Partida Rol por web

De nuevo, tras rebuscar toda la casa concienzudamente y hasta dos veces para asegurarte, no había nadie allí. Ni cuerpos muertos, ni nadie vivo. En parte, un alivio, puede que tus padres siguieran vivos. Pero por otra parte, algo más en lo que ahondar. ¿Donde están? ¿Y que era lo que estaba ocurriendo? Muchas preguntas para demasiadas pocas respuestas.

Por suerte, no todo en la casa de tus padres era un revoltijo de desorden. Había un papel, un plano, en el que estaba señalado una zona de la ciudad con un circulo y en su parte superior ponía: "¿Refugio?" La zona del mapa parecía una parte residencial de New York con algunos negocios en aquellos lugares, hasta había un motel.

Sería una buena idea ir a investigar, pero con cosas como la de antes sueltas y sin nada más que un barrote como arma sería peligroso andar por las calles esperando no encontrarte con nada. Igual habría por allí que te ayudara pero... ¿Tus padres con armas?

La herida no reaccionaba como le hubiera gustado. Bien era cierto que la tolerancia al dolor es única de un paciente a otro ¿Pero hasta aquel punto? Empezaba a sentir que aquella persona estaba afectada más allá de lo que ella podía atender o dar soporte. ¿Pero qué era lo que necesitaba? ¿Cómo podía...?

Y justo en ese momento escuchó los pasos.

Su primera reacción fue cierta alegría, puesto que podía significar que había llegado la ayuda. Pero había algo que no cuadraba. Si era ayuda ¿por qué no se había anunciado? la policía o ayuda sanitaria lo habría hecho, más con los gritos que aquel pobre hombre acababa de dar.

Y por si eso fuera poco... ¿No deberían estarse acercando con alguna luz?

Aquello hizo que el fantasma del animal que debía haber atacado a su paciente regresara. Y el miedo instintivo ante aquella idea hizo que la garganta se le cerrase del golpe antes de que se atreviese a emitir sonido alguno.

Si era un animal, era posible que el olor del desinfectante camuflase el de la sangre ¿Pero por cuanto tiempo?

Casi sin atreverse a respirar, Pam mira a su alrededor. ¿Dónde había un palo o una rama cuando los necesitabas? En el peor de los casos aún podía usar el alcohol que le quedaba para crear una llamarada que disuadiese a un posible atacante, pero las posibilidades de quemarse ella misma con un plan tan absurdamente improvisado eran demasiado grandes. Al menos conservaba el mechero con el que se había encendido el cigarrillo en la calle.

No... Pam, relájate. Es imposible que sea para tanto. Al fin y al cabo, no sería la primera vez que escuchas cosas donde no las hay, y la oscuridad y el silencio no son buenas amigas de la claridad mental.

Sin duda esa persona se anunciaría. Sólo tenía que esperar un poco...

Tras un rato en el que conseguiste guardar todo William se levantó cerrando la mochila - Ya no caben más y ya está todo explorado. - Te vió coger las lentejas y puso cara de asco - ¿En serio te gustan las lentejas? Puag... - Estaba claro que a Will no - En fin, no criticaré gustos. Será mejor irnos pronto. ¿Esperamos a las chicas? - Si tenía razón tan solo quedaba esperarlas, o buscarlas. Eso era más elección tuya

Un mohín -a medio camino entre la desilusión y el pasmo- se dibujó en el rostro de Abril cuando Sarah dijo aquello de "supongo que deberás tener 18 años o así para pensar en eso". 

—¿Dieciocho años? —inquirió, incrédula, mirando a su nueva amiga con el mismo estupor que si le hubiera dicho un siglo. Y, en verdad, para Abril no había mucha diferencia entre diez años y cien años, ¡eran un montón de años!

(En fin, pensó, ya lo averiguaré con alguien más "enterado" de la cuestión...)

Tras una última mirada hacia la derruida calle, (¿y los policías? ¿y los carros de bomberos?), Abril asintió con una ligera cabezada.

—Sí, claro, regresemos...

Abril regresó tan rápido como se fue: tarareando una canción y dando saltitos.

—Linterna, linterna, Sol, Luna y estrellas… Quédate luminosa, linterna mía. Sino, mi querida linterna no luce…

Y, así, saltando, se plantó frente a su hermano y le mostró, muy orgullosa, la linterna que había encontrado.

—Mira lo que encontré, ¿no es bonita? —y añadió: —Dejé una nota para Nath en la puerta de entrada. Aunque me da pena dejar el colegio justo cuando está solo para nosotros. ¡Y sin monstruos a la vista! ¿En verdad tenemos que irnos? —refunfuñó.

