Partida Rol por web

Al volver al montículo pudieron ver en perspectiva el espectáculo que había ocurrido allí, sospechosamente el cuerpo  del gran demonio se estaba descomponiendo a una velocidad superior que la de los demás sectarios.

Todos comenzaron a buscar como locos el objeto que necesitaban, encontrando unas pistas que les aterrorizaban, ahora si parecían verdaderos Inquisidores sonsacando la verdad a los cadáveres que pista a pista formaban un complejo puzle.

Cadyk encontró y enseño a sus compañeros un trozo de chaqueta sucia y ensangrentada, algunos lo recordaban vagamente y otros no estaban muy seguros, pero con voz queda estaban seguros de a ver visto aquella insignia en el transporte de tropas que les había traído al planeta, y por su decoración era evidente que era representativo de alguna unidad de paracaidistas. Las preguntas se sucedieron entre unos y otros, aquello era muy confuso.

Atreus silbo cuando encontró el maldito objeto, no había duda de que fuera el y si no lo era, nadie hubiera dicho lo contrario, manchado de tierra y sangre pero aun con un aura apagada, parecida a aquella luz que rezumaba los menhires de aquel lugar. Algo que nadie quería tocar sin estar seguro de saber que pasaba. Tenia forma de puñal muy ancho, y aunque no tenia mango allí estaba inerte en el fondo de una caja. En la caja no había nada mas, y ni siquiera tenia un cierra de seguridad, era una simple y llana caja.

Atresus Borden, Sacerdote del Adeptus Ministorum lo encontró. Una sonrisa amarga se dibujó en su cara y gritó:

¡Lo he encontrado!

Así consumió sus últimas fuerzas. Las piernas cedieron sobre las rodillas y cayó al suelo. Su trasero recibió el primer contacto con el suelo, y así se quedó, con las rodillas aún flexionadas. Miró su pistola y la dejó junto a él, mientras observaba el contenido de la caja.

Un cuchicllo, eso era todo. ¿Una guerra por un cuchillo? Miró a su alrededor, los campos destrozados y ennegrecidos por décadas de combates y bombardeos; un poco más allá, la gran colmena salpicada de humo e incendios; destrozada y ruinosa, tal y como la habían dejado. Un poco más acá el cuerpo ya putrefacto del demonio. Habría que quemar toda esta tierra, jamás volvería a crecer vegtación alguna en esta tierra. Había quedado maldita para siempre.

Ha sido más que suficiente...

Cerró los ojos.

Glask volvió a subir al vehículo con presteza, aún sentía la fuerza del estimulante pero comenzaba a aquejarse del dolor, el tiempo fluía y el emperador no perdonaba a los ociosos así que con premura procedió a pisar el acelerador nuevamente mientras activaba el intercomunicador.-Chicos, id bajando a toda ostia, os recogeré aquí abajo y le pasaré los mandos a Cadyk, yo me encargaré de de la ametralladora y espero que el padre pueda remendarnos con buena mano.-Comentó sobradamente relajado al escuchar la buena nueva sobre la obtención del objeto.¨ al final podré plantar mi culo en una puta nave y pincharme el antidoto...y después me llevaré a Cadyk de putas, se lo ha ganado¨

     El asesino se mueve hasta el lugar donde el sacerdote se ha dejado caer. - Padre, no es momento para ésto. Tenemos que salir de aquí. Hace una seña a Jericus y a Telion para que le ayuden a levantar a Atreus y bajarlo hasta el vehículo. - Además, le necesitamos para consultar esa placa de datos suya. Hay que averiguar como salir de ésta bola de polvo o nuestros esfuerzos no habrán servido de nada. Después podrá descansar cuanto quiera.

No puedo...no hay...no...

El sacerdote oía la voz del intocable, se dejó caer de espaldas, aún con los ojos cerrados. los abrió. Hacía frío, ¿era el suelo? ¿Era el intocable? ¿O la muerte? Era la muerte. Mejor que sufrir la corrupción que el demonio había depositado ens su cuerpos con sólo verlo.

Ordo Malleus, aquello tenía su gracia. Su macabra gracia. Había notado la fuerza fluyendo a través de su martillo; hinchado de una fuerza sobrehumana, consecuencia de sus largos años de Fe. No había dudado en cargar contra el demonio empuñando el martillo, símbolo de la lucha contra la disformidad.

Su fe había colapsado como una burbuja.

Ahora era incapaz de recordar si había tomado los estimulantes antes o después de haber empuñado el martillo, de haberse sentido invencible. Divino.

Miró la placa de datos que el asesino le reclamaba; se la extendió.

