Ey gordo. No sé cuántos cabemos en el coche. Eres tu el supuesto maduro del grupo, así que decide tu si quieres llevar a cuestas al pringadete que se estampó después de vendernos. No sé. Ya sé que eres confiado, pero además de herido y ser una carga, puede estar infectado. Haz lo que quieras.
Revisas de pasada a la luz del alba inminente a Ann Marie, y de paso echas un vistazo a Franky.
Limpios. Al menos en lo que se ve. Supongo que el prigadete también lo estará...
En ese sentido eres el más precavido... o el más paranoico.
A Óliver le sale un amigo... Curiosamente alguien cercano en cierta medida a la personalidad del adolescente. Tras Óliver, Jim había sido el más "odiado" en determinados momentos de la noche. Sus continuos encontronazos con Wilmor, incluso con Conrad le habían hecho merecedor de que lo desarmaran, dejándolo a merced de una lucha cuerpo a cuerpo con los zombies. Pero Jim era un superviviente. Él se adaptaba a las circunstancias.
El veterano estudiante da la contra-opinión a Jeremías:
- No te preocupes pringadete que enseguida te recogemos -
Tras acercarse a Franky y a Ann Marie para comprobar su estado, Corniack le dirige unas palabras al segurata.
Habrá que circular con cuidado, pero bien organizados cabemos todos en la pick up. Además, casi ha dejado de llover. En quince minutos estaremos en la 47.
Ya os he dicho que estoy bien digo, mirando con expresión ofendida al pizzero y con algo de rencor a los demás, excepto a Jim, cuando le dirijo la mirada a él no expreso nada salvo tal vez alivio. En todo caso aunque me gustaria que todos, incluido yo, se creyeran lo que acabo de decir, espero pacientemente a que el estudiante de medicina acabe para echarme una mano.
Torciendo la cabeza trato de ver a la niña tirada en la carretera, mis expectativas sobre ella eran muy malas.
Wilmor permanecía junto a la niña, ya acomodada en la parte trasera de la pick up. Escuchó las palabras de Jeremias, así como las que Jim le susurró al oído, y Wilmor negó con la cabeza.
¡Joder, no vamos a dejarlo ahí tirado! ¿Pero que coño os pasa? No es más que un crío. Vale, se largó y nos dejó tirados, y a mi también me entraron ganas de darle un buen guantazo… ¿pero que esperabais es esa situación? Vamos, hay sitio en la furgoneta, así que ayudarlo a salir.
Wilmor pasa la mano por la cabeza de la niña. Mira hacia donde está Franky, que permanece con los ojos cerrados. ¿Podrá oírlo? Wilmor esperaba que se pudiese poner bien. A pesar de ser un tipo raro, Franky le parecía buena gente, un buen tipo.
¿Eh Franky, me escuchas? La niña esta bien, se va aponer bien, como tu. ¿De acuerdo? Tenéis que pelear, ¿eh?
Con una mueca de evidente resignación, se acerca hasta el asiento del conductor y ayuda a sacar a Oliver del coche.
- Está bien, está bien... hay que joderse...
Aunque estaba seguro de que al menos uno más del grupo apoyaría su opción de dejarle ahí, en el fondo sentía algo de lástima. En aquellas circustancias, culpar a alguien de salir corriendo no era del todo justo. De hecho, probablemente él hubiese hecho lo mismo.
- Venga, niñato... apóyate en mi para salir y deja de decir chorradas. Estás hecho una mierda...
jefe, parece que tendré que esperar a que mes la opción de hablar o moverme de nuevo o estar atento a como evoluciono, verdad? XD
Wilmor acabó torciendo el gesto. Había esperado que, al hablar con él, Franky pudiera dar alguna señal de que se encontraba bien, algún murmullo, algún gesto, sin embargo, eso no ocurrió.
El informático parecía estar en estado comatoso. Sus constantes se mantenian pero su vitalidad era la justa para evitar que Franky pasara al otro lado, más allá. Incluso cabía la posibilidad de que, a pesar de las precavidas maniobras de Jim y los demás intentando protegerlo de cualquier maniobra que pudiera ocasionar más daño a su traumatizado cuello, su medula espinal ya se hubiera visto lesionada en el accidente...de confirmarse esta situación, jamás volvería a moverse...
