individuales del mundo.
Pero al llegar en lugar de las mesas repletas de máquinas, había un tío desplegando una gigantografía de Lina Morgan y otros dos que iban cargando descuidadamente las computadoras en un camión.
—¿Hey, a dónde lleváis todas esas máquinas? Mañana hay un torneo aquí. Tienen que estar todas preparadas.
—Mira chaval. El japonés dueño de todo mandó a que nos llevemos todo esto ya mismo al aeropuerto. Ves aquí está su firma en la orden: "Souhiro Tekaga".
—No, no. No entienden es que yo necesito esas máquinas.—Luego de pensarlo un segundo dio con un argumento irrefutable.—Si se llevan todos los objetos informáticos deben llevarme a mí también soy una Inteligencia artificial.
—¡Paco! Este chaval aquí dice que es un robot.
—¿A que sí? Que te muestre el enchufe.
Vicente se bajó los pantalones y les mostró el culo. No funcionó. Los transportistas se iban tosiendo por las carcajadas. Debía pensar rápidamente en otro lugar donde hubiera buenos equipos.
Unos coreanos. Recordó que unos coreanos le habían hablado de un lugar cercano a Plaza de España.
—Señores Paco y el otro. ¿Me daríais dos euros al menos?
Con eso tenía para el metro. Fue a la estación listo para, ahora sí, liberar al mundo. Pero nada es fácil en la vida de un héroe. La estación estaba cerrada. Tocaba esperar.
Aprovechó para echar una siestecilla, no le vendría mal, llevaba como siete horas despierto de manera ininterrumpida. Se acomodó en la escalera, cerró los ojos, soñó con Mariela y despertó cuando ya serían las siete u ocho de la mañana, una anciana le arrojó veinte céntimos al pasar. Tres euros en monedas de diez recogió del suelo junto a sus pies, más los dos eurazos de Paco tenía para el viaje y para echar algo al estómago que ya pedía.
Bajó en Plaza de España. Luego caminando a la calle Leganitos. Y allí encontró el lugar. Cerrado, por supuesto. Cualquier gamer que se precie debe estar durmiendo a esas horas de la mañana. Un cartel indicaba que el lugar abría sus puertas a las 12:30. ¿Y ahora?
Las 12.30 no era asumible. Estaba fresco después del sueñecito, aunque haber soñado con Mariela le había puesto de mal humor. Estaba cabreado con ella, por haberle vendido a los puloquefueran, y también estaba cabreado con él mismo, al menos de cintura para abajo. Podía estar ahora dándole alegría a su cuerpo Mariela, que su cuerpo es pa darle alegría y cosa buena, y no, ahí estaba, delante de la verja de un chiringuito de gamers cutre.
No tenía la cartera pero tenía el móvil, y quien tiene un móvil tiene un tesoro. Empezó a buscar en google cerrajeros express para abrir la verja a las malas, porque nunca había roto una ley, ni siquiera había robado una piruleta de pequeño, y eso de ser malote le ponía. Contactó con un tipo que decía que se ponía en cualquier sitio de Madrid en media hora y que aceptaba bizums y se fue a desayunar, su último desayuno, por si no le daba tiempo más tarde. El camarero se acercó con desgana y con los ojos negros después de una noche de marcha, y tras pedirle que quería Vicente empezó con la exposición magistral
- Pues mira, me he levantado con hambre. Me vas a poner una de churros con chocolate, unas tostadas con jamón serrano ibérico, un bocata de calamares, una cerveza, unos choricines a la sidra y un cubata... de lo que sea, de lo que te guste a ti, ah, y un café descafeinado con sacarina, por lo de no engordar. ¿Aceptáis tarjeta, verdad?
Aceptaban. El camarero habló con otros camareros, que se colocaron estratégicamente cerca de la puerta por si hacía un simpa. Vicente suspiró, mil euristas amargados. Empezaron a traerle viandas y empezó a zampar como si no hubiera mañana, mientras toda la cafetería le miraba como si estuviera a punto de vomitar. Acabó lleno hasta la bandera, feliz de cintura para arriba, y se dirigió a la verja para ver si venía el gachón del cerrajero.
