No me hacía mucha gracia tener a aquella mujer de niñera. Prefería estar solo y a mi bola... aunque realmente no pudiese estarlo dadas las circunstancias. No se preocupe agente. No creo que vaya muy lejos. Respondí señalando mi abdomen. Lo cierto es que no me dolía, tan sólo me tiraba un poco, pero era por la tremenda cantidad de calmantes que me habían suministrado. Seguramente, dentro de unas horas, suplicase por una nueva dosis, puesto que la herida en si y tener que rebuscar y remover aquello....
No me dió tiempo a pensar en ello mucho más. La inquieta agente se disculpó ante mí, teniendo que irse al "tocador". Sí.. vaya forma de vigilarme... Menos mal que mi vida no depende de ella... Pensé tras sus palabras y la seguí con la vista hasta que salió de la habitación... y volvió a entrar. Sí, lo se... puedo sentir su aliento en mi nuca, agente. Le dije con tono humorístico mientras trataba de dibujar una sonrisa amable en mi rostro.
Nada más irse, relajé mi cuerpo en la cama. ¿Y ahora qué? Pensé, esperando quizás una respuesta divina. Esta no tardó en producirse, aunque no de la manera que yo esperaba. Aquella voz, era como si mi cabeza fuese a estallar con cada una de sus palabras. Tomó con facilidad posesión de mi cuerpo, haciéndome levantarme de la cama de una manera bastante desagradable, aunque debía de reconocer que la estupidez con aquel aparato y mi ritmo cardiaco tenía gracia, no pude disfrutarla por el dolor que generaba su voz en mi.
Me sacó de la cama y me llevó hacia la puerta indicándome sus claras intenciones de ir a visitar a Michelle. Joder! Vale! Exclamé en un susurro de dolor. Puedo ir solito, Freddy. Creo que no lo hice tan mal hasta ahora como para que no me permitas seguir a mi sólo con todo esto... refunfuñé por lo bajo, deseoso de recuperar mi propia movilidad a la par de que cesase ese dolor cada vez que hablaba.
Te llevaré ante ella... pero déjame a mi. Soy un tipo muy especial y tus bromas no forman parte de mi personalidad. Sabrían que algo me pasa... Y no se equivocarían... Vamos, Fred, déjame demostrarte que si quiero colaborar y no ser una marioneta de nadie. Susurré finalmente, esperando recuperar el control de mi cuerpo y dejar de sentir ese dolor en mi cabeza con su voz.
Desde luego el reunirte con esos chavales tampoco te había dado mas pistas.
Como mucho sabías que lo que pasó en la cafetería había sido ...¿real?. Bueno, los chavales eran los mismos que es tu sueño. Y al parecer ellos también habían tenido una pesadilla como la tuya. Mejor dicho... La misma pesadilla que la tuya. Y al parecer algo de eso se había hecho real: La muerte de Erza y quemaduras graves en Michelle.
No sabías exactamente porqué, pero sentías que su vida, destino.. la mierda que los filósofos quieran, estaba ligada a ese grupito de mierda. Y aunque odiases estar cerca de aquellos palurdos temías tener algún vínculo con ellos.
Estabas a punto de encender tu cigarrillo, justo en la puerta del hospital cuando sentiste una mano sobre tu hombro.
- Señor Tozier. Lo siento por sus amigas- El profesor Rickman miraba también a tu alrededor como si buscase al alguien mas. - ¿Donde están el resto de sus compañeros? Espero que hayan ido al Instituto! Bueno, le acerco en mi coche. No creo que quiera perderse las clases! -
Añade como dando a entender que no aceptará un no por respuesta.
Richie estaba a punto de fumarse un cigarro, pensativo respecto a todo lo que había escuchado y visto…desde luego parecían ser todos unos memos y unos chalados, sobre todo el que se metía con la asiática…pero no importaba…lo que más le “jodía” era el hecho de que sentía que lo que les ocurriera a ellos también le podría pasar a el…y eso era algo que le ponía de los nervios.
Pero apenas pudo pensar algo más porque de repente el profesor Rickman apareció haciendo que el cigarrillo se le fuera de las manos y acabara en el suelo.-Ugh…-Suspiró con resignación.-Buenos días señor Rickman…-Saludó con un tono de voz de lo más monótono.-No eran mis amigos…ni siquiera las conocía…al igual que el resto de personas…-Prosiguió mientras el profesor le miraba como si no fuera a permitir que Richie se saltara las clases ese día. Con suavidad empezó a asentir, abrazándose a su propia mochila un tanto desesperado.
En buen momento decidió ir al hospital…si lo hubiera sabido ahora mismo estaría en casa buscando información y pistas de verdad…
No necesitabas saber donde ir.
