Partida Rol por web

Poco le importaba a Gromenauer dónde acampar, o más bien, donde tirarse a dormir. Porque una cosa tenía clara el enano, ¡Pobre de aqullo que osase importunarle mientras dormía! Era más, seguramente tuviese algún microsueño cuando le tocase hacer la guardia a él.

Así, en cuando encontró un tocón donde apoyar la cabeza y había bebido y comido lo suficiente, se recostó en él para soltar—. ¡Buenas noches! ¡Y vigilad al elfo! —Para acto seguido, caer rendido. Había mucho en lo que pensar hoy...

Se prepararon para acampar y hacer guardias.

Bueno. Acampar. Hacer guardias era algo que ni Roark ni Gülf parecían tener demasiado claro. El pícaro esperaba que el clérigo fuera un buen guardián así que a poco que se despistó intentó dormitar un rato. Por desgracia Gülf, aunque tenía intención de permanecer despierto, lo estaba haciendo a costa de beberse la botella de licor de Galisian que tenía en su mochila. Decían que aquello mantenía despierto a un muerto y vaya si era cierto. Incluso cuando su guardia acabó y le tocó a Gromenauer y Golo el turno de realizar la sustitución el sacerdote de Choló seguía con los ojos como platos. Rojos. Y acuosos. Sin ver demasiado. Pero como platos. De hecho cuando la noche pasó —¡sin contratiempos!— y todos recogían ya el campamento el Gülf seguía igual¹.

Al final había resultado que la Charca de los Muertos no era más que un nombre rimbombante para un sitio donde se podía pasar una buena noche.

De tal manera al día siguiente se pusieron nuevamente en camino. ¡Estaban llegando por fin a su destino! Se adentraron nuevamente en el bosque para continuar durante toda la mañana. Podían acostumbrarse a este placentero viaje por el bosque, pero de pronto se encontraron al final del mismo con un enorme valle por delante...