Entráis por una destartalada valla de metal, parece un almacén abandonado y sin vigilancia sino fuera por esas ratas que os observan y un par de “perros” en los cubos de basura, pero son muy grandes ¿no?. Avanzáis sabiendo que no estáis solos y por fin cruzáis la puerta, el cambio al mundo de los espíritus, siempre da esa sensación de remover el estomago. Todo cambia ahora es un enorme salón decorado con columnas y estatuas, de Jade y piedras preciosas un consejo al fondo sentado delante de una mesa os observa y espera…
Vais en forma Hominido claro ta.
¿Podrias explicar un poco que vengo a hacer a la corte y quien es/de que conozco a la chica que esta a mi lado?
La chicha que esta a tu lado la conoces de la entrada nada mas y vienes por un enviado reclamando viejos honores y sus consecuentes responsabilidades. que fue del mensajero lo dejo a tu elección
El frío aire de la noche roza mis cabellos púrpuras de forma suave y agradable, refrescante, cuando cruzo la sombría valla.
Hay un hombre a mi lado. No lo conozco, pero parece chino. Le miro a los ojos, inclino la cabeza y sonrío. Luego hago lo mismo con los “perros” y cruzo sin esperar al “extraño”.
Paso con cierta premura, temiendo los terribles retortijones que sé que pronto se apoderarán de mi… Pasan deprisa. No ha sido tan horrible como me tenía. Peor que una montaña rusa. Mejor que uno de esos columpios de vara retorcida, que solo sirven para marear.
Mantengo, con gran esfuerzo, la compostura y espero a mi desconocido acompañante, antes de aproximarme al Consejo.
-Buenas noches y bien venido; estáis los dos aquí por un reclamo desde San Francisco. Cojeareis el vuelo de esta noche privado y allí un taxi os dejara en el barrio chino. Encontrar al Maestro y servirle como al consejo mismo
¿Alguna duda?
(perdon por no ecribir, pero es eque tengo el ultimo examne de la carrera mañana y estoy un poco desconectado)
El consejo habla como una sola voz. Las órdenes son claras, aunque no la misión. Y, a pesar de que un enorme impulso me empuja a abrir la boca y preguntar, mi sensei ya me enseño en su día a callar y esperar: «El tonto habla, el sabio escucha…» Y así hago.
Supongo que mis dudas serán aclaradas en San Francisco. Supongo que el taxi nos llevará directos al “Maestro” y que, si no es así, el “Maestro” no será difícil de encontrar. Supongo que será él el que nos explique nuestra misión. Y que podré conocer a mi nuevo compañero un poco mejor durante el vuelo. Supongo que si el Consejo nos ha unido será por alguna razón… Aunque quizá todo esto sea mucho suponer.
Deniego con la cabeza la pregunta del Consejo (tal y como mi maestro me enseñó) y espero la señal para retirarme. «¡Paciencia!» Un consejo que debo darme a mi misma con demasiada frecuencia.
Despertando del ensueño en que me han sumido las palabras de la Corte asiento sin convicción.
¿Por qué desean alejarme ahora de las tierras que me vieron nacer? Tal vez me encuentren indigno de algún modo tras la muerte de los compañeros de manada, aunque no lo habían demostrado hasta ahora… Esta bien, mi tiempo aquí toca a su fin, tendré que esperar para poder entender lo que sucede.
Lanzo una ojeada a la que parece será mi nueva compañera, es un poco estrafalaria pero me causa una buena impresión por algún motivo, me parece que puede llegar a ser una buena amiga si se lo propone. Asiento asimismo a hacia ella, valorando y respetando su decisión de no hacer preguntas. Ya nos enteraremos de los detalles allí, si no podemos valernos ni para eso ¿de que le serviríamos a las Cortes?
Espero a que nos despidan formalmente y empiezo a andar hacia la salida, bullendo en mi mente imágenes del continente al que tenemos que ir, de todos modos, siempre me ha gustado viajar.
El Consejo nos despide con cierto desden, a mi parecer. La reunión ha concluido.
El que será mi nuevo, mejor dicho, mi primer compañero camina primero hacia la salida. Parece bastante inmerso en sus pensamientos. Su mirada es tan oscura como una noche sin luna, pero en noches así es cuando más nos parece que brillan las estrellas…
Traspasamos el umbral. Esa engorrosa sensación que me revuelve las tripas se apodera de nuevo de mí. Por suerte pasa más rápido que al entrar. Parece que me estoy acostumbrando ya a “pasar de un lado a otro”.
Cuando por fin nos encontramos de nuevo en el mundo terrenal, a las puertas del viejo almacén abandonado, avanzo un par de pasos rápidos para adelantarme al joven chino, y con una sonrisa me presento diciendo:
— Mi nombre es Tsutomu Suzume. Aunque puedes llamarme Suzu, si lo prefieres.
Vamos un poquito de roleo y de buen rollo ;)
En la entrada un Taxi espera para llevaros.
El ruido de las ruedas sobre el terreno mal pavimentado hace que no pueda escuchar la respuesta de mi compañero... No importa, he aprendido a controlar mis ansias por conocer todas las respuestas. Además, las palabras no suelen ser tan interesantes como lo es el lenguaje corporal. En el caso de mi nuevo amigo diría que se encuentra tranquilo, pero mentalmente muy lejos de aquí.
Subo al taxi emocionada por el viaje que nos espera. Nunca antes he montado en avión. Así que he de reconocer que estoy un poco nerviosa. ¡Me encanta vivir cosas nuevas!