En su mente, el terror inicial tomaba nueva forma: el colegio era un enorme castillo; ella, una princesa; y, más allá de sus familiares muros, dragones y monstruos acechando…

¡Como en los cuentos!

Se llevó ambas manos a la cabeza, altamente agobiado por la desaparición de sus padres, ¿su esposa también? Deseó que las fuerzas militares los hubieran evacuado a un lugar seguro si es que eso podía existir.

Agarró el mapa que encontró entre la casa, centrándose en la marca roja que rodeaba un lugar marcado como “refugio”. Pensó inmediatamente que sus padres habrían marchado allí. Antes de salir, prefirió rebuscar más en la casa, en algún rincón que no hubiera buscado antes, al fin y al cabo, ¿qué estadounidense no escondía un arma en casa? Su padre nunca lo había mencionado pero no tenía por qué hacerlo.

Ya estaba terminando de guardar cuando William se acercó a mi, con su mochila preparada. Cerré la mía y me la puse en la espalda, con una cara parecida a la suya. - Ya ves, a mi tampoco me hace nada de gracia. Y dudo que sepa cocinar esto, pero tampoco creo que nos podamos alimentar solo de pudin. - No sabía si William tenía idea de cocinar, quizás había suerte y su hermana sí supiese, aunque eso sería solo si de verdad pasaba algo demasiado grave como para no poder encontrar ningún adulto.

Por ahora nos bastará con esto, tenemos los bocadillos, al menos aguantaremos hasta la noche sin problemas. - A decir verdad. - Le dije con media sonrisa al chico. - Estoy seguro de que Abril podría alimentarse solo de pudin un mes. - No pretendía ser muy gracioso con él, pero ellos nos habían ayudado tras la explosión, y parecían preocupados por mi hermana también. Mejor amigos que enemigos. - Vamos a buscarl- -

Justo cuando iba a aceptar ir a buscarlas, aparecieron por la puerta tan tranquilas como se habían ido, y con una linterna. - Eso puede venirnos genial. - Bien hecho, Abril. Ahora cuida bien de ella, no puedes perder tu nueva linterna. - No iba a quitarle algo que ella misma había encontrado, pero esperaba que no se distrajese a primera de turno y la dejase tirada en una mesa.

- Tenemos que irnos y saber qué es lo que está pasando. - Era raro, demasiado raro, que no hubiese nadie más en la escuela. Si ellas habían vuelto sin encontrarse a nadie eso significaba que efectivamente lo que los hermanos dijeron era verdad y el lugar estaba vacío. No quería preocupar a Abril, pero hasta que no supiésemos cómo estaba la cosa, mejor no quedarse quietos. - En situaciones de emergencia, suelen reunir a la gente en los pabellones deportivos. ¿No? -

- Porque si te quedas en la escuela es para estudiar. Y eso significa que tendré que ponerte tarea de mates, ¿Es que quieres eso? - Quizás si le atacaba con lo que no le gustaba me hacía caso.

El yogur que no me había tomado del desayuno debía estar caducado y me había metido en algún tipo de película de serie B que trata de emular algún capítulo de mal gusto de los Simpsons, seguro. Era la única explicación racional a lo que mis ojos veían. Eso o alguien había echado una llamada a cierto jinete llamado Peste y se había dado una vuelta por este hospital.

En cualquiera de los casos este no era un lugar en el que me apeteciese quedarme, de modo que retrocedo un paso.

El niño... no puede... correr...

Vale, es evidente, pero a veces las cosas evidentes se nos pasan. Yo desde luego era incapaz de cargar con él, de modo que esa idea quedaba descartada. Siendo un poco cruel, tal vez pudiese... No. No.

Me giro y comienzo a correr. ¿Dónde? No importa. Lejos.

Pero...que era eso!

Inconscientemente, con retrocediendo unos pasos, empecé a rezar el Al-Falaq, que me enseñó mi padre cuando quieres protección. 5 versículos del Coran que dudaba de si en algún momento iban a funcionar realmente, porque lo que fuera esa cosa no era de este mundo.

ﭤ ﭥ ﭦ ﭧ

ﭩ ﭪ ﭫ ﭬ

ﭮ ﭯ ﭰ ﭱ ﭲ

ﭴ ﭵ ﭶ ﭷ ﭸ

ﭺ ﭻ ﭼ ﭽ ﭾ

Restos de lo que anteriormente había podido ser un ser humano, ahora colgaban como tripas de cordero con la panza abierta y una deforme mole por cabeza. Al principio simplemente se arrastraba, se desplazaba o lo que fuera, pero en cuanto notó mi presencia, pude ver como me miraba.

