Navega, velero mío,
sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Sujeta una Castilla agotada,
Un Portugal celoso y levantisco,
Un Aragón y Cataluña celosos de sus derechos,
y una Andalucía en manos de nobles codiciosos.
Ajeno a todo marcha el navío.
Tercios, piratas, corsarios; enemigos míos.
Ajeno a todo marcha el imperio.
Al inglés poco le importa su destino.
Y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa.
Y el deseo crece en los pechos de vencer lidiando;
brilla en los rostros el marcial contento,
y dondequiera generoso acento
se alza de patria y libertad tronando.
Verrà la morte e avrà i tuoi occhi.
Sarà come smettere un vizio,
come vedere nello specchio
riemergere un viso morto,
come ascoltare un labbro chiuso.
Scenderemo nel gorgo muti.
Cuando terminase todo, saltasen bastos y la baraja se rompiese,
quien iba a sospechar que la pobre España nunca necesitó tantos fieles
sino más soldados estúpidos y honrados,
de los que nunca hizo daño tener uno al lado.