Partida Rol por web

Hércules y Calisto aparecieron ante el reino de los muertos sostenidos aún por las manos de la hermosa Afrodita. Estaban delante de la entrada de un oscuro palacio, de ventanas ennegrecidas y altos muros. Había un puente, bajo, por el que debían pasar y alrededor del mismo un río de algo parecido a la lava, discurría con tranquilidad.

-Esta es la morada de Hades- dijo la diosa.

-Entrad y pedid verlo, sabrá que habéis sido traídos por un dios pues nadie puede entrar en el Hades sin pasar por el barquero, y Aqueronte no es muy dócil de dejar pasar a los vivos.

Mirando todo alrededor la joven exclama:

-¡Qué lugar espantoso! No me extraña que haya raptado a Proserpina, creadora de la primavera, para poder vivir en este sitio terrible. Bueno... ¿alguna pregunta? ¿Puedo partir ya?

Preguntó la exquisita joven.

Me solté de la mano de la diosa, mirando alrededor..Aún en su compañía no me sentía a salvo, pues desconocía qué peligros podrían acecharnos en tal lugar.

-La oscuridad y la pesadumbre de este lugar llegan hasta el mismo alma..- digo, sin poder evitar un estremecimiento.- Antiguas historias cuentan que a Aqueronte hay que recompensarle en su trabajo de llevar almas a la otra orilla..¿dónde le encontraremos?

- Eso no importa ahora, Calisto  Nuestro objetivo es centrarnos en Hades. Gracias a Afrodita hemos saltado ese trámite desagradable. Mejor no pensar en eso... -dijo Hércules con tono lúgubre. Luego se dirigió a la diosa- Afrodita, una vez más agradezco la labor que estais realizando. Sobre todo por la implicación que supone... Es un gesto de responsabilidad muy refrescante el que haceis desde el olimpo. Me siento orgulloso de saber que una de mis medio hermanas es capaz de eso. Y ahora, creo que Hades nos espera... -el semidiós hizo un cabeceo de reconocimiento a la hermosa diosa y luego se dirigio a su compañera con una sonrisa de esperanza en los labios- ¿Vamos Calisto? ¿No te intimidará conocer a uno de los padres de los dioses, verdad...?

Un gesto animado acompañó sus palabras, tratando de amedrentar cualquier miedo o inquietud, a pesar de la innegable realidad.

Que estaban en el Hades.

El reino de más allá de la vida.

El reino de la muerte...

Tanto Calisto como su compañero ingresan en el oscuro castillo de Hades. Un sirviente, que está regando unas flores negras como la noche, les señala el trono. Se ve que ha reconocido a Hércules porque no ha mostrado ninguna reticencia en hacerlo o tal vez llegar hasta este sitio es tan difícil que cree que de todos modos son merecedores de dicha visita.

Allí, en medio de una sala provista de una mesa larga llena de manjares, sentado en un trono de telas violetas y oro en sus patas y bordes, está sentado el rey del Inframundo. Al ver a Hércules, se para y lo saluda cordialmente, luego dedica una sonrisa a su compañera.

-No me lo puedo creer, el gran hijo de Zeus entrando en mi reino como si simplemente se tratara de tocar una puerta. Bien, pues ya que ambos lo habéis logrado, podéis sentaros y mientras me contáis el por qué de vuestra visita, también comed algo.

El dios toma un trozo de pollo y le da un buen mordisco.

-No os preocupéis. No soy un hombre malo, mi fama me precede.

- Gracias Hades, se que eres un Dios justo y honrado tras esa oscura reputación, pero debo declinar tu ofrecimiento. -rechazó amablemente el heroe frente a su tío con diplomacia- El sulfuro de este lugar nos revuelve el estómago a los mortales como para probar bocado... Permite que te presente a Calixto, Hades. Valerosa guerrera y compañera de andanzas. -hizo una breve pausa antes de entrar en materia- Verás Hades, hemos venido hasta tus dominios porque alguien en la tierra de los mortales está alzando a los muertos, apresando sus almas, y convirtiéndolas en unas hordas de destrucción bastante poderosas. Eso significa que ese alguien, que se hace llamar el nigromante, ha tenido la arrogante osadía de hacerse con el control de tu poder y tus obligaciones. Es decir, que te ha hecho la cama, como suele decirse. Además, eso supone el envío de miles de almas aquí de golpe, lo que supondrá en un aumento de trabajo enorme para ti. Y todo ello sin tu consentimiento. E imagino que esta es una tarea poco gratificante... Entiendo que ese es el motivo por el que Proserpina es tu... invitada... -Hércules sabía elegir las palabras cuando quería. Todo el mundo sabía que Hades había secuestrado a aquella mujer en contra de los deseos de Demeter, para poder tener algo hermoso en el Hades junto a él que coloreara su gris y espartana existencia- Queríamos saber cualquier cosa que puedas decirnos sobre eso, de cara a plantarle cara con las armas adecuadas y devolverte tu poder y funciones según el órden habitual... -Hércules hizo una breve pausa antes de continuar, para que el Dios sopesara el asunto- ¿Puedes ayudarnos...?