Se hicieron las 10:30, maldita publicidad engañosa, y se presentó una señora que hacía pinta de haber hecho un alunizaje y haber robado una joyería la noche pasada. Vicente carraspeó y le dijo
- Soy el guardián de la puerta, ¿Eres el maestro de las llaves?
La mujer lo miró y le dijo con acento castizo
- Mira tío, soy la Lola, y limpio aquí, te dejas de vaciles o llamo a la pasma.
Aquello le abría posibilidades. Sonrió como un vendedor de enciclopedias y le dijo
- Mira Lola, soy Vicente. Necesito enviar unos emails y no puedo esperar hasta las 12, es de vida o muerte. Te doy 100 pavazos si me dejas pasar y te juro que no te piso lo fregao.
La Lola lo miró y le dejó pasar, cogiendo como rehén su iphone X, por si acaso hacía un simpa. Los ordenadores de allí estaban bien, buena CPU, tarjeta gráfica monstruosa, bastarían. Empezó a teclear como un poseso, conectándose por ssh al servidor remoto donde estaba su software mediante la puerta trasera, por si le hacían un simpa. Las letras familiares de inicio le hicieron sonreír.
- Saludos, profesor Falken.
Está bajo tus ordenes. El ordenador es un mundo infinito, la red de redes es ese universo complejo ¡Y tu estás al mando, tu tienes el poder!
$ sudo ps -aux | grep guardian
43621
escribes buscando el numero del proceso. Por fin lo tienes.
Ahora solo tienes que matarlo, y podrás reconfigurar el software. Tu puedes hacerlo
$ sudo kill 9 4362....
Y en eso, el ordenador empieza a echar humo, la pantalla chisporrotea, y las teclas saltan por todas partes
"¿PERO QUE DEMONIOS?" exclamas ya en frustración
"Ah, he sido yo" dice de nuevo la Muerte "¡Juas juas! La cara que se te ha puesto, colega. A ese ordenador le iba llegando la hora. No es nada personal ¿Sabes? Es que l pobre PC tenia que morirse en... ¡¡JUASSS!! En serio, tienes que ver la cara que se te ha puesto"
Pero ya has tenido suficiente. Esto no es normal. Esto no es ni aceptable ni nada. Ya estas hasta los mismisimos.
Y viendo su cara de pardillo, sabes que es lo que toca hacer.
Así que encuentras en el kiosko un ancestral monitor Mitsubishi Diamond CRT de 17 pulgadas, de esos de los que acabarían con la generación de informáticos nacidos entre los 70 y los 90 por haberse expuesto en sus años mozos a tantos rayos catódicos a menos de un metro, lo levantas, arrancando los cables ¡Y MACHACAS ENFURECIDO LA CABEZA DEL VIEJITO VACIADOR!
"¡Esto por pitorrearte de mi! ¡Esto por hacerme resbalar con el agua de Valtorres (Si no la bebes no te c...) ¡Esto por no avisarme de lo de Mariela! ¡Esto por embolicarme para tirar el dinero! Y finalmente esto por... Estooooo.... Oiga ¿Señor?"
Sep. Te tiras un rato mirando los restos del Viejo Vaciador.
El colega no se mueve, no respira, no se burla de ti, y no va matando peña.
Estás por quitarte de enmedio, cuando ves lo que nunca esperaste ver ¡Pero nunca perdiste la esperanza de hacerlo!
"Pero bueno ¿Que tenemos aquí?" dice esta señora gótico-punk tan simpática que no necesita presentación
"E... esto... Yo..."
"¿Que creías que iba a pasar? Lo normal y verosimil si le estampas un monitor mitsubishi diamond CRT de 17 pulgadas a un viejecito. Que se muere un poquito"
"Ha... ha sido sin querer"
"Pues lo que viene ahora no se si lo vas a querer, cariño"
tragas saliva. Ella en cambio sonrie y te da dos palmaditas en la espalda
"¡Felicidades, Vicente! ¡Tienes un trabajo nuevo!"
Los hados, el Destino o la Muerte no querían que fuera un héroe. No querían que encontrara un ordenador en condiciones para parar lo que había comenzado sin querer. ¡Encima la Muerte y sus hermanas y hermanos venían a darme por culo cada cinco minutos! ¡Qué repetitivos, joder! En cuanto la diva de la oscuridad, madrina del gothic music, fan de Sister of Mercy, me dijo que tenía un nuevo trabajo, mi interior explotó.
