La expresión del chaval expresa un interés que se diluye rapidamente al acabar de hablar el chiflado al que llaman Jack. El mismo interés que al ver una pelicula o al escuchar un cuento de terror, todo es fascinante pero lejano... ¿qué pinto yo en todo eso? No creo que hayan dejado el experimento por este incidente pero para eso ya no puedo hacer nada, salvo asegurarme de que no me pillará en medio otra vez.
Mirando un instante a Conrad con expresión ofendida solo tarda un momento, en el que menea la cabeza, en desechar el comentario. En su mente la prioridad es olvidarse de todo lo relacionado con ese día.
A mi me vale...
encoge los hombros mirando a todos. Respeta el silencio reflexivo de todos lo que a él le parece una eternidad para luego continuar:
¿alguien me puede acercar a mi casa? a estas horas el transporte público...
edito: wil te me cruzaste!!
- Joder con el pirado...
La explicación de Jack sonaría totalmente absurda en cualquier otra ocasión, pero tras lo vivido días atrás, parece dar una explicación lógica a todo lo ocurrido. Jeremías intenta asimilar la información y pronto su perturbada cabeza comienza a elucubrar e imaginar extrañas paranoias y conspiraciones. Sin duda aquel loco era más importante de lo que parecía cuando se les apareció vestido con una simple bata de hospital en las puertas de la facultad.
- ¿Y qué cojones pasará con nosotros ahora? - Parece algo preocupado por el tono de su voz - Mierda... si el gobierno y gente con pasta está metida, seguro que no descansan hasta dar con nosotros... - Se pasa la mano por la cara y seca el sudor que resbala por su papada - Qué putada, joder... y la culpa es tuya, coño - Mira a Wilmor de soslayo durante un segundo. Ahora su voz suena a leve reproche totalmente infundado - ¿Para qué cojones pides una pizza a esas horas de la noche?... No sé vosotros, pero creo que yo voy a desaparecer por una temporadita... paso de acabar siendo un caso más de las crónicas de sucesos...
La explicación de Jack deja atónito al grupo... En el fondo todos se olian más o menos que lo que habia detrás era un experimento fallido.
En las películas ocurre siempre así, piensa el informático.
Pero la vuelta de tuerca viene dada por dos sucesos que sí han sorprendido.
El primero es que el propio Torrance formaba parte de esos experimentos. De manera increíble estaban sentados a la mesa con un científico de primera línea.
El segundo era el propósito de los experimentos. El ejército y el gobierno sufragaban un proyecto cuyo fin último era crear un soldado inmortal. Un guerrero que muriera y volviera a la vida. Un arma inhumana y atroz, pero temible.
Tras la exposición de "el loco" nadie hace preguntas incómodas. La única que surca las mentes de todos es: - ¿estaremos a salvo? ¿vendrán a por nosotros? -
Jeremías se lo pregunta preocupado y alarmado en voz alta, pero para eso no hay respuestas. Quizás nunca ocurra nada, nunca. O quizás si. Es imposible saberlo.
El tema pasa a segundo plano de manera suave. Pero hay algo en lo que todos estais de acuerdo, quereis olvidar lo sucedido y rehacer vuestras vidas. Y empezareis ahora mismo.
Ann Marie rompe la tensión devolviendo definitivamente la conversación a derroteros triviales...
Franky, es la hora de la cena... Yo no tengo hambre porque he comido estas golosinas que me han comprado el señor Wilmor y el señor Conrad, pero tu tienes que comer. Quiero que te recuperes pronto para ir a jugar al parque y que me empujes en los columpios.
La pequeña no nombra nada relativo a la explicación de Jack. Se limita a levantarse dispuesta a llevarse a Franky en la silla de ruedas...
La tertulia se levanta poco a poco hablando de temas intrascendentes. Entre unos y otros han surgido lazos muy fuertes; admiraciones mutuas, odios y rencores mutuos. Pero todos estais contentos de que todos esteis bien. Al marcharos, unos para un lado y otros para otro, teneis la extraña sensación de que más tarde o más temprano os volvereis a ver, y será en una situación menos adversa que la vivida. O eso esperais!
La vida sigue, y estais dispuestos a aprovecharla.
Al salir del hospital, veis como Óliver se pone su mp3 en los oídos y se dirige a la parada del bus.
¿Zombies? Esos son cuentos de acampada para adolescentes...