Saludo cortesmente con una inclinación de cabeza cuando Hércules me nombra. Con un aplomo pasmoso, cuenta en breves términos nuestra situación a un inesperadamente amable Hades.

Confieso que pensé que nos sería más difícil llegar a este punto.

Nada tengo que añadir a las palabras de mi amigo, así que me dedico a observar las reacciones de su interlocutor.

Por muy amable que sea, sigo sin fiarme..

Hades escucha atentamente a ambos guerreros. Asiente ante algunas de las cosas que Hércules le informa, pero conserva su silencio hasta el final de la presentación. No se ofende además por el hecho de que no acepten tomar la comida, pero capta la desconfianza de ambos.

-Sabes bien Hércules que la comida no tiene olor a Sulfuro, de hecho aquí no existe ese hedor. Pero, no te preocupes, entiendo que mi fama me precede.

Se rasca la pera un momento y luego responde un poco a las preguntas que le han hecho sobre el casco.

-Les repetiré lo que le he dicho anteriormente a Ares sobre el casco. Bien, empezaré por su origen... El Casco está aquí porque fue usado hace tiempo. Mucho tiempo... en la guerra contra los Titanes no había arma que no sirviera. Una vez que los hubimos encerrado, los otros dioses y yo, ya no fue necesario su uso.

El dios se detiene, pensativo y sigue luego con su relato.

-Lo que tiene el casco, por lo que es maravilloso, es que a lo que mata lo hace más fuerte.

Intenta explicarse mejor con un ejemplo.

-Si tú eras un mortal, uno de esos humanos flaquitos y endebles, al morir por uno de los súbditos del casco, te convertirás en un guerrero de espaldas anchas y ojos furiosos. Tu fuerza aumenta, tu resistencia aumenta, aunque tu voluntad es nula. Sólo obedeces al dueño del casco.

El dios toma otro bocado y sigue diciendo otra cosa.

-Además para anular su poder, como antes le he explicado al cascarrabias de Ares, hay una única forma y ella es traerlo aquí y colocarlo donde se encontraba. Pero igualmente debes saber que quitando de la cabeza el casco, la persona que lo poseía pierde el control de su poder. Y si se lo pones a otro pues el otro lo adquiere. Si el casco no tiene una cabeza en la que apoyarse, sus efectos se anulan. Sólo hasta que alguien más lo tome, por supuesto.

El dios bebe un poco de ambrosía y espera seguramente más preguntas. La verdad es que, al menos a simple vista, no parece ocultar información.

Parecía tan fácil y tan sencillo oyéndolo de sus labios..La idea es clara, quitárselo a su actual dueño, y devolvérselo a Hades..Pero también de ese modo Hades adquirirá el poder del temible ejército de los resucitados.

Finjo que no me doy cuenta del detalle, y continúo atenta a lo que pueda pasar.

-La explicación fue tan clara y concisa que por mi parte no se me ocurre ninguna cuestión que podáis contestar. Tal vez quién podía saber que el casco obraba en vuestro poder, y conocía sus efectos. Porque es obvio que el hecho no era de dominio público. ¿Quién y cómo os lo pudieron sustraer?

Hades escucha la pregunta de Calisto y responde como antes, sin parecer querer ocultar nada.

-Es lo que no sé. Le he dicho lo mismo a Ares. En realidad lo que puedo suponer es que es alguien que tiene contacto con algún dios. Sólo así podría entrar y salir del Inframundo sin que mi perro de tres cabezas diera cuenta de él. O incluso sin la ayuda de Aqueronte y su barco.

El hombre menea la cabeza, indignado.

-Aunque no me creáis, como tampoco Ares lo hizo, nada que ver tengo yo en este hurto. Y nadie más que yo quiere recuperar el casco pues el control de los muertos es mi encomienda. El que lleva el casco controla lo que por derecho divino es mío.

Toma otro sorbo de Ambrosía y concluye:

-Lamento ser de tan poca ayuda.

- Nos has ayudado bastante, Hades. Al menos podemos descartar ciertas cosas... -dijo Hércules con calma- Si no tienes nada más que preguntar, Calixto, creo que podemos marcharnos ya...

El héroe dejó la pregunta en el aíre, a fin de darle la oportunidad a su compañera de decir algo. Si no habría que pedirle a Hades que los transportara fuera con su poder. Y tal como Hades había comentado, si el dios no se mostraba interesado en prestarles aquella ayuda, entonces ambos tendrían que recorrer un infierno para volver a casa.

Literalmente...

-Sí, creo que aquí no nos retiene nada.. Gracias por vuestra ayuda, Hades. Haremos cuanto esté en nuestro poder para enmendar la situación.