Fred/Tu asomo la cabeza y sonrió con tu cara bajo el dindel de la puerta de tu habitación. Echó una mirada al interior y recogió una percha de esas de las que colgaba el suero. Seguramente para parecer que eras uno de esos enfermos de hospital a los que se les deja andar por los pasillos.
Con tu mano recoges el otro extremo del tubo y le pegas una chupada al contenido de la bolsa de suero.
-Un tentempie, Ed... jajajaja- rie por tus adentros Fred
Sabias muy bien donde estaba la habitación de Michelle. Tampoco es que fuera muy difícil ir a la UNIDAD DE QUEMADOS. Solo había que seguir el rastro del olor en esa planta y seguir el rastro mas fuerte, que por algún motivo, era mas fuerte, como si otra nariz ademas de la tuya siguiera un rastro. También podría ser porque Michelle estaba dormida y Fred sabría mejor que nadie donde se encontraba su cuerpo.
Por tu lado pasaba ente y médicos rápidos y ninguno te miraba. Por ningún lado se veía a la patosa de la ayudante del sheriff. Incluso te cruzaste con la madre pelirroja de Michelle que parecía ir a la maquina de café y apenas te miró de reojo. Sin embargo al verla sentiste que realmente Michelle estaba sola en ese habitación.
Y así era.
Al llegar a la puerta el olor a las quemaduras en la carne te produjo cierta sensación de malestar, aunque la misma no venia de ti. ¿Miedo al fuego? ¿Desde cuando lo has tenido tu? Sin embargo si notaste como la duda entraba en ti al pasar la puerta y notar el olor.
Tus manos cerraron la puerta dejándoos a solas. A los tres. Solo que ahora si eras ya dueño de tu cuerpo.
- Vamos Ed... Alegrame el Día...- Susurro una voz dentro de tu animándote a... algo...
Lo siguiente que viste, fué el rostro quemado de Michelle, con los ojos abiertos mirándote, aunque parecía dormida por dentro, realmente.
No le temía al fuego, pero tampoco era un estúpido y sabía lo que podía hacer. Pero ese olor, mezclado con la vaselina que se les da en la piel a los quemados... el de las costras carbonidazas en la piel, las cuales se irían cayendo poco a poco, cuando el mismo cuerpo las rechazase... Si vivía tanto como para eso. Aquel olor era vomitivo, o al menos eso me pareció en el primer momento.
Pero cuando recuperé el control de mi cuerpo, mi olfato se normalizó... o quizás me acostumbré a ese intenso olor de golpe. Daba igual, Freddy me había llevado allí por un motivo y no era precisamente el de valorar el olor de la habitación de Michelle. Me acerqué lentamente a ella, procurando no tocar nada de la habitación. Sentía como sus ojos estaban clavados en mí, no dejaba de mirarme. Me detuve a su lado, sabiendo que Fredd ansiaba algo de mí...
Clavé mis ojos en los de Michelle, estaba dormida, eso seguro... pero... ¿con los ojos abiertos? ¿Realmente eso era posible? Entorné la vista, centrándome aún más en ellos... Y sí... ¿Y sí no tuviese párpados que cerrar? La curiosidad me podía, me sentí tentado en meterla un dedo en el ojo para comprobarlo, pero alguien quería otro tipo de diversión.
- Lo siento Michelle, eres tú o yo... no tengo elección. - susurré en su oído mientras cogía la manguera de suero que comunicaba su cuerpo con el gotero y se la enrosqué en el cuello. Sabía que el otro extremo se soltaría en cuanto se tirase con fuerza de él, así que me aseguré de pasarlo de tal manera, que no ocurriese, pero que pareciese algo accidental... o cuando menos, que Michelle hubiese podido hacer sin ayuda.
Estaba todo listo, tan solo debía dejara caer parte del cuerpo de Michelle por el lado opuesto al del suero para que el ahorcamiento funcionase. - Se que no es el tipo de muerte de tu agrado, Fredd... pero... no tengo tus cuchillas, ni creo que las encuentre en esta habitación... tendrás que conformarte con esto... - Sujeté con fuerza el cuerpo de Michelle, listo para tirar de ella y terminar con mi "encargo".
Tan solo con ponerla de lado, Michelle cae a un lado.
No hace mucho ruido en realidad.
Su cuerpo cuelga por el tubo asfixiándola, cada vez mas y mas. Sus pies golpean en vano el suelo, resbalando una y otra vez al lado de la cama. Como si estuviera en una extraña danza con el suelo mojado y no pudiera levantarse. Sus brazos quemados arrancan las vendas intentando asir el cuello sin éxito, dejando ver jirones de piel quemada.
En ese momento, aunque estaba dormida y pudieras sentir alivio por una muerte tan compasiva, ves que sus ojos esta abiertos como antes solo que esta vez es distinto.
Te miran.
