Partida Rol por web

Hacia tiempo que vigilabais San francisco y sabíais que no erais los únicos las guerras han sido duras pero por fin se alcanzo un orden y llevabais tiempo sin trabajo serio, Y esta noche Hiei esta mas callado que de costumbre, afuera la brisa primaveral se cuela por los cristales rotos del piso abandonado en el que vivís. Por fin el silencio se rompe.

-Cachorros, Es ora de dejar que partáis. El Maestro pide de vosotros para una gran misión, es un honor que piense en mis discípulos, no seréis los únicos; pero si espero que los mejores. Mucho tenéis que aprender y entre ello que el mundo es Gris como el cielo nublado. Ahora es mi momento de partir se me reclama en otro lugar y otros discípulos que necesitan orientación. Ahora formular vuestras dudas, pues un alma con dudas es un alma intranquila y la intranquilidad lleva a la muerte prematura.

Shay camina ligeramente de un lado para otro, sabía lo que se les avecinaba aunque no se lo habían dicho, quizás su propio subconsciente lo tenía latente para soltarlo en el momento idoneo, la despedida, el final del camino y el inicio de otro, solos los dos...

Las palabras resuenan en sus oido según las va diciendo su mentor durante todos estos años... se acaba todo, una epoca en sus vidas... quizás la infancia... la práctica... quizás ahora empiece la vida como realmente la tenian que vivir...

Mira a Kuroi, su verdadero hermano.. después de tanto tiempo entrenando juntos habian forjado un lazo mucho mayor que el que tienen los hermanos de sangre, habían luchado juntos, sangrado juntos y vivido horrores juntos... y ahora tendrían también que vivirlos solos...

Cita:

Dudas... la cuestión es que ahora mismo solo le podía surgir una... sabía que en el momento en que su mentor partiera las dudas llenarían su cabeza, buscarian respuesta... pero solo podrían encontrarla por si mismas... ahora tenía que formular su duda...

- ¿Donde maestro?

Escucho las palabras de nuestro Maestro, consciente de que este momento llegaría. La oscuridad de mi pecho parece incrementarse, haciéndome más duro en este momento de vulnerabilidad. Su marcha me duele, y me hace sentir incompleto... pero sabía que éste era nuestro destino.

¿Por qué dolía tanto?

Hiei había sido mi verdadero padre. Le debía más que mi propia vida... Le debía mis vínculos con Shay, todo lo que he amado realmente, mi perspectiva ante el mundo, mi fe en la causa, mis capacidades en la lucha.

Ahora, partía a entregar ese mismo legado a otros niños...

Podía sentir orgullo.

Nuestro padre otorgaría esperanza a otros.

La pregunta era clara... ¿Hacía dónde ir?

Shay, siempre más precoz que yo, se anticipa, enunciando mis propias dudas mientras asiento con pulcritud, respetuoso.

Algo me impide mostrarme cercano en un momento como éste, con los sentimientos a flor de piel... Es como una barrera en mi alma, inhabilitando mis emociones, permitiéndome pensar con claridad.

-En el Barrio Chino hay una calle, La calle fantasma y en ella un templo, solo para los ojos que el Maestro quiera que vea. Ese es vuestro destino y aprender que ha veces males menores son necesarios.

Da un giro a su taza de té y espera

Escucho las palabras de Hiei con ciertas dudas...

¿La calle fantasma? Es lógico que nunca haya oído hablar de ella... Pero no conocía hombres con la capacidad de ocultar cosas a los ojos ajenos, ni siquiera entre los suyos. El Maestro debía poseer un gran poder, similar al de los grandes Shen.

Miro a Shay, buscando su reacción... y me apoyo en una de las paredes de la habitación, con las manos tras la nuca.

Males menores necesarios... Esta despedida...

¿Qué les depararía el futuro?

Mi mirada busca a Hiei, dejando a un lado la postura perezosa de hace un momento.

- Así se hará, Sifu.

¿La calle fantasma?es un nombre extraño para una calle, pero si el maestro quiere que vayamos allí, allí iremos.

Es el siguiente paso en el aprendizaje, la independencia, la soledad... aunque para mi no será tanta... tengo a mi compañero o mi hermano como era nuestra unión practicamente.

- Así será maestro.

Agacho la cabeza esperando sus palabras o que se retire si ha terminado.

-Bien, cachorros no esperaba menos de vosotros.Sopla perezosamente su taza y os mira entre el bao de la misma.