-"¡Y una mierda que te comas! Ya estoy harto de ti, del Viejito Depilador, del Ramoncín, del Paco, de los pulpianos a la gallega y de su p**a madre. Yo me las piro, y me las piro ya. ¡Que te den por el ojal, que hueles a pis de gato!" Dije fuera de mis casillas.
Salí del establecimiento cutre, que olía a semen de adolescente, y corrí calle arriba hacia la plaza de Santo Domingo. En unos bajos aledaños, recuerdo que antaño había un garito de pastilleros llamado Soma, que era el número uno de la capital. Algún conocido me habló de ello, aunque nunca llegué a ir. No sé por qué recordaba esto ahora, pero eso me hizo rememorar viejas historias de fiestas locas de algunos conocidos. Muchos de ellos terminaban la noche viajando a Valencia para comerse allí una paella con todo el moco y vuelta a Madrid en pocas horas; por no decir la mítica Ruta del Bacalao, que hasta habían hecho algún documental que había visto en el Netflix. Una idea se estaba iniciando en mi cerebro. No me quedaban muchas horas, así que... ¿Por qué no hacer una última locura? Una voz en mi interior me decía que no había huevos, a lo que le respondí:
-¿Que no hay huevos? Sujétame el cubata.
Paré un teki que pasaba justo delante mía, tirándome casi sobre el capó. Me introduje velozmente, como una anguila, y me dirigí al peseta con cara de loco.
-"Buenos días calatrava. Iza las velas y pisa el acelerador rumbo a Valencia. Tenemos que estar allí en dos horas y media como mucho, tengo prisa. Pago bien, así que no te preocupes por los radares y las multas."
El tipo, de mi edad más o menos, me miró y se rió. Sacó unas Ray-Ban del salpicadero y se las puso. Seguidamente cambió de emisora, pasando de Rock FM a la Loca FM. Otra vez esa música electrónica de los ochenta y noventa. El tipo me sonrió, como si me conociera de toda la vida.
-"Claro barracuda, sin problema. Estaremos allí antes de que se te pase el moco, ya lo he hecho muchas veces."
El motor rugió y salió a toda pastilla por la calle. Por casi atropella a varios peatones, pero no me importaba; nada me importaba ya a estas alturas. Solo quería llegar a Valencia y terminar mis días viendo una preciosa puesta de sol en la Albufera.
-"!Ah! Por cierto, si por el camino hay un puticlub, para un rato para descargar." Dije sin cortarme.
-"Claro, conozco unos cuantos que nos pillan de camino." Dijo al tiempo que volvía a abrir el salpicadero y sacaba los papeles.
No se cómo se las ingeniaba, pero sacó una papelina y se puso a hacerse unas lonchas. Cuando se hubo metido varias, me pasó la carpeta, en la cual quedaba un tiro bastante hermoso.
-¡Qué demonios! Pensé.
Agarré el turulo y para dentro que fue la sustancia blanquecina.
Perdón por postear tarde, pero llevo dos días bantante malos...
Utilizo mi token en el turno de Germán. Vicente tiene que ir a un puticlub y perder la virginidad, camino de Valencia.
EDIT: He editado algunas faltas de ortografía y de gramática que he visto.
Nunca se había mandado una línea para dentro, ni nada parecido. (Salvo la pastilla esa que lo había matado en su segunda muerte.) La aspiró de un solo envión y luego se quedó quieto haciendo tres o cuatro respiraciones profundas, concentrado en los cambios que se producirían.
Nada.
—Esto no me hace nada.
Abrió la ventanilla para sentir el aire cálido del mediodía. Sacó la cabeza para que el viento le pegue mejor. Sacó todo el torso.
—¡Iiiiaaaaaaaajuuuuuuu!
Se trepó al techo y viajó allí, aferrado, mientras el coche salía del camino y se detenía en un bar.
—Baja, muchacho.
—Lo siento, necesitaba un poco de adrenalina, pues la perica no me ha hecho efecto.
—Je, je, chaval. Tú sí que necesitas descargar. Entra allí, pregunta por la Mari, es la mejor, dile que te envía Quique.
Vicente entró al local. Estaba oscuro y una música tranquila envolvía el ambiente. En la barra preguntó por Mari. Una mujer de 40 años largos se sentó junto a él.
