(toma las arras y las entrega al novio)
-Patrick, recibe estas arras como prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir.
Listo, ahora pueden interrumpir.
En la semana pongo turno y el domingo que viene, dios mediante, la cierro, excepto quizás para las hancock, aunque también puede ser que sí jeje.
De todas formas,quería deciros que estos votos los hicieron Susanne y Collins y me los enviaron para ponerlos aquí.
El nudo en la boca del estómago no se le quitaba, mucho había ensayado los votos matrimoniales estando a solas y siempre olvidaba alguna frase o palabra, por suerte no ocurrió nada de eso durante la ceremonia que estaba a punto de culminar pues sólo faltaba que el Padre pronunciara las últimas palabras y ya diera por sellada la unión.
Seguía sintiéndose como en un sueño. Parecíale que fue ayer cuando vio a Patrick por primera vez en esa campiña. ¿Cómo olvidar la impresión que éste le causó? ¿Cómo olvidar lo mal que se sintió cuando éste, en un principio, pareció mostrar interés por su hermana?
Recordaba, sí, recordaba. Recordaba el día de la fiesta, el día en que sus corazones se abrieron el uno al otro, el día en que se produjo aquél quiebre entre ella y sus hermanas; el día en que estuvo en boca de todos y a punto estuvo de convertirse en la vergüenza de la familia. Pero aquél día había quedado atrás y, pese a que seguía en boca de todos pero ahora por razones muy diferentes, sabía en lo más profundo de su corazón que aunque tuviera la oportunidad no cambiaría nada de lo ocurrido. Era feliz, pese a todo era feliz y estaba con el hombre que amaba. Soñaba, sí, soñaba. Soñaba con el futuro, con su futuro, con el futuro de ambos. Soñaba con ser la madre de sus hijos, con envejecer junto a él. Soñaba con sus hijos y los hijos de sus hermanas corriendo por el jardín, con una casa llena de risas y alegría. Soñaba con ser feliz y hacerlo feliz. Soñaba con él y con su amor.
-... que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre -oyó decir al Padre Thomas-. Patrick, ya puedes besar a la novia.
Las manos de ambos seguían entrelazadas, mas ahora los ojos de Sue, todavía tras el velo, estaban clavados en los de su esposo.
Elizabeth observaba con felicidad, y, a la vez, con cierta tristeza, cómo su hermana les era "arrebatada" en pos de una nueva vida llena de felicidad para ella misma.
Evita un suspiro. Era algo inevitable, y, la verdad, prefería que fuese con ese hombre, quien parecía amarla verdaderamente, y podía cuidarla bien, que con cualquier otro que no tuviese ni dos dedos de frente...
Mira a Anabel, quien también estaba pendiente de la boda, y se pregunta si ella también se dedicaría a ser feliz ahora. Eso esperaba, puesto que también se lo merecía. Entonces mira a Francis...
¿Ellos también merecían ser felices? Eso esperaba. De lo contrario, rengaría y renegaría hasta alcanzar su mundo ideal. Y todos sabían que era muy capaz de remover cielo y tierra, sin importarle lo que dijesen o pensasen los demás.
En cuanto consigue que el Lord la vea, le sonríe de forma desafiante, como si él hubiese sido partícipe de sus pensamientos, cosa que para nada era así, y lo que haría, muy seguramente, que se preguntase a qué se debía su sonrisa. Pero le daba igual, ya se lo explicaría con dibujitos más adelante.
Río leve, para que nadie la escuchase, y luego se volvió a centrar en Sue y Patrick.
Desde luego, estaban hechos el uno para el otro... Sólo esperaba que el último no sufriese un cambio repentino, y siempre, siempre, tratase bien a su hermana... De lo contrario...
Bueno, de lo contrario, "ya se vería", no pudo evitar pensar con malicia...
El sacerdote mira a la pareja con suma felicidad. En los ojos de él ya no hay ni rastros de aquella obscuridad que todos los presentes vivieron aquella vez. Este hombre es uno nuevo, uno que ha resurgido de las cenizas.
-Que el amor de Dios bendiga a estos jóvenes y les dé fuerzas en los tiempos de pérdida e ilusión en los tiempos de ganancia. Que en su vida esté el amor, por sobre toda las cosas, y que de traer hijos a este mundo, los llenen de su espíritu y bondad. Benditos sean.
Sonríe con picardía y dice:
-Patrick, ya puedes besar a la novia.
Todos los presentes se emocionan y hay más de uno que aplaude. Varias señoras se secan los llorosos ojos de la emoción del momento. La ceremonia está dando fin.
