Partida Rol por web

Buen trabajo, ángeles. Ahora poned rumbo al puerto. Allí os estará esperando un barco para salir de la jurisdicción de los EEUU.

Mientras, en el despacho oval, el ordenador seguía encendido. El techo, como estaba abovedado por el centro, no llegó a aplastar el escritorio, pero había tapado la parte baja del ventanal dejando la sala a oscuras.

¿Hola? ¿Hay alguien? Me siento como si les estuviera contando un cuento a unos niños pequeños.

Trump se levantó de su escritorio y cruzó el pasillo del Air Force One hasta la cabina del piloto.

Busca en tu radar un helicóptero en las cercanías de la Casa Blanca. Quiero que lo embistas en estructura circular.

Con todos los respetos, señor Presidente, los aviones comerciales no vuelan lo suficientemente bajo como para quedar a la altura de los helicópteros.

Trump le puso la mirada de "me han robado unas elecciones y no estoy de humor".

Está bien, señor Presidente. Lo haré.

Con lo bien que estaría en el cementerio de Baltimore, de juerga con los otros Tom Cruise.

Unos minutos después, la sombra del Air Force One se proyectaba por el helicóptero de Carola dejándoles en completa oscuridad. El endeble helicóptero no resistiría el impacto. Carola intentó maniobrar, Tankman pasaba las hojas del nigganomicón buscando un hechizo para la situación, Greta hacía cosas de Greta, el Rey Ezequiel valoró la probabilidad de arrojar su escudo cual Capitán América (el de verdad, el Capitán América Falcon), Peter trataba de arrancar de cuajo uno de los dos patines del vehículo para tirárselo al Air Force One como una lanza, Nadya preparaba un discurso... O simplemente cambiaban de opinión y hacían otra cosa totalmente diferente.

Greta miró al cielo con el ceño fruncido. La anormal y súbita oscuridad le hizo pensar en algún tipo de catástrofe medioambiental pero cuando vio que tan solo se trataba de un avión, se tranquilizó.

-Baja todo lo que puedas y vuela al ras, Carola. Ellos no tienen nuestra maniobrabilidad. Y a ver si consigo fastidiarles un poco -dijo centrándose en el avión. La silueta del piloto apenas era visible, pero centró en él sus esfuerzos. La mente de Greta, culebreó por el cerebro del mismo y pronto empezó a hablarle telepáticamente. Fue una suerte que la voz mental de Greta no fuera la que tenía cuando hablaba sino que pudiera modularse con facilidad para asumir el rol deseado.

Carraspeó, ordenó los datos que había conseguido parasitar y habló a aquel pobre hombre.

-¡Pete! ¿Me oyes? CRRRRRJJJJJJ ¡Pete! Soy yo, papá -le dijo Greta, atacando a saco el dolor del piloto por la pérdida de su padre, mientras imitaba sonidos de una fallida transmisión por radio-. Sigo aquí, CRRRRRJJJJJ, en Vietnam, en medio de una selva quemada por el napalm y el agente naranja. CRRRRRRJJJJJJ. Necesito que vengas a por mí, necesito que me salve. CRRRRRJJJJJ. Dios, se acercan esos amarillos. Rápido. ¡Ven! CRRRRJJJJ No sé cuánto podré resistir. Ya vieneeeeeeen. CRRRJJJJJJ -el falso ruido de la estática fue desapareciendo. 

El Rey Ezekiel observó cómo el Air Force One comenzaba a descender para arremeter contra el helicóptero. El afroamericano estaba seguro de que el pequeño transporte en el que huían no resistiría el golpe. En esos momentos, en su mente solo oída música gospel, rap y reggae, en una mezcla de lo más inquietante.

-¡Acelera, capitana! -le gritó a Carola, viendo el Air Force One se les echaba encima. A juzgar por su comentario, casi diera la sensación de que pensara que el helicóptero se manejaba igual que un coche-. ¡No dejes que nos alcance ese puto naranjito!