—¿Quién es el que me busca?
—Yo. Quique, el taxista, me dijo que te buscara, dice que eres la mejor para mí.
—¡Quique! Viene con frecuencia. Mi especialidad es desvirgar hombres que años después siguen soñando conmigo.—Se acercó y siguió susurrandole al oído.—Soy capaz de cascar un huevo con la panocha, y no exagero, puedo apretar tanto la almeja que creerás que la polla se te queda dentro pa'siempre... pero el servicio no es barato, y sólo se toma efectivo, belleza.
Los latidos de Vicente clamaban por salirse del pantalón. Necesitaba hacerse de dinero urgente.
Corrió al coche y de una bolsa con cosas que había hurtado del ciber aquel, cogió un teclado. Corrió hasta el ATM de la esquina, abrió de una patada el acceso a la computadora y se conectó.
—¿Esta cosa usa Windows?, No lo puedo creer.—Demoró dos minutos en extraer 3000 euros en billetes de diez ante la mirada asombrada de los transeúntes. Cuando volvió corriendo a buscar a la Mari fueron muchos los que intentaron reproducir su hazaña. Gracias a ello al llegar la policía tuvo mucho para entretenerse, y a ninguno se le ocurrió ir a buscar a Vicente.
Vicente... Ya se había olvidado de todo. Mari resultó una artista del placer, y aunque en los dos primeros intentos no duró más de quince segundos, ella sabía cómo volverlo a la vida para matarlo otra vez. La experiencia valió cada céntimo pagado. Moriría convencido de que había pasado la mejor experiencia que un hombre podía vivir. Le quedaban tres horas para llegar a ver la puesta de sol.
—Mari, me marcho a Valencia a morir. ¿Vienes?
—Con lo que me has pagado tengo como para 15 días. Me vendrían bien unas vacaciones. Espera que cojo unas patatas para el viaje.
Quique los esperaba en el auto con las pupilas dilatadas. Al ver llegar a Vicente con la Mari brincó de felicidad.
—María, eres justo lo que me recetó el médico. Chaval, conduce tú que yo tengo un asunto que tratar con la patrona.
Y allí marchó Vicente, comiendo patatas al volante de un coche rumbo a Valencia, con Quique y María que montaban una escena de película porno clase B en el asiento de atrás.
Extrañaré escribirte Vicente. Te dejo en buenas manos para tus tres últimas horas de vida ¿Quién te vendrá a buscar ahora que te cargaste al viejito Vacilador?
Récord, había batido el récord de macho empalador de categoría épica. Dos minutos y treinta segundos había aguantado, multiplicando por 10 su rendimiento. Ya podía morirse a gusto, había hecho todo lo que un hombre tenía que hacer. Solo le quedaba llegar a Valencia, darse unos últimos bailoteos y ver la puesta de sol, no sonaba tan mal, hasta que empezó a hacerlo. Su móvil, mamá. Miró a la Mari y le dijo
- ¿Me puedes hacer un favor? No mujer, de los otros, que tengo que recuperarme. Sígueme el rollo y haz como si fueras mi novia...
La Mari le puso la mano en la pierna y subió hacia territorio comanche mientras le decía
- Por 300 euros más me hago pasar hasta por Lady Di, cariño.
Descolgó el teléfono. Su madre estaba cabreada de la hostia. Mariela había llamado a su hermano y le había chafado el revolcón, y Mariela le buscaba, que donde estaba, que la pobre chica estaba llorando porque le había dado plantón, que eso no se le hace a una hermana de un bollito, que así no se iba a casar... Vicente carraspeó y le dijo
-Mamá, es que Mariela no es mi novia, Mariela es una zorra, mi novia es la Mary, te la paso para que la conozcas.
Y la Mari cogió el teléfono con suficiencia, le guiñó un ojo en plan te vas a enterar y empezó a escuchar los gritos de Angelines que se desgañitaba al teléfono llamándola pelandrusca, ramera y buscona. Cuando desgastó el diccionario de la lengua a base de epítetos María, sin alzar la voz le dijo
- Señora, me han bastado 10 minutos al teléfono para ver que es una bicha. Vicente y yo nos vamos a casar, y después nos vamos a ir a un sitio que no nos va a encontrar ni Lobatón... le vayan dando mucho por culo. Vicente es mío y me lo follo cuando quiero...