Nuestras miradas se cruzaron y pese su deformidad, sabía que me escudriñaba a través de un rostro que a saber de quien era antes. Puede que me oliera. Parecía una animal sacado de las pesadillas de Alá.

- C-Corred!- conseguí decir cuando el bicho comenzó su carrera hacia mi.- Coged al niño! Deprisa. Y las medicinas!!

En mi huida, interpuse en el camino lo que encontraba a mi paso: Camillas, la cosa esa como una percha donde se pone el suero, papeles..lo que fuera, con tal de entorpecer el avance de esa mole de carne.

Carne? Y yo en el Ramadán. Brillante ironía...

El resto no se hizo esperar y salieron por patas, huyendo de aquella cosa. Por el camino recogí en volandas una silla de esas de ruedas simple. Puede que si salíamos de esta, y nos deshacíamos del bicho, el chico la necesitase. Afortunadamente no pesaba en exceso, así de paso, si tenia que tirársela al bicho ... algo haría.

Al mismo tiempo que las chicas regresaban, Will se reia de medio lado ante, por lo visto, un comentario de Marcos.

Una vez reunidos todos empezasteis a hablar sobre la situación y de salir - Creo que lo mejor sería acercarnos a algún lugar donde haya mayores. Una comisaría, un hospital, los bomberos... Pero no sé donde hay cerca uno. Se que mama me llevó a la comisaría una vez para hacerme un carnet o algo, pero no sé donde está - Habló primero Sarah.

-Por no decir el hospital, pero ando igual... Solo reconocería lo que hay alrededor - suspiró Will mientras se metía las manos en los bolsillos dirigiendose a la puerta - Pero es mejor salir ya y buscar adultos. Somos pequeños, esas cosas no nos pueden coger - Por primera vez Will había hablado casi tanto como su hermana, pero antes de abrir la puerta trasera, abrió un armarito de la cocina - Pero por si acaso, Marcos ¿Como se te da el beisball - Dijo sacando dos bates de madera y varios cascos, uno para cada uno - Más vale prevenir que curar. Y ahora busquemos a los adultos. - Dijo saliendo definitivamente por la puerta llevando el bate cual espada.

-Mi hermano es un poco excentrico... perdonadle. Pero no es mala idea los cascos, así con la niebla evitaremos algún percance que no veamos. - dijo Sarah poniendose el casco y esperando para ir con vosotros para ir a vuestra altura.

Una vez fuera, había tres caminos a seguir, por el que habiais venido desde casa, uno a la derecha y otro de frente al colegio.

Empezasteis a correr como si no hubiera un mañana alejandoos de aquel engendro de la naturaleza. Por acto reflejo Philip cogió al niño y todos seguisteis a Fae, alcanzandola y superandola al poco tiempo.

Estuvisteis corriendo con pavor de que aquella criatura os hiciera algo y sin saber como acabasteis en un supermercado destrozado, quizás la mejor idea para esconderse y al mismo tiempo conseguir algo de comida y bebida. Aunque ese supermercado ya estaba mediosaqueado.

Durante unos segundos donde os dió tiempo a calmaros y recobrar el aliento, no ocurrió nada y cuando empezasteis a moveros escuchasteis un sonoro golpe en lo que debía ser el almacen ¿Otro engendro de esos? Igual era un humano. ¿Quien sabe?

Tras buscar y rebuscar por toda aquella casa lo único que encontraste como posible lugar donde hubiera un arma, era una caja fuerte. Probaste varias combinaciones que sabías de memoria. El cumpleaños de tu padre, el de tu madre, el aniversario de su boda, nada. Ninguna combinación funcionaba, hasta que pensaste en una dificil, pero igualmente probaste, la fecha de tu nacimiento

Con dicha clave, la puerta de la caja se abrió y dentro estaba el único arma de tu padre. Un revolver de 6 balas con dos cargadores rápidos a un lado y una foto familiar. Si tu padre se había dejado un arma como defensa... es que algo realmente malo ocurría con esos seres que habías visto. Igual no es demasiado tarde para llegar a aquel refugio y ya no había nada en la casa para llevarse.

Si fueras hasta aquel "refugio" te encontrarias en una calle donde muchos de los negocios ya estaban asaltados, pero cuando llegaste escuchaste un pequeño grito de sorpresa desde dentro del hotel.