Miran fijamente a tus pupilas y en ellos hay una sola pregunta. ¿Por qué? Pero si las palabras intentaron salir alguna vez quedaron mudas por un leve gorgojeo que salia de su garganta. Poco mas.
Casi se te hace eterno. Tanto lo que Michelle aguanta sin respirar como la risa que inunda tu cabeza. Maldita sea!! Poco a poco los pies dejan de moverse, dejando de rascar el suelo. El pecho de la pelirroja deja de moverse convulsivamente, ansiando algo de aire. Y todo se paraliza y el silencio vuelve a reinar en la habitación.
Salvo por dos cosas, la tranquilidad de la habitación se ve mermada.
Una es el sonido continuo de la sonda que mostraba la actividad del corazón de Michelle, ahora un pitido constante. Y la otra, que te sientes observado. No es como si en tu cuerpo estuviera Freddy también. Es como si alguien mas en la habitación cerrada, estuviera mirando lo mismo que tu.
Y Fred ríe y aplaude en tu interior.
Miré en silencio como Michelle perdía poco a poco la vida, como se aferraba a ella en un inútil gesto de lucha y supervivencia. Sus ojos me miraban, buscando una respuesta a mis actos. ¿Qué podía decirle? ¿Qué lo sentía? Sabía que en realidad no era así, es más... mi rostro dibujaba una leve sonrisa de satisfacción viendo las últimas bocanadas de aire que daba la joven pelirroja. Aún así me acerqué a ella lo suficiente como para asegurarme de que me escucharía, antes de que su vida se esfumase.
- No es nada personal, si eso te preguntas. Simplemente que tuve que elegir entre nosotros dos y eso hice. - Me separé nuevamente de ella, sintiendo a Fred disfrutando y regocijándose en mi interior. Su risa inundaba mi cabeza, aunque esta vez al menos no me dolía... demasiado.
Puse mis manos sobre mis sienes, deseando que dejase de reirse, sintiendo que mi cabeza estallaría a la par que la muerte se llevaría a Michelle. La joven dejó de patalear, su pecho se detuvo... la risa en mi cabeza se esfumó. Ya estaba hecho, no había vuelta atrás. La máquina que controlaba sus latidos, comenzó a dar aquel pitido constante, indicando la parada cardiaca de la chica. Di un paso hacia atrás, luego otro. Sabía que debía irme antes de que las enfermeras llegasen alertadas por la alarma.
Y entonces lo sentí... ese escalofrío en el cuello, esa sensación de sentirte observado. La habitación estaba vacía cuando entré... ¿Seguro Ed? ¿Acaso lo comprobaste al entrar? ¿O seguiste los pasos que te había marcado Fred sin asegurarte las espaldas? - pensaba para mí cuando me giré con brusquedad, buscando a quien en silencio, podía estar observando el acto tan atroz que acababa de realizar y ser testigo silencioso de todo el proceso.
¿Quién podría estar viendo todo esto y no intervenir, ni socorrer a Michelle?¿Quién puede tener tanta sangre fría?
Nada.
Ni la mas remota idea de quien pudiera ser. Pero esa sensación de que alguien había allí, observándote no se te iba de la cabeza. La risa de Fred te taladraba la cabeza tan fuerte que te producía hasta dolor de cabeza.
-.Jajjajaja.- Sonaban aplausos en tu cabeza- Eres un artista Ed. Puede que me seas útil.-
En ese momento la puerta se abrió de golpe por la madre de Michelle, que con el café en la mano miró hacia el interior de la habitación. Primero a ti, confusa por tu presencia y después a su hija, ahorcada muy cerca de su cama, como si se hubiera caído accidentalmente.
La madre de Michelle dejó caer el vaso al suelo y profirió un grito de angustia. Tras ella entró corriendo varios médicos y por último la sheriff Mills que viendo la escena y allí en medio te miró con cara extraña y tiró de tu brazo para sacarte.
-¿Pero que ha pasado? ¿Que haces ahí dentro? Te acaban de operar!
Puede que todo ocurriera muy rápido. Pero sentiste como eras de nuevo el dueño de tu propio cuerpo y poco a poco la sensación de que Fred estuviera en tu interior se desvanecía cada vez mas y mas. Tan solo un susurro en tu interior quedó.
- Tráeme... a ... Amanda...
Verla morir así me había excitado, pero esa sensación de ser observado y Fred dentro de mí, no me permitieron disfrutar de esa sensación. Mejor así, puesto que de lo contrario, la erección hubiese sido expontánea y difícil de ocultar con aquel camisón abierto por detrás que permitía que todo el que se colocase a mi espalda me viese el culo.
Continuaba mirando a Michelle, en silencio... mientras Fredd se divertía y disfrutaba en mi cabeza, la cual comenzaba a doler cada vez más. El grito de su madre, corriendo hacia la cama, me hizo salir de esa especie de trance. Di un par de pasos atrás mientras la mujer gritaba y la habitación comenzaba a llenarse de médicos o enfermeras. No estaba seguro de que eran, pero si de que se trataban de profesionales del hospital.