Angelines chillaba mientras Vicente miraba a la Mari con una mezcla de temor y admiración. La chica pulsó el botoncito rojo con una mezcla de gracilidad y atrevimiento y la llamada se acabó. Vicente pidió el teléfono pero Maria le dijo que no, que se lo quedaba ella para que su madre no le diera el coñazo, y no solo eso, delante de su cara bloqueó el número.
Vicente parpadeó, incrédulo, y luego rompió a llorar mientras abrazaba a la Mari. Libre, le había liberado del yugo materno como si fuera una mezcla de Pretty Woman y el cid campeador. Se fundió con ella en un abrazo mientras el conductor le informaba que en 10 minutos llegaban, entonces se dio cuenta de que iba a morir y que no había hecho muchas cosas. Necesitaba un quijote, urgentemente, nadie podía morirse sin leer el quijote. Sacó el móvil y compró una edición online y empezó leerle a María en castellano antiguo
- Dulcinea, vos seréis mi dulcinea...
Mari empezó a reír y le dijo
- Por 200 euros más lo seré, y hasta me lo montaré con Sancho Panza si hace falta.
Le quedaban 165 minutos de vida.
Le quedaban 165 minutos de vida...
...aunque alguien, ignorante de su condición, conspiraba para intentar hacer que fuesen menos
"Nosotros, El Consejo Purpiano, no podemos permitir que ese pardillo petimetre puñetero siga pululando por el panorama provincial!" declara el líder de un grupo conspiranoico que quería beneficiarse de tu trabajo
"Pues la cosa se ha complicado" dice un asistente "El colega se ha escapado y ya va llegando a Valencia"
"Espere... ¿En Valencia? Oh dios... ya se lo que intenta hacer. Intenta contactar con El Elegido, con nuestra oposición, con El Gran Anatema que nos ha declarado la guerra"
El grupo entero de conspiradores en la sombra se encoje ante el nombre de "El Elegido" Y contemplan su silueta, enmarcada en un cuadro en la pared, como la segunda mayor amenaza a la que se enfrentan para su plan de dominación mundial
La primera y más grave de sus amenazas era ahora, precisamente, nuestro amigo Vicente.
"Debemos de enviar a todos nuestros operarios a capturar a este pirado que se ha alzado contra nosotros" declara otro de los líderes del Consejo Purpiano. "Y cuando digo TODOS, me refiero a TODOS"
Mientras tanto, en la carretera...
Vicente está de vuelta y vuelta. Su vida es feliz, le quedan unos 164 minutos de vida y los piensa pasar pipa.
Pero entonces ve una horda de policias, militares y agentes secretos que le empeizan a perseguir
"¡ALTO EN NOMBRE DE LA LEY! ¡Señor Vicente Ruinez! ¡Altoooo!" exclama una mujer policía (En verdad es una cosplayer disfrazada de mujer policía) a través de un megáfono, sin reducir la persecución "Se le busca por escandalo público, escabrosismo múltiple, por Escariano Avieso y por otros cargos que nos inventemos! ¡ALTO! ¡ALTOOOOOOOOO!"
"Quique, si les das esquinazo a todos te daré lo que más quieras. Lo que pidas, tu sólo pide" le dices al taxista, mientras la Mari sigue dandote el gusto, pues parece que las pelis de "The Fast and the Furious" le gustan a la moza
"Quique... ¿Quique? ¡¡¡QUIQUEEEEEEEEEEE!!!" le gritas como si fuese Snake
Para tu desgracia, parece que tu taxista acaba de fallecer, de supina sobredosis de tanta fiesta que os habeis metido.
El coche va sin control. La Mari te anuncia que nunca se ha sacado el carné. Tu nunca has conducido ni en videojuegos. El coche se está yendo al cuerno. Parece que tus 159 minutos nunca llegarán, y entonces...
Como si hubiera estado ahi todo el rato, ves aparecer de nuevo a la moza sonriente de antes
"Hola Vicente. No te veo muy bien"
"¡Serás petarda! ¿Esto es cosa tuya?"
"Nah, eso lo hacia el viejito vaciador. El destino de este hombre era diñarla justo a esta hora. Pero respecto a tí..."
