Partida Rol por web

La noche había llegado una vez más en vuestro pequeño refugio, hecho con improvisadas alambradas y con un par de caravanas abandonadas donde poder dormir. Ya os habíais acostumbrado a ese cuchitril pero la verdad es que pronto había que intentar conseguir un sitio mejor, pues cada vez había más zombies nazis pululando la zona. La vegetación cubría a vuestro alrededor brazos, piernas y otras partes desmembradas perteneciente a personas que habían sucumbido antes de vosotros llegar, haciendo que la hierba tomara un tono rojizo en algunas partes y el hedor a pudredumbre entrara por vuestras fosas nasales cada día.

Por diferentes razones habíais llegado a la misma zona hace tiempo y habíais decidido compartir ese refugio y ser un grupo de supervivientes, ya que cuatro hacen más que uno.

Dayane otea el horizonte, y ve de lejos que una nueva oleada se acerca así que para asegurarse toma unos prismáticos rotos pero que aún cumplen su función: Una joven de extraño aspecto encabeza la horda, pero ésta parece viva ya que corre para no ser pillada por los zombies nazis hacia vuestro refugio, tropezando cada poco tiempo debido posiblemente a su estado de cansancio extremo.

Dayane estaba tendiendo tranquilamente la ropa en el improvisado tendedor, fabricado a base de dos barras oxidadas coronadas cada una por una cabeza de zombie en cuyas bocas agarraba las cuerdas.

Fue entonces cuando oyó el revuelo que se estaba formando a pocos metros de su refugio y automáticamente intercambió la ropa interior del tamaño de un paracaídas capaz de contener su culo de mujer negra por los prismáticos que descansaban entre los dientes medio podridos de la cabeza del recién nombrado Mike.

— ¿Qué mierda hace esa blanquita? —Dijo mientras observaba a la mujer correr hacia ellos.— Nos va a traer toda esa horda, la gilipollas.

Devolvió los prismáticos a su sitio y sacó el machete militar de su padre del cráneo de la otra cabeza, Bill. Ambos cráneos llevaban los nombres de dos de sus exnovios.

— Eh, que tenemos compañía. —Gruñía a sus compañeros forzados, haciéndole señas a la mujer para que se desviara de la trayectoria hacia su campamento en dirección del barranco que había cerca, sin dejar de blandir el machete, dispuesta a hacerle un lifting a cualquier fiambre que se acercara demasiado.

El acto que causaba más felicidad en el gordo asqueroso, era quedarse acostado en el suelo junto a su esposa (que en realidad es solo una almohada con un monito chino dibujado). Miraba ocasionalmente de reojo al negro en pelotas. De cierta forma, tenía cierto fetichismo ante lo interracial. Aunque no lo acepte, el gordo este tira hacia ambos bandos. Mientras disfrutaba plenamente de restregar sus partes asquerosas contra la almohada de mierda, La negra maltratadora, dijo algo que Luca, no escuchó con claridad. El negro, seguidamente se levanto, mientras hacia alardes de sus sobrehumanos atributos. -Maldita sea, inútiles. No me dejan pasar un momento de intimidad con Yuko-chan. Rezongó mientras se levantaba del suelo.

-A ver, quítense, seres inferiores. Hablaban de culos blancos y hordas. El maricón de Luca, también quería enterarse de que estaba pasando. -Hagan a un lado. Un objeto sexual, con un par de melones descomunales, venía huyendo de una gran hora de zombies. -¡Cosplay! De seguro le excitan esas cosas morbosas. Inmediatamente corrió hacia donde guardaba sus cosas. Se puso una remera de la rata eléctrica, una bandana de el plagio de kokun, y cogió unas cuantas cosas "ninjas" que tenía guardadas para emergencias. 

-No me des ordenes, negro. Yo seré el primero en someter a esa lindura.

La muchacha en paños menores se dirigía a toda velocidad hacia el refugio, perseguida por una horda de hambrientos zombis. Sam no era precisamente un iluminado, pero sobrevivir en ese infierno le había enseñado varias cosas y una de ellas era la importancia de un buen refugio. Había que evitar que los zombis lo descubran o prepararse a salir de allí cuanto antes.

No podremos dispararle a todos! Debemos salir de aquí antes que nos arrinconen, o buscar una forma de distraerlos!

Luega mira a los alrededores pensando y ve su scooter allí, no es igual que cuando la compró; esta modificada exclusivamente para andar entre zombis nazis. No parece prudente pasar cerca de la joven en ella si no quiere cortarla en pedazos, pero podría servir de distracción.

Tal vez pueda distraerlos en un rodeo lejos del refugio!

La chica continuó a pesar de los aspavientos de Dayane, pues parecía demasiado concentrada en seguir viva como para hacer caso de lo que le señalaba una superviviente extraña. Estaba claro que cuando los zombies iban hacia ti lo importante era gritar para que el que estuviera vivo te pudiera ayudar, en este caso cambiando la dirección, pero ya era demasiado tarde la joven llegó a las verjas y comenzó a golpearlas para que le abrierais. Si tardabais diez segundos sería devorada por los zombies que corrían alocados hacia la misma dirección y que pronto estarían apilados en la verja.