-Tendréis que aprender a reprimiros; o el maestro se pondrá duro.Bebe un poco de la taza y le da otra vuelta. Deja reposadamente la taza y se incorpora.

-Bien cachorros un ultimo truco. De repente se hace pequeño y negro, un cuervo; no un Tengu lanza una mirada de tristeza y orgullo mientras se posa en el alfeizar. Agacha la cabeza y sale por la ventana.
En el lugar donde se sentaba dos plumas negras perladas.

Escucho a Hiei, con atención, con la misma presteza que siempre habita en mí, deseando retener cada palabra. Un hambre de conocimientos que no ha cesado, siempre alerta, siempre anhelante.

Cita:

Mi cuerpo se inclina ligeramente, mostrando mi respeto.

- Tú nos enseñaste, Maestro.

Observo su taza de té, perdiéndome en el color pardo y sanguinolento... Agua que deja de ser agua, para convertirse en algo más, trascendiéndo, dejándose hacer, dejándose ser... Me gustaría ser como el agua, capaz de adaptarme a todo. Capaz de asumir las nuevas circustancias sin dolor, sin pena, sin sensación de sacrificio.

Sonrío, mirando a Hiei con una actitud nueva, entregada.

Cita:

- ¡No le defraudaremos, Sifu!

Mi voz parece llena de una energía que puede parecer simplemente entusiasmo adolescente, pero que esconde una confianza plena en nuestro aprendizaje durante estos años.

Cita:

Mi mirada se centra en Hiei, expectante. Sin embargo, lo que veo no puede resultarme más controvertido, más increíble, menos cierto y a la vez tan real... Tan sencillamente perturbador... mágico y a la vez incoherente.

¿Hiei? ¿Un Tengu?

- ¡Sifu!

Observo como su cuerpo cambia... y su mirada se posa en nosotros antes de abandonarnos. No puedo evitar correr hacia él... sin llegar a alcanzarle, con la cabeza y la lengua llenas de preguntas.

Mi mirada busca a Shay, desconcertado. Mis pasos me hacen acercarme a su asiento, a su taza de té, acariciando las plumas que reposan en su cojín.

¡Un tengu...!

La vista se me concentra en el horizonte, admirando lo lejano que queda y lo bello que puede llegar a ser su propia eternidad.

Las ultimas palabras del maestro prefiero escucharlas así, a espaldas de la voz y de frente al mundo.

Cita:

Asiento al unisono sin giramente, oyendo el soplido que lanza a la taza que porta en sus manos.

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Supongo que será algún poder que no nos ha enseñado antes, pero de repente oigo el aleteo de un pajaro y me giro sorprendido al escucharlo.

El cuervo en el que se ha convertido el maestro ya vuela por los aires y se marcha.

- Pero... ¿como?...

Mi mente no alcanzaba a entender como en 15 años y pudiendo ver a los shen como realmente eran podía haber pasado tal cosa por alto.

Arqueo ligeramente la ceja mientras veo lo que brilla en la pata de lo que era el maestro antes, ahora un pajaro...

Dirijo mis palabras a Kuroi el cual está tan sorprendido como yo en estos momentos, y no es para menos.

- Aquí hay algo raro, al maestro le brilla algo en una pata, como si fuese anillado... como si estuviese registrado.

Mi mirada se encuentra a la de Shay, igualmente perpleja y confundida... Como si fuéramos víctimas de un hechizo, de un engaño, de un truco perfecto.

Cita:

Silbo con cierto cinismo, dejando claro que no tengo ni la más remota idea.

Cita:

- ¿Algo raro? ¡El Maestro tenía patas! ¡Alas!

Miro a Shay intentando centrarme en lo que me detalla, dejando a un lado lo asombroso de la situación.

- ¿Una anilla, dices? ¿Como una identificación de ave?

Llevo mi mano a mi nuca, acariciando mi sien y revolviendo un poco mi pelo, mientras pienso, sin dejar de mirar las plumas en mi mano.

- ¿Qué crees que será?

Mi mirada se torna ligeramene extrañada, cada vez más. Las palabras de Kuroi no hacen demasiado por cambiar esa mirada, ese rostro, ese pensamiento.

- No lo se, Kuroi... no lo se.

Después intento restarle importancia y fuerzo una ligera sonrisa para quitarle hierro al asunto, reposo la mano sobre el hombro de Kuroi.

- Vamos hermano, debemos prepararnos.