"¿Que quieres? ¿Y que quieres de la Mari?" dices agarrandola por el pecho
"Ya te lo he dicho. El Vaciador ha muerto y necesitamos un nuevo vaciador ¡Yo no puedo con tantas horas extras! ¡Y eso que en Netflix me van a mandar a una negra para que haga parte de mi papel! El caso, yo se conducir y bastante bien. Te dejaré que vivas el resto de tus horas, Pero sólo si aceptas este trabajo, guapetón"
Entre que vais a saliros de la carretera si nadie conduce, que la policía os persigue, y que en parte no quieres que le pase nada malo a la pobre Mary, no tienes más remedio
"¡Acepto! ¡Yo seré el nuevo friki vaciador! ¡Ahora conduce!"
"¡¡¡Asi me gusta!!! Te va a gustar este nuevo trabajo. Toma, ve firmando el contrato con sangre" te dice dandote unos pergaminos "¡No, tu sangre no, hombre! ¡Toma, un boli con sangre de virgen!"
"¡Ese boli tiene mi sangre, de esta mañana!"
"En aquel entonces aun eras virgen"
Uso mi token (que si no lo pierdo) para que Angelines y Mariela aparezcan en algún momento ante Vicente, llevando su ordenador portátil.
Si se lleva a alguna en su nuevo rol de segador, ya no es mi asunto ;)
La petarda de la Muerte volvió a aparecer antes de la hora, como era lógico, viendo los antecedentes previos. Tenía más protagonismo que yo, la jodida. Al final tenía que estampar mi firma en el legajo que me daba, si no quería morir estrellado. Le dije que aceptaba, pero cuando iba a firmar, me quedé pensando un rato. Si ya iba a morir en unos instantes, ¿por qué me iba a tirar toda la eternidad esclavizado recogiendo almas? ¡Con lo mal que me caían las Muertes! El contrato seguro que tenía truco y me tendrían puteado para siempre, sin pagas ni vacaciones. Miré adelante, a la gothic woman que conducía, después a la Mari, la insaciable. No, no iba a firmar, no señor. Solté el bolígrafo con mi sangre de unicornio y lo tiré por la ventanilla.
-"No me vas a engañar. Dijiste que tenía de vida hasta hoy a las seis de la tarde y no puedes romper las reglas del juego. Pase lo que pase, reviviré y reviviré hasta que sean las seis, así que si quieres divertirte un poco más a mi costa, más vale que conduzcas hasta la playa de Valencia. Deja a esa gente atrás, seguro que puedes hacerlo." Le dije a la tipa.
Me tumbé en el asiento trasero, tranquilo por una vez en mi vida, ya que sabía que tenía razón y la Muerte me haría caso. Vi por el espejo retrovisor la cara sonriente de la Muerte, que me echaba miradas fugaces de vez en cuando. Mientras, la Mari se dedicaba a soplarme la flauta con sumo gusto y dedicación. Detrás nuestra, los policías y demás farándula se iban quedando atrás. No sé si la Muerte había echado un gasoil especial al taxi, pero el caso es que avanzábamos a una velocidad inaudita. A este ritmo llegaríamos a nuestro destino en menos de los que canta un gallo.
-"Está bien, te llevaré hasta el lugar que quieres ir y dentro de un par de horas, te vendrás conmigo. Pero que sepas que me hubiera gustado que fueras mi compañero de trabajo, eres muy gracioso." Me dijo la Muerte.
El orgasmo llegó justo antes de llegar a la playa y con ello la eyaculación. Vaciado y exprimido hasta la última gota, salí del coche y le dije a la Mari que esperara allí, que quería estar un momento a solas para mear. Era mentira, quería estar a solas de verdad cuando me llegara la hora. Me habían pasado más cosas en estas veinticuatro horas que en toda mi vida junta. Deambulé un rato por la arena, descalzo. Aunque hacía frío y estábamos a finales de diciembre, la temperatura no estaba mal para ser invierno. Me fui alejando del taxi y de esas dos mujeres cada vez más y más, hasta que las perdí de vista. No había ni dios por allí, excepto un par de figuras en la lejanía que se iban acercando poco a poco. Miraba el mar, las olas, sentía el aire en mi rostro, el picor de huevos debido a las ladillas que seguramente me había pegado la Mari, el olor a salitre... Estaba en paz conmigo mismo. Lo que le pasara al mundo después de mi muerte me la traía al pairo.