Finalmente, entre Wilmor y Jeremías sacan a Óliver con sumo cuidado de la parte trasera del Dodge. Conrad mira furibundo la escena, pensativo. El visceral encargado de mantenimiento tiene que hacer de tripas corazón para no incrustar su motosierra en el abdomen del joven, en marcha claro. Por eso se mantiene al margen, sin ayudar aunque tampoco sin poner impedimentos...
Todos los heridos van en la parte trasera de la Chevrolet. Franky inmovilizado en el asiento del Sedan, y Ann Marie y Óliver tumbados en el suelo. Sólo el joven estudiante está consciente. Jeremías y Wilmor vuelven a subir a la caja mientras Jim y Conrad recuperan sus respectivas posiciones en la parte delantera. El extraño Jack Torrance sigue ausente, metido en su cabeza; recapitulando acontecimientos y encajando piezas... Aunque eso sólo él lo sabe.
A la calle 47, ordena Wilmor.
La "orden" es acatada sin rechistar y el vehículo arranca para dirigirse a velocidad moderada hacia el destino. Atrás quedan definitivamente los sonidos de los helicópteros y el ruido del tiroteo. Una sensación de tranquilidad os asalta a cada uno en su interior. En este momento os parece increíble que hace menos de una hora estábais luchando por vuestra vida contra decenas de muertos vivientes. Definitivamente ha dejado de llover y el alba está al caer. No habrá sol esta mañana nublada, pero el cambio de colores en el horizonte es irreversible. Se hace de día.
La pequeña y el informático siguen sin recuperar el sentido y son los que necesitarán ayuda de manera inminente...
Tras casi un cuarto de hora de camino llegais a destino. La comisaría de la calle 47.
La comisaría está viva. A pesar de que las calles han seguido desiertas durante todo el trayecto, al llegar a la policía veis como dentro hay gente, y gente de verdad, nada de no-muertos.
Wilmor es el contacto. Es el primero en entrar y pedir ayuda. Aquí todavía se recuerdan los años de Servicio del ex-policía.
En la zona se monta un revuelo tremendo. Venís llenos de sangre, oliendo a muertos, con motosierras y recortadas en ristre, sin haber dormido, con una niña medio muerta y contando una historia increíble.
Gracias a Wilmor no os detienen de entrada. Óliver, Franky y Ann Marie son llevados en un furgón de la policía al hospital de la zona norte. El resto permanece en comisaría.
La tormenta ha sido terrible. La ciudad ha quedado recluida por motivos de emergencia. La población ha sido obligada a estar en sus casas. Solo algunos servicios de emergencia han estado en funcionamiento... No hemos registrado ningún incidente y por supuesto no tenemos constancia de la intervención del ejército... comenta Gordon, un amigo de Wilmor.
Tras tomaros declaración sois derivados el resto al Hospital, aduciendo un shock emocional por una situación traumática.
Tras más de 24 horas sin dormir, y tras los acontecimientos de la noche anterior, hasta vosotros mismos empezais a dudar de lo sucedido.
Muertos que se levantan, explosiones en el sótano, violencia gore en los pasillos, helicópteros del ejército... ... ... Necesito descansar y desconectar.
Pero ha sido real. Tan real que ya no volvereis a ser los mismos. Esta noche os ha cambiado a todos. Habeis visto demasiada crueldad, demasiada dureza. Pero la sociedad es implacable y prejuiciosa. Todos toman por mentiroso a aquel que dice haber tenido una experiencia mística o paranormal. Y el que ha vivido esa experiencia a veces opta por quedársela solo para sí. El miedo al ridículo, el miedo a ser desacreditado y no creído.
- ¿Zombies? ¿Muertos vivientes? Eso solo existe en las películas de serie B de los 80 tío... No me vengas con esas.
Lo mejor es relegar estos acontecimientos el subconsciente.
No quiero que me tomen por un pirado...