Según ibas pensando bien que hacer, aquel ser se acercaba más y más e inconscientemente te apartaste contra el muro al verlo tratando de que tu voz no saliera por la boca. Un ser humano con la cabeza deformada y abultada con solo una boca moviendose en ella, acercandose cual paso de zombie fuera a donde estabais vosotros. O a donde estaba el por lo visto. "Su mirada", si es que la tuviera, estaba enfocada en el hombre herido y pareció al pasar por tu lado que ni siquiera te vió. El ser se detuvo unos extensos segundos mientras olía el lugar y se acercaba poco a poco al cuerpo del pobre hombre.

Huye

Comenzaron a hablar las voces de tu cabeza

Huye. Cobarde. Sal de ahí. Dejalo que muera. No tienes que morir aquí. Nadie ha hecho nada por ti. Huye y dejalo tirado. Nadie se acordará de el. Nadie te está viendo para juzgarte. Tan solo huye. Cobarde. Huye

Se agolpaban poco a poco para hacerte sufrir un delirio mental, cada una de las voces diferentes, cada una de las voces más punzantes. Te herían y te daban una salida al mismo tiempo pero ¿realmente eras así? ¿Ibas a dejar que ese hombre se muriera sin hacer nada?

Derepente todo el espacio empezó a empequeñecer en tu mente, solo quedaba un misero cubo de espacio en donde estabas tu asustada, Jason indefenso y la criatura encima de este preparandose para darse un festin. En una de las paredes de dicho cubo solo había una puerta

-Huye, cobarde - Como si se trataran de fantasmas de tu pasado y gente querida de tu presente, las cabezas de estos empezaron a volar por dicho cubo para atormentarte más y más. - Huye. Sal con vida. Eres importante para los demás. A los demás no les importas una mierda. Has curado a una persona pero eso hará que te mate. Abandonalo. Deja que se lo coma. Huye. Corre

CORRE

Ese grito inundaba cada vez más tu mente y al mismo tiempo, un sonido metalico retumbó en el suelo. Minusculo e inerte dicho sonido, pero en tus oidos sonó como un estruendo.

Un punzón, afilado y ensangrentado en su parte metalica. La criatura miró a ambos lados si saber que pasaba ¿También habría oido el punzón? Lo que sabias es que la tenias muy cerca.

-Eso, coge el punzón y acaba con tu vida. Dale de comer más a la bestia. Haras bien para los pocos que queden vivos. Para que se coman a tu familia. Para que se coman a Jack - Las voces comenzaron a reirse con un tono tan agudo y retumbando por todo aquel cubo, que parecían querer volverte loca. Pero entre todas aquellas risas que no te dejaban pensar tenías que tomar una decisión.

Sin dejar que el crío sufra ningún daño salgo corriendo junto con el resto de mis nuevos compañeros. La llegada al hospital fue una sucesión de sorpresas y la incorporación de "Fae" a nuestras filas, sin embargo ¿qué nos depararía este pequeño supermercado?

Cuando parecía que teníamos un respiro otro ruido nos alertó. ¿Amigo o enemigo? ¿o quizás era un sonido fortuito? En esta ocasión no sería yo el que se quedase de brazos cruzados.

Con cuidado, le pedí a Fae que se quedase al cargo del niño mientras que con sigilo intenté inspeccionar qué o quién estaba provocando el ruido. El resto debía estar preparado para correr si fuese necesario...

De camino procuré coger cualquier objeto que pudiese ser lo suficientemente contundente como para emplearse de arma defensiva... tan solo esperaba no tener que usarlo.

Llegamos a un supermercado en nuestra carrera en la cual me han superado con creces, incluso cargando a un niño. Por fortuna habíamos perdido a la criatura. O el humano. O lo que fuese. Lejos, esperaba.

La primera impresión del supermercado es que está medio saqueado... pero nunca se sabe. Habrá que aprovechar para coger algo, aunque fuesen anchoas, por pura previsión. Me sentía como en mitad de una peli de los ochenta y sólo me faltaba algo de música de piano o...

Un ruido. Uno que hace que mi corazón casi se desboque del pecho. Respiro para contenerme y recobrar el aliento.

Calma, calma, calma...

Me repito. Y... un valiente que quiere explorar mientras me pide que me haga cargo del chiquillo. ¡Pero si apenas puedo hacerme cargo de mí misma! Además... a veces era mejor pensar.

Espera.

Le pido, poniendo una mano en su hombro.

El otro... la otra... lo que fuese, no parecía capaz de hablar -hablo en un susurro-: ¿por qué no preguntamos? Si algo nos responde, puede que merezca la pena... si sólo escuchamos un gruñido, tendremos más espacio para huir.

Mientras, mis ojos siguen atentos en busca de comida que saquear. No es que no quisiera pagarla, pero sin un cajero a la vista... iba a ser complicado.

Hay acciones que una vez hechas te preguntas cómo fue posible que actuases de esa manera.