Voy retrocediendo mientras hablo.

-Abusando de nuevo de vuestro poder..¿consideraríais la opción de ayudarnos a volver a Hércules y a mí de nuevo al mundo de los vivos? Es un tiempo valioso el que nos llevaría lograrlo por nuestra cuenta, y para vos es una minucia..

-No tengo ningún problema para hacer eso por vosotros. Sé que no he ganado vuestra confianza pero espero que creáis en mí un poco más. De hecho necesito recuperar el casco, porque aquí solo es nulo su poder y porque quién lo posee tiene, por lo pronto al menos, el control de los muertos. Por eso mismo ellos no pueden descansar en paz.

Dice el dios y se lo ve apenado. Algo en Hércules y Calisto se activa al ver ese gesto y comprenden que realmente este Dios no ha tenido nada que ver en el asunto.

Hades mueve sus manos y todo alrededor se vuelve oscuro. Cuando la negrura desaparece, los dos héroes están nuevamente en presencia de Afrodita, fuera del Hades. La diosa está recostaba en una cama de plumas peinando su largo cabello, y al verlos de regreso, se detiene y espera sus comentarios sobre lo que ha pasado allí.

- Hola Afrodita... -comentó el heroe- ¿Cuanto tiempo ha pasado...?

La pregunta del hizo de Zeus parecía torpe, pero no era vana. En el Hades, así como en el Olimpo, pues así se lo había dicho su padre, el teimpo solía correr más despacio que en el mundo de los mortales, y temía que unos minutos en el Hades hubiernas sido días o semanas. Si había suerte, solo habrían pasado una horas.

El viaje me había aturdido lo suficiente como para necesitar unos momentos de respiro. Los mortales no estamos acostumbrados a tales vaivenes entre mundos..

Escucho la sensata pregunta de Hércules, cierto que podrían haber pasado días, o años, incluso. A nadie se le ocurrió esa posibilidad antes de bajar al Hades. Aguardo la respuesta de la bella diosa antes de comentarle lo sucedido en el inframundo.

La bellísima diosa se paró y se acercó a los dos.

-Ha pasado menos de una hora mis queridos mortales, o semimortales.

Dice Afrodita con una sonrisa.

-¿Habéis descubierto algo? ¿Alguna cosa sobre este mal que aqueja a la tierra? Es realmente importante que lo hagáis... tantos inocentes dependen de vosotros.

Dice con pena en su voz. 

-El mundo sería mejor si se amara más y se odiara menos, pero como sábeis... yo no puedo opinar de otra manera - concluye con una sonrisa resplandeciente.

Las palabras de la diosa resonaban en mi cabeza.. Volví a pensar de nuevo en los aldeanos poseídos, y su terrible final.

-Hemos de encontrar el casco robado, Afrodita, y devolverlo a su dueño. De otro modo los ataques no cesarán, puesto que el casco sólo adquiere poder mientras se halle en la cabeza de alguien. Retornándolo al hades estará a salvo con su legítimo dueño.

Iba a ser una árdua tarea, sin duda..

-Para ello hemos de encontrar a su actual poseedor. ¿Cómo podríamos hacerlo?

Afrodita piensa en la pregunta de Calisto, no tiene respuestas directas porque su esperanza era que Hades supiera qué hacer. Sin embargo, se le ocurre una posible solución.

-En Grecia, cuando no sabes la respuesta a una pregunta, a solo un sitio en donde puedes obtenerla.

Sonríe.

-Delfos... el oráculo, podéis ir allí.

Luego advierte.

-Pero recordad que mientras hacéis ésto, vuestras compañeras Xena y Gabrielle, están a punto de enfrentar a los Ergidos de nuevo, en el segundo pueblo en el que atacarán.

- Las respuestas son necesarias, pero no sacrificaré a Xena y Gabrielle para conseguirlas... -afirmó Hércules con decisión- Creo que debemos ir a ayudarlas y luego ya nos preocuparemos de ir a ver a la Pitia en busca de iluminación... Delfos seguirá allí, pero nuestras dos compañeras pueden sufrir un serio revés que prefiero evitar. Afrodita, ¿podríamos abusar de tu generosidad y pedirte que nos llevaras hasta ellas una vez más? Prometo honrar tu causa en cuanto encuentre a la mujer adecuada... -dijo el héroe con esa media sonrisa pícara que más de uno achacaba a un gesto habitual en Zeus.

-Cierto, más vale reunirnos de nuevo, y cuando haya paz, viajaremos a Delfos a por respuestas. Tal vez necesiten nuestra ayuda, aunque sé que son más que capaces de haberse arreglado ellas solas en nuestra ausencia. Entre todos encontraremos una solución a este enigma..

Miro a Hércules con sorna.

-..y de paso honrarás a Afrodita a tu manera, al terminar, jajaja..