Al escuchar al gordo llamarlo "negro", arrugó la nariz. Ciertamente ya tendrían un momento de tranquilidad donde le daría un sopapo o dos reclamándole respeto. Lo último que necesitaba era un tipo racista dándole por culo cuando eran cuatro matados en el grupo.
—Gordo culo de celulitis, ya te meteré la polla en la boca para que respetes —espetó saliendo del refugio.

Afuera observó a la negra haciéndole señas a la culo-pálido, aunque entendía que ya era demasiado tarde para que la piba se retractara y variara el rumbo a otro lado. No había más opción que luchar o distraerlos, entonces le resultó buena idea el comentario del tío con scooter.
—¡Buena idea, pálido! ¡Ve a ponerlo en marcha!
Enserió su estampa como pocas veces, adoptando la autroproclamada posición de líder momentáneo y dejó caer el bolso al suelo. De adentro retiró una botella vieja de vodka que tenía para ocasiones especiales y la miró con deseo. Destapándola, le dio un sorbo y luego sacó una tela vieja metiéndola por el pico. Poniéndose de pie corrió a la verja a abrirle a la preciosura blanca.
—¡Entra, primor! ¡Pon ese lindo culo a salvo! —exclamó ligando hasta en esas condiciones.

Una vez la mujer estuvo a cubierto, encendió el trapo humedecido de alcohol y utilizando ese improvisado molotov intentó hacer una barrera de fuego entre ellos y los zombis. Finalmente de su cinturón retiró una pistola y disparó a los que llegaban a atravesarla pretendiendo reducir a cuantos pudiera antes de volver dentro.

Expeditivamente Sam se dirigió a su scooter y le dió marcha. Revisó que sus dispositivos destripazombies estuvieran correctamente ajustados y aceleró en dirección a la horda esperando llamar su atención hacia otro lado mientras gritaba

HAGAN UNA BUENA BARRERA DE FUEGO, VOY A LLEVARLOS HACIA ELLA!

Al salir del refugio, se dirigió a la masa de zombies esperando llamar su atención y lograra que lo sigan. No serían mas rápidos que su moto y probablemente podría distraerlos del refugio enfocándolos en algo diferente. No era la mejor idea, pero en caso de que eso no funcione, el resto tendría una buena fogata por la que tendrían que cruzar los zombies.

Al igual que la mayoría de zorras blancas descerebradas la chavala no supo interpretar sus señas.— Menuda pedazo de imbécil. Llega a ser rubia y tiene el pack completo. ¡Como nos joda el refugio yo misma la cortaré a cachitos para dársela a los zombis mientras salimos por patas! —Dijo meneando la cabeza de lado a lado como buena nigga del Bronx.

Iba a correr hacia la verja para ayudar con la contención, pero el gordo salido empezó con sus mierdas racistas y tuvo que calzarle una colleja en la nuca antes de echar a correr con Elroy.— ¡Cierra la puta boca y ven a defender la verja, mórbido follalmohadas! —Le ordenó yendo seguidamente a machetazo limpio a mantener al equipo fiambre a raya.

Elroy bebe con la cara ensombrecida del vodka, prepara con hierros de acero el molotov y lo lanza justo en la verja cuando entra la joven, que cae al suelo por el esfuerzo y la carrera. Los sudores fríos de la joven humedecen su escote, algo de lo que poca gente se ha dado cuenta, pero que Luca ha advertido desde que entró en ese lugar. Su mirada sucia se clava en sus pechos y lo deja unos segundos embobado, hasta que el fuego surge y los zombies convulsionan contra la verja, ahora cerrada para que no puedan pasar. Antorchas humanas se retuercen contra el alambre y caen a los segundos de freír su cerebro. Entonces Elroy saca su pistola y dispara a la masa putrefacta, intentando contener una horda incontenible cegada por el hambre insaciable que los caracteriza.

Expeditivamente Sam se dirigió a su scooter y le dió marcha. Revisó que sus dispositivos destripazombies estuvieran correctamente ajustados y aceleró en dirección a la horda esperando llamar su atención hacia otro lado mientras gritaba

HAGAN UNA BUENA BARRERA DE FUEGO, VOY A LLEVARLOS HACIA ELLA!

Al salir del refugio, se dirigió a la masa de zombies esperando llamar su atención y lograra que lo sigan. No serían mas rápidos que su moto y probablemente podría distraerlos del refugio enfocándolos en algo diferente. No era la mejor idea, pero en caso de que eso no funcione, el resto tendría una buena fogata por la que tendrían que cruzar los zombies.

Una vez se quedó sin balas, se separó de la reja y giró a ver a la blanquita deseando alegrarse la vista un rato y de paso comprobar su estado.
—¿Te han mordido, primor? —preguntó acercándose.
No obstante, en ese preciso instante el tipo salió en su scooter distrayendo a los podridos e inevitablemente lo siguió con la mirada.
—¡Tenemos que aprovechar y salir cagando leches de aquí! —exclamó después.
Pronto devolvió la atención a la pálida.
—¿Puedes caminar o algo? Tenemos que juntar nuestras cosas e irnos.