Aprovechen a felicitar a la pareja y postear gente que el domingo se termina :)
Al final, después de tanto dolor, de tanta incertidumbre, de tanta muerte, había llegado el momento: el momento más feliz de su vida.
Allí, en la misma iglesia que había defendido contra el horror más inenarrable, donde se habían refugiado en una cuarentena que todos en Winfield recordarían, pero que fuera de sus límites estaba condenada al olvido, condenada como tantos y tantos compatriotas suyos, obligados a sufrir el yugo inglés, condenado como la memoria de tantos y tantos sacrificios anónimos en nombre de aquella vieja nación... Pero aquellos pensamientos, fúnebres aunque ajustados a la realidad, no debían empañar aquel prometedor comienzo. Quizá no tuviera el poder suficiente para cambiar lo que era injusto, no en naciones, ni en grandes urbes. Pero en Winfield, el lugar que había aprendido a amar como parte de si mismo, si podía en estar en disposición a hacer de la vida, dentro de sus posibilidades, algo mejor para todos.
Pero para él, lo más importante ahora el bienestar y la felicidad de su Susanne, en primera instancia. El resto, venía después. Miró sus ojos, los mismos ojos que había mirado el día de la fiesta en Skylands Mannor, el día en que selló sus labios con un beso por primera vez. Escuchando al sacerdote, miró el retablo, modesto y funcional, y pensó en aquella frase del primer borbón, que ahora modificó para ajustarla a los avatares de su propia vida: Susanne bien vale una misa.
Las arras cambiaron de manos, y las suyas temblaron un poco, por la emoción del momento. Después de pronunciar las palabras que les atarían durante el resto de su vida, miró al padre Thomas cuando dijo sus últimas palabras, y al más puro estilo irlandés, rodeó con sus brazos a la novia, e inclinándola hacia atrás (bien sujeta en todo momento) para pasmo de viejos y retrógrados, inclinó el torso y, acercando su rostro al de ella, sin dejar de mirarla a los ojos, selló sus labios con un beso, el primer beso de su matrimonio.
De fondo, sonaron enérgicas las campanas.
Me levanté, sonriendo cuando fueron declarados marido y mujer, con la mano de Anabel aún en mi brazo. La tomé y se la besé mirándola a los ojos, antes de caminar hacia la feliz pareja.
Estreché con fuerza la mano de Patrick, y después besé la mano de Susanne.
- No puedo sino desearles lo mejor. Que sean muy felices.
Las sonrisas de los novios acompañaron a todos fuera de la Iglesia. El padre Thomas les dió una última bendición y luego dejó que los presentes hicieran otro tanto. Las hermanas Cronwell besaron a Susanne con lágrimas de felicidad. Liz y Anabel habían visto que después de tantas derrotas, tanto sufrimiento y obscuridad, al fin la luz brilló sobre sus corazones. Edmund, tenía esperanzas de algún día conocer la misma felicidad que Susanne y Patrick junto a la adorable Anabel y Francis, compartía secretamente, o no tanto, expectaciones similares para con Elizabeth.
Avon presenció todo desde la distancia, luego fue a saludar a los novios y partió. Mary Anne y su hermana también repartieron felicitaciones y llantos. Ellas además, tenían una razón propia para sentirse felices, porque la alegría también había tocado a su puerta. En solo dos meses la pequeña Claire haría similares juramentos en el altar junto al noble Lord Byron y, respeto a Mary Anne, el joven y rebelde Ben Westmant, había cautivado su corazón. Quizás tardasen un poco más en casarse, tal vez primero viajaran por el mundo pero no había nada malo en eso. Sobre todo con la bendición del señor Hancock y la salida de escena de la cruel Darla.
Incluso Alexander Varsatov se había acercado a la boda y deseado buena suerte a la pareja. Es que todos habían sido unidos, aquella fatídica noche en la que un doctor de poca monta entró en sus vidas. Pero ahora todo estaba perdonado, todo estaba atrás, y el susodicho sujeto bajo tierra. Ahora nuevos tiempos se avecinaban, nuevos sueños, proyectos fecundos y llenos de esperanza.
Porque era otro día en Windfiel, y hoy... hoy por fin.
Había salido el sol.
FIN
Espero que no haya decepcionado el final, estem no me salían suficientes palabras para decir lo mucho que me gustó la historia. Ahora, para todos va positivo, denme tiempo que son muchos jugadores jajaaj, y bueno todos los que quieran cerrar a su vez esta escena con algún pensamiento o frase o lo que sea, la dejo abierta una semana y luego la cierro. Aunque ahora, puedo decir con orgullo, y gracias Hypa por eso y a todos.
Partida finalizada :)