La mano de Pam se cerró en torno a aquel punzón. ¿Por qué lo hacía? ¿Que pretendía lograr? ¿Demostrar algo a una voz invisible? ¿Demostrárselo a sí misma?

Lo cierto es que en aquella circunstancia no quedaba nada que plantearse.

Ni dilemas morales, que vendrían más tarde al preguntarse dónde empezaba y dónde terminaba la alucinación. Ni preguntas filosóficas que sirvan para detener lo que debía hacerse. Hay momentos en los que el impulso no lo controla la razón.

Y por eso simplemente salió corriendo.

Dejamos atrás al engendro de las narices.

No nos costó poco, de hecho terminamos en un super de barrio medio saqueado. Algo no me cuadraba... ¿Tanto tiempo habíamos quedado inconscientes para que la gente empezara a saquear las cosas ya? Pero cuando entramos hice pasar primero al resto y, conmigo el último, cerré la puerta tras de mi. Me agaché y miré a través del cristal, medio a cubierto por los cristales de las ofertas del día, hasta que me sentí seguro.

Puse la silla de ruedas en el suelo y la abrí para poder poner al chico en ella, y así que Phil no tuviera que cargar con él todo el rato en brazos. Mientras, algo se oyó al otro lado del supermercado y Phil comenzó a ir para allí y ver si era otro bicho de esos.

Avancé un par de pasos y me coloqué delante de Fae, como intentando protegerla y, levemente la empuje para que se agachara detrás de unos estantes, junto al chico en la silla de ruedas, mientras sugería "hablar". A estas alturas, ya no me fiaba de ningún ruido.

-Pishhh!- Chisté a Phill mientras le lanzaba el trozo de una barra metálica, bien podría ser el de la barra esa de los carritos de compra. No dije mas, me giré hacia Fae y puse mi ideo índice en sus labios para que no hablara y hacía el gesto de silencio.

Muchas veces, era mejor o delatar la posición. Si hablábamos y nos oían, la única forma de salir de allí era corriendo con alguien detrás. Si nos veían u oía, al menos, tendríamos mas tiempo de correr.

El hombre sonrió con nostalgia cuando probó con su fecha de nacimiento para abrir la caja fuerte. Halló un revolver que cargó enseguida aunque no se iba a desprender de la barra de hierro, a no ser que encontrara un buen cuchillo en la cocina de su hogar antes de abandonar la que fue su hogar. Para qué mentir, se le daba mejor la lucha cuerpo a cuerpo que las armas de fuego, lo suyo nunca fue la puntería. Más de una vez se lo recriminó su mujer por no ganarle ningún premio en los puestos de la feria en aquella época en la que todo iba bien.

Después de buscar el arma blanca salió junto el mapa hacia ese “refugio” que habían señalado. Caminó semi agachado, para que nadie pudiera verle . Se quedó paralizado cuando un grito rompió el aire, al girar su rostro hacia donde provenía el sonido, se percató que venía del hotel que tenía al lado. Se preguntó qué debía hacer; seguir adelante en pos de su propia supervivencia; o tener la posibilidad de ayudar a alguien en apuros.

Sea lo que fuese aquello, un apocalipsis o algo similar, la vida le había dado una segunda oportunidad, quizás esa fuera la última que pudiera tener para redimirse antes de morir. Así pues, se movió hacia el hotel con mayor rapidez.

Me dolía pensar que si hubiese estado más atento a los avisos de papá y mamá sobre dónde ir si sucedía una emergencia podría ahora saber manejarme por la ciudad. Nunca pensé que fuese a pasar algo grave, teníamos al niñero y los móviles para solucionar cualquier cosa. Por desgracia en ese momento no era así.

- Salgamos a dar una vuelta, no creo que nos cueste mucho encontrar algo así. Habrá señales. Digo yo. - Estaba a punto de salir, pero William aún tenía algo más preparado. Me acerqué a coger el bate y los cascos algo confuso. - ¿De verdad hace falta tanto? Bueno.. - No iba a decir que no a cualquier cosa que supusiera proteger mejor a Abril. Dejé el bate y un casco en la mesa y me acerqué a ella.

- No te muevas, te voy a poner esto. - Se lo coloqué en la cabeza y me aseguré de que estaba bien sujeto para que no se cayese. - No te lo quites sin mi permiso, ¿Vale? - Luego fui a la mesa para coger el mío y ponermelo y tomé en bate con una mano.

- Listo, ¿Nos vamos ya? - Por un momento pensé que se podría tratar de la broma pesada y que iba a salir y me iba a encontrar a toda mi clase riéndose de mi al verme así.