Hay pocas cosas más aterradoras para la consciencia que una invasión tiránida a gran escala. La atmósfera se plaga de esporas micéticas (las cápsulas de desembarco de la mente enjambre), biotoxinas y criaturas voladoras. Las gigantescas bionaves de la Mente Colmena dominan la órbita planetaria. Pero lo peor es la superficie, donde enjambres enteros de horrores tiránidos campan a sus anchas, muchos de ellos jamás descritos. Nacer, crecer... reproducirse. No hay dónde huir ni dónde esconderse. Cuando los tentáculos de la máquina de guerra tiránida se enroscan sobre un mundo, éste queda reducido a roca inerte, como si nunca hubiera existido el menor resquicio de vida.
Avalos ha caído. Los esfuerzos de los Marines de la DeathWatch no han podido parar la debacle. ¿Habrán sido vanos sus afanes? ¿Está el sistema condenado? Y sobre todo ¿hay algo más detrás de la invasión tiránida? ¿Qué es el extraño artefacto encontrado en la guarida del Amo de Sangre y Sombras?
Solo los esfuerzos de cuatro Marines Espaciales, con la providencial ayuda de un pequeño contingente de la Flota Imperial podrán dar respuesta a esas preguntas. Aunque tal vez las respuestas acaben pasándoles factura.
Plazas Cerradas.
Segunda parte de la partida Final Sanction.
Mismos jugadores, mismas reglas.
"No queda aquí ya nada para nosotros. Solo olvido"
—Diario de batalla anónimo de la defensa de Tyrus Ultima—
—Me pareció que me encontraba en el borde del mundo, escrutando desde el mismo canto hacia un caos insondable de noche eterna—
Escena de información sobre la partida The Emperor Protects
"Un espada cuidadosamente forjada es como un plan detalladamente elaborado. Ambos son completamente necesarios en esta guerra"
—Comisario Holt—
"Adonde haya ignorancia llevaré la luz"
—Letanía de Devoción—