Todo había salido como he planeado, si bien hacerse la gran Misión Imposible no era del todo la mejor idea porque solo sucede en las películas de Hollywood, en esta ocasión sí que ha salido. Uno a uno fueron subiendo mientras intentaba no dar de lleno con las aspas del bebé metálico que estoy conduciendo. 

El asunto es que ese gorila del presidente da un paso más y saca ese avión que si bien a ver como se las ingenia para volar tan bajo, la idea de lo que creo que va a hacer es muy suicida. Pero se intentará de alguna manera y Greta tiene un plan. 

—Tu mente es la mejor baza, a lo tuyo—digo sonriendo y Ezequiel me alienta—. Eso intentaré. Recuerda que si sobrevivimos a esto, tenemos cita tú y yo. 

Le guiño un ojo y comienzo a sobrevolar con el helicóptero, bajando un poco así el avión no puede descender para pillarnos. 

El sonoro ronquido de Tanzania fue una elocuente respuesta.

Algo tenía ese vejete con dormirse en los medios de transporte.

Pués mientras todos hacían cosas de ellos...Nadya se puso a verificar unos papeles que había traído consigo, bien engrapados y ordenados alfabéticamente. Perfecto. El Informe traía un compendió de ofensas y exigencias de respeto y derechos de las mujeres, que pensaba exponer, pero... En un simple movimiento alzando los papeles el viento se los llevó. Pero que viento tan machista... ¡¡¡De verdad!!!!. Con el lanzallamas improvisado empezó a quemar todo lo que veía y con algo de poder táctico le haría algo al Peluca de Mapache pintado. Estoy muy enojada. Decía con un tono tétrico. Con mi habilidad el viento derribará algo.

Pank hace...lo que se esperaba de él, algo estúpido y temerario. Peter arranca el extintor del helicópero y se asoma por la puerta del mismo...aunque en un extraño alarde de previsión se ata la cintura con una correa del interior, debía estar pensada para sujetrar ametralladoras...y él se iba a convertir en una.

Tira de la anilla, enfoca aquella cosa que parecía una manguera o una trompeta y apunta a air force one. En su cabeza el plan era perfecto, porque las hélices del helicóptero impulsarán los polvos blancos hacia arriba, igual que aquel día en casa del Navajas con un poyo y un ventilador...menuda movida aquella. Total que los polvos rodearán al avión y con suerte...con mucha suerte...los jodería vivos...como aquel día en casa del Navajas con un poyo y un ventilador...

Pero aquellos polvos no eran mágicos...no volaban....ese extintor era de espuma densa y cual si fuera nata montada, sale de la trompeta...y vuelve a caer en la cara del punki. Aunque ahora seguro que no se le caía la cresta...probablemente nunca más.

No importaba mucho que Carola tuviese la muñeca con la flexibilidad de un jugador de videojuegos de cuarenta años. Ni que Tankman durmiese como si estuviera viendo una TV-movie de sobremesa. Ni que Peter Pan hubiese logrado el milagro navideño de hacer nevar. Aún tenían a Nadya.

El espray cruzó la llama del zippo convirtiéndose en una lengua de fuego.

Por desgracia, la llamarada se quedó a escasos dos dedos de la cabina del piloto. Pero algo pasó cuando Maverick vio el fuego. Un fusible saltó en su pequeño cerebrito.

¿Papá? No, papá... El napalm no... No quiero comer napalm nunca más. Papá, déjame...

El piloto dio un volantazo, si es que se le puede llamar volante a los mandos de un avión, y el Air Force One hizo una maniobra evasiva alejándose del helicóptero.

¡Qué haces, maldito siracusani aretusei! ¡Los vamos a perder! ¡Es la última vez que contrato a un actorucho de tercera para pilotar el Air Force One!

El presidente forcejeó con Maverick, que lo noqueó de un puñetazo.

Lo siento, señor presidente. Pero debo ir a Vietnam a estrellar este avión para vengarme de mi padre, que me pegaba de niño.

Carola puso rumbo hacia el puerto. En breve aquella aventura iba a terminar...