-En fin Serafín, ya solo quedan unos minutos... Suspiré.
Las dos figuras se acercaban deprisa y eran de dos mujeres. Me quedé mirando a los lados y no había nadie más. ¿Quiénes serían? Seguí andando hacia ellas. Al rato, distinguí sus semblantes. ¡Eran mi madre y Mariela! ¿Qué hacían aquí y cómo me habían encontrado? Me quedé sorprendido, la verdad. Mi madre estaba de una mala hostia que flipas y Mariela andaba a la par. Tenían los ojos achinados y los pelos de punta, encrespados por el clima playero. En la mano de Mariela, estaba mi portátil del curro. ¿Qué significaba aquello? No sabía si huir o meterme en el agua. Dos mujeres enfadadas eran peor que una banda de hooligans. Me quedé en el sitio, esperando a que llegaran, mirando a los ojos de Mariela. Esos ojos que me habían encandilado desde un primer momento. ¿Qué pasaría a partir de ahora?
Pues fin de mi turno y de la partida, me temo, antes del epílogo final. Ha estado muy bien, la verdad.
Su madre no le iba a dejar ni morirse tranquilo, que peñazo de mujer. Sus ojos estaban inyectados en sangre y, conociéndola, no le habría dejado menos de 147 mensajes en el contestador. Angelines esta furiosa, era la primera vez en la vida de su hijo que le llevaba la contraria y no iba a permitir una segunda, y de postre venía con refuerzos, la Mariela que llevaba una mochilita a la espalda de la que esperaba que sacara una pistola o algo así. Estaba jodido, pero contento, contento de que la bronca no fuera a durar más de dos horas... Por una vez morirse le parecía una buena opción.
Su madre tomó la palabra, aunque decir que tomó el grito sería lo más adecuado. Le echó en cara que se fuera con mujeres, que no le hiciera caso y que le hubiera chafado el rollo y haberle sacado de su partida de bingo para perseguirle a Valencia, con lo mal que le sentaba a ella el salitre y la humedad. Vicente aguantó el tipo, era una bronca fuerte, pero las había tenido más gordas, dejando que su madre hablara y hablara. Ni siquiera Mariela podía meter baza una vez que su madre había pillado carrerilla. Miró el reloj, le quedaban 2 horas, 2 horas para largarse a criar malvas y no iba a pasarlas tragando mierda. Miró a su madre a los ojos y le dijo
- Cállate de una puta vez, que me tienes amargado. ¿Que me estás contando? Eres una borracha castrante que no ha hecho nada bueno en su vida, por eso papá te dejó, porque no hay Cristo que te aguante, has sido la peor madre del mundo.... con diferencia.
Angelines boqueó como un róbalo fuera del agua, sin poderse creer lo que estaba escuchando. Su hijo, su hijito, Vicentito, le estaba recriminando ser mala madre. Aquello era injustísimo, debía entender que todo había sido por culpa de su padre. Con voz lastimera empezó a decirle
- Es que...
- ¡Ni es que, ni esco! -Vicente bramó - No he tenido valor a enfrentarme a ti en toda mi vida y no me podía morir sin decírtelo a la cara. OL - VÍ -DA -ME
Su madre empezó a llorar como una magdalena. Debería haberle dado pena, pero ella había sido insensible a sus lágrimas durante mucho tiempo, porque el pasara durante dos horas no iba a venir la policía de los malos hijos a llevarle. Mariela le miraba como si lo hubieran cambiado, y ciertamente lo había hecho. Algunas veces se decía que detrás de un gran hombre había una gran mujer, y la Mari, bueno, era muy mujer, pero grande lo que se dice grande, pues en algunos aspectos no lo era. En otros era gigante, le había enseñado a ser valiente, a jugar con las cartas que te da la vida y que por dinero todos bailábamos, y allí estaba Mariela, ella también había bailado por el vil metal.
No le guardaba rencor, el primer amor siempre duele y nunca se olvida, y eso era lo que había sido ella, el sueño de una noche de diciembre, un sueño en el que una mujer preciosa le hacía caso por ser quien era. Ella le sonrió, casi con timidez y le dijo
- Vicente, yo... te quería pedir perdón. Me dieron mucha pasta, es verdad, pero, no lo hice queriendo, me obligaron... secuestraron a mi gato que es lo que más quiero, y si no obedecía se lo hubieran cargado.