No es un descanso. Podré descansar cuando muera.

     Cadyk esbozó un remedo de sonrisa ante las palabras del sacerdote. Parecía que al final comenzaba a caerle bien. Con la ayuda de sus compañeros, lo colocaron lo mas cómodo posible abordo del vehículo. No había posibilidad de hacer mucho mas, salvo intentar sacarlo de allí y llevarlo a algún por precario que fuera donde pudiesen atenderlo. Una vez hecho ésto, echó un vistazo al aparato que Atreus le había entregado y se concentró en descifrar el funcionamiento de aquel recurso. 

Después de buscar escucho que el Padre Atreus ha encontrado lo que tanto buscábamos. Me acerco a él junto con Cadyk y veo como alza un estilo de filo endemoniado. Escupo al suelo al verlo y sujeto al padre cuando se derrumba. A la señal del asesino ayudo a levantar al caído y le subimos al vehículo. Una vez arriba comienzo a recargar el rifle mientras veo al Intocable trabajar en la placa de datos. Al ver esto, le hablo a Glask:

 - "Hay que dejar a Cadyk obtener algo de esa máquina. Yo también podría intentarlo, así que debemos asegurar el perímetro por mientras."

Mientras Glask se hace cargo de la ametralladora pesada, apunto mi rifle en la dirección contraria esperando a que Cadyk obtenga la información que necesitamos para salir de ese planeta con nuestro trofeo sano y salvo.

Resumir aquella misión seria demencial, esto ocurre cuando uno ve la muerte de frente transformada en un demonio, habían encontrado el artefacto y parecía que la misión había acabado bien, pero ¿realmente habían ganado?
El artefacto tenia una semejanza extraña a una daga ancha, petrificada por el tiempo y ¿por que no? por los poderes oscuros. Aquel supuesto arma no traía instrucciones de uso pero según parece tenia el poder de levantar demonios , allí había algo significativo, entre todos llegaron a la conclusión de que habían visto aquella insignia ¿donde? En la nave que les había traído entre la tropa que había venido a luchar contra el caos, parece que los leales traían armas para el caos ¡menuda mierda! El enemigo interior parece ser mucho mas tremendo que el exterior.

Con dos presumibles bajas en un equipo de 6, y uno que se va muriendo lentamente aunque no lo sepan, el viaje en el vehículo iba ha ser duro. Portando el cadaber del valiente sacerdote Atreus, la sensación no era de victoria, era una mezcla de suciedad y mal estar general, como una gripe fuerte. Mirar hacia atrás era recordar demasiadas cosas, duras pero mirar hacia delante era recordad lo que les quedaba. Aquella consola de datos daba una posición fija con la “I” del simbolo de la inquisición, y allí se dirigian.

Mientras el vehículo avanzaba, todos en silencio una nueva vida expira lentamente Glask, inhalaba su última bocanada mientras con un pequeño espasmo su cuerpo se endurecía, un gran sufrimiento lo embargaba pero su cuerpo en un largo espasmo apenas lo notaba para un ojo no conocedor de lo que allí ocurría, solo una lagrima que corrió por su mejilla dio síntomas de aquella nueva muerte. Con la columna apunto de partirsele por la mitad, Glask murió finalmente. Aquella Inquisición que lo ocupaba todo y que metía las manos en todas partes, era un arma de doble filo. Y letal.

Al llegar a las defensas Imperiales recién conquistadas, le sobresalto el numero de armas que les apuntaban, entre aquella masa de hombres sobre un vehículo chimera con el logo de la Inquisición pudieron ver al Interrogador Vonder Drietich, maldita era su suerte, con un gesto de cabeza y una orden:
-Subidlos- la mirada de asco que les ofreció al ver a los tres supervivientes y a los dos cadáveres en el vehículo fue digna de un tiro en la cabeza por parte de los participantes, pero antes de decir “esta cabeza es miá” estaban rodeados por unos soldados imperiales fuertemente armados. Sus quejas no fueron aceptadas y terminaron dentro del vehículo que parecía una capilla amordazados y encapuchados.

Los que quedaron con vida tuvieron que pasar por un interrogatorio, no exento de golpes y de ritos de exortización, algo nada agradable para el cuerpo y la mente. Exprimidos concienzudamente por manos expertas, casi hasta una dulce agonía y exhaustos por el dolor. Pasaron las pruebas, no sabían si habían quedado contentos con la información, si morirían a las siguientes horas, pero cada uno desnudo en una celda quedo allí tendido y húmedo de sudor, ensimismado en sus pensamientos y en sus sufrimientos, intentado ordenar su castigada mente. Y pensando en que seria lo siguiente.