Sentí el tirón en mi brazo y como me sacaban al pasillo sin oponer resistencia alguna. Las palabras de la sheriff Mills se entremezclaron con la petición de Fredd, quien parecía dejarme al fin. - Yo... yo... - Tibuteé. La verdad es que no sabía lo que me había dicho, Freddy había acaparado toda mi atención.
Miré hacia el lugar donde venían las voces, la habitación de Michelle. - Me dijeron que estaba aquí... quería ver que tal estaba y... - Dije en voz baja, agachando la cabeza ante el rostro enojado de la mujer. - ... Llegué tarde.
Susan se llevó a Ed casi a rastras a su habitación
Por el camino le reprendía y le decía cosas como "no deberías estar ahí" y cosas así. Pero Ed apenas levantaba la cabeza del suelo. Su mente parecía estar casi sumida en un sueño mezcla de placer con pesadillas tipo película de serie B.
Si, habías matado a alguien, por primera vez en tu vida. Y por mucho que una parte de Fred se te hubiera metido dentro, en tu interior aún dudabas de si realmente lo hubieras hecho simplemente si te lo pedían por favor.
Al llegar a la habitación Mills te dejó en la cama y empezó a hablar por el teléfono con la central.
- ¡Vamos, Peggy, pásame con Bennar! ¿Que no está? ¿Y dónde está? ¿Cómo? ¿Que el chico a escapado?- te miró de reojo y suspiró.- ¿El señor Tyler? Menudo lío! Bueno déjalo. Ya le busco por radio.
Mills colgó el teléfono y con cara de preocupación te miró.
- Tengo que irme, chico. Al parecer al señor Tyler lo ha rajado tu amigo el rastas y ademas ha escapado de la comisaría. No se que tenéis entre manos pero... Mas te vale no moverte de aquí!- Dijo seriamente saliendo por la puerta.
Mills supuso que tampoco ibas a irte a ningún lado con la tripa vendada, sin embargo, ya no notabas dolor ninguno. Eso sumado a que, por algún extraño motivo, ya no era por la mañana si no medio día, posiblemente hayan hecho mejorar tu cicatriz.
- Tranquila agente... - Me quejé de como me llevaba la mujer. - ... acabará saltándome los puntos. - Su mirada fulminante me hizo guardar silencio y entrar en un estado casi de letargo, recordando lo ocurrido. Como me hizo sentir. Realmente me sentí poderoso y fue excitante. Sentí. Por fin sentí algo.
Para cuando me quise dar cuenta, estaba en la cama. La herida generada por el balazo no dolía tanto y el sol estaba bien alto. La agente hablaba por teléfono con la central y... parecía que tenía novedades.
- ¿Cómo que se va? - Pregunté estupefacto. - ¿Traernos entre manos? Eso loco me disparó y ahora raja a Cliff y ¿nosotros somos los malos? Yo... yo... solo fui a ver si Erza estaba bien... ¡y casi muero! - Miré fijamente a la mujer. - ¿Realmente me va a dejar aquí, sin protección, mientras ese... cabrón está suelto y ...? - Me llevé las manos a la cara y me la cubrí, dejándome caer sobre la almohada. Sentí... - Seguro que no tardará en venir a terminar lo que empezó.
- ¡Mierda! ¡¿Dónde quedó aquello de servir y proteger?! - añadí cuando vi como salía por la puerta. - ¡No se preocupe, estaré aquí esperando a que venga a matarme! - grité nuevamente en vano. Sabía que no volvería. Corría en busca de Bennar como si de un perrito faldero se tratase. Me quedé unos instantes mirando el techo, recordando lo que había hecho. Disfrutando en la soledad de la habitación de ese momento. Había sido mi primera vez con una persona. Siempre había fantaseado como sería, como me sentiría al hacerlo. Pero de lo que imaginé en su día a la realidad... no era comparable.
Me recreé en el momento de su muerte, en su mirada, su sufrimiento... sentí como mi cuerpo reaccionaba. Me levanté de la cama y me fuí al baño de la habitación, puesto que pensar en ello, recordarlo, me provocó una erección descomunal y, debía aliviarme.
Tras lavarme las manos, salí bastante más tranquilo del baño, aunque aún tenía a Tyler en mi mente. Quizás lo mas sensato sería largarme de allí lo antes posible. Sabía quien no me mataría en sueños, pero la vida real y Freddy estaban un tanto alejados y Tyler era mi mayor problema en ese momento.
Me dirijí a los armarios de la habitación y busqué mi ropa. En cuanto la encontrase me vestiría, cogería mis cosas y saldría de allí. Mierda... ¿dónde estará mi jeep?