Vicente se quedó mirándola como si aquello no le importara demasiado cuando ella sacó de su mochila un portátil, su portátil. Le sonrió y le dijo
- El gato se les escapó y ha vuelto a casa, así que, bueno, ya no trabajo para ellos, me he ido sin dar los quince días. - Le guiñó un ojo y le dio el portatil, se puso de puntillas y le besó en la mejilla - Siempre te portaste bien conmigo en el cole, de verdad que siento que esto haya salido así, me hubiera encantado salir contigo, más de un día, ya sabes...¿Quieres que... ya sabes.... tú y yo....antes de las seis?
Vicente rió y negó con la cabeza mientras confesaba - No podría hacerlo ni por todo el oro del mundo. Creo que ya he tenido suficiente sexo por toda una vida... - Miró en dirección a un rompeolas y les dijo a todos - Tengo que irme, vienen a buscarme y conviene que no os pillen cerca por si hacen el 2x1...y... por favor, no me seáis cutres con la herencia.
Llevaba el portátil y podía salvar al mundo, pero ¿Y si no quería? ¿Y si al mundo le podían dar bien por saco? Había una cosa que le fastidiaba de los purpianos, de los japoneses y de todo ese clan y era que hubieran tocado al gato de Mariela. El maltrato animal era algo que le tocaba en lo más hondo, siempre que el animal no se comiera, porque un churrasco no era maltrato, era arte. Salvaría al mundo, y quien sabía si existía eso del karma, la reencarnación y toda esa mierda igual eran puntos extra.
Se encaminó hacia el rompeolas, abrió el portátil y metió la contraseña: Oj@l@t3mu3r@sm@m@. Conectarse al servidor americano fue sencillo, todavía no habían anulado sus credenciales y cargarse el programa fue algo más simple todavía, no lo borró, ¿para qué?, lo que hizo fue modificar unas lineas, unas lineas dentro de un código de decenas de millones de lineas, un cambio tan sutil que no lo descubrirían nunca, aunque dedicaran una horda de programadores a ello. Era su broma definitiva, rió, rió mientras ponía algo de música en el ordenador. Se iba a morir relajado, viendo la puesta de sol y habiendo puesto en su sitio a su madre.
Los primeros acordes de Sinatra llenaron su pequeño mundo mientras los granos de arena de su vida se perdían sin remedio. Escuchó pasos detrás de él, no quiso girarse, sería un sicario, sería su madre con una motosierra, la Mari con la factura, habían dado las 6, tocaba palmarla. Alguien se sentó a su lado y le puso una cerveza a su lado, la muerte, la jodida muerte, versión viejo, aunque ahora no se descojonaba. La miró sin creérselo y la muerte le sonrió
- Tío, no me jodas ¿Acaso creías poder matar a la muerte? Me hice el muerto, se te quedó una cara tan divertida que no quería joderla.... Anda, bebe, te ha llegado la hora pero tampoco tenemos prisa ¿No?
No, no la tenían. Dio un sorbo al botellín de cruzcampo, la muerte se lo quería cargar de la peor manera, y se quedó mirando al mar mientras la muerte le decía que había sido un gran día, que se lo había pasado muy bien pero que no podía hacer excepciones. Vicente le preguntó
- ¿Duele morirse? Siempre me he preguntado como sería peor morirse, si quemado, ahogado... espero que no me hayas reservado algo chungo. - La muerte se volvió a reír, pero no se descojonaba, se reía como si la broma fuera de un amigo y, en ese caso, Vicente también se rio, al final no era tan mala, era lo más cercano que había tenido a un amigo.
- La muerte no duele mucho más que la vida, cierra los ojos, es hora de irnos.
Vicente cerró los ojos esperando que la muerte le metiera un golpetazo con la guadaña en plan artes marciales, pero nada de eso pasó. Abrió los ojos y vio su cuerpo tumbado en el suelo. Sonreía. Había muerto feliz. Algo tiraba de él en dirección hacia el amanecer y hacia allá voló, cruzando el último telón *
-FIN-
* The final curtain, de la letra del mi way :)